Mi sobrino aún respiraba agitado. Su vientre sudado cambiaba de tamaño una y otra vez con rapidez. Su grueso miembro decrecía en tamaño hasta que su glande se escondió debajo de la suave piel de su joven prepucio, aun con restos de su dulce semen adornando sus suaves testículos. El sabor de su exquisita leche virginal estaba aún extasiando mis papilas gustativas, mi lengua parecía aferrarse a aquel escaso elixir. Las ultimas gotas remanentes en la comisura de mis labios las recogí lentamente con la punta de mi lengua. Mi pecho lustroso por la combinación de sudor y lubricante, tenía hipnotizado a mi sobrino. Mis majestuosas glándulas mamarias, imponentes como grandes montañas, acaparaban por completo su atención. Nunca había sentido nada igual, tía July -dijo mi sobrino Dany mientras se sentaba en la cama aun recobrando el aliento-. Yo frotaba pasionalmente mis senos, el deseo solo se había acrecentado dentro de mí. Dany parecía comerme con los ojos, sus pupilas estaban llenas de deseo y añoranza.
– ¿Te gustan mi amor? -dije mientras sostenía mis senos levantándolos desde abajo con fuerza, mordiendo mis labios imaginándome los posibles escenarios junto a mi joven sobrino.
-Tus pechos son muy grandes y hermosos tía, desde muy joven lo he pensado, siempre había tenido fantasías con ellos.
Al escuchar eso mi vagina se estremeció y humedeció de inmediato. La sola idea de mi sobrinito fantaseando con mi cuerpo, tocando su falo tan joven y amándome en su mente me había convertido en una diabla llena de lujuria, una demonio que solo tenía sed de él.
-Un verdadero hombre nunca dice lo que quiere mi amor, un verdadero hombre lo toma -dije mientras tomaba su mano y la posaba en uno de mis senos.
-Ay tía, son muy suaves -dijo mientras su palma inexperta apretaba con torpeza mi seno derecho.
Lo tome suavemente de la nuca, acaricie con ternura su cabello y lo acerque lentamente a mi pezón, que estaba erecto y muy duro, un pezón que ansiaba ser succionado por sus jóvenes labios. El de manera instintiva succiono mi pezón con fuerza como un infante hambriento. La humedad de sus labios me erizaba por completo la piel. Una corriente recorría cada centímetro de mi cuerpo mientras el cómo un niño comía de mi pecho. Lo único malo de ese momento es que él no podría obtener esa dulce recompensa que años atrás salía de mis pezones, mi leche materna. Mis gemidos se escapaban de mis labios involuntariamente, ante aquel frenético ataque de sus jóvenes labios. Su inexperiencia la compensaba con ímpetu y fuerza. Yo respiraba agitada y acariciaba su cabello. No pares mi amor, come de los pechos de tu tía mi cielo -dije mientras lo acercaba aún más a mis senos-. Mi mano se deslizo traviesa a su parte intima. De nuevo estaba vigorosa y podía sentir su temperatura cálida en mi mano. Su grosor que no me permitía rodearla con mis dedos, sus venas que sobresalían haciéndola aún más imponente y digna de respeto. Su prepucio solo cubría la mitad de su glande, rosado y reluciente. Llene de saliva la palma de mi mano y la lleve directamente a su incorrupto y delicado prepucio. De golpe y de manera traviesa lo baje con fuerza, él se estremeció, pero no dejo de chupar, incluso pude sentir una pequeña mordida que me puso aún más caliente.
-Recuerda que debo probar mas de tu lechita mi amor, tengo que verificar que tu pene no este infectado.
-Es verdad tía, pero ¿qué tal si ya no me sale más?
-No te preocupes corazón, estoy muy segura que este par tiene suficiente lechita almacenada -dije mientras palpaba con mi mano sus suaves testículos libres de vello púbico y calientes al tacto.
– ¿Tía, tú puedes chuparlo como lo hacen las mujeres de las páginas porno?
– ¿Daniel, tú quieres que te chupe el pene así nada más, pues quien crees que soy? -pregunté levantando la voz.
-Perdón tía, no quise ofenderte, es solo que …
-No me dejaste terminar mi amor, te iba a decir que primero tienes que darle un besito a tu tía si le vas a pedir algo así -dije sonriendo de manera muy picara.
-Si es verdad -dijo algo nervioso.
Mi sobrinito se acerco poco a poco a mí. Su pecho desnudo se unió al mío. Mis pezones rozaron con suavidad su pecho que se había convertido en un pecho varonil, mis senos cambiaron de forma apretados al estar tan cerca, pude sentir el calor de su piel en la mía. Giro un poco su cabeza y al final poso sus dulces labios sobre mi mejilla y después de un segundo se retiró. No mi amor, si eso es tu idea de un beso, entonces no puedo darte lo que me pides, debe ser algo mas atrevido, mas pasional -dije esperando despertar su lado primitivo-. El se hizo hacia adelante y yo tome un poco la iniciativa, bese lentamente sus labios, poco a poco los fundí a los míos. Húmeda, mi lengua se deslizo como una serpiente dentro de la cueva de su boca. Llegaba hasta lo más profundo y danzaba el baile prohibido junto a su inexperta lengua. Nuestra saliva se mezclaba y se convertía en el más sublime elixir, algo que era indescriptible, una sensación única e inenarrable. Nuestra respiración se sincronizo, ambos bufábamos como animales en época de apareamiento, perros en celo desesperados por fornicar. Lo recosté en la cama sin dejar de besarlo, mis labios guiaban a mi cuerpo, bese su cuello con mi lengua, baje lentamente por su pecho acariciando cada centímetro de su tersa piel con mis manos. Sentí en mis labios el ombligo y metí mi lengua en él, su cuerpo respondió a mi caricia al estremecerse.
En un segundo ya lo tenia de frente. Mi aliento caliente resoplaba sobre él. Casi podía escuchar como fluía la sangre dentro de aquellas venas que hacían acto de presencia remarcando la fortaleza y juventud de su magnifico falo. Su olor me llamaba encarecidamente a probar su sabor. Ya no podía mas con aquella tentación, los más bajos deseos se habían apoderado de mi mente. Justo en ese momento una gota de pre eyaculación cayo desde la punta hasta la base de su pene, parecía llorar clamando por ser succionado por mis labios. Detrás de esa misma gota venia otra y otra. Me acerque y el pudo sentir la calidez de mi aliento. Con mucho cariño y mi lengua húmeda limpie cada una de las gotas de su pene. El gimió y luego me tomo de la cabeza de manera instintiva con ambas manos. Yo metí en mi boca su reluciente glande junto con la mitad de su obesa verga. Tosi con la verga aun dentro de mi garganta haciéndome llenarla de salivaciones pegajosas y abundantes. La cantidad de saliva que la cubría era impresionante. Los hilos de saliva de un transparente brillante unían mi boca a su verga. Empecé a follarlo con mi garganta, era violenta, casi podía sentir como le succionaba el alma a través de su uretra hasta que lo inevitable paso. Por mas sorprendente que pudiera parecer su vera se engroso aún más, las venas podía sentirlas palpitar en mi boca y grandes oleadas de ese liquido caliente y blanquecino explotaron en lo mas profundo de mi garganta. Los ríos de semen caían sobre su pelvis, yo tosía ahogada por tan abundante corrida.
Mi sobrino me pregunto que si me encontraba bien. Yo le respondí que si después de recobrar el aliento. Mi barbilla estaba llena de su leche juvenil. Su sabor era el mejor afrodisiaco, me había puesto a mil. No pensé, no estaba en mis cabales. Aun con su verga parada, me senté sobre él, lo metí dentro de mi vagina y comencé a montar.
Continuará…
Me gustaría leer la tercera parte o culminación de este relato esta candente.