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El día que nos encontró el marido (parte 2)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Unos cuantos días después, sonó en mi celular un mensaje de ella en el que se leía… “Hola, ¿cómo estás?”

-¡Hola! ¡Apareciste! Pensé que ya te había perdido.

-No, eso nunca, te he extrañado mucho.

-Contame qué ha pasado en estos días.

-Bueno si, te cuento, porque para eso te escribí.

Sabés que intentamos hacer unas dos semanas como si nada hubiera pasado, hasta que fue muy evidente y mientras estábamos en la cama a él se le ocurrió pegarme como hacías vos y a mí se me escapó una mueca como diciendo, eso no me hace nada, después de eso me pegó más fuerte y yo me quejé, le dije que no me pegara así que me dolía. Y ahí no se aguantó y me dijo, la puta madre, si yo vi que te pegaban más fuerte y te gustaba, sólo me pude quedar callada, porque para contestarle tenía que decirle que si, que tenía razón, que vos me pegás más fuerte pero me excita de otra manera, porque con vos cojo distinto.

Lo más raro fue que interpretó a la perfección mi silencio y me empezó a decir si en realidad no quería que me pegara él sino vos, yo me quedé muy callada porque no sabía si le decía la verdad capaz que se volvía a ir de casa. Pero él siguió pegándome y pidiéndome que le diga la verdad, hasta que todo ese momento incómodo sentí que lo podía cortar diciéndole la verdad, entonces me salió un grito muy fuerte y le dije todo de golpe. “¡Si! Me gusta que me coja él no vos, me encanta que me pegue él, que él me someta porque mi cuerpo lo siente como mi verdadero macho, es con el que me excito, siento que la pija de él me llena toda, ¡dejá de pegarme como un marica!”

Cuando terminé de decir todo eso, me quedé esperando que se fuera, te juro que en ese momento no me importó más nada, pero apenas terminé de gritar, sentí como se acababa todo adentro de mí y me abrazó, creo que hasta un beso suave en la espalda sentí. “La puta madre” dijo muy bajito, entendí en ese momento que le había excitado lo que había pasado, así que vi la posibilidad de seguir por ese camino a ver si pasaba algo más excitante.

Me salí sin acabarme ni mucho menos, él se acostó a mi lado muy incómodo, como arrepentido de haberme mostrado su secreto, que creo hasta él desconocía, así que enseguida me empecé a tocar buscando hacerme una paja de ojos cerrados y gimiendo. Sentía su mirada, sabía que después de su acabada no iba a hacer mucho más, igual me preguntó qué estaba haciendo, le dije, es obvio, me hago una paja porque me quedé con ganas por lo que me dijiste mientras hacías que me cogías.

Eso pareció molestarle, pero se ve que no quiso contradecirme en ese momento porque yo había descubierto su gran debilidad. Encima me pregunta, ¿y en qué pensás? Te juro que en ese momento me dio mucha bronca su actitud de poco hombre, así que no le contesté y agarré el celular, aún tengo nuestros videos, pero no fue necesario abrirlos en un principio, sólo de verme mirar la pantalla buscando algo quiso saber de qué se trataba y yo enseguida lo corrí, “dejame pajear tranquila, no me pudiste hacer acabar como él”.

Te juro que no sé de dónde saqué la fuerza para decirle eso, pero sentía una mezcla de enojo hacia él, de ganas de hablar bien de vos, y de sexo, que no era yo la que estaba al mando de la situación. Siempre en todo momento estuve pensando que al siguiente segundo se iba a ir, pero ya no me importaba nada, y menos me importó cuando vi que me empezó a acariciar las piernas y quería tocar mis dedos que tenía dentro de mi pajeándome. Fue en ese momento que hice mi última jugada, donde dije bueno, si acá se enoja, que se vaya todo al carajo.

Lo miré a los ojos y le ordené, “Chupame la concha bien chupada que voy a mirar mis videos, ¿o me vas a decir que no te gusta?” Su cara estaba colorada de enojo, excitación, vergüenza y a último momento metió su cara en mi entrepierna y empezó a besarme como nunca antes lo había hecho. A mí no me dio para mirar los videos, pero hacía como si los estuviera mirando mientras decía “qué divino”, “Cómo coje” “vos chupá nomás”, “si le habrás chupado la leche a mi macho cuando venía toda acabada.”

A cada momento me chupaba más, estaba absolutamente concentrado en mi concha, me pasaba la lengua por todos lados, pude ver que se le había parado la pija de nuevo, me extrañó que fuera tan pronto, pero se ve que la situación lo excitaba mucho. Así que aproveché para ordenarle que te la mamara desde mi concha que te extrañaba y ahí fue que le dije lo último y más lindo, “limpiámela bien que mañana voy a que me coja de nuevo porque con vos no me acabo tanto y quiero además que me reviente el culo, ah, vos, bajate la pija parada esa con una paja mientras me chupás porque por hoy y mañana no me coges más”.

No terminé de decirle eso y ya se la estaba haciendo mientras siguió besándome toda, fue increíble. Acabamos los dos y ya acostados, lo abracé, él miraba el techo, la incomodidad de los dos era muy grande, quise bajar el tono de lo que habíamos hablado y le dije, “Amor, esto fue un juego.” “No, yo sé que no fue un juego, realmente te excitó todo eso…” “si, pero a vos tam…” “si, ya lo sé, no te puedo decir que no, eso me dejó más raro todavía”.

El silencio fue menos incómodo y largo que el anterior, él tomó la palabra y me pidió que, a partir de ese momento, si te llegaba a escribir o a hablar, le contara.

¿Entonces? Le pregunté.

Entonces aquí estoy, juntando material para hoy de noche, quiero que sepas que en unos días arreglamos para coger, pero hoy quiero enseñarle esta charla, para que se entere que vos ya sabés que a él le gusta ser cornudo, al final, tenías razón. ¡Chau!

Jaja, estás muy loca, pero si, contá conmigo para cogerte toda y hacerte lo puta que sos conmigo, dejame saludarlo entonces, si está leyendo esto, loco, ahora, si metiste tu pija en la concha esa divina que no sabés hacer gozar, bajá y limpiala toda porque quiero entrar en esa concha mía, sin que haya nada tuyo, pasale toda la lengua y límpiale el culo también, ¡nada de meterle nada, que eso ya sabés que le meto yo acá… ¡Chau!

Como respuesta, ella puso un corazón a mis palabras y se desconectó, hasta que, al otro día, ¡¡a las 9 de la mañana mandó un “buenos días”!! Y muchos corazones…

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