Siempre me iba del club acabado, masturbado, pero con sensación a poco.
Yo iba a la clase de natación por un tema de salud, necesitaba mejorar mi respiración y me lo recomendaron, al principio dudaba, pero con el correr de los días me fue gustando más, no nadar sino bañarme y ver tantos penes cerca de mí. Grandes, chicos, medianos, gordos, cabezones, largos, de todo tipo y color, era una pasarela de miembros, todos me hacían excitar, a todos los quería probar.
Pero había uno que era el más lindo, el que me sacaba todo, mediano, grueso, el portador era muy lindo, todo era un gran combo, pero no entraba en mi boca ni cola, era una utopía simplemente.
Cada ducha era larga y caliente, yo esperaba a lo último para bañarme, entre la charla que se generaba y el deseo de mirar todo lo que podía terminaba bañándome cuando ya casi no había nadie.
Era un gran juego mental, evitar que se pare mi pene y que todos se den cuenta que me calentaban, que los quería a todos adentro mío.
Me bañaba masturbándome, un dedo, dos, acabar, tragar lo que había quedado en mi mano y salir, así era siempre, no podía aguantar llegar a casa y en seguida me tocaba mi cola, en seguida tenía un dedo adentro.
Ese pene era mi preferido, lo quería tener si o si, quería saborearlo, meterlo en la boca y sentir su gusto, su piel, oler su olor y tragarme todo lo que tuviera para sacar. Lo miraba, lo analizaba, armaba fantasías, me bañaba y me masturbaba, era mi gran deseo, quería abrirme en el medio del baño y que me hiciera todo, que también se sumaran otros, tres, cuatro, cinco penes para jugar.
De alguna manera intentaba llamar la atención, me paraba desnudo con la cola arriba, me agachaba, me abría ante la presencia de él, era una nena con disfraz de hombre, nunca erecto, siempre con posición firme y dispuesto a ser usado sexualmente.
Fueron miles de intentos, pero nunca lo pude lograr, mi cola, mi boca y mis fantasías quedaban vacías siempre.
Hasta que un día algo pasó y me pude ir satisfecho, esos imprevistos que nunca te imaginas, pero pueden suceder.
Me estaba bañando, en mi ducha, tranquilo, pasándome jabón por mi cola, cuando de repente siento un ruido, levanto la mirada y de frente estaba una persona duchándose y masturbándose, mirándome a mí, de frente, yo no lo había notado, él se estaba tocando por mí, se estaba manoseando de una manera animal, me quedé helado, nunca me había pasado, se estaban masturbando mirándome, me dio una sensación extraña, pero en seguida vino una erección y salí de mi ducha rumbo a él.
Nunca dejo de tocarse ni de mirarme, con los ojos me invito a acercarme, mis pasos fueron lentos pero decididos, tres metros en 10 segundos, con caminata de mujer, me acerque, me agache y abrí mi boca, su pene entro completo, era mediano y gordo, no lo conocía, era el primer día que venía.
Se lo empecé a chupar sin dudarlo, a tragarle toda la carne, a sentir su gusto, cerramos la cortina por si alguien entraba, las duchas eran grandes y había lugar para jugar entre dos personas.
Mi boca disfrutaba del manjar, chupaba, sacaba, entraba, escupía al compás de las gotas del agua que caían de la ducha. Estaba agachado en posición de necesitado, arrodillado con mis manos en sus piernas, mi boca en su pene y mi cuerpo desnudo esperando ser follado.
Su pene estaba prendido fuego, duro como una estaca a punto de entrar en mi cuerpo, lo chupe hasta que mi cola se fue dilatando sola, cuando sentí la necesidad de que cogiera, me levante y se lo pedí “cógeme por favor” se paró lentamente, se puso su preservativo y me dio vuelta, la primera entrada fue dura, no la esperaba, no pidió permiso, me penetro sin dudas, fuerte y con pasión, la segunda ya estaba abierto, desesperado por mas carne, a la tercera ya estaba entregado, era una hembra en celo, quería su carne adentro sin parar.
Me decía cosas al oído, me escupía la espalda y la boca, me decía sucia, te gusta mi pene, que cola más linda tenés, abrite más, así durante 20 minutos de pasión y fuego, me cogió como nadie, mi fantasía en el baño del natatorio se estaba cumpliendo, me estaba follando un desconocido, me estaban dilatando toda, no lo podía creer, mi cuerpo estaba totalmente excitado y quería más, mi dilato todo, mi cola abrió todo para que su pene entrara y saliera obviando mi agujero.
Parados los dos contra la pared de la ducha, me agacha y sigue follándome, yo gimiendo como una cerda, le pedía más por favor.
10 minutos eternos agachado a las puertas del placer, mi ano estaba completamente dilatado, mi carne fusionada con su carne, su pene prendido fuego y a punto de explotar, cuando tembló, cuando hizo un gesto, salí de la posición y me pare de frente a él, salió toda su miel, me baño la cara, mezclándose con la ducha, su miel por mi boca y mentón, todo mi rostro maquillado con su néctar, saboreando, probando su esencia, todo para mí, abierto, dilatado, feliz.
Nunca me lo había imaginado, pero de un desfile de penes pude tener uno entero para mí, para jugar, ahora cada martes nos vemos en ese baño, en esa ducha y en esa fusión de dos cuerpos, donde yo siempre me abro completo a él.