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El chantaje del amigo de mi novio
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Hola soy Ali. Primeramente, les quiero agradecer por leer todos mis relatos anteriores, de verdad me encanta compartir con ustedes todas mis experiencias y anécdotas, también les agradezco a todos los que me mandaron mensajes a mi cuenta de Instagram tjgirl_of diciéndome lo mucho que les gustan de mis relatos, de verdad muchísimas gracias.

Hoy les voy a contar algo que me sucedió con un amigo del que ahora es mi esposo, esto sucedió cuando estábamos en los preparativos de la boda y faltaba casi un mes para que nos casáramos, mi prometido tenía 31 años y yo apenas acababa de cumplir los 27, nuestros padres no estaban muy conformes con que nos casáramos, pero como todo joven que no escuchamos consejos, así que lo íbamos a hacer dentro de un mes.

Todo inició cuando estábamos entregando las invitaciones, mi novio insistió en que lo acompañara a entregarle la invitación a uno de sus amigos, se trataba de Mario, un tipo bien parecido, bastante alto y muy atractivo, la razón de mi renuencia a acompañar a mi novio a la casa de Mario es porque siempre que había convivido con él, se la pasaba sabroseandome con la mirada viéndome descaradamente los senos o las nalgas cuando me volteaba haciéndome sentir de lo más incómoda.

En fin, ya estando en su casa noté como su mirada estaba dirigida hacia mis piernas como siempre, yo ese día llevaba puesto un vestidito un tanto corto que me llegaba como un poco más de una cuarta arriba de la rodilla, esto dejaba admirar mis morenas y bien formadas piernas, su vista también estaba clavada en mi escotada blusa que dejaba ver mis tetas ya que no uso bra y eso hace que se me marquen un poco los pezones en la tela de la prenda. Después de soportar las miradas de él por un rato, mi novio fue al baño dejándome sola con él, yo ingenuamente pensé que el tipo se comportaría cuando en eso vi que Mario claramente de manera intencional tiró al suelo su teléfono celular, cayendo justo debajo de la mesa que estaba en medio de los dos ya que nos encontrábamos en su comedor, cuando Mario estaba agachado recogiendo según su celular pude notar que volteó hacia donde yo estaba sentada, intentando tomarme una foto con su celular apuntando la cámara a en medio de mis piernas, yo las cerré rápidamente pegando mis rodillas para que el idiota no tomara nada de fotos de mi ropa interior, cuando se levantó me miró con cara de lujuria y una sonrisa coqueta a lo que yo solo lo vi con cara de “no puedo creer lo que acabas de hacer”, después de eso regresó mi novio del baño y prosiguieron los dos su plática como si nada hubiese pasado.

Cuando llegó la hora de por fin irnos y salir de ese lugar, Mario le dijo a mi novio que abriera la puerta del jardín y le arrojó las llaves, mi novio se adelantó a la puerta dejándonos a Mario y a mí caminando atrás, fue ahí cuando sucedió lo impensable, mientras mi novio batallaba con abrir la puerta porque aparentemente tenía truco, el cabron de Mario me levantó el vestido de atrás y me manoseó el culo sobándome las nalgas desnudas, ya que como siempre, ese día yo traía puesta una tanga de color verde clarito con holanes blancos de encaje en las orillas, le iba a soltar un madrazo al imbécil pero en eso me hizo quedarme inmóvil abriendo los ojos y la boca completamente de la impresión ya que el muy cabron, aparte de manosearme, ahora estaba jalándome la tanga hacia arriba estirándomela y haciendo que se me metiera de más entre mis nalgas y dejando que los labios de mi vagina salieran a la vista.

Mario me jaló la tanga tanto que hasta me hizo pararme en las puntas de mis pies aleteando con mis brazos de lo mucho que me estaba ardiendo el elástico en toda mi zona intima, después de unos segundos la soltó de un solo golpe sonando como un látigo en mis nalgas haciéndome soltar un gritito de dolor, lo que hizo voltear a mi novio y preguntarnos que había sido eso, Mario le dijo que probablemente habían sido los vecinos, mientras yo toda colorada del rostro me bajaba discretamente el vestido de atrás y me acomodaba la tanga en su lugar, quise decirle mil cosas al imbécil pero sabía que eso le traería molestias a mi prometido y no dije nada, solo le lancé una mirada de enojo al cabrón mientras él me volvía a sonreír cínicamente después de lo que me había hecho, yo solo caminé a donde estaba mi novio ya que la puerta ya estaba abierta, se despidieron Mario y mi novio y nos fuimos de ese lugar.

Pasaron los días y yo no volví a ver ni a saber de Mario hasta que, faltando unos días para la boda, los padres de mi novio decidieron hacer una fiesta para celebrar nuestro casamiento, en la que estaban presentes familiares y amigos, yo había invitado a mis compañeros de bachillerato entre los que estaba un ex novio, con el que había asistido al concierto que les conté en un relato pasado.

Debo admitir que, a pesar de aquella experiencia con él, me gustaba mucho porque estaba bien guapo y tenía los mejores brazos que había tocado en mi vida, lo saludé e intercambiamos unas palabras cordiales y listo, nada relevante, mientras caminaba durante la fiesta también vi a Mario, el amigo de mi novio que me había ultrajado en su casa y el que, como de esperarse, me miraba con descaro mi cuerpo sin ningún intento de discreción.

La noche se desarrolló de la más incómoda para mí, ya que Mario ya entrado en copas comenzó a nalguearme cada que pasaba junto a él de una manera muy disimulada pero bastante fuerte, lo odiaba pero no podía decirle nada y menos en la fiesta que los padres de mi novio nos habían hecho, entonces dicho esto, me tocaba soportar que siempre que pasaba yo junto a él solo recibía yo la nalgada que me hacía tambalearme a veces.

Como si eso no fuera poco, no supe cómo pasó, pero mi ex se despidió ya que estaba bastante ebrio y yo me ofrecí a encaminarlo a su coche, ya que la casa de los padres de mi novio tiene un terreno que usaron para que la gente estacionara su vehículo.

Mi ex estaba muy tomado y no tan coherente con sus palabras, cuando llegamos a la puerta de su coche estuvimos solos unos minutos, en los que me pidió un favor de despedida, me pidió que lo besara por última vez ya que dentro de unos días yo sería una mujer casada, honestamente no sé qué me pasó por la mente al escuchar su petición, no sé si fue la emoción del momento u otra cosa pero acepté, él me tomó de la cintura y yo giré mis brazos sobre su cuello y nos empezamos a besar de una forma tan deliciosa que no podía separar mis labios de los de él, cuando me estaba besando me empezó a tocar mis nalgas por debajo de mi vestido hasta llegar a mi tanga y tocarme sin ningún obstáculo el culo, yo intentaba resistirme pero bajo el calor del momento lo dejé que me tocara a su antojo, nuestra calentura se estaba escalando poco a poco cuando de pronto y de la nada apareció Mario, yo solo lo vi con cara de susto y me intenté separar de mi ex mientras él sacaba las manos debajo de mi vestido y se subía a su coche para irse inmediatamente, Mario se quedó admirando mis nalgotas bamboleándose, apenas cubiertas por el hilo de mi tanga ya que con las prisas el vestido se me había enrollado en el elástico de la tanga y yo solo lo jalaba desesperadamente para acomodarlo, no tuve éxito hasta después de unos segundos, segundos que Maro se deleitó de lo lindo de todo mi trasero

Mario me vio sonriendo con su manera de sonreír tan perversa y me enseñó una foto en su celular, en la que aparecía Mario sonriendo y haciendo una señal de like, mientras en el fondo salía yo con mis nalgas al aire siendo manoseadas por mi ex al mismo tiempo que nos besábamos, al ver eso se me fue la sangre a los pies y solo le pregunté qué pensaba hacer con eso, me dijo que si yo no quería que mi novio y su familia se enteraran de lo que había hecho, yo tendría que aceptar ahora algunas de sus peticiones de él, yo estaba colorada de la vergüenza y con los ojos llorosos, no supe que contestar y solo bajé la mirada dándole a entender que me encontraba a su disposición.

Él entendió que me tenía a su merced e inmediatamente se acercó y comenzó a manosearme descaradamente las tetas con una mano y con la otra subió mi vestido para sobarme la vagina por encima de la tanga, después de unos minutos me hizo a un lado la tanga y me comenzó a dedear, yo mientras tanto sollozaba llorando y le pedía que no lo hiciera, él ignoró mis llantos y siguió aprovechándose de mí metiéndome los dedos en mi vagina libremente hasta que se detuvo y se sacó su verga, me dijo que se la empezara a jalar, yo sin tener más remedio respiré profundo y lo comencé a hacer, le tomé la verga con mis dos manos y se la comencé a jalar lentamente mientras él ponía las manos en su cintura como símbolo de victoria, después de unos minutos de estársela jalando, me obligó a que le diera una mamada, con la mente en blanco y sintiéndome de lo más humillada me arrodillé en el pavimento y ahí en el terreno de la familia de mi novio, entre los coches de los asistentes a la celebración de mi casamiento, le mamé la verga al amigo de mi novio hasta que se vino en mi boca haciéndome tragar su semen.

Cuando regresé a la fiesta y entré de nuevo a la casa, mi novio ya me había estado buscando por mucho tiempo, yo venía del estacionamiento con el sabor del semen de Mario aun en mi boca, pero eso no era lo peor ni lo que me tenía más preocupada, el muy cabron me había dicho que me esperaba en su casa al día siguiente para cogerme, así tal cual con esas palabras me lo había dicho, chantajeándome con contarle a mi novio de mi desliz con mi ex, también amenazándome con mostrarle a todos los videos y fotos que había tomado mientras su noviecita santa le había jalado y mamado la verga por varios minutos, hasta que lo hizo venirse en su boca y tragarse su semen.

Ese día toda la noche estuve pensando en lo que sucedería al otro día, supongo que le atribuyo al estrés de aquellos días el no saber cómo manejar la situación. Al otro día sin tener ninguna otra opción, fui a casa de Mario, llevaba yo puesta una faldita rosa pastel algo corta que se abrochaba solamente con un segurito en la parte frontal, me había puesto una tanga como deportiva de color azul con los bordes negros, había completado el vestuario con una blusa flojita color blanco que dejaba mi abdomen al descubierto.

Al llegar a la casa y tocar la puerta frontal, Mario me abrió la puerta con solo una toalla enrollada en su cintura como si se hubiese salido de bañar, me vio y se sonrió mientras yo solo miraba al piso ya que no lo podía ver a los ojos, el tipo me dijo que le dijera en voz alta para que había ido a su casa, lo que me hizo voltearlo a ver a los ojos y decirle que estaba loco, Mario solo se rio de nuevo y me volvió a decir que esta vez gritara diciendo a que era lo que había ido, a lo que le conteste de nuevo que era un psicópata, al escuchar eso me arrancó mi bolso y tomó el segurito de mi falda jalándolo llevándose toda la falda con el jalón, dejándome en la banqueta frente a su casa en pura tanga a la vista de todos los autos que estaban pasando, me quedé en shock por unos segundos pero reaccioné rápido pegándole desesperadamente a la puerta rogándole que me dejara entrar, mientras voleaba a ver como la gente a los alrededores se detenían a verme semidesnuda en pura tanga brincando y gritándole a Mario que me abriera la puerta, el tipo me dijo que si no gritaba la razón por la que había ido a su casa no me dejaría entrar, de la desesperación solo grité “vengo a que me cojas Mario por favor déjame entrar!!”.

Cuando grité eso, más de una persona del público se carcajeó y algunos gritaron cosas como “yo te atiendo putita” “si no te abre la puerta pues vente conmigo”, en eso se abrió por fin la puerta y entré rápidamente a la casa cerrando la puerta detrás de mí.

Al estar ya dentro de la casa, mi corazón estaba muy acelerado y solo me solté en llanto para desahogar todo el susto que me había hecho pasar el imbécil este, pero poco a poco recordé que eso era la menor de mis preocupaciones. Acto seguido, todo sucedió tal y como Mario dijo que sucedería, al estar en el patio de su casa solo me dijo “bueno cabrona a lo que viniste”, con una mano me tomó del cuello, me giró de espaldas a él y con la otra mano me arrancó la tanga de un jalón, haciéndome gritar de la impresión y dejando mis nalgas desnudas frente a él, me tomó con las dos manos de las caderas y solo vi que su toalla cayó al piso, acto seguido… me cogió como todo un animal penetrándome la vagina por detrás haciendo rebotar mis nalgas mientras me culeaba, me culeo a su antojo e hizo conmigo lo que le dio su gana, ese desgraciado me estaba haciendo su hembra de la forma en la que él quería, su miembro entraba y salía de mis adentros rítmicamente sin detenerse, haciéndome una tremenda cogida mientras yo solo le suplicaba que se viniera rápido para que se detuviera, él solo me nalgueaba y me embestía continuamente, debo admitir que el tipo sabía lo que estaba haciendo, no era por su tamaño de verga ya que la tenía igual a la de mi novio, aunque un poco más gruesa a lo mejor.

De repente pasó lo que jamás me imaginé que fuera a pasar, me hizo tener un orgasmo involuntario hasta que yo misma al estarme viniendo provoqué con mis contracciones hacer que él se viniera dentro de mí, me llenó de su semen mi vagina y se salió dándome una última nalgada y diciéndome “ya te puedes ir, nos vemos en tu boda putita” mientras se metía a su casa riéndose. Todo sucedió bastante rápido, fui una muñeca en sus manos y ahora me desechaba como tal, pero ahí no terminó mi historia con él, a partir de ese día Mario me hizo su esclava sexual.

Pasaron los días y mis encuentros con Mario siguieron dándose seguido, el día de la boda caminé al altar bien cogida por él, ya que antes de que me pusiera mi vestido blanco de novia, me dijo que fuera a su casa y nuevamente me volvió a dar una tremenda cogida, con esa sensación me casé con el que es hoy en día mi esposo. Ya casada y viviendo con mi esposo, el muy cabron de Mario me cogía en su casa cada vez que se le antojaba, incluso mientras me tenía desnuda en su recamara, le hablaba a mi esposo para invitarlo a platicar a su casa, lo hacía pasar a la casa y lo dejaba esperando unos minutos en la sala, mientras él esperaba, Mario me metía la verga una y otra vez mientras yo ahogaba los gritos en la almohada para que mi esposo no reconociera mi voz, cuando mi esposo se retiraba después de que Mario platicara con él, diciéndole que en la recamara tenía una putita que se andaba culeando sin decirle que se trataba de su esposa, Mario volvía para seguir metiéndome la verga e incluso grababa videos cogiéndome y los subía a una página de pornografía, ya hay varios videos míos por internet donde salen mis nalgotas rebotando encima de la verga de él o empinada siendo ensartada por su verga una y otra vez.

A veces venía a mi casa cuando mi esposo no estaba y mientras esperaba a que llegara, me daba unas cogidas en nuestra recamara o en la sala, donde sea que a Mario se le antojara cogerme ese día, aun estando mi esposo viendo la TV en la sala, Mario hacía como que iba al baño y mientras yo lavaba los trastes, él se acercaba a mí por detrás y ya sea que me levantara la falda o me bajara el pantalón, haciéndome a un lado la tanga me metía la verga poniéndome una cogida más, él ya conocía todas mis tangas y hasta sabía que días tenía mi ciclo menstrual, me conocía tan bien que incluso hasta sabía cómo acomodarse para hacerme venir rápido si se lo proponía, al principio habían sido algo forzados mis encuentros con él, pero debo aceptar que después de un tiempo me había acostumbrado a coger con él, que los días que no sucedía me sentía rara, supongo que era por no sentirme con el peligro de ser descubiertos, ya sea por mi esposo o por alguien más mientras yo le seguía dando las nalgas al amigo de mi esposo, para que me culeara una y otra vez en cualquier lugar que se le antojara.

Un día en un intento de zafarme de todo ese enredo de chantaje, decidí decirle a mi esposo la verdad sobre lo que había sucedido con mi ex en aquella fiesta para quitarle algo de poder a Mario sobre mí, al confesarle todo a mi esposo, él solo se sonrió diciéndome que le daba gusto que por fin se lo hubiera dicho, a lo que yo me desconcerté y le pregunté a qué se refería, mi esposo me dijo que él nos había visto a mi ex y a mí en el estacionamiento ese día y que cuando nos empezamos a besar, él prefirió regresarse a la fiesta para dejarme que me despidiera de mi ex novio sin problema.

Al escuchar todo lo que me estaba diciendo empezaron a pasar muchas cosas por mi cabeza, empezando con la impresión de que mi esposo no tuviera ningún problema con que yo estuviera con otro hombre y terminando con lo estúpida que me sentía, al haber tenido que estarle dando las nalgas a Mario para que no le dijera nada a mi esposo, cuando él ya estaba enterado de todo desde un inicio.

Fin.

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