Me encontraba sentada en mi sofá viendo televisión. El día estaba extrañamente frio, para el clima común del lugar en donde vivo. Mis hijos estaban en un paseo de fin de semana. Habían alquilado unas cabañas para pasarla bien con sus novias y amigos. De nuevo me encontraba sola y muy caliente. Últimamente me encontraba más deseosa de lo habitual. Sentía que en ocasiones mi cuerpo me traicionaba y ante el más mínimo impulso o estimulante sobre mi piel, podía percibir como mi cuerpo entero se electrificaba. Era una sensación poco común en mí, usualmente podía controlar mi deseo.
Esa mañana me encontré a mi sobrino Daniel frente a la puerta, había empezado a llover y se estaba mojando y tiritaba mientras frotaba sus brazos y tocaba de nuevo el timbre. Yo pude verlo a través de la mira de la puerta, al percatarme de que era él lo dejé entrar de inmediato. El soltó una gran mochila en el suelo que también estaba empapada y se quitó su chaqueta quejándose de la lluvia. Yo fui por una toalla para poder ayudarle a secarse, pero no fue muy efectiva; su ropa estaba completamente empapada. Tienes que tomar una ducha -le dije-. Ya después podrás explicarme con más calma que haces acá mi amor -añadí-. El asintió y subió al cuarto de baño. Yo fui a buscar más toallas limpias y algo de ropa de mi hijo menor, quizás esas prendas son las que le quedarían un poco mejor “pensé”.
Fui al cuarto de baño y la puerta no estaba totalmente cerrada. Pude vislumbrar aquel cuerpo joven, no tenía vello o al menos eso aparentaba con el agua cayendo sobre su piel. Él siempre había hecho natación desde niño, por lo que estaba acostumbrado a no tener vello en su cuerpo. Quizás esa era la razón “pensé”. Él se giró para tomar el jabón y pude ver su miembro masculino columpiar bajo el incesante roció de agua caliente. El vapor se elevaba, pero no me impedía deleitarme con tan sublime espectáculo. Su pene no era tan grande, pero lo compensaba en grosor era un pene muy gordo y tenía un detalle que a mis ojos lo hacía perfecto: tenía un buen pedazo de prepucio. A la distancia observaba por el pequeño espacio entre la puerta y la pared como acariciaba su cuerpo con ese jabón. Yo ansiaba ser ese jabón con todo mi ser, recorrer esa suave y tersa piel llena de juventud. Algo me dejo asombrada: solo limpio por encima su pene. No hizo hacia atrás su prepucio, quizás lo olvido o tendrá esa mala costumbre -me dije-. Cerro la llave del agua y en ese momento entré haciéndome la tonta.
-Toma mi amor, aquí hay unas toallas limpias -dije mientras entraba de golpe en el baño.
-Tía, por favor voltéate, estoy desnudo -dijo mientras cubría esa jugosa verga gorda con su mano.
-Discúlpame cariño, no pensé que estuvieras bañándote ya -dije mientras me volteaba y le alcanzaba una toalla limpia con mi mano.
Él se secó rápido y se puso rápido la toalla a la cintura. Aun así, podía ver su grueso paquete sobresalir en aquel suave algodón.
-Ya estas muy crecido mi amor, apenas y puedo recordar como eras de pequeño.
Pude notar el abdomen marcado y sus músculos tan joviales resaltados por la piel fresca y renovada después del baño.
-Ya no soy un niño tía -dijo esbozando una leve sonrisa.
-Es verdad mi amor, ya eres todo un hombre.
Sali del baño y lo deje que se cambiara de ropa.
Después bajo a la sala. Yo estaba limpiando un poco. Llevaba un suéter delgado sin bra con un escote en V. Mis pezones se marcaban mucho por el frio, o quizás por la excitación de haber visto a mi sobrino por primera vez desnudo. El morbo de espiar a alguien sin que se dieran cuenta era una de las cosas que más disfrutaba hacer desde joven. A pesar de que se me mercaba mucho los pezones no solía llevar sujetador cuando me encontraba en casa relajada y no iba a empezar ese día.
-Gracias por la ropa limpia, tía -dijo mi sobrino mientras se sentaba en la sala.
-Por nada mi amor ¿ahora si vas a contarme que haces acá tan temprano? -pregunte con curiosidad.
-Bueno es algo complicado -dijo con un hilo de voz.
-No importa, tú sabes que puedes contarme cualquier cosa cariño, no importa lo que sea, puedes confiar en mí.
-Lo que pasa es que he estado teniendo problemas con mis padres.
– ¿Qué tipo de problemas mi amor?
-Bueno… mis padres están teniendo muchas peleas en ocasiones muy agresivas, incluso yo les he pedido que no peleen, pero me dicen que no me meta, prácticamente han hecho que vivir en esa casa sea un infierno, creo que se van a divorciar.
Me inspiro tanta ternura y unas ganas de protegerlo, que tome su cabeza y la recline sobre mi pecho. El me abrazo con firmeza y comenzó a llorar de forma desconsolada. Yo le acariciaba el cabello tratando de consolarlo con palabras dulces de aliento. Mi grande pecho parecía otorgarle cierto confort, porque muy rápido se sintió mejor y recobro la compostura.
Dejo de llorar.
– ¿Ya te sientes mejor cariño?
Si, me siento más tranquilo -dijo mientras se secaba las lágrimas del rostro.
-Mira mi cielo, en las parejas muchas veces hay pleitos, es como todo en la vida, hay subidas y bajadas en un matrimonio, pero tú no tienes la culpa de nada.
-Eso lo entiendo, pero es muy difícil verlos pelear de esa manera tan cruel, no me gusta.
-Te voy a proponer algo ¿qué te parece si este fin de semana te quedas aquí conmigo como cuando eras pequeño y la pasabas con tus primos? Así te olvidas un poco de todo lo relacionado con el conflicto entre tus papis y puedas relajarte un poco.
El asintió en silencio.
-No te preocupes cariño, todo va a estar bien ya lo veras -dije mientras hundía su cabeza en mi frondoso y suave pecho.
Cenamos en la sala algo de pizza mientras veíamos una película de super héroes. Nos agregamos a Facebook porque sus papas no le habían dejado tener una cuenta hasta que cumpliera la mayoría de edad, así que recién tenía su nueva cuenta. Me pregunto cual era y yo le di los dos que uso. Yo para estar más cómoda me puse un baby doll rojo que acostumbro usar cuando duermo en soledad para sentirme sexy, pero encima use una bata porque era algo revelador. La bata no evito que mi sobrino Dany de vez en cuando me otorgara una mirada picara a mi escote para explorar el suave encaje de mi atuendo. Podía sentir sus ojos posándose sobre mi durante la mayor parte de la película. La flama de su deseo había hecho encender el mío y el incendio de pasión se había propagado por todo el lugar. En un momento mientras tomaba las palomitas pude ver un bulto enorme en sus shorts. Yo en ese momento decidí quitarme la bata para provocarlo un poquito más y jugar con él. No paraba de mirarme fijamente. Al final no paso nada más y él se fue a la cama.
Cuando él se había ido, yo decidí llevarle unas cuantas sabanas extra porque el clima había comenzado a descender drásticamente esa noche. Lo encontré con su mano en su pene totalmente erecto y lo frotaba de manera brutal de arriba abajo sin piedad.
-Perdón tía, lo siento en verdad -dijo mientras se cubría con las sábanas.
-No mi cielo no te preocupes, si supieras cuantas veces he descubierto a tus primos así -dije riendo un poco.
– ¿En serio los has visto tocarse? -pregunto con timidez.
-Muchísimas veces amor, es algo natural en los jóvenes, necesitan desahogarse, pero pude notar algo que no está bien con tu pene mi amor, desde que te vi en la ducha desnudo quise comentarte algo, pero no sabía cómo.
-Es verdad, yo he tenido un poco de dolor por una razón, pero me daba pena contárselo a mis padres y menos en estos momentos.
-Déjame adivinar ¿estas teniendo problemas con tu prepucio al bajarlo y por eso tienes dolor?
– ¿Cómo lo supiste? -pregunto asombrado y totalmente fuera de sí.
-Bueno, cuando te vi desnudo en el baño y como te vi ahora, vi que tu miembro masculino no se pela por completo, el prepucio no baja y eso puede ser doloroso cariño, recuerda que soy doctora tú puedes contarme como te sientes.
-Lo describes exacto como me siento, pero me daba pena decirle a mi papa, sobre todo porque creo que es debido a mi mala higiene.
-Podemos ver si se puede solucionar sin cirugía, pero para eso debo examinarte amor, recuéstate en la cama boca arriba y quítate las sábanas.
El obedeció como un manso corderito. Su pene se había vuelto flácido, quizás por la timidez. Le pedí que tratara de pelarlo por completo en estado flácido. Trato, pero no lo lograba y había comenzado a hacer muecas por el dolor.
Fui a mi habitación por una botella de lubricante y dejé caer algunos chorros encima de su glande cubierto por la abundante piel de su pene. Déjame intentar corazón -dije con voz queda-. Él se cubrió y pude notar timidez e inocencia en su mirada.
– ¿Qué es lo que pasa mi amor?
-Es solo que… ninguna mujer me ha tocado ahí
-Entonces no has estado con tu novia mi amor.
-Mi novia es cristiana y dice que quiere esperar a casarse, entonces no hemos hecho nada.
-Eso es malo para ti mi amor, debes estar muy frustrado, pero recuerda que yo soy Dra. y he visto muchos hombres desnudos, es mi trabajo no te preocupes.
El se sumió en una confianza plena conmigo y se descubrió completamente. Su pene ya estaba erecto, se disculpó de nuevo, pero le dije que no importaba. Las venas se sobresaltaban en aquel grueso falo y la piel brillaba resplandeciente con la luz de la habitación. El aroma era intenso, si tuviera que describirlo: era como una combinación entre orines, sudor y un fuerte olor a mariscos. Puse mas de mi lubricante y traté de hacer la piel por detrás de su glande. El sufría un poco y se tomaba de las sábanas. Respira mi amor -dije mientras bajaba mi mano poco a poco con firmeza-. Debe haber mucha suciedad acumulada “pensé”. Di un bajón fuerte con mi mano y el gimió de dolor, su cuerpo se estremeció y el glande se revelo a mi cubierto mayormente de una masa blanquecina y olorosa. El olor era intoxicante y sentía que había penetrado hasta mi cerebro.
-Daniel, tienes que tener una mejor higiene, por esta razón tu prepucio no bajaba, mira todo este esmegma.
-Es que yo siempre me baño rápido, nunca le tomo mucha importancia limpiarme ahí, tía.
– ¿Tu padre nunca te enseño la importancia de eso? -pregunte con suma curiosidad.
-No, el no tiene prepucio así que no, nunca me dijo nada.
-Cuando te duches y cuando vayas a orinar debes hacerlo hacia atrás y limpiarlo si hay este quesito que se ve aquí -dije mientras limpiaba de su glande con mi dedo el fétido esmegma.
El tembló cuando le pasé el dedo sobre su glande, debe ser muy sensible “pensé”. Tendría que quitar todo esto con alguna sustancia estéril, pero no tengo nada de momento aquí en la casa mi amor -mentí-. El estaba un poco asustado y sin saber que hacer mientras su tía tenía su verga gorda, venosa, dulce y virginal a mi merced.
-Además hay que comprobar si no esta infectado -mentí de nuevo.
– Pero ¿cómo podrías saberlo? -dijo con un tono de preocupación en su voz.
-Bueno, se puede saber con un estudio donde te encajan unas agujas en el pene y testículos que son muy dolorosas y extraen liquido -mentí
-No, no quiero nada de eso.
-Hay otra manera, se puede saber por el gusto.
– ¿Y cómo es eso?
-Bueno, si ambos son muy amargos, tu esmegma y semen, entonces puede ser que tengas una infección, pero si son algo dulces entonces lo más probable es que no tengas nada.
-Tengo miedo -dijo asustado.
-No te preocupes mi cielo, yo puedo hacerte alcanzar el clímax, probar ambos y ver si está infectado o no.
Le pedí que se desvistiera por completo y se recostara boca arriba, el lo hizo de manera calmada. Yo me acerque a el y bese su mejilla. No te preocupes mi amor, tía July te va a cuidar -dije con un hilo de voz en su oreja-. Me recosté sobre sus piernas quedando con mi cabeza a la altura de su obesa verga. El olor me abrumó de nuevo. Lo aspire como si fuera la mas dulce e intoxicante de las drogas. El estaba quieto y con algo de temor. A mi no me importo y le pase la lengua sin más recolectando cada gramo de ese fétido y asqueroso queso. Se adhería a mi lengua como pegamento e invadía mis papilas gustativas al por mayor. Mi vagina se humedeció solo con probar su sabor. Su cuerpo juvenil se estremecía con cada suave roce de mi húmeda lengua. Cerraba los ojos y se sostenía con fuerza de las sabanas como si se fuera a caer de la cama, eso me hizo sonreír. Con cada recorrido lujurioso de mi lengua limpiaba cada vez mas su sucio pene. Llegue al punto de dejarlo reluciente y brillante.
– ¡Quiero ver tus tetas! -grito desesperado.
– ¿Qué fue lo que dijiste Dany?
-Perdón tía July, es solo que me emocione, lo siento mucho.
-No te equivoques muchachito, esto es solo con fines médicos y con el propósito de ayudarte a no pasar dolor -mentí y casi se me escapa una carcajada.
-Lo siento mucho.
-Lo hare solo porque eres mi sobrino favorito.
Me quite toda la ropa y el parecía estar mudo. Deje caer mucha saliva sobre su verga desde arriba. El gran hilo de saliva cayo sobre su pene deslizándose con calma hacia abajo. Lo tomé de sus muñecas y las aprendí junto al colchón. No podía moverse, estaba preso ante mis encantos. Succionaba con fuerza y podía sentir como su verga comenzaba a hincharse a un mas en mi boca. Eso solo podía significar una sola cosa. Puse un gran chorro de lubricante en medio de mis senos y los unté hasta dejarlo brillantes y majestuosos. Eran como dos grandes balones de futbol lustrados. Metí su verga gorda en medio y comencé a subir y bajar. Sus ojos se pusieron en blanco completamente. Quería gritar, pero no salía nada de su boca ni el más mínimo gemido. Hasta que por fin el intenso clímax llego. Inmensos y espesos chorros comenzaron a colorear mis senos, mi cuello, incluso mi rostro. Pronto me vi cubierta de un semen amarillento y espeso que me embriagaba con su olor. El respiraba agitado y no podía moverse. Yo deje escapar a su pene de la prisión cruel de mis senos y volvió a su estado natural. Yo besaba mis voluptuosos pechos recogiendo con mi lengua hasta la última gota de esa leche tan dulce y virginal. Bebi por completo ese delicioso elixir. El aun respiraba con agitación, pero pudo hilvanar unas palabras. ¿Entonces no esta infectado? -pregunto. No le tome bien el sabor creo que tendremos que intentar de nuevo -respondí con una sonrisa y el semen cayendo de mis labios-.
Continuará…