"Sí, tengo novio." La Idol de larga cabellera morocha se tapó la boca con su fina mano antes de reír suavemente. "Mh, pero, ¿Qué me está haciendo decir? Se siente como una confesión."
"Porque lo es, Irene." Y el Ayudante también se rio, mientras vertía un poco más de soju, el famoso licor coreano, en el vaso de la hermosa líder de Red Velvet. "No sabía que tenías novio. Debe ser difícil."
"¿Difícil?" La belleza surcoreana sonrió de lado, sus mejillas levemente sonrosadas por el dulce alcohol que ya hacía efecto en ella. Tomó el pequeño vaso que el hombre le ofrecía y observó el claro líquido con mirada algo desenfocada.
"Sí, ya sabes," El alto hombre, bastante más alto que la pequeña Idol de 1,58, se sentó un poco más cerca de ella, con movimientos poco notorios, disimulados. Estaban solos en la sala de la gran residencia que tenía el grupo. Red Velvet se encontraba en un corto periodo de merecido descanso, y los otros miembros estaban pasando tiempo con sus propias familias o, en el caso de la más joven miembro, Yeri, durmiendo ya en su alcoba luego de un día movido para ella. "Con tu agenda tan ocupada, todos esos compromisos, no deben verse demasiado seguido, ¿No?" Ya relajados por el alcohol, se encontraban sentados sobre unos cómodos cojines en el suelo, charlando animadamente. Esta era la primera vez que el Ayudante lograba que la bella modelo se abriera un poco hacia él, y no iba a dejar pasar la oportunidad. Quién diría que unos pocos shots de soju lo ayudarían tanto.
"Mhm," Relamió sus labios antes de llevarse el pequeño vaso a la boca y beber hasta la mitad del contenido, suspirando suave al separar sus finos labios adornados de un tinte rojo, del cristal. "Pero nos escribimos mucho. También me llama, me llama mucho." Sin darse cuenta la morocha repetía palabras, seguramente por efecto del alcohol. El Ayudante sólo sonrió. "Lo más difícil," Sus ojos delinearon el contorno de su vaso, el cual movía suavemente con su mano, sin llegar a salpicar lo que quedaba del líquido. "Lo más difícil es, bueno, mantenerlo un secreto." Y su mirada, ahora un tanto afilada y amenazante, se fijó en él nuevamente. "Espero sepa… Sepa mantener la discreción."
"Por supuesto." El hombre acomodó su estilizado saco negro mientras veía a Irene terminarse su bebida de un trago. Él iba de traje, como siempre. Sin perder tiempo volvió a tomar la botella verde de Chamisul, la marca de soju que estaban bebiendo, para poder reponer el vaso de la joven de tez tan blanca y perfecta como la nieve. "¿Y quién es? ¿Lo conozco?"
Ella, por su parte, vestía una ligera blusa de tirantes color gris, con botones blancos, que dejaba a la vista su plano vientre, además de unos ajustados jeans oscuros. Iba descalza, al contrario que él, y los pequeños dedos de sus pies se movían de vez en cuando al compás de sus pensamientos. "¿Cómo lo conocería?" Sus brillantes ojos negros le dieron una mirada incrédula antes de soltar otra angelical risa, esta vez sin cubrir su boca, dejando ver su hermosa sonrisa. El reloj ya marcaba más de medianoche en la lujosa y amplia residencia de Red Velvet, pero la noche parecía apenas comenzar para ellos dos.
"Bueno, me refiero a si es del medio. Un artista," Sonrió divertido, devolviendo el vaso a la morocha, ya recargado con más alcohol. "¿Tal vez un actor?"
"No, no." Negó suave con la cabeza, mostrando su perfecta dentadura blanca en esa sonrisa que ya era su marca registrada. "No es un famoso. Él es- era, mi compañero de clase," Sonriendo de lado, tomó el vaso antes de dejarlo en el suelo, respirando profundamente. Se sentía un poco mareada, así que era mejor darle un descanso a eso de tomar, al menos de momento. "Aunque sólo hace, uhm, poco más de un año que salimos."
Asintiendo al escucharla, el Ayudante se acomodó un poco mejor en el pequeño cojín, acercándose más a la morocha, pegando sus cuerpos. Tomó el vaso de la Idol, acercando un poco su rostro al de ella, sonriendo ladinamente. "¿Quieres que me lo termine por ti?"
"¡Ha!" Una exclamación casi de risa, y sonrió divertida, rodando los ojos. "Que caballero es usted, señor Ayudante."
"Se hace lo que se puede. Aunque," Y se atrevió a rodear el pequeño pero curvilíneo cuerpo de esa perfecta mujer de 28 años con un brazo, deslizando su mano en una suave caricia por la espalda y cintura de la Idol, actriz y modelo llamada Bae Joo Hyun, pero mejor conocida por su nombre artístico Irene. "No querrás que comparta vaso contigo, ¿No, señorita?" La reprendió juguetonamente con la mirada, acercando el vaso a sus finos labios pintados de un suave rojo.
La morocha de nívea piel pareció ignorar la mano ajena que ahora la sostenía por la cintura, en favor de atender al inocente juego de aquel vaso con soju, tan cerca de su rostro. "Buen punto, señor, que por algo cada uno tiene su propio vaso." Le dio una mirada de reojo sin dejar de sonreír, antes de devolver su vista al vaso, alzando sus finas cejas y acercando un poco más su semiabierta boca a la bebida.
"Muy bien," Posó el borde del vaso en los seductores labios rojos que lo esperaban, antes de inclinarlo para darle de beber lentamente el transparente líquido. "Eso, que un shot se supone que debes tomarlo de un solo trago." Sonrió mientras vertía todo el contenido del vaso en la boca ajena, viendo atento como la Idol tragaba sin pausa.
"Ahh," Soltó una exhalación al terminar, abriendo su boca para mirarle con las cejas alzadas. "¿Qué insinúa con eso? ¿Que no sé beber?" Sonrió de vuelta, nuevamente mostrando sus perfectos dientes, aunque le reprochaba a broma con los ojos.
"¿Sí sabes?" Acercó su rostro para darle un suave beso en el mentón. "Porque no parece, mi querida Irene," Y de vuelta otro beso, un poco más abajo en su mentón, cerca del inicio de ese tentador cuello que le esperaba. "No parece." Mientras, dejó el vaso vacío en el suelo.
"A usted tampoco le he visto tomar mucho. Y oiga," Posó su fina mano en la masculina barbilla del contrario, empujando para separar su rostro de esos besos. "Que tengo novio, se lo acabo de decir."
Él sólo alzó las cejas como sorprendido, mientras tomaba la pequeña mano que le había apartado con la propia. "¿Tienes novio?"
"¡Si se lo acabo de decir!" Y ella volvió a reír angelicalmente, negando con la cabeza, sus mejillas un más sonrojadas por el alcohol, o tal vez por la atención que estaba recibiendo. De cualquier forma, se veía aún más perfecta con las luces bajas de la sala alumbrando su rostro. "Creo que usted es el que no sabe beber su alcohol, Ayudante."
Besó el dorso de la mano que ahora sostenía, llevando la otra que aún posaba en la delgada cintura de la Idol a acariciar ese vientre desnudo con la yema de sus dedos. "¿Por qué lo dices?"
"Porque, porque ya se puso demasiado, hm, cariñoso." Alzó la mano que le habían besado para picar con su dedo índice la mejilla de ese hombre tan toquetón que conocía sólo hace menos de un mes, ¿Y era su imaginación, o la temperatura había estado subiendo con el pasar de los minutos? "Usted es quien no soporta su alcohol." Huh, seguramente fuera eso. El alcohol.
Soltando una carcajada ante sus palabras, dejó la caricia al vientre ajeno, simplemente descansando su mano sobre el plano abdomen de la Idol, a la vez que la acercaba a él, pegando más sus cuerpos. "Sabes que sólo estoy jugando. Oh, hablando de eso," Nuevamente atrapó la mano ajena con la propia, antes de bajarla suave. "Se me ocurrió una idea para un juego."
Irene dejó que guiaran su mano hasta que terminó por descansar sobre la pierna ajena, alzando levemente las cejas en señal de duda. El traje que llevaba su Ayudante era negro, aburrido, pero tenía estilo. Y él sabía vestir esa clase de ropa elegante, así que le quedaba muy bien. "No involucra alcohol, ¿Verdad? Honestamente creo que estoy un tanto, ¿Mareada?" Las palabras ya le salían con un dulce ronroneo por efectos del alcohol, aunque ella no lo notara. Lo miró a los ojos, curiosa, sin notar como su mano había ido a parar sólo a centímetros de un enorme bulto que había ido creciendo bajo el pantalón de ese peligroso Ayudante.
"No, nada de alcohol, después de todo estoy a cargo de cuidarte. De hecho," Y volvió a invadir el espacio ajeno, acercando su rostro al contrario para besarle la mejilla. "¿Qué te parece si jugamos por un premio? Te daré una recompensa si me ganas." Habló bajo junto al oído de la morocha.
"¿Qué? Hm," Abrió un poco más sus ojos, respirando hondo, evitando bostezar. "¿Qué clase de recompensa?"
"Te ayudaré para que puedas encontrarte con tu novio."
Y eso pareció despertarla y captar toda su atención. De inmediato volteó a verlo, con ojos iluminados. "¿Cómo? ¿Cómo hará eso?"
Aprovechó, pues debía aprovechar el tenerla así. "Sí, los ayudaré para que se puedan ver," Volvió a darle un beso, esta vez en el mentón. "Para que el chico pueda venir aquí, sin que nadie se entere." Bajó con otro beso, más cerca de su cuello, sin dejar de hablar en un tono de voz bajo, grave, seductor. "Yo lo arreglaré todo."
Mientras, ella sentía acelerar su corazón ante la oportunidad de poder ver a su novio luego de tanto tiempo. "¿Nadie? Pero, ¿cómo? Hhm," Suspiró, sintiendo esos húmedos labios bajar con suaves besos por la extensa piel de su cuello, mientras esa traviesa mano se paseaba con caricias por su vientre. "A- Ayudante."
Y la presionó más contra su cuerpo, hundiendo sus dedos en la suave piel de su cintura, dándole un último y más húmedo beso en el cuello que la hizo morder su labio inferior para impedir que se le escapara cierto sonido de gusto. "Tú déjamelo a mí, preciosa. Pero recuerda, debes ganarme en el juego."
"Pues, debo decirle que yo nunca pierdo." Sus labios se movieron en esa clásica sonrisa suya, mostrando sus dientes blancos, motivada por el premio. Vio atenta como el Ayudante se levantaba a buscar algo en su maletín, separándose de ella. "¿Qué juego será?"
Volviendo con ella, el hombre de traje acomodó su cojín para quedar enfrentado con la Idol, no demasiado lejos, para luego empezar a barajar hábilmente lo que había ido a buscar a su maletín, un mazo de naipes franceses. "Strip War."
"¿Strip… War?" Repitiendo las palabras en una pronunciación no muy buena, la morocha arrugó el puente de su nariz e hizo una pequeña mueca con su boca. "No sé jugar a eso."
"No te preocupes, es el juego de cartas más sencillo que hay." Sonriendo de lado, repartió él las cartas entre ambos, dejando un mazo para cada uno. "Revelaremos la primera carta de nuestro mazo, la carta de valor más alto gana. El perdedor debe quitarse una prenda," Acomodando ahora el mazo de la belleza surcoreana, le dedicó a la misma un guiño de ojo. "Así, hasta que alguno de los dos quede sin prendas."
"Es decir," Frunció el entrecejo y le dedicó una mirada fría. "Desnudo."
"Así es. Hey," Mirándola a los ojos, alzó su mano para dedicarle una tierna caricia al mentón. "Somos adultos, ¿No? así será más divertido. Y recuerda lo que tienes para ganar."
"No," Apartó un poco su rostro, separándose de la varonil mano de ese hombre, sin dejarse hechizar por su sonrisa o sus palabras. "Bueno, no lo sé." Suspiró, bajando la cabeza, aún con esa tierna mueca de disgusto adornando su rostro. Su mirada, un tanto desenfocada por el alcohol, fue a parar al mazo de cartas frente a ella.
"No te obligaré a jugar algo que no quieras, Baechu. Pero sería más divertido así." Esta vez, la llamó por aquel curioso apodo que tenía ella entre sus cercanos, aprovechando el momento.
"Pero, si usted hasta lleva traje." Abrió más sus ojos luego de que las palabras salieran de su boca, cayendo en cuenta, realmente, en lo que acababa de develar, y lo señaló acusadoramente. "¡Quiere hacer trampas y aún ni empezamos!"
Soltando una risotada, el Ayudante aplaudió con sus manos un par de veces ante lo divertido de su reacción. "Muy bien, no sólo una belleza de mujer, sino también muy lista, no me esperaba menos."
"¡Cállese!" Se cruzó de brazos aun frunciendo el ceño. "Tramposo."
"¿Cuántas prendas llevas?"
"¿Eh?"
Sonrió. "Cuántas prendas llevas encima, mujer, para hacerlo justo."
Parpadeó un tanto confundida, antes de bajar su mirada para verse a sí misma. El alcohol la afectaba, pero estaba segura que aún podía contar algo tan simple como contar las prendas de ropa que vestía. Jeans, blusa, brasier, bragas. Volvió a arrugar el entrecejo. "Cuatro."
"Pues bien," Él se sacó los calcetines, pues ya había dejado de lado sus zapatos antes, y luego procedió a quitarse el saco negro del traje. "Ya estamos iguales."
Guardó silencio por unos segundos, mirándole como si se hubiera vuelto loco, o si todo fuera una broma. Cuando ninguna risa llegó, decidió hablar de nuevo. "¿Lo dice en serio?"
"Claro. Corbata, camisa, pantalón y bóxer. Oh," Rápidamente procedió a desabrochar su cinturón, dejándolo igualmente a un lado. "Ahora sí."
"¡Eso no!" Resopló un tanto enfadada, mirándole con reproche. "Me refiero, me refiero a sí habla en serio con lo de, de desnudarnos. Le dije, mi novio-"
Y fue detenida. "Tu novio es precisamente la razón por la que jugaremos. Harás esto por él, ¿O no quieres verlo?"
"Ugh." Se tomó la cabeza con una mano. Tenía que pensar las cosas con claridad, ¿Cómo habían llegado a tener esta clase de conversación? Parecía hasta irreal. "Sí. Sí quiero verlo." Cerró sus ojos, suspirando. Intentando calmarse. "¿De verdad este es el único juego que se le ocurrió?"
Por supuesto que no. "El único divertido, al menos."
"Uhm."
"Vamos, ambos sabemos que me ganarás." Y le sonrió, con calma, con encanto. Para convencerla de que todo estaba bien, que todo aquello era normal.
Y su sonrisa fue respondida con una mirada fría, seria. "Por supuesto que ganaré." Frunció el lindo puente de su nariz, tomando su vaso vacío antes de alzarlo hasta el Ayudante. "Sírvame más soju." Iba a necesitarlo si iban a jugar a eso.
"Muy bien, Baechu, sabía que entenderías." Sonrió un poco más, casi con maldad. Sin tardar le sirvió otro shot de soju. "Nos divertiremos mucho, lo prometo."
"Si, como usted, hm, diga…" Tomó una bocanada de aire mientras volvía a mirar su vaso lleno. Había tomado bastante esta noche, pero al menos el soju no le dejaba una jaqueca al día siguiente. Sin querer pensarlo mucho más, se bebió el shot de un trago, haciendo una mueca con la cara al sentir como el dulce pero fuerte alcohol bajaba por su garganta, antes de dejar el vaso en el suelo de la sala.
"Bueno, empecemos." El Ayudante tomó la primera carta de su mazo, mirándola pero sin llegar a enseñarla.
"Uhm, entonces, ¿Revelamos sólo la primera carta?"
"Así es."
Relamió sus labios, observando las cartas un tanto indecisa. "Bueno, aquí voy." Infló su pecho, y con resolución tomó la carta que la esperaba sobre el mazo. La miró, sus cejas se alzaron y una sonrisa se formó en su rostro.
"A las tres." Y luego de una cuenta atrás, ambos bajaron sus cartas al mismo tiempo para enseñarlas.
"¡Sí!" Una exclamación de felicidad pura, antes de reírse de su Ayudante. Mientras que Irene tenía un Diez de corazones, su Ayudante sólo había sacado un Cuatro de picas. "Usted pierde, Ayudante."
"Uhm, ¿Acaso barajé mal las cartas?" El comentario sólo le ganó un rodar de ojos por parte de la Idol, que lo miraba entre divertida y atenta. "Bien, bien. Ganaste esta ronda. Ven aquí."
"¿Eh?"
"Ven aquí, que debes quitarme la prenda."
Lo miró como si fuera un alien. "¿Yo? ¿No puede hacerlo usted?"
"¿Y qué gracia tendría eso? Te dije que el juego era así. Ven."
"¿Lo dijo?" Intentó recordar, pero el soju no hacía fácil esa tarea. Y ante la insistencia del contrario, sólo le quedó aceptarlo como cierto. Se levantó de su cojín, estirando de paso sus piernas, antes de caminar el par de pasos que los separaban.
"La corbata." El Ayudante le sonrió, alzando un poco su cabeza para verla. A pesar de que ella estuviera de pie y él sentado en el suelo, no había demasiada diferencia de altura. Así de alto era él, y así de baja ella.
"¡Hey! ¿Qué dice? Eso, ¡Eso no es una prenda!"
"Claro que lo es. Tengo cuatro prendas, al igual que tú."
"Usted es un tramposo." Arrugó su linda nariz, haciendo una mueca con sus labios.
"Ya, ya. Aún queda juego, vas a ver más de lo que quieres ver a su tiempo."
Rodó de nuevo sus ojos, antes de tomar con sus manos la corbata para desajustar su nudo. Con un poco de torpeza, lo logró, y aflojó la corbata negra para retirarla con una mano y tirarla a un lado.
Él soltó una risa, antes de tomar la siguiente carta de su mazo para continuar con el juego. "Sigamos."
Le dirigió una última mirada de enfado antes de devolverse a su lugar y tomar su carta. Pestañeó repetidamente mientras miraba lo que había sacado, como intentando enfocar su vista algo nublada por el alcohol.
"Bueno. En tres, dos, uno…" Y de nuevo, ambos bajaron sus cartas al suelo para mostrarlas.
Y, mientras que Irene había sacado una Jota de diamantes, él sólo tenía un Siete de corazones. "¡Ha!" Riendo suavemente, la Idol negó con la cabeza. "Creo que soy demasiado buena para este juego."
"Huh, eso parece." Suspiró como vencido, antes de hacerle un gesto con el dedo a la morocha para que se acercara.
"Ngh, ¿Tengo que levantarme de nuevo?" No sólo le daba pereza, el mareo que traía por el soju tampoco ayudaba mucho que digamos.
"Bueno, ya voy yo." Y así lo hizo. El Ayudante se levantó, parándose frente a ella, y sólo entonces Irene cayó en cuenta del tamaño del hombre con el que estaba jugando. "Elige."
"Uh, ¿Cómo, cómo?" Tragó saliva, teniendo que alzar su cabeza para poder verlo.
"Que elijas, ¿Camisa o pantalón?"
"Ah," Sonrió un tanto nerviosa, y sus ojos comenzaron a recorrer el cuerpo de ese hombre frente a ella, deslizándose por su enorme portento físico. Cuando su mirada llegó al pantalón, a su entrepierna, que estaba sólo a centímetros sobre su cabeza, finalmente dio en cuenta de aquel considerable y amenazante bulto. Con eso se decidió enseguida. "Cam-… camisa." Se le había ido un poco la voz y sus palabras salieron casi como un susurro. Desvió rápido la mirada, con sus mejillas un tanto más sonrojadas.
"¿Cómo dijiste?"
"Camisa."
"Muy bien." Se inclinó un poco hacia ella, tomando sus manos con las propias, antes de ayudarla a ponerse de pie. Aprovechando que aún tenía sus manos atrapadas, guio las mismas hasta el primer botón de su bien ordenada camisa blanca.
Sin querer hacer que aquel momento dure demás, la hermosa Irene comenzó a desabotonar la dichosa prenda, revelando poco a poco el trabajado y bien cuidado cuerpo de su Ayudante. Primero sus firmes pectorales, que la hicieron suspirar bajo, teniendo que calmarse así misma, ¿Por qué se ponía tan nerviosa? No tenía sentido.
"¿Todo bien?" El hombre sonrió de lado, alzando una mano para acomodar un rebelde mechón de la melena ajena detrás de la oreja.
"Uh," Llegando a los botones de su cintura, unos tentadores abdominales recibieron su atenta mirada. Tragó saliva de nuevo, sintiendo su boca humedecerse demás. "Sí." Sus manos, un tanto temblorosas, desajustaron la prenda blanca del pantalón de vestir negro. Luego le siguieron los botones de las mangas, y con eso había terminado. "Listo."
O eso creía ella. "Eh, que debes quitármela."
Chasqueó con la lengua, haciendo una pequeña sonrisa, mostrando una parte de su perfecta dentadura. "¿Es necesario?" Jugó a usar sus encantos para salirse de esa.
"Así es el juego, si no juegas como se debe, pierdes." Pero al parecer no fue suficiente.
"Bien, lo que usted diga." Mordió su labio inferior dedicándole una miradita de reproche, antes de tomar los bordes de su camisa, deslizando la prenda por esos anchos hombros. "Como si fuera a perder ahora…"
"Así se habla." Y el hombre sólo se dejó hacer, disfrutando de como Irene, la hermosa Irene de Red Velvet, lo desvestía de su camisa. Bendito soju.
Ella sólo continuó, deslizando la tela ahora por los trabajados brazos de su Ayudante, revelando poco a poco ese torso que hacía que su mirada se perdiera por cada tensa curva de su bien entrenado cuerpo. Dejó que la camisa cayera al suelo por su cuenta, y se quedó allí, parada frente a esa envidia de hombre, mirando a su ancho pecho, sin saber muy bien donde poner la vista. Tanto músculo la aturdía. "Ya."
El Ayudante la dejó disfrutar de la vista un poco más, antes de volver a hablar. "Bueno, sigamos."
"Ah, sí ¡Sí!" Dio un saltito asustada hacia atrás, para separarse de él, como si la hubieran atrapado robando un dulce. Luego se dejó caer algo torpe sobre su cojín en el suelo. Pasó su mano por su frente, limpiando un poco de sudor. El calor la estaba matando, en serio. "Sigamos."
"¿Lista?"
"Sí." Miró la carta que le tocaba y de inmediato hizo una mueca con sus labios.
"Bien, vamos." Al mismo tiempo, ambos mostraron sus cartas.
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Notas finales:
Baechu es, como se especificó en el relato, un apodo cariñoso para Irene.
Como siempre, podrán ver imágenes de la Idol, incluida una en la que lleva la misma ropa con la que se la relata en este capítulo, yendo a mi perfil y viendo desde allí los links a mi twitter o tumblr. O simplemente pueden buscar "Irene de Red Velvet" en cualquier buscador de internet para darse una mejor idea de cómo es ella.
Sé que el capítulo ha quedado como un "tease", pero no olviden que este capítulo y el siguiente están conectados, como una primera y segunda parte, así que no dejen pasar el siguiente capítulo para ver la resolución a esta escena. Lo hice así para que la lectura no quedara tan larga y pesada en un sólo capítulo.
Gracias por la atención y felices fiestas.