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El ayudante (Cap. 10): Irene a espaldas de su novio (II)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

La morocha no podía verlo al tenerlo detrás de ella pero estuvo segura de que en el momento que escuchó su respuesta, una arrogante sonrisa se dibujó en el atractivo y masculino rostro del hombre a su espalda. Pero no tuvo más tiempo para divagar en tales pensamientos, pues las manos que antes habían estado magreando sus muslos se movieron rápidamente hasta tocar la piel de sus desnudos hombros. La fémina no alcanzó a decir nada cuando fue obligada a arrodillarse, sus torneadas piernas, relajadas por el anterior masaje, cedieron sin resistencia y de un momento a otro perdió de vista la sala, perdió de vista la cabeza de su novio que sobresalía del sofá y lo único con lo que fueron a dar sus ojos negros fue su propio y distorsionado reflejo devolviendo su mirada a través del cristal de decenas de botellas y vasos que se guardaban en el interior de la barra. Con un gesto alarmado en su rostro, jaló con sus manos del final del vestido para intentar ocultar la abundante piel de sus glúteos y muslos que se había revelado ante la nueva posición en la que se encontraba. Como si esa modestia fuera necesaria luego de todo lo que le habían hecho minutos antes. Pero bueno, era una mujer recatada, ¿No?

"¿A-Ayudante?" Su mirada, moviéndose acelerada de un punto a otro entre el cristal de las botellas con bebidas y etiquetas de diferentes colores, fue a parar allí donde pudo notar algo del reflejo del hombre detrás de ella. Y le dio un vuelco al corazón cuando distinguió como la prenda de su pantalón cortó cayó por las fornidas piernas del contrario. Sus cejas se alzaron, el gesto de alarma en su rostro agravándose más que nunca, y casi se cayó de espaldas, pero las palmas de sus manos alcanzaron a afirmarse en el suelo, su espalda quedando un tanto inclinada hacia atrás y con sus brazos rígidos sosteniendo su peso.

Y fue entonces que lo sintió, lo vio venir por el rabillo del ojo. Una amenazante sombra sobre ella a la que sólo pudo reaccionar levantando su mirada hacia el techo para intentar dar con lo que sea que se le venía encima. "Ah- ¡Nhh!" Pero tal acción no fue lo más prudente, pues inmediatamente aquella enorme y caliente verga que ya conocía demasiado bien, cayó pesada sobre su rostro dándole un golpe que resonó casi cual palmada de aplauso. Con su respiración entrecortada, el robusto y venoso miembro descansó tranquilamente sobre su cara, abarcando todo el largo de su hermoso rostro y todavía con unos cuantos centímetros y el glande quedando suspendidos sobre el mentón de la fémina. Era una imagen memorable.

Irene, con su boca semiabierta ante la sorpresa, no parecía poder reaccionar. El punzante hedor de esa sudorosa porción de carne comenzó a entrar por sus fosas nasales con cada inhalación, intoxicando su mente, y aquello la hizo arrugar su naricita, pero no atinó a separarse. Estaba siendo completamente dominada por la enorme virilidad de su Ayudante.

"Creo que entenderás," El hombre, que ahora estaba con sus piernas bastante separadas y algo flexionadas para poder tener a esa altura a su verga, tomó con su mano por la base a su semidormido pero aun así portentoso miembro y comenzó a pasearlo obscenamente por todo el rostro de la Idol, quien sólo apretó sus labios en una leve mueca, entrecerrando sus ojos. Ese vulgar pene era tan enorme que él podía sujetarlo por la base y aun así lograba tocar con el glande el mentón de la fémina. "a lo que me refiero."

La Idol de 28 años intentó responder, decir algo, pero se atragantó en sus palabras cuando el hombre usó su otra mano para tomar sus testículos, alzándolos sobre ella, tapando su vista. El hombre sujetó la sudorosa y colgante piel para finalmente dejar caer su pesado par de genitales sobre la cara de la morocha, abarcando toda la frente de Irene. La Idol sólo arrugó un poco su entrecejo, ahora tapado con los genitales de ese vil hombre. Toda su carita estaba ocupada por la verga y bolas de su Ayudante. Y al tener sus labios apretados se obligaba a respirar por la nariz, lo que hacía que consumiera más y más de ese potente olor mezcla de sudor, semen y sexo que emanaba de esa robusta verga. Pero no podía moverse, pues sus manos aún estaban apoyadas en el suelo para no caer de espaldas. O, al menos, esa era la razón más lógica que podía encontrar ante su falta de reacción.

"Uhm," Su Ayudante, por su parte, aprovechó la inacción de la contraria para empezar a menear suavemente su cadera y así empezar a frotar morbosamente sus genitales sobre frente, nariz, mejillas y labios de la sometida Idol. "Bueno, si no quieres hacer, hm, esperar más a tu novio, será mejor que abras esa boquita." Gruñó suave al llevar sus testículos a masajear las mejillas y nariz de la sometida Idol, el hilillo transparente de líquido preseminal que brotaba de la punta de su glande colgando por la barbilla de la morocha, cayendo hasta pegarse a su cuello y escote.

"U-usted, hmff," Finalmente, Irene se pareció cansarse de tal obscena demostración de poder sobre ella, hablando en una voz firme a pesar de ser sólo un murmullo que el Ayudante no llegó a escuchar por la música suave que aún se escuchaba en la sala. "¿De verdad cree que haré e-uuahhmgg," Pero no llegó a terminar su reprimenda, pues el contrario aprovechó el preciso momento en que abrió esa preciosa boca para introducir en ella la punta de su glande y, seguidamente, toda la cabeza de su verga en un sólo movimiento.

Y para Irene, el olor de esa portentosa herramienta en combinación con el sabor agrio y salado de su venosa carne fueron suficientes para terminar de embriagarla en ese ambiente a sexo y pecado que parecía sofocar el ambiente. Junto con el sabor de su sudorosa carne también pudo degustar ese viscoso y abundante fluido translúcido que brotaba de la punta de esa carnosa cabeza y que ahora se pegaba a su caliente lengua. Sus dedos se retorcieron firmes contra el suelo mientras centímetro tras centímetro de verga comenzó a ser introducido lentamente por su cavidad bucal, y la posición en la que se encontraba exigieron a su mandíbula al máximo para poder recibir al inesperado invitado que se colaba sin permiso. El tren de salada carne que sus labios habían envuelto involuntariamente continuaron hundiéndose más en su boca y cuando el glande comenzó a abrirse paso por su garganta, fue que finalmente reaccionó para intentar separarse, una respuesta natural cuando parecía que intentaban ahogarte. Sus manos se separaron del suelo y se afirmaron a los anchos y entrenados muslos de su Ayudante en un alarmado movimiento. Pero ya era muy tarde. En respuesta a su débil oposición, las manos del contrario la sujetaron de su barbilla y cuello. obligándola a sostener su posición.

Sí, ese vil hombre se la estaba pasando en grande, si sus leves gruñidos eran evidencia de eso, y no iba a dejar que escape. Así que tuvo que tragar más y más verga haciendo que remueva sus piernas en el suelo mientras su garganta abrazaba con fuerza al invasor que comenzaba a bajar lentamente por ella, Los extensos recorridos de venas de su gordo miembro delineando todo el húmedo interior de su caliente cavidad. Ese acto de dominación y virilidad que estaban ejerciendo sobre ella fue más que suficiente para hacerla sentir un rico calor y necesidad en su intimidad, hilillos de su rico jugo vaginal deslizándose y cayendo por la parte interna de sus muslos, poniéndola en evidencia. A Irene parecía gustarle demasiado cuando la trataban de esta forma, o eso había deducido el Ayudante en su encuentro la noche anterior.

"Eso. Que bien la comes, preciosa. Así." El Ayudante gruñó viendo como ya una decena de centímetros de su miembro habían desaparecido entre los labios de la Idol. "Nunca me cansaré de tu boquita, Irene." Arrugó el puente de su nariz mientras la sostenía firme ahora de su nuca, mirando atento como ese delgado cuello se tensaba y ensanchaba a la vez que más y más de su dotado miembro se abría paso por la garganta de la celebridad. "Eso," Y comenzó a mover su cadera, embistiendo suave y lentamente la boca de la Idol, profundizando todavía más con cada nueva embestida, los húmedos y obscenos sonidos de la boca de la Idol tragando golosamente acompañando el ritmo de sus movimientos. "así, muy bien, muy bien." Lo hacía tan bien de hecho, que luego de unos minutos, la morocha finalmente llegó a comerse toda su verga, por completo, como ninguna otra Idol lo había logrado antes. Aquello hizo que el hombre apretara su mandíbula, soltando un gruñido de placer. "¡Muy bien!" Bramó con fuerza, ya sin importarle que el muchacho los escuchara, manteniendo esa posición con la mujer empalada por su verga durante unos cuantos segundos.

Segundos que se hicieron interminables para ella. Los húmedos testículos del hombre quedaron afirmados contra la naricita de la Idol, que apenas se sostenía de las piernas del contrario mientras su garganta luchaba por expulsar al invasor. A estas alturas estaba hecha un desastre, con la saliva que bañaba por completo la verga que se estaba comiendo salpicando por todo su rostro y cayendo por su mentón, cara e incluso su cabello suelto y ya despeinado. Contuvo la respiración como pudo hasta que finalmente su Ayudante fue lo suficientemente piadoso como para empezar a retirar su miembro…

… Antes de volver a penetrar su garganta hasta el fondo, comenzando nuevamente con el vaivén de las embestidas, ahora incluso con más fuerza, haciendo golpear sonoramente sus huevos contra la cara y frente de la Idol cada vez que el robusto falo de carne quedaba enterrado en su totalidad dentro de la boca de una sometida Irene. Asfixiantes y eternos segundos en los que su adolorida garganta era exigida al máximo y en los que se sentía pronta a vomitar, aprovechando el ínfimo alivio de dos tercios de ese monstruoso miembro saliendo de su interior hasta que llegara la próxima embestida. Así la tuvieron, completamente rendida, con mirada ida, su cuerpo relajado dejándose hacer, sólo su cadera ofreciendo erráticos movimientos, con un pequeño charco de sus fluidos formándose en el suelo debajo de ella.

Por un fugaz momento le dedicó un único pensamiento a su novio. Seguramente aún estaba allí, sentado, bebiendo, de espalda a ellos, completamente ignorante de lo que estaban haciendo con ella apenas unos metros detrás de él. Y ese fue el catalizador, el empuje final que necesitaba haciendo que se agarre desesperada a las piernas de su Ayudante, los músculos de sus torneadas piernas tensándose antes de que un brutal orgasmo sacudiera todo su cuerpo con fuerza. "¡AG-GghH!" Y habría gritado de no ser porque su boca aún estaba ocupada consumiendo y tragando esa implacable verga que la penetraba sin descanso, por lo que sólo se removió en su posición. Los dedos de sus pies descalzos se retorcieron y sus ojos, desenfocados, desorbitados, lloraron lágrimas de pura dicha por esas indescriptibles oleadas de placer que asaltaban todo su cuerpo hasta liberarse en su entrepierna con espasmódicos movimientos. Y así fue que manchó todavía más el suelo a sus pies con los abundantes fluidos que afloraban cual cascada de su caliente vulva a causa de tan duradero orgasmo. De hecho, se sentía como si nunca fuera a terminar. Sentía que moriría allí mismo, ahogada en verga y placer orgásmico. Y cuando creía que estaba por finalizar, un nuevo cúmulo de deliciosas, benditas sensaciones azotaban su cuerpito una vez más haciéndolo temblar erráticamente por tanto goce mientras su mente se ponía en blanco por una eternidad de segundos. Y así se repitió la secuencia, una, dos, hasta tres veces antes de que finalmente pudiera calmarse, justo cuando se sintió a un hilo de desfallecer de placer.

Si aquella experiencia había durado vitales minutos, su tiempo de recuperación, de recuperar su consciencia y el control de su cuerpo, tardaron unos cuantos más.

Y en el mar de emociones y hormonas que mareaban su cabeza, se preguntó por un instante si aquello había sido un orgasmo excepcional, o tal vez múltiples de ellos que la asaltaron en una indefinible secuencia de éxtasis sexual.

Fuera cual fuera la respuesta, lo cierto es que en sus 28 años de vida nunca había experimentado algo así. Nunca creyó que sentirse así siquiera fuera posible, y menos por el hecho de que usaran tu boca de esa forma.

Cuando finalmente se recuperó lo suficiente como para volver a enfocar su mirada y reincorporarse un poco, lo mejor que pudo debido a la posición arrodillada y con la cabeza echada hacia atrás en la que se encontraba, las definidas venas del miembro que aún penetraba su garganta parecieron engrosarse un poco más. Todo el robusto cuerpo de esa verga pareció crecer un poco más en tamaño antes de que el Ayudante le diera una fiera embestida final, su vista siendo oscurecida y tapada por los húmedos y grandes huevos que chocaron contra su rostro y frente, sus fosas nasales quedando presionadas contra la elástica piel de esos testículos. Y allí mismo, con su boca engullendo hasta la raíz a ese viril y dotado miembro, sintió brotar del glande el primer glorioso chorro de espeso y caliente semen. Las abundantes descargas del fértil líquido fueron vertidas directamente en el estómago de la Idol mientras el musculoso hombre reluciente en sudor la sujetaba firme de su nuca, gruñendo mientras se corría con fuerza.

"Uhghhahhg-" Irene, con ojos entrecerrados, risueña, todavía relajada por el éxtasis post-orgasmo, tragó la excepcional corrida sin resistencia alguna. Su estómago siendo alimentado y satisfecho por la rica y nutritiva secreción. Sin embargo, de un momento a otro incluso su garganta comenzó a inundarse con la fértil semilla de su Ayudante al no poder tragar los continuos chorros de semen al ritmo que se le exigía. No pasó mucho antes de que la sensación de ahogarse y con ello las arcadas volvieran a atacar a la Idol, que en un acto reflejo intentó separarse, nuevamente, en vano. Atragantada ahora tanto por el portentoso largo de la verga ajena así como también la espesa cantidad del viscoso fluido blanco que no parecía acabar nunca, Irene se sintió nuevamente cercana a perder la consciencia.

Para su fortuna, tras unos cuantos segundos que se le hicieron eternos a la morocha, en los que su corazón se aceleró al punto de que podría haber jurado que se saldría de su pecho, las potentes descargas de semen llegaron a su fin. Su Ayudante finalmente había terminado de eyacular, gracias al cielo. Lentamente, muy lentamente retiraron centímetro tras centímetro de la bien dotada verga que se había encogido y vuelto más blandita dentro de su boca.

La enorme cabeza de su miembro fue lo último en salir con un obsceno y húmedo sonido de su boca y finalmente, jadeando con la lengua afuera y con respiración entrecortada, con largos hilillos de saliva colgando y haciendo puente entre la robusta verga y su aún abierta boquita, finalmente, la corrompida líder de Red Velvet fue libre de descansar de tan brutal felación a la que la habían sometido. "Ahh, hah," Luego de recuperar poco a poco su aliento, la húmeda y salivada cara de la Idol se arrugó en una mueca antes de tragar sonoramente lo que había quedado de esa mezcla de saliva y semen en su boca. Se permitió enderezar su postura, todavía arrodillada y con su retaguardia afirmada en el ahora mojado suelo, mientras intentaba relajar un poco su cansada mandíbula con un leve masaje de su mano. Su garganta escocía, irritada por tan exigente pero excepcional trabajo que había hecho con la verga de su Ayudante. Sentía todo su cuerpo mojado y no sólo por el sudor de su cuerpo. Su rostro y cabello eran un desastre, y al ver su caro vestido pensó si no sería mejor sólo deshacerse de el, ahora manchado con su saliva y otras secreciones de las cuales era mejor no hablar. Luego sus ojos se detuvieron al frente, allí donde todavía estaban las botellas guardadas en el interior de la barra.

Jadeaba cansada cuando pudo distinguir algo a través de uno de los reflejos en los cristales. Apoyó sus manos en el suelo para poder voltear su cuerpo hasta quedar de frente con el hombre que todavía se hallaba de pie, alzándose imponente sobre ella con sus brazos en jarra, ahora completamente desnudo. Alzó una mano para limpiarse con el dorso de la manga su babeado mentón mientras lo observaba en silencio. Luego tragó saliva, su mirada recorriendo lentamente cada detalle de la piel perlada en sudor de su Ayudante, cada contorno y definido músculo del físico cual Hércules que poseía ese detestable hombre. Detalló con sus ojos esos perfectos abdominales durante demasiados segundos y, finalmente, sus ojos cayeron en la imponente y viril herramienta de sexo que volvía erguirse orgullosa justo frente a su lindo rostro. La que minutos antes había estado engullendo hasta casi desfallecer.

Esa odiosa, gruesa, monumental y venosa verga que volvía a alzarse desafiando la gravedad, incansable, para un segundo round con ella. Sus labios se apretaron en un puchero, temblando. No era justo.

No, no era justo para nada, porque dudaba que esta vez su boca fuera a ser suficiente para calmar a la bestia de sexo que se cernía sobre ella. Y si su novio no los había detenido hasta ese momento, dudaba que lo fuera a hacer ahora, ¿Realmente se había dormido?

"A-Ayudante, hmm." Mientras volvían a afirmarle ese viril miembro sobre el rostro, obligándola nuevamente a inhalar hasta llenar sus pulmones y embriagar su cabeza con ese olor a hombre, Irene entendió que iba a ser tomada allí mismo por ese hombre que no era su novio. Él lo sabía, ella también. Y no había nada que su novio pudiera hacer al respecto.

*******************

Notas finales:

Continuación inmediata del capítulo anterior.

Si te ha gustado esta lectura y no has leído capítulos anteriores te recomiendo que les des un vistazo.

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