Relato anterior "El gimnasio del placer", dejo el enlace al final del relato.
Como les había comentado en el relato anterior, se acercaba el cumpleaños y bautizo de mi chiquitín, un hermoso bebé con los rasgos de la familia de mi esposo, con una piel tan blanca como la leche, herencia mía, pero por lo que mi esposo acostumbraba bromear diciendo que tenía la piel tan blanca porque era medio "gringuito" ya que fue concebido en Las Vegas.
Gracias al Gimnasio y a mi instructor, había recuperado la figura y estaba en mi mejor forma, me sentía sexy y sensual.
Mi esposo escogió como padrinos a uno de sus mejores amigos y su esposa, a lo cual no puse objeción, éste había sido su compañero de trabajo en la misma plataforma que mi esposo, pero por su ascenso ahora estaban en diferente instalación y las fechas de subida y bajada habían cambiado, pero se seleccionó una fecha en la cual ambos estaban en etapa de descanso.
El Padrino se llama Hugo y es un hombre de alrededor de 35 años, un poco mayor que mi esposo, moreno, alto y atlético, con un corte de pelo militar, no diría que es guapo, pero tampoco feo, su piel muy bronceada por el sol, músculos marcados por el trabajo, fibroso, no de gym, y con un tatuaje en uno de sus brazos, una espalda ancha, de frente amplia, cejas pobladas y ojos pequeños, muy masculino y viril, la madrina su esposa se llama Elena y es una mujer un poco regordeta, pasada de peso, pero muy parlanchina y simpática, de tez morena clara y cara redonda, pelo negro y corto.
Aunque ya lo conocía por algunas ocasiones que mi esposo lo había traído a casa con otros amigos, no le había puesto mayor atención, pero desde las pláticas preliminares al bautizo noté que se me quedaba mirando demasiado, como analizándome y comiéndome con la vista, algo que me turbó y me excitó al mismo tiempo, pero logré disimularlo muy bien.
Llegó el día del bautizo, el cual se llevaría un domingo a las 12 horas, después del bautizo realizaríamos un pequeño convivio en el patio de la casa, llegaron todos mis cuñados con sus esposas de Tampico, así como mis suegros, pero no se hospedaron con nosotros, prefirieron rentar una casa grande por medio de Airbnb.
Nos bañamos temprano, ambos nos estábamos arreglando en la recámara, me puse una tanga de hilo dental de color blanco con encajes, en lugar de pantaletas para que no se marcara mi vestido, medias de color natural, había dejado de usar tacones de aguja para evitar algún accidente al ser madre y llevar cargado a mi bebé, pero para esta ocasión había comprado zapatos de tacón alto, pero grueso, que me hacían sentir segura al caminar con mi bebé, siento que el tacón alto me ayuda a parar más las nalgas y se noten más firmes y redondas, estaba por ponerme el vestido cuando mi esposo me hace un piropo:
– Estás buenísima, amor, no me canso de ver el rico culito que tienes, ya me la pusiste tiesa- al tiempo que me da un beso en la nuca y con su mano acaricia mi entrepierna y roza mi clítoris, una ola de placer recorrió mi cuerpo y di media vuelta, dándole un beso cachondo al tiempo que le acariciaba su verga por encima del pantalón, la cual ya estaba gruesa y larga, casi erecta, a punto de formar una carpa en su pantalón, pero me separé al instante, si no casi seguro nos desnudamos y nos quedamos cogiendo salvajemente.
– Tranquilo amor, no me excites, si no, no vamos a llegar a la iglesia, aguanta hasta la noche, al terminar la fiesta- Le respondí.
Me puse un vestido color perla, de tirantes, arriba de la rodilla, entallado al cuerpo, sexy y elegante a la vez, provocativa sin caer en lo vulgar, un ligero escote en la espalda y pechos, que disimulaba con un chal de lino blanco que usaría en la iglesia.
Me miré al espejo y realmente me veía espectacular, muy sexy, me sentía hermosa y radiante.
Mi esposo me echó un piropo y partimos rumbo a la iglesia con mi bebé y su nana que se encargó de vestirlo para la ocasión.
Llegamos a la iglesia un poco antes de la hora, pero había mucha gente, no encontrábamos lugar para estacionar, por lo que mi esposo me pidió que bajáramos en la entrada en lo que buscaba estacionamiento, ya estaban los padrinos en la entrada esperándonos y los saludo a ambos con un beso, al darme el beso Hugo, al ser más alto que yo se agacha y aprovecha para recorrer muy ligeramente sus labios por mi mejilla, apenas rozando sus labios por mi piel, pero suficiente para estremecerme y provocar que mi rajita se humedezca nuevamente.
Saludo a los demás, familia y conocidos, nos sentamos en la parte de adelante, la iglesia estaba llena al máximo y había una gran cantidad de niños a bautizar, una vez que bautizamos al bebé y terminó la ceremonia, llegó la hora de las fotos, todos se aglomeraron para hacer las fotos en el altar y en lo que esperábamos nuestro turno alcancé a sentir el cuerpo de un hombre que se acomodaba detrás de mí y se repegaba a mi espalda, un bulto caliente rozando mis nalgas, me estremecí, pero pensé que fue algo accidental, pronto me dí cuenta que no, ese bulto regresó y rozó mis nalgas por segunda ocasión, al principio eran tímidos roces, apoyando ligeramente su bulto casi imperceptiblemente y lo retiraba, pero poco a poco agarró confianza y me apoyaba con más fuerza y lo volvía a retirar, empecé a sudar, y no por el calor, me aferré con más fuerza de mi marido, parado junto a mí y no se percataba de lo que un desconocido hacía con su esposa, cerré los ojos, me dejé llevar, estaba disfrutando de la apoyada y levanté más el culo, a fin de sentir mejor la verga situada entre mis nalgas, realmente era un bulto muy grueso, alcanzaba a percibir el contorno y la cabeza de su verga, al ver que me estaba gustando el "jueguito" un dedo travieso recorrió mi entrepierna y rozó mi clítoris, sentí que se me aflojaron las nalgas, apreté los dientes para no lanzar un gemido de placer y me aferré con más fuerza al brazo de mi marido, lo cual provoca que volteé y mire mi rostro, el cual estaba un poco rojo y sudoroso.
– Estas bien?- preguntó
– Si es sólo el calor, me siento un poco agobiada, pero nada grave- respondí.
La fila fue avanzando poco a poco, siempre con ese bulto duro entre mis carnosas nalgas, a cada paso que daba sentía el piquete, cada vez más duro, más firme, como una lanza buscando perforarme, esa verga apretada contra mi culo me estaba dando un placer insospechado y empecé a mover un poco el culo hacia atrás apretándome contra la verga del desconocido, que a su vez hacía fuerza hacia adelante y me restregaba su firme herramienta.
De pronto escucho una voz muy baja en mi oreja que me resultó familiar.
– ¿Te gusta, nena?
Todo mi cuerpo se tensó, era la voz de Hugo, el padrino, el que se había estaba deleitando con mi culo, me lamenté por haberme dejado llevar por mi alma de puta e intenté moverme y zafarme, me volteé abrazando a mi marido, escapando de la dura lanza que buscaba perforarme, la cual ahora se restregaba en mi cadera.
La fila avanzó un paso y aproveché para situarme delante de mi marido, quien me abrazó y ahora fue su bulto el que se empezaba a poner duro, ¿será que el culpable era mi culo?
Al fin llegó nuestro turno y tomando una servilleta sequé mi sudor, la nana me pasó a mi bebé y nos acomodamos para las fotos, las primeras fotos fueron únicamente de mi marido y yo con el bebé, posteriormente se unieron los padrinos, el fotógrafo ubico a Hugo, el padrino de mi lado y su esposa Elena del lado de mi esposo.
En eso siento una mano apretando mis nalgas, me causó un sobresalto que casi suelto al bebé, pensé que sería una broma de mi esposo, pero antes de reclamarle bajé la vista, mi esposo tenía ambas manos al frente, sentí un escalofrío y volteé al otro lado, Hugo tenía solo una mano al frente, justo a la altura de su entrepierna, seguramente disimulando su erección, no podía creer el descaro de ese hombre, me arrepentí de no ponerle un alto al empezar sus arrimones, pero no quise armar un escándalo, sonreí en forma nerviosa, tratando de tranquilizarme y disimular, su dedo delineó la tira de la tanga en la parte alta de mis nalgas, y continuó siguiendo la tira, abriéndose paso entre mis carnes, en acto reflejo apreté las nalgas con fuerza, impidiendo que lograra su objetivo y llegara a mi agujero.
No logró su objetivo, pero no desistió y descaradamente con la palma abierta me apretó una nalga para después pasar a la otra, una caricia que me hizo estremecer, siguieron las fotos con los otros invitados y aproveché para sacarme la tela que había quedado enterrada entre mis nalgas.
Por fin terminaron las fotos y nos despedimos, Hugo sonreía en forma pícara y un tanto pervertida, mi cara completamente roja y no podía sostenerle la mirada, lo cual parecía divertirle.
La recepción era en el patio de la casa, habíamos alquilado un par de toldos y contratamos dos meseros para servir la comida y bebidas, llegaron los invitados, quienes chuleaban lo hermoso de mi bebé, todos lo querían cargar, mientras que atendía y platicaba con la gente que iba llegando, incluyendo Elena, mi nueva comadre que resultó ser muy parlanchina, todo transcurría con normalidad, aunque no podía olvidar los tocamientos de mi pervertido nuevo compadre.
Había cerveza y Whisky, después de un par de horas empezó la música, mi marido me sacó a bailar para inaugurar el baile y nos siguieron los padrinos, me sentía excitada, y no sé si era casualidad o no, pero siempre atrás de nosotros estaban los padrinos, sentía las miradas del padrino deleitándose morbosamente con mi trasero.
Después de un rato y ya que había muchas parejas bailando nos fuimos a sentar, yo seguí con mi comadre y algunas amigas y mi esposo con sus amigos, entre los que se encontraba el padrino.
Al poco rato mi comadre se levanta para ir a hablar con sus hijos, los cuales se habían quedado con sus abuelos y aprovecha Hugo para sacarme a bailar, busqué la mirada de mi esposo, como buscando su aprobación, pero creo que ya estaba muy bebido, ni cuenta se dio, así que salí a bailar, me tomó de la cintura y mi piel se erizó, lentamente llegamos a la improvisada pista, la música era salsa y bailaba muy bien, en eso me toma de la mano y me hace girar, quedé de espaldas y sentí el roce de su bulto entre mis nalgas, estaba segura que no fue un roce accidental pero no dije nada, unos segundos después me hace dar otro giro y en esta ocasión con descaro pega su pecho a mi espalda y su bulto contra mis nalgas, su miembro ya estaba duro y buscaba colarse entre mis glúteos, excitante pero muy atrevido, alguien podría darse cuenta y no eran pocos los hombres que me seguían con la mirada, incluyendo mi suegro y mis cuñados, así que rápidamente di otra media vuelta y le reclamé.
– ¿Que te pasa?, no ves que todo el mundo nos mira, respétame, soy la esposa de tu mejor amigo.
– Perdón, pero estoy muy caliente, me excitas mucho y quiero cogerte.
– ¡Estás loco¡, por quien me has tomado, no soy una puta barata.
Intenté zafarme, pero él me tenía entre sus brazos y no me dejó retirarme, no podía armar un alboroto y le pedí que me soltara.
– Mira, suéltame ya no quiero bailar contigo, si no me sueltas te juro que armo un escándalo- lo último que pensaba era arruinar el convivio, pero lo haría si fuera necesario, era demasiado.
– Anda, estoy seguro de que eres muy caliente cogiendo, nadie se enterará, prometo guardar el secreto.
– No, suéltame, voy a contar hasta 3, si no grito y se arma un escándalo.
– Anda acepta, te va a encantar, te voy a coger bien rico, tengo una verga gruesa y cabezona.
– No, no, soy una mujer casada, si no me sueltas ya, grito…,1, 2…
Antes del 3 me soltó y me fui indignada con mis amigas, pero terriblemente excitada por todo lo que me dijo ese pervertido, mi corazón latía aceleradamente, parecía que se me quería salir del pecho, él se quedó unos instantes en el centro de la pista y se retiró con sus amiguetes y mi marido.
Sentía un calor tremendo en el cuerpo y mucha sed, para tranquilizarme me serví un poco de Whisky y me tomé un sorbo, al natural, sin agregarle ni siquiera hielo.
El trago me ayudó a tranquilizarme y por fin pude respirar más tranquila, en eso llega la nana de mi bebé y me lo deja, ya era tarde y se retiraba a su cuarto, seguí platicando con mis amigas y poco a poco se fueron despidiendo, miré al grupo que estaba con mi marido, entre ellos Hugo y pude notar que estaban visiblemente bebidos, excepto Hugo, que parecía el más sobrio.
Llego la hora de acostar al bebé y fui a dormirlo a su recámara, parecía no afectarle la música, cuando regresé ya sólo estaban mis padres, mis suegros y sus cuñados con sus esposas, así como mi nueva comadre, los cuales estaban esperando para despedirse, y el grupo que estaba con mi marido que no parecía que fueran a despedirse pronto.
Primero se despiden mis padres, seguido de la familia de mi esposo, salí a acompañarlos a la salida y disculparme del estado inconveniente de mi esposo.
Después se acerca Elena y me dice que se va a retirar sola, ya que su esposo quiere seguir la parranda con mi esposo, y me lo encarga, le digo que no se preocupe, que cuando terminen su borrachera me encargo de enviarlo en taxi y le aviso para que este pendiente, lo cual me agradece y me da un abrazo de despedida.
En eso empiezan a cantar canciones rancheras, mi esposo entre ellos, por lo visto la noche todavía sería larga y me despedí de mi esposo y sus amigos para irme a dormir.
Antes de ir a mi cuarto fui a dar un vistazo al cuarto de mi bebé para ver si estaba bien y no se asustaba ante tan desafinados cantores.
Estaba recargada en la cuna del bebé cuando siento una mano que abraza mi cintura y el pecho de un hombre pegado a mi espalda, quise zafarme, pero me tomó con más fuerza, me dio vuelta y acerco su boca a la mía, apreté los labios para resistirme, efectivamente era Hugo quien me decía,
– Anda déjate coger, se buena, voy a ser suave, te voy a coger tan rico que te voy a volver loca de placer.
– No por favor No, suéltame, respétame, soy la esposa de tu amigo.
Hugo no desistió, sentí sus brazos apretándome contra su cuerpo, un abrazo fuerte y sensual y siguió besando mi cuello, sentí su lengua ardiente lamer mi oído y una oleada de calor invadió mi columna vertebral.
– Vamos, déjate, preciosa, desde la iglesia me dí cuenta que te encantó mi verga y estoy seguro de que te mueres porque te coja – me susurró al oído, fue tan erótico que mi cuerpo tembló
Aunque me negaba, mi cuerpo me traicionaba, me dejaba apretujar y acariciar, sentía su miembro duro y caliente contra mi vientre.
– No Hugo, no está bien, mi marido puede llegar en cualquier momento.
– Ja, ja, tu marido está bien ebrio y alegre, escúchalo como canta:
A la distancia se escuchaba la voz de mi marido, cantando a todo pulmón el Rey:
" Yo sé bien que estoy afuera, pero el día que yo me muera, sé que tendrás que llorar" y sus amigos a coro cantando "llorar y llorar, llorar y llorar". (Si supiera que su mejor amigo estaba a punto de abollarle la corona con su amada reina)
Sus lamidas descendieron a mis pechos, sus dientes rozaron un pezón mientras me pellizcaba el otro, un gemido salió de mi boca, me fue desnudando, quedando sólo con mi tanguita puesta, sus manos fuertes recorrían mi cuerpo, mis piernas, mis nalgas, nuevamente buscó mi boca y me dio un beso con pasión, sus gruesos labios abrieron los míos, sentí su lengua colarse en mi interior, ardiente, quemante, recorría mi paladar, su saliva se mezclaba con la mía, mientras me apretaba las nalgas con fuerza y lujuria, su olor a macho me embriagaba, hasta allí llegó mi resistencia, mis brazos rodearon su cuello y me rendí a su lengua experta y conocedora, durante varios minutos me estuvo besando apasionadamente, me excitaba su rudeza y tosquedad, propia de un trabajador petrolero de campo, estaba toda mojada.
– Así preciosa, bien, estoy loco por cogerte, que seas mi hembra.
De pronto, en un momento de lucidez, me dio un terrible miedo que llegara mi esposo y me quejé:
– No, espera, no por favor, soy una mujer casada, mi marido es tu mejor amigo, eres el padrino de mi hijo.
– Vamos nena, nadie lo sabrá, sólo tu y yo, sé que también quieres, estás bien mojadita-dijo al tiempo que sus dedos acariciaban la entrada de mi coñito.
Siguió acariciando mi sexo haciendo a un lado mi tanga y los hundió en mi sexo, haciéndome gemir.
En el cuarto además de la cuna había un sillón reclinable y mecedora que usábamos para arrullar al bebé, me recargó sobre el sillón y me dio vuelta, apretaba y acariciaba mis nalgas y abriendo las piernas empiné más el culo ofreciéndoselo a sus grandes y callosas manos, se agachó y corriendo la tela de mi tanga que tenía enterrada entre mis nalgas mordió, besó mis cachetes y lamió cada centímetro de mi piel, lo hacía maravillosamente, la piel se me erizó, pronto sentí que me sacaba la tanga por completo y separando mis nalgas me empezó a lamer toda la rajita, su lengua recorría desde mi clítoris a mi culito, sentí que me desmayaba de placer, todo mi cuerpo se estremecía, no pude evitar dar un gemido de placer, me estuvo lamiendo y chupando mi coñito y culo por unos 15 minutos, metía la puntita de su lengua en ambos agujeros, hundía su cara entre mis nalgas, su nariz rozaba mi esfínter y aspiraba lo cual me provocaba una rara sensación, como si una corriente eléctrica me recorriera por dentro, al tiempo que decía.
– Puta madre, que culo, me encanta tu olor a culo, putita, es suave, rico.
Se notaba que era un sucio, un depravado, pero me tenía en sus manos, cada cosa que me hacía me prendía, entonces se puso a succionar mi ano como si fuera un pulpo y todo mi cuerpo se retorció, espasmos recorrían mi columa vertebral, me dejó la colita palpitando, me dio vuelta recostándome sobre el sillón, se agachó y levantó mis piernas, empezó a restregarme su verga por el coño, su verga no era tan grande, unos 16 cm, la verga de mi esposo la superaba con creces, pero muy gruesa, la más gruesa que haya visto, sonrió y dando un empujón entró la cabeza, estirando mis pliegues, lo que me provocó un gemido de placer y un ligero ardor.
– Ay putita, que estrechita estás, que rico coño, me encanta.
– Ufff, tu verga es tan gruesa, me lastima, agghhh, despacio.
Siguió empujando poco a poco, lentamente, sentía como la gruesa verga iba abriendo mis entrañas, centímetro a centímetro, la sensación era muy intensa, mordía mis labios y arqueaba mi espalda para no gemir y gritar, hasta que en un último empujón me penetró con un golpe de caderas hasta el fondo, un grito de placer y dolor salió de mi boca, al sentirme totalmente empalada por esa tremenda verga.
– Listo preciosa, ya te la ensarté toda, ahora viene lo bueno- dijo con una sonrisa burlona.
Empezó un lento vaivén, me sujetó de las caderas y el sillón mecedora empezó a hacer de las suyas, aumentando la velocidad y profundidad de los embistes, el placer me invadía, aunque intentaba no gemir, era imposible, por más que apretaba mis labios no podía calmar mis gemidos, se movía tan rico, ensartándome y apretando mis nalgas, aunque estaba bien lubricada esa verga frotaba los pliegues internos de mi vagina con mucha intensidad, su pelvis chocaba contra mi coño, me derretía de placer.
– Agghhh, ufff, siento que me abres toda, que verga cabrón, me partes, ufff, aaaghhh,- gemía.
Después de unos 10 o 15 minutos cogiéndome me la sacó, dejándome palpitando la vagina, me dice:
– Date vuelta, estoy loco por tu culo, tiene que ser mío también.
– No, como crees, es demasiado gruesa, si me dejaste ardiendo mi coño, es imposible que me entre por el culo.
– Vamos, te lo hare despacio, vamos voltéate, te va a doler un poquito, pero te va a encantar, por ser gruesa la vas a disfrutar más.
Con un poco de duda, me puse en la posición de perrito y vio que en la cómoda había un frasco de vaselina para bebé, la cual me habían recomendado por ser mejor que el aceite para bebé y la usaba para evitar rozaduras.
– Esto servirá, preciosa- dijo abriendo el botecito. y metiendo sus dedos los embadurnó bien y sacó una cantidad generosa entre sus dedos.
Me puso la vaselina y empezó a masajear mi orificio por fuera, moviendo su dedo en forma circular, acariciando mis arrugados pliegues externos, con la otra mano abría y masajeada mis nalgas y mis piernas, abrí más las piernas y empinaba el culo, ofreciéndoselo, hasta que empujó un dedo y me estremecí.
– Mmmmm, aghhh- Di un gemido ahogado
Su dedo era grueso y su dedo se sentía calloso, me raspaba un poco por dentro, una pequeña incomodidad, que me hizo retorcer.
– Tranquila nena, no te emociones, apenas es un dedo- Dijo, pensando que me retorcí de gusto, aunque en realidad no fue así.
Su dedo se fue hundiendo en mi interior y poco a poco la incomodidad se convirtió en placer, su dedo calloso friccionaba más fuerte mis paredes internas y me encantaba sentirlo dentro, así que empiné más el culo, al hacerlo, el dedo se convirtió en dos, la sensación se hizo más intensa y casi me hizo ver las estrellas, mi culito se contraía involuntariamente apretando aquellos dedos mágicos hurgando mi interior, sacó sus dedos y sentí un vacío, iba a protestar, cuando volteo hacia atrás y veo que se está embadurnando su gruesa verga, que gruesa era, no pude evitar sentir temor, aunque también excitación, quería tenerla dentro, aun sabiendo que sería un doloroso placer.
Arrimó su verga y la cabeza recorrió toda mi rajita, desde mi clítoris hasta mi espalda, una y otra vez, cada que pasaba por mi hoyito la apoyaba y empujaba ligeramente, causándome un estremecimiento y continuaba su camino, me estaba manejando magistralmente, sentía que cada vez mi hoyito se dilataba y contraía un poco más, hasta que en una de esas ya no continuó su camino y empezó a empujar con más fuerza, a pesar de que mi culito ya había sido usado muchas veces, era demasiado gruesa, y no entraba, tomó más vaselina, la untó en la cabeza de su verga y regresaron sus dedos para tratar de abrirme más la colita, intentó nuevamente y traté de relajarme lo más que podía, hasta que sentí que los pliegues de mi esfínter se estiraban hasta coincidir con el diámetro del grueso hongo, produciéndome el dolor más terrible que haya sentido jamás, fue como si me hubiera entrado un cuchillo al rojo vivo, indudablemente había desgarrado mis pliegues anales, intenté zafarme, pero sus manos me sujetaron con fuerza de la cintura, mordí mis labios para no gritar, lágrimas escurrieron por mis mejillas.
– Shhh, Tranquila nena, tranquila, ya entró la cabeza.
– Sácala, sácala por favor, siento que me partes en dos, aghhh.- le imploré
– Aguanta, aguanta un poquito, pronto pasará el dolor y disfrutarás como loca.
Así lo hice, cerré los ojos e intenté relajarme y olvidarme del dolor, pensando en el placer que sentiría después, cuando esa inmensa barra de carne me estuviera recorriendo una y otra vez por dentro, mientras tanto Hugo acariciaba mis pechos y mi espalda, así como mis nalgas, poco a poco el dolor fue cediendo y mis súplicas de sácala, sácala por favor se hicieron más distantes y tenues.
Después de unos segundos empezó un lento vaivén, la sacaba un par de milímetros y la metía un poco más, ganando terreno en cada embestida, sentía como mis fibras musculares se estiraban al máximo al punto de hacerme doler, mis súplicas de sácala se convirtieron en despacio, despacio, sentía que me reventaba por dentro, pero su única muestra de compasión fue aplicar más vaselina al tronco de su verga, cada que metía un pedazo de verga.
Mis gritos, eran ahogados por la música y mi esposo cantando a todo pulmón:
"Yo quiero que te vayas por el mundo
Y quiero que conozcas mucha gente
Yo quiero que te besen otros labios
Para que me compares hoy como siempre…"
La canción parecía el consentimiento de mi marido, en eso estaba pensando, el ardor se estaba convirtiendo en algo placentero, me hacía recordar el dolor que sentí cuando me desvirgaron el culo por primera vez y empecé a disfrutar ese dulce martirio, empecé a culear despacito, lento, en forma circular y hacia atrás.
– Así putita, así, culea, culea para tu macho.
– Ay papi, siento el culo tan abierto, ahhhh, pero es algo tan intenso, siento que me vas a reventar por dentro, una mezcla de ardor y placer.
– Claro mamita, sabía que eras una putita, y que te iba a encantar mi verga, muy pocas putitas la aguantan.
Me tomó de la cintura, dio un embiste y sentí que me la enterraba hasta el fondo, sus huevos golpearon mis nalgas y de mi boca salió un grito que traté de contener mordiendo mis labios.
-Listo mami, ya eres completamente mía, tu culo es mío, me pertenece.
Empezó el vaivén, lento y profundo, me la sacaba hasta dejar sólo la cabeza y me la enterraba hasta tocar fondo.
– La sientes putita, aghhh, sientes como mi verga te recorre por dentro, aghhh, siii.
– Más, más, mas- le suplicaba
La movía en forma magistral, la hacía girar en círculos, combinaba embistes lentos con otros más profundos, me la dejaba enterrada hasta el fondo haciéndomela sentir, hasta el punto que me tenía loca de placer.
Entonces recordé todo el placer que le había dado a mi instructor y quise retribuirle el placer que me estaba dando, me levanté un poco y apoyándome mis brazos en los descansabrazos del sillón, empecé a culear apretando el culo y empujando hacia atrás, ahorcando su verga con mi culo, lo escuché gruñir y gemir, movía el culo en círculos para darle más placer, tenía mi culo ardiendo, dolía pero no me importaba, era mayor el placer, todo mi cuerpo empezó a convulsionar, empecé a gemir sin control y Hugo arreció sus embestidas a un ritmo salvaje, me perforaba con todas sus fuerzas, prácticamente me taladraba el culo y ya no pude aguantar más, empecé a correrme en un orgasmo intenso, justo en ese instante siento un embiste profundo y el gruñir de Hugo al tiempo que descargaba sus chorros de leche ardiente en mis entrañas, siguió embistiendo unos segundos más hasta que cayó exhausto sobre mi cuerpo, su verga en mi interior fue perdiendo dureza, pero aún flácida era muy gruesa.
Cuando por fin la sacó de mis entrañas, se escuchó un plop, como si se descorchara una botella, hilillos de semen escaparon de mi culo y escurrieron por mis piernas, mi culito poco a poco iba cerrándose para recuperar su tamaño.
Una vez que recuperamos el aliento, rápidamente se vistió y se retiró para unirse con mi marido y sus amigos mientras que yo iba a mi habitación a darme una ducha.
Me puse una blusita y unos shorts holgados y me acosté a dormir mientras escuchaba a lo lejos a Hugo cantando a todo pulmón.
"Cada parte de ti tiene forma ideal y si estás junto a mi coincidencia total de cóncavo y convexo así es nuestro amor… en el sexo"
Sabía a quién iba dirigida la canción y me pareció muy atrevido de su parte, pobre de marido, se había cogido a su esposa en sus narices y se estaba burlando de él, aunque soy puta quiero mucho a mi marido y me molestó mucho, me prometí a mi misma que aunque me había gustado la cogida no caería nuevamente en sus redes, me pareció despreciable que se burlara cuando mi esposo lo consideraba su mejor amigo, y lo había hecho compadre y padrino de nuestro hijo.
Sentía un escozor tremendo en mi coñito y en mi culo, pero en el estado en que estaba mi marido difícilmente habría acción y creo que por primera vez en mi vida agradecí que se haya puesto ebrio, poco a poco me fui quedando dormida, mientras escuchaba las estrofas de Hugo cantando a todo pulmón:
"Te voy a cambiar el nombre
Para guardar el secreto
Porque te amo y me amas
Y a alguien debemos respeto
Te voy a cambiar el nombre
En base a lo que has traído
Ahora te llamaras Gloria
Lo tienes bien merecido…"
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