El año 2000 llegó con su tecnología avanzando y con los miedos del W2K. Época del bíper, aquel aparatico miniatura en tu cintura que vibraba cada vez que alguien quería localizarte y que luego tenías que buscar el teléfono más cercano y llamar a esa persona. Los teléfonos celulares ya se hacían más comunes, pero no todos podíamos tener uno de esos.
Algo vibró en mi cintura, mi faena de terminar aquello que estaba haciendo era mucho más importante, este producto no sirve, ¿Qué mierda es esto? Me dirigí al cliente con el que estaba trabajando, mi frente coronada de sudor, 3:15 pm de un domingo bien caluroso.
-Disculpa Luis, pero no puedo trabajar con esto, este producto esta vencido.
Me miró con cara de asombro y no dijo nada. -Eso es lo que tengo. Contestó por fin sin la menor importancia. El calor era muy intenso y yo comenzaba a perder la paciencia.
-¿Y usted que quiere que haga yo?
-Tú eres el que sabe, yo acabo de comprar el bote y el producto me lo regalaron, además el que sabe reparar eres tú ¿no?
No quise acalorarme porque de verdad no valía la pena arruinar más el domingo que ya me estaba sabiendo a mierda. Mira, le dije muy calmado, si no buscas otro producto no puedo hacer mucho, este trabajo no era lo que yo esperaba por el precio acordado y por favor entiende que he venido hasta acá hoy domingo solo porque Eduardo me lo ha pedido.
¿Me prestas un teléfono? pregunté para liberar la tensión. Ya regreso, dijo con cara de pocos amigos.
Me alcanzó un teléfono inalámbrico último modelo en tecnología mientras portaba en su otra mano un también modernísimo teléfono celular.
– ¿Qué pasa? Le dije a Yovany por el auricular.
– ¿Me voy o te espero?
– Haz lo que te dé la gana mira que el horno no está para galletitas, susurré de mala gana.
– Ya cálmate ¿qué te pasa?
– Luego te explico, le dije con tono más amistoso.
– Dale, te espero, dice esta gente que ya encendieron la parrilla.
La conversación de Luis por el celular se tornó de acalorada a suave de pronto, al tiempo que bajaba el tono y el volumen de sus palabras que fueron disminuyendo mientras escuchaba y se ponía rojo como un tomate.
Se le oyó decir aló, aló y me miro apenado.
-Lo siento mucho no debí haberte tratado así.
-No es nada, ¿puedo pasar a tu baño?
Si pasa por aquí y me indicó el camino.
Esto es tuyo me dijo mientras me daba unos billetes ya te puedes ir, yo me arreglo mañana con Eduardo. Y perdoname de nuevo.
Tomé mi auto y conduje el corto tramo hasta el apartamento que compartía con Yovany (Mi amigo y amante de todas mis historias Balseros)
Puse la llave en la cerradura y me volví a secar el sudor. El aire acondicionado me dio de golpe en la cara. Se me erizaron hasta los pelos del culo. ¡Yovany! él salió de su cuarto y me miró.
-Acuérdate que la corriente la pagamos los dos.
Su mirada retorcida y desafiante se clavó en la mía.
-¡Ay chico! no tengo deseos de discutir contigo, dime si te vas a ir conmigo, pero no me traigas tus líos mira que estaba teniendo un domingo divino hasta ahora.
Se perdió de mi vista hasta la cocina y abrió el refrigerador, oí que destapaba dos botellas, lo vi regresar mientras me extendía una cerveza cubierta de un finísimo hielo. Tomé la cerveza de su mano y la devoré hasta la mitad. Me agarró por la cintura y me miró a los ojos mientras me echaba su aliento etílico en el rostro, tenía los ojos medio rojos y yo sabía que se había tomado por lo menos más de cuatro cervezas.
-Yo conozco esa mirada.
-Me he tomado solo cuatro, esta es la quinta, si te sigo esperando me emborracho.
Sonrió y por fin me hizo sonreír a mí.
Me voy a bañar le dije, yo me estoy meando dijo él y salió detrás de mí, yo me fui quitando la ropa por el camino hasta llegar en calzoncillos al baño. Me los haló por detrás y me los quitó, me acarició las nalgas, no sentí más nada y al voltearme lo vi con mi calzoncillo en la cara medio mordido y oliendo sin parar.
-De verdad que cuando tomas te pones puta, pero reputa y me sonreí.
-Ya te he dicho que no me gusta que me llames puta; y sí, me gustas como quiera me excita este olor a macho, mira y me mostro el bulto que parecía explotar dentro de los ceñidos jeans. Se abalanzó a mi pinga y me la olió varias veces, le paso la lengua, olió mis testículos les hizo lo mismo. Sonó el teléfono.
Aproveché la distracción para meterme en la ducha, me enjaboné rápido para poder quitarme todo el sudor del cuerpo. Oí como orinaba mientras oía su voz que decía: Ya me disculpé con Ariel, dice que la gente sigue llegando que esto es una reunión de cubanos y nadie llega temprano. Hay que pasar a comprar Bacardí para nosotros. Saqué la cabeza fuera de la cortina así medio enjabonado y lo miré, sacudía su pinga que estaba aún dura, me miró y me dijo: Mira cómo me pones. Enfócate le dije casi a carcajadas ¿cómo que Bacardí para nosotros?, ¿tú no vas a tomar cerveza?
-Hoy tomo lo que toma mi novio.
– ¡Ni se te ocurra congraciarte delante de tus amigos que te conozco bien! Déjate de gracias que cuando tomas te pones muy alegre. Y ya te he dicho que yo no soy tu novio ¡que pesa’o te pones!
Llegamos a una lujosa casa en el área de Coconut Grove. La música se podía escuchar desde lejos y yo me sentía de mejor humor.
-¿Esta es la casa de Jack?
-No esta es la de su papá, Javier es que no te enteras.
-Es que hoy no ha sido el mejor de mis días, perdóname ¿sí?
Mientras entrabamos al recinto pasamos por un patio interior antes de llegar a la puerta, caía la tarde, Yovany me agarró por la cintura e intentó besarme. Lo empujé a lo que le susurraba, nos van a ver compórtate. Es que me tienes caliente, desde que te olí los güevos hoy no se me quita el morbo de la cabeza.
Al llegar al área de la piscina por fin avistamos a Ariel en una esquina del amplio patio; El chico era un vecino del barrio que había venido con nosotros también en la embarcación, a lo lejos desde dentro de la casa caminaba Jack su primo que con los años en los Estados Unidos se había puesto como el vino, añejo pero sabroso.
Que linda casa dije yo al saludarlo.
Gracias es de mi papá que está de viaje ahora mismo y me la prestó para celebrarle el cumpleaños a Arielito y mientras lo decía le revolcaba al pelo a su primo. Ya cumple 25 mañana
¿Y tú? Pregunté yo atrevidamente, te fuiste hace unos añitos, como con 29.
-Cumplo 36 ahora en agosto, si me fui con 29.
Ariel y Yovany se alejaban para dejar la botella de Bacardí gigantesca que habíamos traído y algunas cosas para mezclar. Allá los esperaba el resto de la pandilla en la reunión estábamos todos los que habíamos hecho la peligrosa travesía solo faltábamos nosotros.
-No era necesario traer nada Javier, yo soy el mismo muchachito, mitad gringo mitad cubano que jugaba pelota contigo y con Jaime, por cierto hace tiempo que no sé nada de tu primo.
-Si, muchachito porque estas igualito. Jaime bien, pescando como lo dejé yo.
Nah ya estoy madurito dijo él sonrojándose, sus ojos azules se veían más lindos de los que recordaba al contraste de su camisa de lino también del mismo color que combinaba muy bien con su pantalón celeste oscuro.
Mi memoria volvió a repasar los días de juegos de pelota junto con su inseparable Ariel, huérfano de madre desde que tenía 9 años y del cual siempre estaba pendiente. Jack siempre tuvo su melena rubia y su culito empinado, le encantaba mucho el beisbol que le había proporcionado el cuerpo que todavía a sus 36 mantenía muy bien, aunque sus facciones de hombre adulto eran obvias. Llevaba barba rala que le daba un toque de machote sexy de película. Sus brazos seguían tan fuertes y peludos como antes y aunque la camisa era ancha se seguían distinguiendo sus pectorales bien marcados y los bíceps que siempre tuvo. Todos estos pensamientos los interrumpió Ariel que nos llamaba desde el otro extremo de la piscina donde estaba la mesa de las bebidas.
Mientras caminábamos hacia el otro extremo le oí decir a mis espaldas, hacen buena parejita tú y aquél. Quedé mudo e hice un rictus de asombro mientras me volteaba hacia él, sonreí nervioso y le dije desafiante, ¿qué te pasa? ¿De dónde sacaste eso?
-Jajaja los vi desde mi cuarto en el patio interior, Yovany te quiso besar.
-Ese payaso siempre está jugando pesado, era una broma ¡estás loco Jack! tú me conoces.
Salí caminando rápido, Jack adelantó el paso y me agarró por el brazo mientras me llevaba hacia la esquina de lo que parecía un apartamento de piscina sin que nadie lo notara.
-¡Hey!, no pasa nada no te pongas así que yo se guardar secretos.
-No hay secretos Jack, no somos gay, fue una broma ¡coño!
-Ok, ok, te creo ya, vamos a darnos un trago, ven que tengo un tequila muy bueno y quiero que lo pruebes.
La noche caía y la parrilla olía divino, la gente comía, bebía y bailaba. Julio, Vicente, Pedrito y Ariel no se separaban de Yovany que como siempre era el centro de atención. Yo solo bebía en una esquina alejado de la gente que ni lo notaba. Mi día se me arregló, pero solo por un rato porque Yovany lo volvió a echar a perder.
– ¿Quieres más tequila?
– No, Jack no debo mezclar.
– ¿Sigues bravo conmigo?
– Nah no eres tú, el día me ha ido fatal desde que me levanté.
Me pasó un brazo por encima del hombro y me dijo: Anda no me hagas el desaire llevaba mucho tiempo sin verte, y todavía no tengo como pagarte que me hayas entregado a Ariel sano y salvo.
-Mira mi tequila es sagrado y solo lo comparto con gente que aprecio, este es reserva extra añejo, disculpa si te ofendí y cambia esa cara que este es el cumpleaños de mi primo, ven vamos conmigo.
Subimos a su cuarto, la casa bien amueblada y lujosa dejaba mucho que decir para un casi recién llegado como yo.
-Este es el cuarto que me tiene mi papá, pero yo no vivo aquí, igual aquí nadie entra solo yo. Tengo la llave original, y la señora que limpia una copia, aquí puedo traer a quien yo quiera sea mujer, hombre o lo que sea. Ha sido también mi refugio después del divorcio.
Yo callaba solo miraba, la puerta tenía llavín que solo abre desde afuera, el espacio era como un reducido apartamento con todas sus comodidades. Abrió un gabinete también con cerradura y sacó una caja de esas que lucen bien caras. Extrajo dos vasos del mismo gabinete y destapó la botella.
-Este tequila se toma así solo sin hielo y sin mezclarlo.
Me dirigí a la ventana y pude notar que en verdad se veía justamente el lugar donde Yovany me quiso besar, sonreí pensando en la situación.
Toma, dijo Jack y extendió mi vaso, los chocamos para brindar.
– ¿Después del divorcio? ¿mujer, hombre o lo que sea?
Ya la mezcla de Bacardí y Tequila hacían efecto en mi cuerpo y mi mente a lo que le dije sin muchos rodeos: Tu sí que sabes guardar secretos ¿no?
Se acercó y pegó su cuerpo contra el mío, musculoso, varonil, caliente. Tenía aroma tenue de colonia cara, discreta. Me pegó su barba a mi cachete que rozó a propósito para llegar a mi oído y decirme: No me provoques que te beso yo. Acerqué mi boca a la suya y dejé mis labios estáticos sin moverlos; Se separó sonriendo y sirvió más tequila, lo miré fijamente, bebimos.
Por fin lo tomé por la camisa y lo besé intensamente a lo que él respondió de igual forma, jugué un rato con sus labios, metió su lengua con delicia. El sabor a tequila le daba al asunto y toque nuevo refinado. Puse mi mano en su entrepierna, movió las suyas de mis hombros y acarició mis nalgas.
-Son más redondas de lo que recuerdo.
-Yo nunca te vi meando, no sabía que la tenías tan gorda.
Comenzó a reír mientras me decía: Siempre has sido ocurrente por eso me caes tan bien; vámonos que la gente debe estar preguntándose donde estamos. Le señalé mi carpa de circo, la agarró, jugueteó con ella par de veces y me dijo: Si confías en mí, esta noche te la voy a mamar.
Se acercó a un librero empotrado en la pared y me dijo: Sale tu por la puerta que yo salgo por aquí, nos vemos en la piscina, si te preguntan, fuiste al baño. Escogió un libro y el librero se abrió a la mitad dejando ver una salida secreta en la cual él se perdió mientras se cerraba a sus espaldas.
Nadie debe haber notado nuestra ausencia porque la gente bailaba y disfrutaba, yo me acerqué al Gazebo del amplio patio y ahí estaba mi grupo que andaba riendo como con 6 chicas mientras bailaban y ya se veía a Tamal comiéndole los labios a una de ellas. Yovany seguía de centro de atención mientras la mulata que estaba a su lado le acariciaba el pecho y una rubia despampanante se le acercaba a jugar con su pelo. Sentí una sensación rara en el estómago que me recorrió todo el cuerpo, algo entre quiero ser yo el que está tocando ese pecho y quiero que sea a mí a quien acaricie esa mulata.
La chica que andaba aislada se dirigió a mi mientras decía con acento argentino: ¿Pero todos los cubanos tienen estos cuerpos? Y pasó sus manos descaradamente por mis brazos y mi pecho. Yovany que andaba en su gloria de bromista y borrachera no tardó en decir: No todos, mientras se acercaba a Vicente y lo atraía al centro del círculo que teníamos.
-Ejemplo A, flaco hasta sin nalgas. No tiene carne ni para una croqueta.
El flaco siguiendo su broma se agarró el paquete y dijo: Si, pero aquí hay chorizo como para diez empanadas. Las risas no se hicieron esperar mientras se levantaba la camiseta para que las chicas, bueno para que todos viéramos sus músculos abdominales.
Levanté la cabeza y me di cuenta de que Jack esperaba impaciente en la caseta de la piscina, traté de salirme del gazebo, pero Jack puso su mano a la altura del pecho abierta hacia adelante como señal de que parara lo que estaba haciendo. La rubia que estaba junto a Yovany lo comenzó a besar mientras acercaba a la mulata para que se uniera con ellos, lo abrazaron y salieron rumbo a Jack que le dio algo en la mano a la rubia.
El masculino rubio avanzó hacia mi mientras me señalaba con la cabeza que yo hiciera lo mismo. Andaba con la camisa abierta hasta la mitad y venia todo despeinado y medio sudado. La luz de las lámparas le dio a medias y pude ver un pecho exquisitamente formado y unos vellos medio rubios que se veía habían sido rebajados pero no afeitados.
Miramos hacia el gazebo para notar que ya se habían formado más o menos algunas parejitas y todos andaban entretenidos y con las hormonas revueltas. Se podía sentir el olor a sexo desde el otro extremo de la piscina.
Terminamos volviendo a su habitación que esta vez tenía dos vasos limpios, la misma botella de tequila y dos batas blancas de baño encima de la cama. Me arrinconó contra el armario de las bebidas mientras entre besos decía, ya nos deshicimos de aquel, te debo tu mamada. A mí me extrañó mucho que me recordara lo que él mismo había prometido. Me zafó el pantalón de un tirón y se la metió en la boca sin dejarme pensar mucho. Me tumbó en su cama con los pantalones a las rodillas y mis pies aún en el piso. Me miraba a la cara para que yo viera lo que me hacía mientras jugaba con mi glande. La experiencia era un poco rara, yo estaba más mareado de lo normal pero no me sentía mal y sabía bien todo lo que pasaba a mi alrededor. Me quitó los zapatos y me acarició los pies, se deshizo también de mis jeans y se desnudó por completo. Yo le imité sacándome mi camiseta que era la única prenda cubriendo mi cuerpo. Me indicó que me acomodara en la cama mientras se subía encima de mi a gatas. Puso su cara enfrente de la mía y me dijo: Las batas son por si quieres que nos bañemos, a ti no te hace falta, tu no apestas cuando sudas; yo en cambio, ufff e hizo una mueca. Me acerqué a su pecho y aspiré con fuerza para que notara mi intención, el ambiente olía a su nuestro aliento etílico y su colonia suave mezclados con un sudor agradable y perfume de mujer.
-Te estabas besando con una de las chicas ¿no?
– jejeee es que me daba morbo antes de esconderme para hacer esto contigo. Mira cómo me pongo. Y restregó toda su gorda pinga entre mis muslos. Le toqué aquel monstruo que, aunque no era largo si era grueso, venosa y limpia de piel. Hueles bien, no te preocupes, una cosa, ¿qué le diste a la rubia en la mano?
Se bajó de la cama a servir más tequila, sus empinadas nalgas se veían hermosas y musculosas me acomodé medio sentado entre los abundantes cojines mientras lentamente me pajeaba.
La llave del apartamento de la piscina. Aquí no se hacen drogas en esta casa, si eso es lo que pensaste. Tu amigo va a estar bien, déjalo que disfrute, mírate, pareces estrella porno ahí sentado. Sus ojos azules brillaron, y una sonrisa blanca se esbozó en sus labios. Mi rostro enrojeció ante tal halago. Me llamó al borde de la cama nuevamente esta vez para ponerme la pinga en la cara. ¿Tú mamas verdad? Asentí con la cabeza y la llevé a mi boca lamiendo aquella cabeza rosada y circuncidada. No creo haber visto una así en mi vida, solo en películas, y se me antojó deliciosa. En verdad era gorda, pero yo sabía que con mi poca experiencia igual le podía dar placer a Jack. Luego de jugar un rato con ella comencé a acariciarle sus duras nalgas mientras él las abría sin ningún pudor. Méteme el dedo que eso me gusta dijo con voz masculina y sensual. Accedí a su petición hasta que bruscamente se movió para que el dedo se saliera. Me volteó y comenzó a mamarme el culo. Era muy bueno haciéndolo porque su lengua me hizo retorcerme varias veces mientras yo me vi después de un rato mordiendo la almohada más cercana. Se posicionó encima de mí y me comenzó a chupar el cuello raspándolo deliciosamente con su barba. Así te quería tener después de haberte visto la escenita del patio. Decía esto mientras su pinga chocaba con mi hueco tratándolo de abrir. Su cabeza mojada se sentía deliciosa, me viró delicadamente y subió mis piernas dejando mi culo a la altura de su boca, comiéndoselo sin parar. Luego se puso a gachas encima de mi cara y me dijo: Vamos ábreme ese hueco. Comencé a chupar todo aquello que me ofrecía hasta que sentí que casi no podía respirar y que el movía sus caderas en círculo como si yo le hiciera el amor con mi boca. Se acostó encima de mí y jadeando dijo: Yo soy hombre, pero me gusta esto ¿Qué le voy a hacer? Se volteó a la mesita más cercana y saco un condón. El comentario me puso tan duro que comencé a botar pre seminal. Lo limpió con la punta de su lengua de una forma tan sensual y descarada que mis venas parecían explotar. Machito y morboso volvió a decir. Se puso el condón en sus labios y lo bajó con la boca hasta mi base. Siéntate como antes, me ordenó, allí en las almohadas. Me moví mientras él se metía mi pinga completa con todo y condón hasta su garganta haciendo arqueadas y llenándola de la saliva espesa característica de la acción, jugó con mis tetillas y mi pecho mientras tenía su boca ocupada. Se puso en cuatro puntos como indicando que ya era hora. Lo comencé a penetrar suave a lo que él indicó con movimientos, métela de una vez ¿qué te pasa? ¿tienes miedo? Oí por fin que decía. Cumplí con su deseo, ¡vaya! grité yo. Que rico, hacía tiempo que no hacía esto, me decía sin parar de moverse, apretaba su esfínter y me hacía sentir una sensación muy deliciosa que a veces tenía que aguantar para no venirme. Se sentó encima de mí, se la metió de un tirón y se apoyó hasta que mis bolas me dolían de tanta presión encima de ellas, me dio un beso largo, delicioso, intoxicante, con su lengua jugueteó con mi cara y mi cuello, se abrazó fuertemente a mi pecho, sus músculos rodearon mis hombros, sentí que los dos cuerpos eran casi uno de lo pegados que estábamos, aquella deliciosa sensación de sus vellos puntiagudos rozando mi piel, y su pinga ahí gorda y deliciosa entre mi ombligo y mi pecho. Comenzó a subir y bajar mientras se movía en forma de círculos, tiene que haberse dado cuenta de que yo no podía aguantar más porque paró de repente, se desensartó y busco mi pinga para quitarme el condón y absorberla de un solo trago como la primera vez. Masajeó par de veces mis testículos y mi leche aguada corrió como un manantial, se tomó hasta la última gota que provenía de mi hinchada pinga. Pasó su cara por mi abdomen y mi ombligo. Lamió por un rato hasta que yo me retorcí por la sensación y se apartó para acostarse a mi lado.
– ¿No te vas a venir?
Me miró y me dijo: ¿Ya, que más quieres? Me dio un beso y su cara olía a semen, respiré nuevamente y los olores eran tantos que se me confundieron en el cerebro e imaginé que el cuarto de un prostíbulo podría bien oler así.
-Me vine dos veces sin tocarme, la primera cuando te abracé duro después de sentarme encima de ti. Después se me salió de nuevo cuando me tragaba tu leche. Eso no se vale le dije con cara de pícaro, nunca me dijiste. A mí se me sale sola y echó una carcajada, es la experiencia. Y comenzamos a reír. Me toqué y en efecto toda mi barriga, mi pecho todo estaba pegajoso, estiré mi pierna y mi pie cayó sobre algo mojado. Hice una mueca y él sonrió diciendo, pusiste el pie donde me vine, soltamos otra carcajada.
Luego de ducharnos me abrazó y me dio las gracias, sirvió más tequila y yo hice una mueca. jajaja que cobarde me has salido. Eso sí, eres mejor amante que tu pri… ma. Letty.
Yo con mi borrachera tomé aquel comentario sin la mayor importancia, aunque no le veía el sentido a tan rara comparación si mi prima Letty vivía muy lejos de mi casa.
Nos regresamos a la piscina, nuevamente por rumbos separados. Me fui a la parrilla a servirme algo de comer. Mi estómago rugía como un león y no había señales del grupo de amigos. Las luces bajas en la caseta de la piscina y las cortinas cerradas.
Eran ya cerca de las doce y ya habían apagado la música por los vecinos solo quedaban Ariel y Julio conversando. Yovany apareció por fin riendo junto con Vicente camisa abierta todo despeinado. Me miró y me dijo: Nos vamos o ¿qué? Nos despedimos de todos y echamos a andar. Al llegar al patio interior agarré a Yovany por la cintura justo en el mismo lugar donde él me quiso besar. Lo atraje hacia mí de espaldas a la residencia mientras me susurraba: ¿no que nos pueden ver? Lo besé bien fuerte toscamente por unos segundos; la luz del cuarto de Jack pestañeó dos veces entonces lo solté.
– ¿Que fue eso Javier? A ti no hay quien te entienda, camina anda que todavía hay que ver quien maneja con esta borrachera. Y esa no es tu colonia ¿con quién te estabas revolcando?
-Mira quien pregunta si tu hueles a puro sexo.
Sigue mis historias aquí.
Siempre tuyo
ThWarlock