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El caballito del diablo (Parte II)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Esta es la continuación de mi primer relato, no dejes de leerlo antes porque tiene detalles que se cruzan. Espero les agrade.

Estábamos en ese portal, con las ganas a mil y mis dedos aún húmedos de Lili. En mi otra mano su anillo mojado de sus propios fluidos y el corazón por salirse de mi garganta. La mujer me había sorprendido dándome el control de su cuerpo para lo que quisiera y además me había permitido hacerlo en su propia casa.

Alucinaba con llevarla a la cama donde duerme con su marido cada noche y hacerla mía. Tenía muchos planes con aquella mujer casada. Y estaba a sólo pasos de entrar en ese lugar y podríamos hacer lo que llevábamos meses planeando.

Ella sacó las llaves rápidamente y abrió la puerta de su edificio. Nos escabullimos por los pasillos agarrándonos y besándonos dando tumbos por las paredes hasta llegar el ascensor.

Una señora muy mayor abrió la puerta justo antes de subir. Ambos nos asustamos pero ella parecía una adolescente nerviosa. Aun así se veía plena y emocionada de la aventura que se venía. La señora pasó sin más pero nos detuvo unos segundos nada más.

Subimos al ascensor y las ganas se desbordaron; no se hicieron esperar los apretones y el respectivo agarrón de culo de esa deliciosa madura. Ambos nos besábamos como si quisiéramos saborear la garganta del otro con nuestras lenguas. La señora se agarraba de mi cabeza girándola a su gusto para besarme como le daba la gana mientras que mis manos la sujetaban por las nalgas levantándola levemente para hacerle llegar a mi pelvis mientras que ella arqueaba las caderas buscando roce con mi cremallera que se calentaba debajo del vestido.

Sus nalgas suaves se sentían enormes entre mis manos y era como si se me escurrieran entre los dedos pero no las dejaba escaparse.

Esos segundos en el ascensor me hicieron tener una gran erección y podía sentir el hueso pélvico de esa madura estimularme el capullo cuando la subía y bajaba contra mi sujetada de sus poderosas nalgas.

El timbre del ascensor indicó la llegada y tardamos algunos segundos en ser capaces de dejar aquel delicioso vicio. Pero ella se bajó y apresurada me llevo a la puerta de su casa, puso las llaves en la puerta y se dio la vuelta para besarme intensamente por unos segundos y me dijo entre murmullos.

-pase lo que pase ahí adentro no me dejes sola… con cara de ternura pero mirada caliente.

-vas a suplicar que me vaya. Le dije cachondo entre sonrisas.

Ella se dio la vuelta y entro de golpe a la vivienda sujetándome de la mano y haciéndome pasar. Me empujo hasta estar adentro y cerró la puerta apoyándose en ella como queriendo aislarme de afuera.

Me quede viendo el oscuro recibidor. A mi izquierda un comedor y la que después descubrí era la cocina y a mi derecha una sala enorme con un juego de sofás de cuero todo muy moderno y lujoso.

Mi corazón se detuvo cuando una figura masculina algo candada y lastimera se puso de pie justo al percatarme de su existencia.

El silencio envolvió el lugar y por instantes me sentí perdido y desubicado. La sensación de haber sido engañado y descubierto me invadió de adentro para afuera y por intento adopte una postura defensiva contra aquel hombre mayor.

Olvide por completo a Lili y quise poner en una posición ventajosa. Fue entonces cuando entendí la dramática emboscada de aquella arpía al verla tranquila y expectante. El hombre se acercó despacio y le dije.

-no se acerque don. Sacando mi más primitivo dialecto materno aún con el anillo de su esposa en mi mano.

Lili se interpuso entre ambos y me dijo:

-cálmate por favor. No tienes de que preocuparte. Todo está bien.

Tenía las manos adelante y como intentando contenerme. Vengo de un país muy violento y para mi quien golpea primero lo hace dos veces.

Estaba oscuro pero la actitud del señor era de derrota. Era un señor de unos 47 o 50 años y claramente era su marido. Lo que no entendía era porque ella me había llevado hasta ahí.

-cálmate amigo, no pasa nada! -Dijo con voz ronca y calmada.

Rápidamente entendí la complicidad del señor, pero me sentía estofado y muy cachondo. Solo hace segundos esa mujer me había pedido que no la abandonara y yo me había sentido como un verdadero Latinlover, pero no. Solo ponía esa frase en mi cabeza para lo que estaba viviendo yo en ese momento.

Tras una breve explicación me dejaron saber que ambos estaban de acuerdo en que estuviera con aquella madura. Ambos dejaron claro que sabían a que había ido a ese lugar y que respetarían mi decisión.

Fue difícil separar el deseo de mis pensamientos, mi pene seguía duro y mis manos, aún con la sensación de las nalgas de aquella madura.

Espere a que hablaran y dijeran todo lo que querían y pensé por unos segundos.

-quieres que me quede Lili? Ella asintió.

-Lili? Replicó él con cara de extrañado.

-ese es el nombre que me ha dado. Respondió sin verle siquiera.

La muy morbosa jugaba con ambos y nos tenía donde quería a los dos, pero dejaba muy en claro lo que deseaba y sus ahora reales intenciones.

-que tanto sabe él de mi? Le pregunte sin importarme nada más que follarme a aquella mentirosa.

-que tenemos algo en el chat y que había la posibilidad de que folláramos hoy. Le dije que intentaría traerte a casa si podía.

-es verdad! No sé nada de ti y lo que han acordado o hecho. Solo eso se! Respondió con acento creíble. -llevo dos horas esperando aquí a oscuras a ver si regresaba.

Me relaje y asumí que me habían emboscado pero ahora no me disgustaba. Lo que no sabían es que dentro de mi se estaba gestando una revancha implacable.

Mis ganas se elevaron y mi mente vio el camino totalmente claro y desde ese momento tomé el control.

-te llamaré Bambi y seré el macho alfa en esta casa hasta que me vaya. Le dije señalando a aquel hombre de 47/50 años.

-tú vas a cumplir lo que has prometido. Dije después señalándola a ella.

Ambos asintieron.

-haré los que me plazca con tu mujer y tu obedecerás lo que te pida. Dije seguro dejando salir un poco el enfado por aquella estafa.

-pero, pero… quiso interrumpir y le calle con un ruidoso shhhh.

-tu solo vas a poder pedir que me detenga una sola vez. Lo haré pero, me iré de inmediato. Le dije al marido que ya empezaba a asumir las astas.

-y tu solo podrás pedir que me detenga en lo que haga solo dos veces. Después me iré.

Ambos se vieron a las caras y me pidieron hablarlo en privado. A lo que respondí con un movimiento de cabeza de lado a lado.

Mi vénganla estaba tomando cuerpo ahora y se me notaba por la gran sonrisa que dejaba ver mis dientes como una hiena hambrienta.

-lo que pidas. Dijo ella segura sin importarle su marido.

Él se asombró y quedó en silencio. No parecía tener opción por la actitud de ella y no tuvo otro remedio que opinar.

-no le hagas daño.

-nada de eso querido Bambi, ella solo va a disfrutar como la puta que es y tú me vas a asistir para que no se le olvide jamás.

Me sujete los testículos porque me sentía muy cargado ahora y sabía que debía dejarlo salir pronto.

Me paseé por el recibidor unos segundos como ocupando mi nueva casa. Fui directo frente al señor y le entregue el anillo en sus mano y le dije, -póntelo en la boca. La agarre por las caderas y la bese con más ganas ahora a centímetros de su esposo que nos miraba admirado mientras tomaba el anillo de su mujer como píldora.

No tardó en darse cuenta que estaba sucio pero sospecho que no sabía con que, aunque le sorprendió ver ese anillo en mi poder.

Ella cerró los ojos y me besaba como si quisiera meterse por mi boca. Podía verla como lo miraba a ratos sin compasión ni pudor. El se quejaba en silencio al verla como se contorneaba imprudentes contra mi.

Ella se notaba expectante ante lo que sucediera, lo vigilaba mientras veíamos cómo se calentaba a una cuarta de nosotros. Lo veíamos a los ojos sin decir nada y el solo podía verla a ella.

Ella lo dejaba ver lo mucho que le gustaba que le mordiera la boca y besara el cuello en medio de apretones de culo y forcejeos suaves entre los dos

-ponte detrás Bambi. Esta puta quiere tener una polla entre las nalgas y tú se la vas a dar. Solo podrás agarrarla de las caderas y nada más y no le levantes el vestido.

El obedeció en silencio pero apresurado por ir detrás. Ella soltó un hilo de voz al oírme reclamarle a su marido. No tardo en empujase contra el como un imán a un pedazo de hierro. Ella perdía la conciencia por segundos. Se confundía entre la realidad y los relatos que la calentaban a solas.

Su esposo obedecía como buen peón y seguramente disfrutaba de las buenas nalgas de aquella hembra madura.

Ella meneaba el culo como zorra en celo y él se atravesaba bruscamente contra el relieve de sus nalgas. Ambos jugaban a estimularse con el otro.

Le tome de las mejillas con una mano y le apreté haciendo saltar sus labios y captando su atención. Me veía como un animal justo antes de ser cazado. Sus cabellos desordenados adornaban su cara y la hacían ver ordinaria. Sus manos me agarraban los brazos y me los acariciaba con vició mientras le daba gusto a su marido.

-me has engañado zorra. Le dije con ira viéndola a los ojos. -me has puesto más cachondo a cada paso y caí en tu trampa. El marido escuchaba atento sin perder el ritmo y me veía.

-has usado a Bambi pero ya sabias que cooperaría y lo metiste en esto. Que debo hacer contigo? Le decía a sólo centímetros de la boca, susurrando mi aliento en sus labios de mentirosa.

Dos bofetadas alarmaron al marido que le hicieron perder el ritmo por un instante pero no se detuvo. Ella gemía sin remedio y me apretaba los brazos empinada contra la polla de Bambi.

-lo has hecho bien puta. No es así Bambi? Le dije a ella pero clave mi vista en la cara del señor y seguí. -La muy puta te ha despejado el camino. Mientras saque del bolsillo la tanga de la esposa y se la mostré poniéndosela en el hombro a él.

-súbele el vestido y nalguéala por mi 10 veces. Se lo merece no?

-por puuuta! Rezongó con rabia y placer para obedecer de inmediato contando cada una de las sonoras caricias en el culo desnudó de aquella mujer.

Con la numero dos le solté la cara y sin más agarre su escote con ambas mano y estiré a los lados con fuerza, desgarrando la tela sobre sus hermosas tetas que le colgaban suaves por lo empinada que estaba.

Note un gesto en su rostro cuando se mezclaba el sonido de la tela rasgarse y el golpear del marido que juraría que sus piernas chorrearon sin aviso. Ella perdida en sentir se quejó tan deliciosamente que el señor y yo nos vimos con gesto de triunfo hasta que llegó la décima.

La empujé contra mi separándolos y le di una vuelta para verla unos segundos. Yo ahora al lado del marido y mi aliado. Me acerqué y desgarre más el vestido pero no del todo. Y volví al costado de mi lacayo. Lo vi y entendió rápidamente y se le abalanzó a romperle todo el vestido con furia hasta que quedó desecho entre sus manos.

Tuve que separarlo o habría seguido sin control. Le hice para atrás y ella se quedó quieta aunque inquieta. Su pecho parecía locomotora subiendo y bajando con respiraciones rápidas pero profundas. Ahora nos miraba con miedo, pasión y mucha obediencia.

Yo tomé a Bambi y le dije. -está hecha una zorra tu mujer no? El asintió, tenía cara de acecino en serie, lascivo y animal.

Ella debió notar las miradas irrespetuosas y llenas de ganas de ambos peque poco a poco recobró la soberbia que tenía cuando llegamos a ese lugar.

Las cosas estaban claras ahora si empezaríamos a follar…

Continuará…

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