Soy una hermosa mujer de treinta y cinco años. Tetas firmes y muslos gruesos; buenas nalgas. Soy la asistente del presidente de un bufete de abogados. Camino por la oficina contoneando mi cuerpo. Blusa blanca, falda azul marino, tacones altos; no uso medias. Sé que todos me miran. La ajustada falda y los tacones resaltan mis piernas, mis nalgas. Las mujeres me envidian, los hombres me desean; todos me respetan, todos, excepto ese admirador secreto.
Me siento frente a mi computadora y encuentro otro correo de mi admirador. Hace tiempo que terminaron los elogios a mi persona y a mi belleza, ahora me escribe obscenidades. "Voy a abrirte las patas y voy a meterte la verga por el culo, perrita". Mis rodillas se debilitan por un instante. Archivo el correo en la carpeta secreta que contiene el resto de sus mensajes. Tengo decenas de correos en los que describe todas las obscenidades que piensa hacerle a mi cuerpo. Abro mi bolso y tomo el pequeño mando a distancia, presiono el botón y el dispositivo comienza a vibrar entre mis piernas. El rubor invade mi rostro.
Abro la carpeta secreta otra vez, selecciono uno de sus mensajes. "Voy a llenar de semen tu vagina". Observo a mi alrededor, no hay nadie cerca. ¿Quién eres?, me pregunto. Meses atrás debí haber hecho la denuncia, justo cuando el admirador se convirtió en acosador y comenzó a hacer descripciones de mi cuerpo. "Apuesto a que tienes el culo muy apretado, se nota que el inútil de tu esposo no te culea como te mereces". Ahora no puedo hacer nada. Reportar ahora los mensajes significaría dar a conocer esos textos tan vergonzosos dirigidos a mi persona y, peor aún, haría que la gente supiera que he disfrutado leyendo las cosas que el acosador ha estado diciéndome. Aumento la intensidad de la vibración y abro otro mensaje. "Cuando tus hijos te preguntan en que trabajas, ¿les dices que eres una prostituta? jajaja", "¿Cuánto cobras putita? Te pago lo que pidas". Subo al máximo la potencia de la vibración. "Frotaré mi pene entre tus tetas y eyacularé en tu cara, puta". Acaricio mis pechos sobre mi blusa. "¡Eres una puta, eres una puta, ERES UNA PUTA!". Al final abro el mensaje que semanas atrás marqué con una estrella. "Cuando estés dispuesta a aceptar lo que eres, respóndeme". Después, comienzo a redactar mi respuesta.
Desearía que mi esposo me hablara como tú lo haces. Quiero que desnudes mi pecho y acaricies mis tetas. Quiero que subas mi falda y me despojes de mi tanga. Quiero que metas tu verga por todos mis hoyos, por mi boca, en mi vagina y en mi culo asqueroso, tienes razón, mi esposo nunca me culea. Quiero ser el depósito de tu semen. ¡Soy una puta, y vas a pagarme dos mil!
Después, envío el mensaje. Un súbito miedo me invade, ¡he cometido un grave error!
Se abre la puerta de la oficina de mi jefe.
– Alejandra… – me dice y me extiende la mano. No puedo creerlo.
En la habitación del hotel, bailo frente a mi jefe, frente a mi "empleador". Solo uso un diminuto vestido plateado que apenas logra cubrir mi sexo y unos vulgares zapatos de plataforma. No uso ropa interior. Me abro de piernas, acaricio mi vagina y separo los labios. Chupo mis tetas y acaricio mis muslos. Después me inclino frente a él y abro mis nalgas para ofrecerle mi culo. Su verga comienza a entrar por mis hoyos, primero por mi boca, luego por mi vagina; al final por mi ano. Grito de placer mientras mi jefe me usa como un objeto. Empalada en su verga, obedezco a sus órdenes y admito que soy una prostituta.
Mis hijos están felices de verme. Les he comprado los videojuegos mas recientes y ahora soy su mamá favorita. Mi esposo me saluda, pero no me mira, ni siquiera ha descubierto que llegué a casa sin usar ropa interior. Mi hija, sin embargo, sí descubre algo.
– Hueles raro, mami.
"Es el semen de mi cliente, cariño", quiero decirle, pero solo le digo que he tenido un día pesado. En mi habitación, salgo de la ducha y envuelvo mi cuerpo en una toalla. Aun siento un delicioso dolor en mi recto. Sirvo una copa de vino y reviso mi teléfono. Mi jefe me ha escrito: "Mañana atenderás a dos nuevos clientes". Perfecto, mis hijos necesitarán muchas cosas más aparte de esos videojuegos.