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El aislamiento en casa de la tía
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Tiempo de lectura: 26 minutos

Me llamo Gonzalo y acabo de cumplir 22 años. A continuación les voy a relatar como las dos semanas de aislamiento por Covid que parecían ser las más aburridas de mi vida, se convirtieron en días que jamás en la vida me voy a olvidar.

Era noviembre de 2020 y yo aún tenía 21 años. Por las medidas de prevención por el Covid me pasaba los días encerrado en casa mientras mis padres trabajaban la mayor parte del día, ya que ambos son médicos y eran considerados como trabajadores esenciales.

Una calurosa mañana de domingo me desperté cerca del mediodía como ya era costumbre para mí cuando no tenía ningún compromiso antes del mediodía. Mamá y papá estaban de guardia y, a pesar de que los extrañaba y tenía ganas de pasar un domingo familiar, agradecía tener la casa para mi solo. Acostumbrado a la soledad matutina de fines de semana, ya me había armado mi rutina; desayunaba algo liviano, entrenaba una hora en el pequeño pero útil gimnasio que papá había armado para mi en el garaje y luego me metía a la ducha para dejar correr el agua caliente por mi cuerpo mientras me hacía una hermosa paja matutina para arrancar el día bien liviano. Después de superada la adolescencia, la masturbación se volvió para mi casi terapéutica, ya que me ayudaba a liberar tensiones. Y desde que me había peleado con mi ex novia Romina hacía ya varios meses, solo había tenido algunas pocas ocasiones de sexo esporádico.

Mientras salía de la ducha y terminaba de secarme, escuché el ringtone de llamada de mamá que sonaba en el comedor; llegué a atender justo antes que mamá cortara.

-hola ma, todo bien?

-hola hijo, no tanto. Nos acaban de hisopar a tu papá y a mí por contacto estrecho con un caso positivo.

-Uh! Que bajón ma. Y ahora?

-Tenemos unas horas hasta que llegue el resultado Gon. Por lo pronto preparate un bolso con tus cosas. Si somos positivos te vas a tener que ir a quedar a lo de la tia Kari.

La frase de mamá me hizo sentir como un preso que acababa de escuchar su condena.

-A lo de la tía Kari? Por qué a la casa de ella ma? No me puedo ir a quedar a lo de Fede?

-No Gonzalo, ya hable con la mamá de Fede y él se fue al sur a pasar unos días con el padre. Así que no te queda otra que irte a lo de la tía. Igual tenemos que esperar el resultado. Por ahí tenemos suerte y da negativo.

-Pa! Bueno ma, avisame ni bien sepas.

-Si hijo, y perdón! Pero no tenemos muchas opciones.

Colgué el teléfono con una mezcla de tristeza y furia. Sabía que mamá y papá no tenían la culpa, pero yo tampoco y, si mamá y papá estaban contagiados, era yo quien iba a tener que pasar dos semanas aburrido en la casa de mi tía Karina.

No es que no quiera a mi tía, en realidad fue una de las que me crío mientras mis padres terminaban sus carreras de medicina. Karina no era en realidad mi tía sanguínea, sino que era la mujer de mi tío Rubén, el hermano mayor de mamá. Pero como estuvieron casados desde antes que mamá me tuviera a mí, para nosotros siempre fue la tía Karina. En ese entonces ella tenía 52 años; lo recuerdo porque tiene dos años más que mamá. Hasta hace un par de años me encantaba pasar tiempo en casa de mis tíos, pero desde que mi tío Rubén falleció a causa de un Cáncer que lo mató en pocos meses, el hogar de mis tíos dejó de ser una casa medianamente alegre y pasó a ser una casa que en la que se respiraba tristeza. Por lo que mamá contaba, a la tía se le estaba haciendo muy cuesta arriba superar la pérdida de su esposo y cada vez estaba más hundida en la depresión. Cuando mamá me dijo que debía pasar esas dos semanas en casa de la tía Karina, la única imagen que se me vino a la cabeza fue la de esa viuda demacrada y repleta de angustia. Para no sentirme tan mal intente convencerme que, quizá, era tiempo de agradecerle a la tía el esfuerzo que hizo por mi al cuidarme de chico y tratar de hacerle algo de compañía en su tristeza. Ese auto consuelo no sirvió de mucho; mi parte más egoísta me hacía sentir mucha bronca por tener que ir a pasar dos semanas a lo de la tía llorona.

Un par de horas después sonó mi celular avisándome que tenía un nuevo mensaje de mamá, lo abrí con la ilusión de que el resultado del hisopado fuese negativo pero la ilusión se desmoronó cuando abrí el mensaje: “los dos positivos, ya hablé con la tía, te espera”.

Mi condena ya era firme así que me dedique a armar mi valija para pasar lo que, hasta ese momento me parecían las dos semanas más horribles de mi vida. Unas cuantas mudas de ropa, mi notebook, mi Play Station, algunos apuntes de la facultad y una sensación horrible de impotencia eran todo mi equipaje. Siempre me caractericé por sacar algún aspecto positivo de las cosas y lo único que se me ocurrió en ese momento es que estaban anunciados días de intenso calor y la tía Karina tenía una enorme piscina en el patio de atrás. Por lo menos iba a poder nadar y broncearme todo lo que quisiera mientras la tía llorisqueaba por los rincones.

Salí de casa, me subí a un taxi y en poco más de media hora me encontraba parado en la puerta de la casa de mi tía. Desde el velorio del tío Rubén que no la veía; la última imagen que tenía de ella era de una mujer de 1,70 de altura, con el típico físico de una señora cincuentona; caderas anchas al igual que su cintura, considerables tetas siempre cubiertas por demás y afectadas un poco por la gravedad, y un rostro bastante maltratado por la tristeza en las que predominaban las marcas de expresión y algunas arrugas. Y para coronar la imagen de la desdicha de la tía, durante el velorio tenía su pelo repleto de canas y todo enmarañado ante un intento inútil de arreglar un mal corte.

Toqué el timbre de la hermosa y espaciosa casa que había heredado mi tía de su difunto esposo pero no salió nadie, toqué varias veces más sin obtener respuesta. Me quedé sentado en la entrada pensando en que iba a hacer si mi tía no volvía mientras veo que en la esquina doblar una mujer con una enorme bolsa de compras. Estaba seguro que no era mi tía pero la sorpresa me invadió cuando llegó a la puerta de la casa y me sonrió.

-Hola gonzi! Al fin venis a visitar a tu tía, solamente por obligación jaja – dijo la tía con tono irónico.

-Tía!! No te había reconocido – sin darme cuenta me quedé recorriendo a mi tía con la mirada de pies a cabeza sin poder creer lo que veía.

Aún conservaba sus anchas caderas pero esta vez muy bien lucidas bajo una calza verde oscuro que se le ajustaba muy bien al cuerpo. El tiempo dedicado al entrenamiento se veía reflejado en una cintura de avispa que hacía que su culo se vea más grande y formado. Sus tetas seguían igual de enormes, pero se notaba que la tía había modificado completamente su guardarropas, porque la mitad de su enormes ubres luchaban por escapar de una ajustada blusa negra con un amplio escote. Todo la transformación de la tía iba acompañada de un hermoso corte de pelo que le caía sobre los hombros con un negro azabache que reflejaba el sol de tanto que brillaba. Y para coronar semejante cambio, tenía los ojos hermosamente delineados, la cara perfectamente maquillada en la que ya no se notaban casi las marcas de la edad y un labial rojo suave adornando sus carnosos labios.

-Eh querido! Tan vieja estoy que ya no me reconoces?

-No tía, al contrario, sos otra mujer desde la vez que te vi en… bueno, ya sabes – antes de terminar la frase me di cuenta que había metido la pata.

-En el velorio del tío Rubén, no pasa nada mi vida! Me cuesta pero de a poquito voy saliendo del duelo – dijo la tía con una sonrisa pero con un atisbo de dolor en los ojos.

-Perdón tía! No te quería hacer acordar. Sabes que para meter la pata soy un especialista – dije, tratando de cambiar de tema.

-Olvidate Gonzi! Veni, pasa. Cuando tu mamá me dijo que venías a quedarte dos semanas salí corriendo al supermercado para atender a mi sobrino preferido.

Cuando entré a la casa de la tía me di cuenta que ella no era la única que había sufrido cambios; la casa también parecía otra. Había dejado de ser esa casa de gente vieja llena de antigüedades y fotos en blanco y negro para pasar a ser una casa completamente moderna, con muebles nuevos, una tele enorme, una decoración hermosa en tonos de negro y grises, y hasta una notebook nueva en un moderno escritorio. Lo que más me sorprendió de todo fue la incursión de la tecnología en la casa de la tía ya que ni ella ni mi difunto tío eran muy habilidosos en los avances del siglo XXI.

-Guau tía! Te quedo preciosa la casa – dije mientras giraba la cabeza hacia todos lados.

-Te gusta? Seguí el consejo de la psicóloga y cambié todo lo que me hacía acordar a tu tío. Y una empresa de decoración hizo todo esto. Todavía no me acostumbro a tanta modernidad pero para eso lo tengo a mi sobrinito ahora, jaja – bromeó ella mientras se agachaba a guardar algunas cosas en el bajo mesada y podía ver como una finísima tanga blanca se dejaba ver bajo la ajustada y translúcida calza verde.

“Deja de mirarle el culo a tu tía enfermo” me dije a mi mismo mientras dentro mío se libraba una batalla entre la libido y lo correcto. Seguí mirando los cambios de la casa pero de vez en cuando la vista se me iba casi por instinto hacia las anchas nalgas de la tía, que aún con sus imperfecciones me seguía pareciendo atractivo.

Me asomé al patio trasero y noté que la tía se había preocupado por mantener la piscina limpia y en condiciones. Sabía que ese hermoso espacio verde era el lugar donde iba a pasar gran parte de mis dos semanas en esa casa.

-Que linda que está la pile tía! La usas o la tenés de adorno nada más? – pregunté mientras en mi imaginación se formaba una imagen de la tía en malla. No podía creer que podía llegar al punto de sentir tanto morbo por la mujer que, prácticamente, me había criado.

-Obvio que la uso! Con los calores que está haciendo me paso la mayor parte del día en el patio.

-Espero que no te moleste la compañía de tu sobrino, jaja – dije, tanteando la situación para ver si las intenciones de la tía eran similares a las mías.

-Para nada Gonzi! Al contrario, ya me aburría de estar todo el día sola en esa pileta tan grande.

Una respuesta normal de cualquier tía que no mostraba ninguna señal de que ella tenga otras intenciones. Decidí calmarme y meterme la idea en la cabeza que era mi tía y que no podía dejar que mis hormonas me controlen.

El día transcurrió normal; la tía se dedicó a mimarme con su excelente habilidad culinaria y, tanto en el almuerzo como en la cena, me llené al punto de casi explotar. Pero mis pensamientos libidinosos no me abandonaron tan fácilmente; para cocinar, la tía Kari se había encajado un delantal de cocina negro uno o dos talles más chicos que hacía que la curvatura de sus pechos y el timbre de sus pezones se vean a la perfección. Intentaba desviar la mirada pero cada movimiento de la tía hacía que sus enormes ubres rebotaran haciéndome saltar la vista. No sé si la tía se habrá dado cuenta de mi lujuriosa vista clavada en sus pezones, pero por momentos no me importaba. La cena transcurrió con charlas típicas de una tía y un sobrino que hace mucho que no se ven.

-Tia, me voy a dormir que estoy muerto. – le dije mientras soltaba un amplio bostezo y me acariciaba la panza después del manjar que la tía había preparado.

-Bueno mi amor. Yo me quedo un ratito jugando con la compu y después me voy a la cama. Tu mamá me dijo que dormís hasta tarde. Yo mañana arranco tempranito porque tengo mi sesión de terapia con Fernanda por video llamada. Vos dormí tranquilo.

-Dale tía, gracias! Que descanses, hasta mañana.

Me fui a la habitación que la tía había preparado para mi y me acosté en la amplia y hermosa cama con sábanas limpias con aroma a lavanda mientras por la ventana entraba la tenue luz de los faroles del patio trasero. Pasé media hora dando vueltas en la cama sin poder sacar de mi cabeza las carnosas tetas de la tía. Iba a pasar 14 días en su casa y decidí que tenía que aprovechar los momentos de soledad para descargar el tanque. Agudicé el oído y después de asegurarme que la tía estaba entretenida con el Candy Crush comencé a masajear mi pene ya erecto para luego comenzar masturbarme fervorosamente bajo las suaves sábanas. Tuve un largo e intenso orgasmo que se manifestó en una gran cantidad de leche espesa y olorosa. La excitación me había hecho olvidar de todo, incluso de tener algo a mano para limpiar tanta producción. Decidí improvisar y usé mi ropa interior para absorber la mayor cantidad de semen derramado posible, pero sin darme cuenta que uno de los potentes chorros había ido a parar a las impecables sábanas. Me dormí sin darme cuenta.

La luz del sol que se colaba por la ventana me despertó, miré la hora y eran las 9 de la mañana; demasiado temprano, por lo que intenté en vano volver a dormirme. Me estiré luego de una reconfortante noche de sueño y decidí darle la sorpresa a la tía de desayunar con ella. Pero antes de girar el picaporte de la puerta recordé que la tía debía estar en su sesión de terapia online. No quería interrumpirla porque sabía que su terapia era lo que la había sacado de la depresión más profunda y era importante que tenga sus sesiones en paz. Intenté hacer tiempo hasta que las ganas de orinar me obligaron a salir de la habitación. Emprendí mi caminata por el pasillo hasta el baño sigiloso como un ninja, entré al baño mientras escuchaba la voz lejana de la tía en el living y la respuesta de su psicóloga a través de los parlantes de su computadora. Ya en el baño, oriné, lave mis manos y mi cara, y salí del baño con el mismo sigilo con el que había entrado. Antes de dar el segundo paso de vuelta a mi habitación mi nombre en la voz de mi tía me hizo detenerme de golpe. Tenía bien claro que las sesiones de terapia de cualquier persona son privadas y nadie debe invadirlas, pero por qué la tía hablaba de mi en su sesión? No debía hablar de su difunto esposo y como superar su pérdida? Esas preguntas hicieron que mi curiosidad le gane a mi moral y decidí acercarme silenciosamente por el pasillo hasta que ambas voces se hicieran perfectamente entendibles.

-Y cuando llegó tu sobrino a tu casa Kari? – preguntó la psicóloga con vos apacible.

-Ayer Fer. Cuando lo vi no podía creer que había crecido tanto. A ese nene prácticamente lo crié yo y para mi era mi sobrinito chiquito. Pero cuando lo vi en la puerta de casa me encontré con un hombre de 21 años.

-Y eso que te generó Kari?

-Al principio mucha tristeza y nostalgia por el paso del tiempo. Como que el nene que yo vi crecer hoy es un hombre y yo de a poco me voy convirtiendo en una vieja. Pero una vez que Gonza entró a mi casa esa sensación se convirtió en una especie de alegría; otra vez tenía la presencia de un hombre en casa, es mi sobrino, lo sé, y me da vergüenza decir esto, pero por momentos me sentí un poquito excitada. – confesó la tía con voz cada vez más tenue por si alguien más que su terapeuta escuchaba su polémico y depravado secreto.

Mientras tanto yo seguía parado en el pasillo escuchando descaradamente como mi tía hablaba de mi en su sesión. No me había dado cuenta pero al escuchar la palabra “excitada” en la voz de la tía, mi verga se había despertado de un momento a otro y había empezado a masajearlo por encima de mi bóxer limpio. Por un momento me invadió la culpa y me pregunté como podía ser tan cerdo de estar escuchando una charla privada mientras me tocaba la pija, pero ese pensamiento se esfumó cuando noté que la charla de la tía con su psicóloga seguía centrada en mi.

-Tranquila Kari! – dijo la psicóloga con su voz tranquilizadora – esto es perfectamente normal y no hay motivos para que pienses que sos una degenerada.

-Pero es mi sobrino Fer. Anoche lo veía acá sentado en la mesa conmigo y por momentos sentí que estaba cenando con Rubén durante nuestros primeros encuentros. Encima hasta tiene un parecido con Rubén, con la diferencia que Gonza se nota que se entrena duro y se le nota incluso por arriba de la ropa. Y por momentos hasta sentí que el no dejaba de mirarme las tetas. Ay! No ves que soy una enferma Fer? Empecé hablando de Rubén y ahora estoy hablando del cuerpo de mi sobrino – mientras hablaba, la tía agachaba y meneaba la cabeza de un lado a otro sin poder mirar a su psicóloga en la pantalla.

-Fernanda! Calmate… no sos ninguna enferma – prosiguió la pacífica voz que salía de la computadora – esto que te está pasando le pasa a muchas personas y no solo con sus sobrinos, sino con sos hijos.

-Y si te digo que anoche me masturbé pensando en Gonzalo también es normal? – contestó la tía mientras se tapaba la boca y sus ojos solo reflejaban culpa.

-También es perfectamente normal Karina. – Volvió a tranquilizar Fernanda. – en el plano de la fantasía vos te podés excitar con cualquier cosa, incluso con tu sobrino. Vos sabes que eso está mal si pasara al plano de lo real, pero mientras solo forme parte de tu fantasía no tenés que sentir ninguna culpa Kari.

-Ay! Gracias Fer. No te das una idea lo mal que me sentí anoche cuando… bueno, eso que te dije recién. – dijo la tía con la voz un poco más calmada como si se hubiese sacado una pesada mochila de encima.

-Te entiendo Kari. Estás en la etapa final de un duelo y hoy tenés un hombre en tu casa que no es tu marido y que te genera cosas lindas. Es normal sentir culpa en el proceso. Ya se nos acaba el tiempo, disfruta el tiempo con tu sobrino y el que tengas para vos sola, nos vemos la semana que viene.

-Dale Fer! Hasta la semana que viene, gracias. – se despidió la tía mientras cerraba su notebook y se levantaba de su escritorio.

Yo seguía parado en el pasillo, atónito después de escuchar la reveladora charla de mi tía Karina con su psicóloga. La culpa se había trasladado a mí por unos segundos, pero se fue cuando note que, mientras escuchaba la conversación, estaba masajeando muy lentamente mis 18 cm de carne que explotaban de dureza. Volví a mi habitación intentando repasar en mi cabeza todas las frases de mi interés que la tía había dicho; soy parecido a quien fue el amor de su vida, le gusta mi cuerpo, se masturbó pensando en mí y su terapeuta le dijo que, mientras sus fantasías no se hagan reales, era todo perfectamente normal. Era información muy valiosa que me había caído del cielo y estaba dispuesto a usarla para que la fantasía de mi tía Karina se haga realidad.

Me acosté en la cama con la absoluta seguridad de que mi tía ni siquiera sospechaba que había escuchado su charla. Mientras seguía con la mano en mi dura entrepierna, el ruido de la puerta corrediza del patio me hizo frenar de golpe y asomarme por la ventana. La tía había salido rumbo al patio luciendo un traje de baño enterizo color amarillo brillante, con un vaso de jugo de naranja en la mano y su celular en la otra. Esto se ponía cada vez mejor; iba a disfrutar el espectáculo de la tía metida en la pileta mientras ella pensaba que yo dormía. Dejó su vaso y su celular en una pequeña mesa de plástico junto al borde y se fue metiendo al agua poco a poco por los escalones. Nadó hasta una amplia colchoneta inflable y se subió para recibir el intenso sol de frente. Mientras iba subiendo el ritmo de mi auto masaje, disfrutaba de la hermosa vista que me brindaba la curvatura de mi tía en la piscina y mi cabeza comenzaba a idear planes para que, antes que terminen las dos semanas, sea la tía quien me acaricie la entrepierna.

Pero para mí sorpresa, yo no era el único en esa casa que disfrutaba de la excitación matutina. A los pocos minutos de haber subido a la colchoneta, la tía desató la tira superior de su sexy malla y dejo sus enormes tetas al aire. Pero iba a mejorar más cuando un ágil movimiento de sus dedos desabrocharon el botón de su entrepierna y comenzó a masturbarse. Sus dedos se movían frenéticamente por los anchos y oscuros labios de su vagina, y de vez en cuando se perdían dentro de esa húmeda y sensual cueva. La tía movía su pelvis y debajo de forma tan enérgica que la colchoneta generaba olas en la pileta. Si existía un escenario perfecto para mi paja matutina, era ese. Tuve un orgasmo más largo y más intenso que la noche anterior y dejé las sábanas mucho más sucias y olorosas. No me importaba, lo único que pasaba por mi cabeza en ese momento era que muy pronto iba a tentar a la tía Kari para agradecerle todo lo que había hecho por mí.

Tuvo varios orgasmos mudos, o al menos que no se escucharon desde la ventana. Pasaron algunos minutos, ella volvió a darse un chapuzón para refrescarse y volvió caminando a la casa por el caminito de cemento. Después de un rato, cerca de las 11 am, escuché como los pasos de la tía se acercaban por el pasillo, golpeó la puerta y entró sin esperar el permiso, típico de chusma, o de mirona. A pesar de que mis latidos iban muy rápido, me hice el dormido y la tía se acercó mientras susurraba mi nombre. Cuando abrí los ojos divisé su imperfecta pero sensual silueta, envuelta en una bata de toalla azul, sosteniendo un plato con tostadas y una taza de café. Me dio los buenos días y me dijo que en media hora llegaba su vecina Gladys para almorzar con nosotros porque hacía mucho tiempo que no me veía. Yo no me acordaba para nada de Gladys, pero iba a ser una interrupción para los planes que tenía con la tía. Asentí con la mejor sonrisa simulada y salí de la cama solo en ropa interior para ver la reacción de la tía; no pudo evitar mirar mi entrepierna por un segundo pero su mirada se desvío hacia el enorme manchón de mis jugos en las sábanas. Con tanta excitación me había olvidado de limpiar y ahora la tía sabía que no era la única aficionada a la paja bajo ese techo. Lo único que me salió en ese momento fue la estúpida excusa de los sueños húmedos y salir caminando nervioso hacia el baño.

Me di una ducha rápida, me puse un short de baño rojo y una musculosa negra bien apretada al cuerpo; el calor era mi excusa perfecta para lucir mis atributos delante de la tía. Luego de unos minutos en mi habitación, me di cuenta que la tía ya se había encargado de sacar las sabanas manchadas y poner unas limpias; esperaba que no las haya olido de muy cerca. Pero el tema de las sabanas no me preocupó demasiado; la tía también podía saber algunos secretitos míos. Sonó el timbre y me apresuré a perfumarme y peinarme un poco para completar mi outfit.

Al llegar al living, la tía Karina abrazaba fervorosamente a una mujer un poco más baja y rellenita que ella con su cabello castaño oscuro decorado por unos delicados reflejos rubios. Gladys era unos años mayor que la tía y se le notaba en algunos detalles, pero eso no la impedía vestirse de forma provocativa al igual que la tía; quizá haya sido ella su asesora de moda. Las calzas y la remera deportiva dejaban ver un cuerpo de una mujer cincuentona algo gordita pero con curvas bastantes pronunciadas; tetas un poco más chicas que la de la tía pero bien formadas y con hermosas pecas, su culo era mucho más pequeño pero con una forma divina.

-Ay! Pero como creciste Gonzalito, no puedo creerlo! La última vez que te vi todavía no habías terminado el primario – la típica frase de señora que no te ve después de mucho tiempo vino acompañada de un asfixiante abrazo. Al ser mucho más alto que Gladys, sentí como la dureza de unas tetas de quirófano se apoyaban en mi abdomen. Decidí jugar el papel de tímido.

-Hola Gladys! Cómo estás? Ya era hora de que venga a visitar a la tía Kari – dije mientras miré a la tía con una sonrisa entre inocente y picarona. Al mirarla noté que el acercamiento físico de Gladys no le había gustado mucho y estaba ahí parada con el ceño fruncido. Los celos de la tía con Gladys podían ser una herramienta perfecta para animar a la tía a hacer realidad sus fantasías, así que deje el papel de tímido y saqué algunos halagos de la galera.

-Ay! Qué bueno que andes por acá otra vez Gonzalito! Ya estás hecho todo un hombre. – dijo Gladys con vos dulce mientras pasaba su suave mano por mi cachete y terminaba en mi mentón. Gladys seguía buscando contacto físico y eso a la tía ya la incomodaba al punto de no poder disimularlo.

-Y ya tengo 21 Gladys. Pero vos seguís siempre igual desde la última vez que te vi, no pasan los años para las chicas del barrio, jaja – bromee intentando introducir a la tía en la charla para no ponerla demasiado nerviosa.

-Bueno, vamos a comer que se enfría la comida – interrumpió la tía con una sonrisa bastante mal actuada.

Durante el almuerzo, Gladys fue la protagonista de la charla bombardeándome a preguntas sobre los años que no me había visto. A pesar de que no tenía el mínimo interés en ese tema, le presté toda mi atención respondiendo cada una de sus preguntas mientras, de vez en cuando, ella hacía un rápido paneo de mi cuerpo con su mirada. Ella había apoyado sus codos en la mesa procurando apretar sus tetas con los brazos para que se notaran mejor, por lo que yo respondía con una leve miradita a su amplio escote.

La tía Kari había quedado casi al margen de la charla y, salvo algún que otro comentario aislado, no había podido ser partícipe del interrogatorio de su amiga. El enojo y los celos de la tía iban en aumento; al terminar de comer, juntó la mesa con un gesto casi de furia, por lo que decidí que el plan de los celos ya había sido suficiente.

-Tía, me encantaría quedarme a charlar un rato más, pero quedé de ir a correr con un amigo. Les molesta si me voy? – mentí para seguir con la siguiente fase de mi plan. Se notó un atisbo de alivio en la cara de la tía al saber que ya no iba a estar al acecho de Gladys.

-Pero si querido! Anda tranquilo y divertite con tu amigo. Yo me quedo charlando un ratito más con Gla y después ya me quedo toda la tarde en la pile. – contestó la tía un poco más relajada. Sentí que lo de la pile había sido una especie de invitación pero no me quise apresurar.

-Gracias tía! Te quiero! Dejo el celular cargando acá en la mesada tía – dije mientras enchufaba el aparato en la pared. Lo que la tía ni Gladys notaron fue que antes de dejar el celular, abrí la aplicación para grabar voces y apreté REC.

Si la charla con su psicóloga había sido valiosa para mi plan, una charla con su mejor amiga también iba a serlo. Me despedí de las dos amigas con un cariñoso beso y salí por la puerta principal para correr algunos minutos. Mi plan era correr al menos una hora, pero la ansiedad por escuchar la íntima charla entre la tía y Gladys me hizo volver diez minutos antes. Mientras corría, otra vez cruzó por mi cabeza que lo que estaba haciendo era incorrecto y por momentos me planteé cortar con semejante locura. Pero desistí de esa idea en el momento después de cruzar las puertas de la casa de la tía.

Entré y al asomarme al patio vi a la tía tomando sol en una amplia reposera mientras jugaba con su celular. Abrí la puerta corrediza del patio procurando que la tía escuche, le avisé que ya había vuelto y que iba a entrar a la ducha. Ella me saludo con un amplio gesto de la mano y siguió con la mirada en su teléfono. Me acerqué a la mesada y tomé mi celular que aún seguía grabando, me metí en el baño, deje correr el agua para evitar sospechas y puse “play” a la grabación de cincuenta minutos. Apenas se escuchó la puerta al cerrarse cuando yo salí, la voz de la tía saltó furiosa.

-¬Sos una desubicada total Gladys!

-Ay! Por qué Karina?

-Casi te le tiras encima a Gonzalo. No paraste de mirarlo desde que llegó.

-Ay perdóname! Pero yo que culpa tengo que tu sobrino esté tan fuerte?

-Ah, listo. Te terminaste de desubicar. Ahora te querés coger a Gonzalito?

-Gonzalito! Jaja, me haces reír. Gonzalito ya tiene 21 años y está que se parte solo Karina.

-Pero es mi sobrino Gladys. Como le vas a mostrar las tetas así a mi sobrino delante de mí.

-Si el problema es que lo haga delante tuyo, mándalo a casa, jaja.

Gladys siguió tomándole el pelo a la tía y eso jugaba a mi favor. Lo que menos me importaba mientras escuchaba la grabación era la calentura de Gladys conmigo, sino la reacción de la tía ante la amenaza de que su amiga tuviera a su sobrino antes que ella.

-Basta Gladys! No hablemos más del tema porque me sigo enojando.

-Ay Karina! No te hagas! Si vos también sabes muy bien que tu sobrino es un potro. – la voz de Gladys se interrumpió en seco y luego se escuchó un pequeño grito de sorpresa – Ay Karina! No será que Gonzalito te quiere dar alguna alegría?

-Pe-pero cállate! Desubicada! – Tartamudeó la tía nerviosa. – Pensás que todo el mundo son unos degenerados como vos?

-Ay Kari! Estas tartamudeando y te pusiste muy nerviosa. Te conozco hace muchos años para que me andes ocultando secretos. Vos tampoco paraste de mirarlo desde que llegó, no? – interrogó Gladys con vos de policía. Por unos segundos se hizo un silencio incómodo y volví a escuchar la voz acongojada de la tía.

-Por favor Gladys! Cortala con el tema de Gonzalo que me estoy poniendo nerviosa! Es mi sobrino y no tengo ningún pensamiento retorcido más que el amor de una tía.

-Está bien Kari! Si me lo decís así, te creo. Pero que vos no lo mires con deseo no significa que yo no lo pueda hacer. El tampoco dejó de mirarme las tetas y el culo desde que llegué. Y si no me mentís, no tendría porque molestarte que pase a visitarme uno de estos días.

-Pero vos estás loca Gladys! Si se llegan a enterar los padres, como les explico que el nene se encamó con una vecina mientras yo sabía todo?

-Son secretos Karina! Como los tiene todo el mundo. Y yo creo que Gonzalito sabe guardar uno. Además, vos pensás que un pibe de 21 años le va a contar a los padres sus proezas sexuales?

-Si, que se yo, por ahí soy demasiado estructurada y me tengo que relajar un poco más. Al menos eso me hizo entender mi psicóloga.

-Hablaste con tu psicóloga por la visita de Gonzalo? Bueno, que el tema principal no haya sido Rubén ya es un avance, no?

-Sí, creo que tenés razón. La psicóloga me dijo que mientras todo pase en el plano de la fantasía, no era nada malo.

-Ajaa! Entonces te lo querés coger a Gonzalito! Viste que te conozco! Pero no te sientas mal amiga. Vos viste el bulto apretado debajo de ese short? Yo casi que me babeaba sola, jaja.

-Cállate estúpida! Que si vuelve y te escucha me muero de la vergüenza.

-Pero tiene 21 años Karina de mi corazón! Si no están haciendo deporte, están cogiendo o se están haciendo la paja; son sus principales aficiones a esa edad. Y no te olvides del detalle que es el sobrino de tu marido, con vos no comparten sangre. No sé si sería tan terrible. Ese detalle lo sabe la psicóloga?

-No, no me acuerdo habérselo contado.

-Ay Karina! Te cayó un regalo del cielo, aprovéchalo mi amor. Aunque sea pueden ser unos días en los que te olvides un poco de tu dolor. Y volviendo al tema de Gonzalo, sabes que se va a matar a pajas si está catorce días sin coger, no?

-Creo que ya lo hizo Gla! Hoy a la mañana cuando le llevé el desayuno a la cama había varios manchones en las sábanas limpias y un olor agrío bastante fuerte.

-No ves que tengo razón Kari! Te lo digo como tu mejor amiga; si no vas a aprovechar vos a ese bombón, llámame a mí que me lo como en dos pancitos, jaja.

Ambas rieron y después de algunos saludos cordiales, Gladys se fue a su casa. La poca discreción de la atrevida amiga de la tía me había dado una mano enorme. El detalle de recordar que somos tía y sobrina sin compartir lazos sanguíneos fue excepcional. Todo se estaba dando perfectamente para que esos catorce días se conviertan en casi los mejores de mi vida. La tía le haría caso a su amiga o a su psicóloga? Solo era cuestión de averiguarlo, pero algunas sorpresas más me iba a encontrar a lo largo del día. La tía ya sabía que mi leche era la culpable de sus sábanas manchadas y no me avergonzaba para nada; todo lo contrario, el morbo me recorría todo el cuerpo y cada vez me calentaba más el hecho de poder seducir a la tía Kari.

Cerré la ducha y salí con el pelo empapado a ponerme ropa interior limpia. Elegí el bóxer más ajustado que tenía junto con un short de baño corto. El calor ya era considerable así que decidí ponerme en escena con el torso desnudo para lucir mis trabajados abdominales. Volví a abrir la puerta del patio con la intención de acompañar a la tía en su tarde de pileta, pero antes de llegar a su lado, la tía me interrumpió.

-Gon! Perdóname que te moleste, pero cuando puedas no podes ver mi compu? Anda muy lenta y viste que yo no entiendo nada. Y la necesito para trabajar a la noche.

-Ss-si, obvio tía – contesté algo decepcionado. Pensé que los celos y las palabras de Gladys habían animado a la tía pero su pedido me desconcertó.

-Gracias mi vida! – agradeció la tía mientras seguía concentrada en su celular.

Regresé al interior de la casa y me senté en el escritorio de la tía mientras la miraba por el amplio ventanal del patio. Mientras hacía un escaneo rápido de su computadora en busca de virus, mi cabeza se hacía una sola pregunta: ¿Habrá decidido hacerle caso a su psicóloga y dejar todo en el plano de la fantasía? Si la tía decidía mantenerme alejado mucho tiempo más la respuesta se respondería sola. El escáner de virus terminó y comprobé que la computadora funcionara normal, pero antes de levantarme se me ocurrió una idea; abrí el historial de navegación de su navegador y las sospechas que tenía se hicieron ciertas. Una larga lista de links de videos porno se mostró en la pantalla dejando a mi merced las fantasías de la tía. El último link había sido abierto quince minutos antes de mi regreso tras el ejercicio y era un video de una señora madura teniendo sexo fuerte con un joven en una piscina. La lujuria otra vez me invadía y se hacía, literalmente, carne bajo mi short short de baño. Decidí que era el momento de actuar y comprobar si nos podíamos divertir de verdad con mi tía Karina.

-Ya está tía! Ahora anda re bien la compu, tenía un par de virus nada más. – grité desde adentro

-Ay gracias mi vida! Sos un genio.

-De nada tía! Llevo dos cervezas y charlamos un rato?-pregunté intentando el primer acercamiento. Se hicieron unos segundos de silencio y la tía respondió algo nerviosa.

-Da, dale! Me encantó el plan.

Titubeó pero aceptó, ya no había marcha atrás. Rápidamente agarré dos botellas de cerveza de la heladera y me acerqué a la pileta. Le di un beso largo y húmedo en su mejilla y me senté en la reposera de al lado y le di unas de las cervezas. No demostraba nervios pero evitaba el contacto visual.

-¬Que hermoso día Gonzi! – comentó la tía intentando recurrir al típico tema ante una situación incómoda.

-Si tía, especial para estar en la pile. Gladys no se quiso quedar un rato más? Me cayó re bien. – los nervios de la tía fueron en aumento con mi pregunta.

-No mi vida! Tenía cosas que hacer. A ella no le gusta mucho el sol, es más de salir de noche, como los vampiros, jaja – bromeó la tía.

-Jaja, y por momentos se le saltaban los dientes con ganas de morder me parece, no? –

-Me imaginé que te habías dado cuenta. Te quería comer entre dos pancitos, jaja. Igual ella no era la única mirona de la mesa. A vos también te vi con la mirada un poco más abajo, jaja – los celos de la tía se habían hecho presentes y me calentaba muchísimo, tanto que tuve que subir una pierna en la reposera para que no se note la erección que comenzaba a crecer.

-Y un poquito si tía, no te puedo mentir a vos! Pero ese cirujano hizo un excelente trabajo, jaja – dije con tono gracioso mientras notaba en el lenguaje corporal de la tía como se empezaba a romper el hielo.

-Ay, le miraste las tetas a mi amiga, desubicado! Vas a ver cuándo se enteren tus viejos, jajaja – amenazó con tono gracioso.

-Y bueno tía, viste que por momentos a los jóvenes nos manejan las hormonas.

-Me estás diciendo vieja pendejo mira viejas? Jaja

Las bromas fueron y vinieron por algunos minutos. La confianza entre ambos iba en aumento y yo ya estaba preparando mi siguiente jugada. Terminamos de conversar por un rato, tome un trago largo de mi cerveza y sin previo aviso me tiré de cabeza al agua. Nadé algunos largos y me subí a la colchoneta inflable en la que la tía había hecho sus chanchadas matutinas; casi que todavía podía sentir el olor de su flujo impregnado en el cuero de la colchoneta. Una vez que estuve cómodamente acostado boca arriba en la colchoneta, estire mis piernas y dejé que el apretado bulto de mi short quedé a plena vista. Decidí no mirar a la tía para que no se inhiba y pueda tentarse sin avergonzarse. Con la cabeza fija en el cielo, decidí seguir dando pasos de seducción

-Hoy a la mañana escuché un chapuzón en la pile y cuando me asomé eras vos tía. Te gusta disfrutar la pile desde temprano – comenté mientras imaginaba la cara de la tía al darse cuenta que, muy probablemente, la había visto mientras se masturbaba en la misma colchoneta que yo estaba tomando sol.

-Eh, si! – contestó titubeante -Me gusta tomar sol a la mañana apenas me levanto. Se ve la pile desde la ventana de tu habitación? – preguntó ella para confirmar si había sido testigo de su paja de la mañana.

-Si, se ve todo tía! Igual estaba entre dormido, me desperté un segundo, miré por la ventana y seguí durmiendo – dije para no incomodarla más con la invasión a su privacidad.

-Seguiste en esos sueños húmedos donde me manchaste todas las sábanas, jaja – bromeó la tía con voz picarona y, acto seguido, se tiró al agua de cabeza.

La tía ya estaba dentro de la piscina conmigo y eso era una señal de que la proximidad física ya no la incomodaba. Luego del zambullido, ella nadó por debajo del agua y cuando estaba bajo la colchoneta se impulsó para derribarme y hacerme caer al agua. La tía se había despabilado y tenía ganas de jugar.

-Vas a seguir ahí como un viejo tomando sol o vamos a jugar en la pileta como cuando eras chiquito?-preguntó desafiante mientras me salpicaba agua en la cara con sus manos y sus enormes tetas chapoteaban en la superficie del agua.

-Jaja, ya no soy chiquito tía! – contesté mientras le devolvía la salpicadura de agua.

-Ay! “Ya no soy chiquito tía”-contestó ella haciéndome burla – dale, juguemos así se pasa el rato! Jugamos a Marco Polo? E igual que cuando eras chico, el que agarra al otro le tiene que hacer cosquillas.

-Bueno, dale! Para recordar viejos tiempos – contesté. La verdad que una de mis últimas ideas era jugar al “Marco Polo” con la tía, pero la posibilidad de estar con los ojos cerrados y poder tocar con mis manos alguna parte pulposa de la tía me convencieron. Creo que a ella se le vino la misma idea. – empiezo yo! MARCO!

-Polo – contestó la tía mientras escapaba de mí corriendo en el agua.

Por algunos segundos seguí gritando “Marco” con los ojos cerrados y caminando con mis manos al frente buscando la cara o, mejor aún, las ubres de la tía. Cada vez sentía más cerca las respuestas de ella y el chapoteo del agua, por lo que me di cuenta que estaba buscando que la atrape. Parado en el centro de la pileta, volví a gritar “Marco” y escuché la voz de la tía a un metro de distancia frente a mí. Me abalancé lo más rápido que pude con mis manos como garras y agarré sus hombros. Ella no ofreció mucha resistencia y, como decían las reglas del juego, comencé a hacerle cosquillas en la panza. Aprovechaba cada oportunidad que tenía para rozar sus enormes tetas con mis manos de forma casi imperceptible. Mientras tanto, la tía se retorcía entre carcajadas. En un movimiento brusco e involuntario, enganché la tira de la parte superior de su malla y sentí como se cortaba en seco. Sus enormes pechos habían quedado flotando en el agua sin nada que las cubriera y, después de un segundo de deslumbrarme con el espectáculo, ella atinó a subir la malla y cubrirse otra vez. Esos pocos segundos pude deleitarme con dos hermosos pezones oscuros y anchos como una dona, que llamaban a darle una mamada.

-Pe, perdón tía! Fue sin querer, a veces soy re bruto jugando – dije con tono de arrepentimiento en una actuación digna de un Oscar.

-Despreocúpate Gon! – dijo la tía mientras trataba de encerrar sus enormes tetas en su traje de baño con un nudo improvisado – Ya estaba viejita esta malla, sigamos jugando. Ahora me toca a mi

Me di cuenta que no le dio ninguna importancia al hecho de que había visto sus tetas completamente desnudas; lo tome como otra señal de que la tía estaba más convencida por el consejo de su amiga que por el de su psicóloga. Así que decidí poner todas las fichas en la mesa y comprobar de una vez por todas si la tía iba a darle rienda suelta a sus fantasías.

Ella cerró los ojos, puso las manos al frente y gritó – Marco.

-Polo-susurre mientras me dirigía hacia la colchoneta inflable. La tía seguía caminando ciega y sin rumbo por la pileta. En una maniobra rápida y silenciosa, me quité el short y la ropa interior y la dejé a un costado de la pileta; ahora sí que no había vuelta atrás. Me subí a la colchoneta completamente desnudo y me senté a esperar a la tía para que recibiera su sorpresa.

¬-Marco! – grito ella algo impaciente

-Polo – contesté fuerte mientras la colchoneta comenzaba a flotar cerca de la tía.

Ella imitó mi movimiento y se abalanzó sobre la colchoneta. En el intento rozó mi pierna derecha mientras seguía con los ojos cerrados e ignorando mi desnudez.

-Sos un tramposo! No vale esconderse arriba de la colchoneta – reprochó y tiró un segundo manotazo que fue a parar a mis 18 cm de carne erecta. El contacto la dejo perpleja y quitó su mano de mi verga apresuradamente, abrió los ojos de golpe. -Ay Gonzalo! En qué momento te desnudaste?

-En el momento que te vi las tetas y se me paró la pija tía. Perdón, pero ya me apretaba muchísimo.

-Ay Gonzalo! Como decís esas cosas? – dijo la tía colorada de la vergüenza con su mirada yendo de mis ojos a mi verga y viceversa.

-Vos no estabas igual hoy a la mañana cuando te metiste a la pile? – pregunté casi a modo de acusación.

-Me estuviste espiando Gonzalo? – Preguntó ella con tono indignado pero curioso.

-Imposible no verte tía, te estabas masturbando en el medio del patio.

-Ay querido! Tenés razón! Soy una degenerada. Que van a pensar tus papás de mí?

-Si no le contás nada no tienen por qué enterarse tía – contesté tratando de aliviar tensiones y decidí hacer mi intento final. Agarré mi falo con la mano derecha y comencé a masturbarme mientras lo acercaba a su boca.

Después de unos segundos de duda y de mirarme con cierta desconfianza, la tía abrió su carnosa boca y sus ojos empezaron a trasmitir lujuria. Empezó a mamarme la verga mientras llevaba su mano a la espalda para desatar el improvisado nudo de su malla y dejar que sus tetas caigan sobre el agua. Mientras ella hacía llegar mi glande hasta su garganta, yo amasaba con mucho vigor sus carnosos pechos. Ella gemía con cada apretón mientras con su mano derecha se comenzaba a masturbar bajo el agua.

Después de varios minutos de potente succión y garganta profunda, baje de la colchoneta y le hice señas para que se acueste en los escalones que iban bajando poco a poco a la piscina. Ella se acostó y apenas se puso cómoda, desgarré de un tirón todo su traje de baño para quedar en las mismas condiciones de desnudez. Chupé cada centímetro de sus tetas y baje poco a poco para poner su vagina frente a mi cara. Tenía unos labios vaginales extremadamente anchos y bien depilados. Enterré mi lengua en toda su entrepierna mientras ella comenzaba a empaparse de fluidos. Uno, dos, tres orgasmos bien húmedos disfrutó la tía mientras yo recorría toda su parte íntima con mi boca. A esa altura ya iba a por todo, así que decidí bajar la boca un poco más e intentar meter mi lengua en su culo; no hubo resistencia. La tía también iba a por todo y mientras más enterraba mi lengua en sus entrañas, más fuertes eran sus gemidos.

Luego de saborear toda su vagina y su ano, me incorporé con el agua por las rodillas y, sin decirle nada, la di vuelta de forma algo brusca. Ella me siguió el juego y se acostó con su hermoso y redondo culo hacía arriba. Apoyé mi verga en sus labios y comencé a penetrarla muy despacio mientras su humedad y sus gemidos iban en aumento. En menos de un minuto ya estaba bombeando con todas mis fuerzas al ritmo de los orgasmos de la tía Karina. Perdí la cuenta de las veces que acabó, y después de algunos minutos ella siguió dejando volar sus fantasías.

-Haceme el culo Gonzi! – susurró ella entre gemidos mientras chupaba sus dedos índice y mayor para luego pasarlos por su ano a modo de lubricación.

Repetí su técnica y escupí mi mano para humedecer mi barra de carne y lubricar la entrada al culo de la tía. Apoyé el glande y fui empujando de a poco para no lastimarla. Ella no se preocupó por eso y empujaba fuertemente hacia atrás con sus nalgas atrapando toda mi pija en lo estrecho de su culo. Gimió y hasta soltó algún grito de dolor pero nada la detuvo. Gozaba cada segundo que mi verga estaba enterrada en su ano. Acabó algunas veces más y se corrió hacia delante para sacar la carne de su culo y arrodillarse delante de mí.

-¬Ahora te toca darle la lechita a la tía – susurró mientras me miraba con ojos de puta y metía toda mi verga en su garganta hasta hacer arcadas.

Con cada subida y bajada de sus labios succionaba muy fuerte, por lo que la leche no se hizo esperar. Inunde de semen su boca con varios chorros potentes de espesa y agria leche. Ella lo juntó todo en su boca y lo tragó mientras saboreaba cada gota de mis jugos. Limpió cada centímetro de mi verga con su hábil lengua y me miró con ojos pícaros.

-Espero que los juegos con la tía te sigan pareciendo divertidos – dijo ella con vos provocativa mientras saboreaba las ultimas gotas de leche en la comisura de sus labios.

-Me encanta jugar con la tía y creo que me puedo acostumbrar a esto – contesté para luego tirarme en el agua cristalina y sentir la hermosa sensación del agua tibia en mi cuerpo desnudo. La tía me siguió al centro de la piscina y me abrazó con todo su cuerpo mientras apoyaba sus enormes tetas en mi pecho.

-Sabes que si tus papás se enteran de esto me matan, no?

-No tienen porque enterarse, principalmente porque quiero seguir viniendo a jugar con mi tía favorita.

Ella me sonrió y pude ver en sus ojos la tranquilidad de un secreto bien guardado y la felicidad de haber tenido muy buen sexo después de mucho tiempo. Pasamos el resto de la tarde jugando desnudos en la pileta, pasando de ser un sobrino y una tía jugando inocentemente a ser los dos amantes más lujuriosos. Durante los días restantes del aislamiento seguimos con la misma rutina; nos divertimos de todas las formas posibles inventando juegos sexuales de todo tipo. Tuve éxito en mi plan de agradecerle a mi tía todo lo que había hecho por mi brindándole la compañía de un sobrino amoroso y de un amante para hacer realidad todas sus fantasías.

*****************

Espero que mi relato les haya gustado. Todos los personajes que aparecen en ella son producto de mi imaginación y totalmente ficticios. La idea para mi próximo relato es contar la misma historia, pero desde el personaje de la tía Karina. Pero siempre estoy abierto a nuevas propuestas, así que si alguien de los que leyó mi relato tiene una idea que considera digna de escribir, no dude en dejarlo en los comentarios.

Saludos a todos los que leyeron mi relato, pronto estaré escribiendo más.

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