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El embarazo de mi amiga y su falta de sexo
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Pasó hace algunos años, mis amigos de la universidad se juntaron y tendrían un hijo, por lo cual nos invitaron a todos los conocidos a diferentes reuniones. Siempre fui muy allegado a ambos, Jennifer podría decirse que era mi mejor amiga y confidente, una morena curvilínea con cara mamona que siempre tuvo unos senos tremendos (su mejor atributo sin duda), tiene cabello negro largo, no era la más hermosa honestamente pero siempre fue muy sensual y despertaba bajos deseos en uno que otro compañero de clases, entre ellos su ahora pareja, Alonso, un gran amigo con quien compartí mucho tiempo en la universidad y que fincamos una amistad real y siempre cordial.

Terminamos la universidad y seguimos manteniendo junto con otros amigos muy allegados una gran relación. Jennifer siempre fue mi confidente y sé que siempre le gusté aunque nunca paso nada más allá de algunos rozones de muslos que me ponían dura la verga, muchas veces provocados por ella. Le gusto y lo sé, siempre he sido aficionado a hacer mucho ejercicio y tengo un cuerpo que sin llegar a ser pretencioso estoy seguro que envidiaban mis compañeros y deseaban varias de mis amigas, entre ellas obvio Jennifer, siempre fui algo varonil, morocho, piernón, nalgón, fuerte sin exagerar y un poco mamón siempre en buena onda para hacer mas ambiente, por decirlo de una manera. Jennifer conocía cosas de mi que seguro le seguían despertando interés sexualmente hablando en mí pero más de 10 años de relación ya así eran las cosas, solo amistad.

Como les decía llegó el momento de su embarazo, ella y yo como siempre seguíamos hablando por medio del celular y aunque yo era más afecto a contar mis intimidades, un día ella me sorprendió contándome que estaba distanciada de Alonso desde que estaba embarazada y que era por un tema sexual, pues al parecer a Alonso no le apetecía en esa etapa de su vida.

Yo había tenido ocasión de verlos cuando tenía ella unos 4 meses de embarazo y sinceramente esa ocasión me fui, lo que le sigue de cachondo de su casa, pues Jennifer llevaba una blusa algo holgada que dejaba ver ese par de melones que tantas pajas me habían ocasionado a su nombre desde que la conocí, ella se dio cuenta de mis miradas mas pronunciadas, pero como siempre, solo lo observo sin decir o mostrar molestia, fue maravilloso ver ese día sus tetas ahí tan libres pues ahora eran más grandes, o al menos en ese momento lo eran, sin embargo ya habían pasado 2 meses desde esa ocasión, imaginaba que aquel par de lolas estaban por reventar y siempre fui un fetichista de las tetas en mujeres embarazadas, por lo cual, conforme Jennifer me platicaba al respecto fue creándose en mí una erección de los mil demonios como nunca había sentido antes, mi pene estaba lo que le sigue de tieso y no era para menos, siempre he querido creer en la inocencia de Jennifer pero no sé si esto me lo contaba adrede, ya desde ese momento, pues en alguna ocasión ella se había enterado de mi fetiche por las tetas de embarazadas y tal vez tomo nota de ello…

A lo que voy, quedamos de tomarnos un café en su casa pues ambos estábamos libres, eso era algo normal como lo habíamos hecho ya varias veces, llegaba a cierta hora antes de la llegada de Alonso del trabajo y platicábamos más íntimamente como amigos, después llegaba Alonso y se sumaba alegremente a la plática, esta parecía ser una vez más así, pero yo iba cachondo y con mi mente siempre sucia y traviesa.

Llegue a su casa, toque el timbre y abrió ella, salió la morena con ese cabello negro lacio y largo, con un vestido morado holgado para cubrir su pancita de embarazo pero arriba de las rodillas mostrando esas piernas torneadas y gruesas, no podía quitar su cara de mamona que siempre tuvo, pero la verdad eso es algo que a mí me ponía más cachondo, pero bueno, subí la mirada a donde más me interesaba y las vi, ese par de tetas estaban hermosas, gigantes y con venas que parecían latir de la presión que embargaba su pecho, no sé cómo controle mi verga cuando la saludé, y no sé cómo no me dijo nada por lo directo que fue mi mirada a sus tetas, pero ella solo me saludo como siempre invitándome a pasar, así lo hice, me senté en la mesa del comedor y ella se fue al cocina y no tardo en regresar con café para ambos.

Se sentó frente a mí algo cerca y puso ese par de tetas al frente reposando sobre el comedor como si nada, se ve que no llevaba brassier y debió notar mi mirada a ese detalle pues comentó – Perdón que no lleve brassier, es que me duelen mucho los pechos de tanta leche que cargo, no sé cómo otras lo aguantan – Riéndome le dije que no se preocupara que no es la primera vez que veo una embarazada con esos problemas, a lo que dijo – Si ya lo sé, si me has contado ya varias cosas de ello – a lo que reímos ambos sabiendo a que se refería.

Seguimos platicando banalidades y yo seguía atontado por tremendas ubres, mi pene palpitaba debajo y ella no tenía pudor en taparse un poco los senos, más adelante toco el tema de su abstinencia sexual y tratando de ayudar un poco a Alonso le dije que podía ser algo normal, que no todos son fetichistas o cachondos como yo, a lo que reímos nuevamente los dos, pero cada vez había más carga sexual.

Entonces ella comentó – Tu que eres bien pervertido, es cierto que se alivia el dolor de los senos cuando te descargas un poco de la leche? – a lo que nervioso respondí – Pues la verdad no estoy seguro, no soy mujer, pero deberías pedirle a Alonso que te ayude un poco con ello, se ve que reventaran si no lo hacen pronto – Ella comento a su vez – Huy tu amigo, si espero a que él lo haga será hasta la tumba – en eso estaba cuando por una bendita casualidad su blusa se empezó a manchar de humedad a la altura de su pezón, cosa que ya me tenía sin control – Uf le dije, Jennifer, me conoces muy bien y no podré aguantar esta situación si las tienes así tan libres y echando chorros de leche, soy hombre – a lo que ella riendo dijo – no, no es que seas hombre, es que eres un pervertido y cachondo, jajaja pero está bien, ya se cómo eres, de hecho aprovechando y como amigos, te importaría ayudarme con lo que tu amigo no quiere hacer? – a lo que sorprendido y viendo su rostro inquisitivo y cargado de lujuria, le pregunte – A que te refieres específicamente? – y ella contesto – Anda no me hagas pedirlo, a sacarme la leche de los pechos que ya no aguanto más.

Dicho esto se sacó una teta del vestido, enseñándomela a reventar, con esas venas palpitantes, teta morena y grande, un pezón también moreno hermoso y brillante por el líquido que rodeaba su aureola, no aguante más y como con un resorte me levante, me hinque a su lado y comencé a mamar de su pezón como si fuera él bebe más hambriento del mundo, estaba fascinado, mamaba esa tetota hermosa, la agarraba con ambas manos adorándola, ella a ratos se quejaba del dolor pero parecía no objetar el dolor, prefería que le mamara la teta y se la estrujara a que la dejara sin el descargo de dolor y cachondería que tenía, la otra teta aún bajo el vestido, como reaccionando a la primera comenzó a mojar la tela de su vestido oscureciéndolo, me separe de su primer pezón, jale su vestido liberando totalmente las dos tetas y su panza de embarazada.

Me arrime y empecé a lamer de su otro pezón como poseído, ella solo gemía de gusto y placer pidiéndome que no parara que era delicioso y que ya lo deseaba tanto, me daba las gracias por ello, cuando yo estaba en la luna con esas tetas que siempre había deseado en mi boca y en su mejor momento. – Toda mi vida siempre quise mamarte las tetas Jennifer – le dije haciendo un esfuerzo por hablar sin desprenderme de sus lolas hermosas y bañadas de mi saliva y su leche – son hermosas – seguía repitiéndolo, note a su vez que ella abría mas las piernas y se tocaba su sexo y el olor inconfundible de su encharcada vagina llego a mi nariz que me hizo poner como toro – Te quiero coger Jennifer.

A lo que ella resistiendo decía que no, que llegaría pronto Alonso, insistí un poco más y no cedía, hasta que me dijo – Estará a minutos de llegar Alonso y no quiero que nos encuentre así, es tu amigo, que te parece si otro día cogemos y ahorita te la chupo, pero vente rápido que debo ir a cambiarme – a lo que gustoso le dije que sí, me pare, baje mi cierre frente a ella que seguía sentada con piernas abiertas en una silla del comedor y expectante pues por lo que después me dijo siempre deseo verme la verga y el cuerpo, saque pues mi verga dura que apuntaba hacia ella, la cual rápido tomo con sus manos mientras yo seguía bajando mi pantalón que quedo a medio camino imposibilitando moverme más, pero no hacía falta.

Ella arrimo sus tetas poniéndolas debajo de mi pene mientras con una mano me pajeaba, luego subió y chupaba mi pene con un deseo y maestría que nunca imagine en ella, lamia la punta, alzaba mi verga y lamia mis huevos, para de nuevo meterla, llenarla de saliva y guiarla a sus tetas hinchadas y húmedas para darme con ellas y su mano mucho, muchísimo placer, ella aceleraba con una mirada de lascivia que nunca imagine posible, yo sentía cada vez más ganas de venirme por más que retardaba el momento para obtener mucho placer, ella aceleraba y decía que me viniera en sus tetas, que me lo había ganado por hacer el trabajo que mi amigo no le daba la gana hacer.

Me ponía cachondo con sus palabras y la paja y mamada monumental que estaba haciendo hasta que en un espasmo brutal no pude aguantar más, escupiendo mi pene uno, dos, tres, cuatro, cinco y hasta 6 o 7 chorros de leche, el primero de ellos mancho su cuello y barbilla, los demás chorros se quedaron bañando sus tetas que junto con mi saliva y la leche materna de sus senos hicieron de esas ubres un coctel maravilloso a la vista del mas lujurioso de los hombres del mundo.

Extasiado vi la obra de arte que eran sus senos, ella con las cejas y ojos dilatados en un estado de febril y de cachondería absoluta, así con esa mirada y viéndome fijamente, llevo uno de sus senos, específicamente su pezón a su boca para chuparlo, recogió con sus manitas el resto de mi semen que manchaba cada tetota y el camino entre ellas llevándoselo a los labios y humectando con el resto sus tetas como si de la crema más fina se tratase.

Cerro los ojos y respiro por alrededor de medio minuto, me pidió permiso para pasar y me dijo – Voy a recomponerme, no debe tardar en llegar Alonso – a lo que reaccioné, acomode toda mi ropa donde pertenecía y espere a Jennifer a que saliera.

Salió vestida de una manera menos provocativa, como toda una mamá pero con la mirada cachonda y sonrojada como quien desea algo más a pesar del placer recibido.

Acordamos repetir y llegar a más la experiencia y después llego Alonso a lo que platicamos como si nada hubiera pasado, pero mucho había cambiado entonces.

FIN

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