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El cuidador de la cabaña (II)
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Después de haberme exhibido delante de Don Mario, le conté a mi novio lo que había hecho y no me creyó, así que saqué mi celular y le mostré el video que había grabado, donde se veía a don Mario asomarse a la ventana espiándome toda desnuda y su cara de asombro cuando me agaché a limpiar la crema del piso, cómo abría los ojos al verme mi culito abierto apuntando directamente a su cara —Guauuu— dijo mi novio —Cómo lo gozó el viejito ¿eh?

Se nota que tú también lo estás gozando —le dije, mientras le bajaba el short y tenía el pico bien duro, así que sin más, me lo metí a la boca y comencé a chupárselo mientras él seguía viendo el video. De repente me agarró del pelo tirándome hacia su pico y me llenó la boquita de su leche caliente, que tuve que tragarme porque tenía el pico hasta la garganta.

-Uhm amor, me parece que te gustó mucho que me empelotara delante de don Mario

-Sí, me encanta cuando te haces la putita inocente

-A mi también me está gustando esto de exhibirme

-¿Y si hacemos algo más con don Mario?

-¿Algo más? ¿Quieres que me culee don Mario?

-No sé si eso directamente, pero podrías exhibirte más con él

-Pero si ya me vio todo, ¿qué más podría mostrarle?

-No me refiero a eso, digo que podrías buscar más ocasiones para exhibirte delante de él

-Mmm, me calienta la idea, ¿Se te ocurre algo?

-Sí, mañana le diré que tengo que volver urgente a la ciudad y volveré al día siguiente, que tú te quedarás en la cabaña para que te ayude en caso de que lo necesites, pero en realidad me iré solo al pueblo que está cerca (unos 30 minutos) y me hospedaré ahí para que puedas ser libre en tus exhibiciones ¿te parece?

-Uy, me encanta ¿y volverías en la noche?

-No, al día siguiente, así que aprovecha bien el tiempo y graba cada vez que puedas.

Una cantidad de ideas locas llegaban a mi cabeza, ansiosa porque llegara el momento de quedarme sola para dar rienda suelta a mi imaginación y volver realidad fantasías que ni sabía que tenía tiempo atrás. Y llegó el día, mi novio se despierta, tomamos desayuno, se despide de mí y se va a avisarle a don Mario, al rato me envía un WhatsApp.

"Ya mi amor, voy camino a Pica, ya le avisé a don Mario que estarás sola, no te molestaré con mensajes para que estés tranquila y relajada hasta mañana, cuando vuelva, quiero que me cuentes todo. Te amo."

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, hoy sería un día muy excitante para mí y quería disfrutarlo a concho, así que me duché cuidadosamente, me puse la parte superior del bikini, una faldita corta y sin nada debajo salí de la cabaña. Camino a la piscina me encontré a don Mario alimentando a unos pollos.

-Ay qué lindos son —le dije desde lejos mientras él se daba vuelta fijando sus ojos en mis tetas.

-Buenos días señora Ale

-Buenos días don Mario ¿Cómo amaneció?

-Aquí como siempre, haciendo las labores matutinas pué

-Así lo veo, que lindos pollitos

-Sí, a estos hay que sacarlos temprano a comer, mire hágale cariño, son suavecitos

Me agaché e instantáneamente noté el movimiento del viejo, me había pedido que los acariciara, porque así tendría que agacharme y con lo corta de mi falda, probablemente podría verme algo más —Viejo pillo- pensé, pero igual me calentó el hecho de que él también estuviera caliente conmigo y con ver mis partes íntimas. Mientras acariciaba a los pollitos, sentía la mirada de don Mario en mis piernas y un poco más, él se agachó también con la excusa de acariciar a otro pollito, quizás para ver mejor, así que yo, descuidada, de vez en cuando movía mis piernas, pero sin dejar que se viera mucho. Después de un rato le dije que iría a tomar sol a la piscina, así que me iría a poner mi bikini. Cuando llegué, la piscina estaba sola, tendí mi toalla en el pasto y me puse a tomar sol en bikini, después de un rato apareció don Mario a limpiar la piscina, conversamos alegremente y me contó algunas cosas de su vida, se me hizo muy simpático el caballero, empecé a mirarlo bien, no era feo, tampoco era un adonis, tenía un cuerpo normal para alguien de su edad, con algo de guatita, cabello canoso, un prominente bigote y manos grandes. Conversamos animadamente y de repente me dijo —Su marido no va a volver hoy y yo estoy solo como siempre ¿Le molestaría almorzar conmigo para poder seguir conversando?

—¿Almorzar? —pregunté

—Sí, algo no muy goumet eso sí, algo sencillo, una carnecita con arrocito

—Mmm ya, pero sólo si me hace un favor

—Lo que usted diga señora, si yo puedo, lo hago

—Écheme bronceador en la espalda ¿le parece?

—Ah, pero no hay ningún problema, yo pensé que sería algo más difícil, jaja.

—No don Mario, ve que así me quemo más parejita

—Ah, sí poh

Ahí me di vuelta, con ese hilo dental metido en la raja de mi culo, imaginándome la cara de don Mario como en el video, mirando mi culo casi desnudo. Dejó a un lado sus herramientas para limpiar la piscina y se enjuagó las manos con el agua de la piscina, le pasé la botella con bronceador, se echó en las manos y comenzó a esparcirlo por mi espalda. Mientras seguíamos hablando de tonteras, cosas que pasaban en ese pueblo y cosas que me hacían reír, hasta que se le acabó la espalda para seguir con el bronceador, entonces le dije —En las piernas también, por favor.

Comenzó desde abajo y poco a poco fue subieron, pero se detenía cerca de mis nalgas y volvía a bajar, en una de esas veces, le digo —Aquí también, no ve que si no me queda el poto blanco —Apuntándole mi culo con mi mano derecha.

—Ah, si claro, perdone señora —respondió nerviosamente y acto seguido volvió a echarse bronceador en las manos y comenzó tímidamente a tocarme el culo. Sus manos eran ásperas, pero me estaba calentando el saber que un hombre mayor, hasta hace poco desconocido, tenía sus manos tocándome el culo casi desnudo a su antojo, dejó de hablar por los nervios y solo se concentraba en acariciar mis nalgas suavemente, hasta que inconscientemente se me escapó un "mmm, qué rico"

—¿Qué? —Me preguntó

—Qué rico su masaje don Mario, ¿No pensó nunca en dedicarse a los masajes? —Respondí rápidamente tratando de fingir tranquilidad

—Jaja, masajes, no nunca, en mi época ni existían esas cosas

—Le digo que se habría vuelto millonario don Mario jaja —Que ya masajeaba y abría sin pudor mis nalgas.

De pronto decidí darme vuelta rápidamente y observé que tenía el pico parado, se le notaba en su short, trató de taparse y le dije —Don Mario, écheme cremita en la guatita también porfa.

Seguimos con el masaje pero no se atrevió nunca a tocar mis tetitas y yo tampoco quise pedírselo en ese momento, después de un rato, le di las gracias y me metí a la piscina, el siguió en sus labores y me dijo —Yo le aviso cuando el almuerzo esté listo. —Ya Don Mario, voy a estar en la cabaña.

Después de la piscina, fui a ducharme a la cabaña y me vestí para ir a almorzar con él, me puse la faldita corta y sin calzón ni nada debajo, un top bien veraniego y espere mientras leía un libro, de repente escuché a los perros a lo lejos y supuse que sería don Mario, en un momento sentí que golpeó la puerta, fui a abrir y lo vi con unas ollas y una bandeja.

—Decidí traer las cosas para almorzar acá mejor, mi casita es más calurosa y acá en la cabaña hay de todo o si quiere usamos una de las cabañas que están desocupadas.

—Ah, no se preocupe don Mario, aquí está bien.

—Solo hay que calentar un poquito la carne en el horno y estamos

Dejamos las cosas sobre la mesa, don Mario intentó encender el horno, agachado con un fósforo y no prendía, dije "esta es mi oportunidad", le dije "a ver" y me puse un poco delante de él, me incliné sin doblar las rodillas dejando mi culo a centímetros de su cara, con lo corta que era mi falda, me vio todo el culo desnudo, pero ahora de cerca, me quedé un rato así, fingiendo que intentaba encender el horno, de pronto miré hacia la parte posterior de la cocina y veo una llave de paso del gas y le digo "¿No será que está cerrada la llave?" y me estiro aún inclinada con lo que mi falda se subió más quedando mi zorrita expuesta a los ojos del viejo, fingí que estaba muy apretada y que no podía abrirla.

—Ay don Mario, está muy dura— mientras él estaba agachado detrás mío con su cara casi pegada a mi culito desnudo cuando de repente siento que me mete la lengua en mi conchita abierta.

—Ay don Mario qué rico—dije y el siguió chupando mi zorrita depiladita, con sus manos me abría los cachetes del culo y sentía su nariz en mi hoyito trasero.

—Aaah, aaah, aaaah, sí, siga así, que rico, aaah, aah

—Qué rico culo tiene señora

—¿No le gustaría chupármelo también?

—Claro que si señora lo que usted me pida —y me metió la lengua en el culo

Yo ya estaba fuera de mí, toda caliente con un viejo chupándome el culo, en la cocina de una cabaña, sin nadie que nos fuera a interrumpir

De pronto, don Mario se para y me dice "Hace rato que no hago esto así que estoy con muchas ganas señora"

Y se saca el pico del pantalón y me lo pone en la entrada de mi zorrita, se sentía muy duro y caliente, juega un rato en la entrada y de repente me mete todo el pico fuerte y hasta el fondo, ni les cuento cómo gritaba de placer.

—Ay don Mario, ahhh, aaah, qué rica pichula que tiene, aaah, ahhh, ensárteme toda, toda toda, ay, que rico, aaah, aaah, tremendo pico aaaah durito, así me gusta aaaaha, ahhh

En esa posición, el viejo me agarraba las tetas, mientras me mandaba a guardar toda su pichula, fuerte y dura, yo estaba en éxtasis cuando siento que se hincha y se manda soberana eyaculación en mi chorito, parecía que no se le acababa nunca la leche, mientras me decía "Tome señora, tome, tome, toda esta leche la tenía guardada para usted". En ese mismo momento, sentí que mis piernas flaqueaban y llegaba feliz a mi primer orgasmo con este viejito, oh, que pedazo de pichula se gastaba, empezó a caminar hacia atrás sin sacarme el pico del choro y me llevó hasta el sillón, el cayó de espaldas y yo encima de él, yo estaba esperando que me soltara para ir a lavarme al baño cuando siento que se vuelve a poner dura dentro de mí y le pregunto

—¿Don Mario? ¿Se está calentando de nuevo?

—Sí señora, es que usted está muy rica

—¿Pero no va a descansar?

—No hace falta mijita, me tomé una pastillita antes de venir, así que quiero aprovecharla

—Viejo pillo —Pensé… (Continuará)

Gracias por leer mis relatos, que son historias reales a las que sólo les cambio algunos nombres, pero reales al fin y al cabo, comenten para saber si les gustó y si les gustaría seguir leyendo lo que pasó después. Perdonen si hay partes que no se entienden, pero no soy escritora, besos.

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