Casi instantáneamente, luego que abrí sus nalgas y vi su culo virgen, mi cuñada las contrajo con fuerza. Me resultaba obvio que aún era virgen anal, lo que llevó mi excitación al cielo, pero, felizmente, entendí que debería ser muy cauteloso para obtener el premio de su culo intacto.
Me hice el desentendido cuando contrajo y cerró sus nalgas. La dejé hacer. Me acosté a su lado mientras ella seguía boca abajo y comencé a besar su cuello, mientras mis manos recorrían su espalda. Ella venía de un intenso orgasmo logrado sólo con mi lengua en su coño peludito y sólo se dejaba hacer sin una respuesta importante.
Tras unos minutos besuqueando y lamiendo su cuello, sentí que su respiración empezaba a acelerarse, lo que me dio motivo para que mis besos empezasen a ser más intensos y mis manos empiecen a bajar hacia sus nalgas. Decidí bien. Su respiración empezó a transformarse poco a poco en jadeos. En ese momento tuve la clarividencia de saber que si hacia las cosas bien, paso a paso, sin presiones, esa mañana me llevaría el premio mayor.
Me levanté y me acomodé casi acostado sobre ella, besando su espalda, jugando con sus nalgas con mis manos. Mis labios la besaban, mi lengua la lamia, mis manos iban aventurándose a su entrenalga. Poco a poco fui bajando sobre ella y mis labios y lengua ya recorrían su espalda baja, mis dedos ya recorrían libremente su entrenalga.
Decidí que era el momento y unte dos dedos de mi mano derecha de saliva y comencé a rozar su ano virgen, suavemente, hasta con ternura diría.
-¿Alonso, que haces? -Me preguntó con voz temblosa
-Sólo juego un poco, me gusta hacerlo
-¿Sólo vas a jugar así?
-Sí, sólo así voy a jugar.
Su silencio cómplice me dejó avanzar, mis dedos ya iban en círculos sobre su ano, ella gemía intensamente y empezó a exclamar sus “ay Dios mío” de señora casada, acostumbrada al sexo aburrido con su marido. Cuando escuché un “ay Dios miooo” que era ya un completo gemido de placer, decidí seguir avanzando. Me acomodé y tuve su culo virgen, virgen pero latiendo ya, al alcance de mis labios y mi lengua. Ella me volvió a hablar.
-No hagas eso Alonso, no está bien.
-¿Por qué no está bien?
-No se hace eso, no.
-Sólo te lo besaré y lameré, quiero hacerlo
-Bueno, hazlo.
Por un fetiche antiguo soy un hombre que disfruta más lamer coño y culo que penetrar. Pero esa es otra historia. En ese momento poner mi lengua en un culo virgen, puro, casto, limpio, pero latiendo de ansias, fue un momento de absoluta gloria. Puse mi lengua al centro de su orificio anal y desde allí comencé a recorrer sus pliegues suavemente, con ternura unos instantes, pero pronto con desbordada pasión.
Mi cuñada gemía y gemía, su “ay Dios mio” se intercalaba con muchos “ay, ay ay que rico” o “me gusta, me gusta sigue, sigue”. Sentí como su culo se abría para mí. Sin restricciones mi lengua empezó a sentir que la dilatación aumentaba. Sin dudarlo, empecé a usar también un dedo para completar mi trabajo exploratorio.
Sin problemas lo pude introducir, mi cuñada sólo gemía sin parar. Cuando sentí que un dedo ya era poco, introduje otro y sentí una ligera contracción de dolor, pero ninguna queja o negación. Fui despacio, hasta que ambos dedos atendían, junto con mi lengua, el culo ya abierto de mi cuñada.
Tenía la verga reventando de lo tiesa que estaba y quería ya cogerla por el culo. Me levante, me la ensalive y me acosté sobre ella. Antes que ella hable le dije
-Lucía, te voy a coger por el culo.
-No por favor, Martín nunca me lo ha hecho por allí.
-Él no, pero ahora estás acá, conmigo, tú quieres y yo quiero.
-Me da miedo que me duela.
-Un poco quizás, pero lo haré despacio. Además, ya tuviste 2 dedos dentro.
-¿dos? Pensé sólo uno
No soy sicólogo, pero en ese instante, supe que así le doliera inmensamente, me iba a entregar su culo virgen. El culo que más de 20 años espero a mi hermano iba a ser estrenado por mí.
Me recogí y le unté mucha saliva en el culo. La volví a penetrar con mis dos dedos, que entraron sin problemas ni restricciones. Me acosté sobre ella. Comencé a recorrer su profunda entrenalga con mi verga y a jugar con su ano palpitante. Cuando escuché un nuevo “ay dios”, empecé a empujar y sentí como la cabeza de mi pene entró, fácilmente, pero ella gimió y dijo “me duele Alonso, me duele”.
La saqué y seguí recorriendo su puerta trasera con mi pene, al siguiente “ay dios” entré de nuevo. Volvió a gemir de dolor, pero no dijo nada. Me quedé con la cabeza ya dentro. Unos segundos largos, sin moverme, quizás minutos, fue un momento interminable.
El placer de romperle el culo a la esposa de mi hermano me estaba consumiendo. Me sentía todopoderoso y empecé a empujar. Ella gemía, pero no protestaba. Seguí empujando lentamente, avanzando centímetro a centímetro hasta que sentí toda la verga dentro de ella.
Le hablé al oído en ese momento. Le dije ya te la comiste toda. Ella volteó un poco y pude ver su cara golosa, de placer, pero lágrimas de dolor cayendo por su mejilla. Sabía que no había marcha atrás y que debía completar la misión. La besé y comencé a moverme. Lentamente, poco a poco. Ella comenzó a gemir y ya solo a disfrutar. Su culo era mío.
Cuando mordió mis labios le dije:
-eres una puta Andrea
-sí, lo soy.
-Eres una puta con el culo abierto
-Sí, lo soy.
En algún momento ella empezó a mover el culo y yo seguía horadándola, encontramos instintivamente el ritmo perfecto y con un “eres una perra de mierda” en mis labios, llegamos juntos.