Nuevamente la clase pasó lento. Llegaste y te hiciste lejos, ya había visto tus tetas y tu culo, blanco, rico, me enviaste esa foto y se me hizo largo el tiempo para volverte a ver. Cuando se acabó la clase esta vez fui yo el que se acercó a ti. Te alcancé y te dije al oído que me siguieras. Lo hiciste. Volví a llevarte al mismo salón, entraste y no pude pensarlo dos veces. Cerré la puerta y tomé tu cabello, no gritaste, no te quejaste, tu respiración se aceleró montones. Eras mía. Eras mía Lina y lo iba a aprovechar por partes, disfruté de mover tu cabeza de lado a lado, una y otra vez, tus pies se movían buscando el equilibrio, tus piernas iban de lado a lado. Te detuve.
-Manos a tu espalda. -Te dije.
Las llevaste, no dudaste. Desabroché mi pantalón, te quedaste quieta. Totalmente quieta, busque tu mano, tu pequeña mano, la puse en mi pene que ya estaba durísimo, no la moviste. Me lancé a besarte, me recibiste con ansias, tus labios eran una delicia, tu mano se empezó a mover con rapidez, mi pene cada vez estaba más duro, puse mi mano en tu cuello y te presione contra la pared, tu cola recibió el impacto y tu respiración iba en aumento, tu mano era pequeña y no podías cubrir toda mi verga pero cada vez lo intentabas con más ganas. Una y dos bofetadas te hicieron moverte. Mis manos las puse en tus senos. Tu blusa era gris, sin escote, las toque, las presione, empezaste a gemir, tuve que poner una mano en tu boca y al oído te ordené.
-Date la vuelta.
Lo hiciste sin soltar mi pene, tenías un Jean ajustado que marcaba tu culo.
-Ayer me puso la verga dura este culo.
Te dije mientras te acariciaba, te solté dos azotes, pero entre el ruido que hice yo y el gemido que tú soltaste decidí frenar con susto de que alguien abriera las puertas del salón. Aceleraste tu mano. Por poco me corro, pero quería jugar un poco más.
-Ve al baño y tráeme tu ropa interior -te dije mientras te cogía del pelo y te empujaba hacia la puerta.
Quedaste quieta, me miraste mientras guardaba mi pene, tu mirada bajo y abriste la puerta. Pensé que me había excedido, pensé que no ibas a volver nunca pero a los 5 minutos abriste la puerta, tenías tu chaqueta con la cremallera totalmente arriba y traías entre tus manos tu brazier y tanga negro. Me las diste y te deje quieta fui a uno de los puestos y extendí ambas prendas, primero el sostén y luego la tanga que brillaba.
-Así de mojada estás?
Bajaste la cabeza y te pusiste roja, aún más, fui a donde estabas y bajé la cremallera de tu chaqueta, te bese, te bese mucho y vi como debajo de tu blusa tus pezones te seguían delatando, coger tus tetas era delicioso para los dos, tan pronto sentiste mis manos encogiste un poco tus piernas, no resistía mucho más y si seguía con los juegos iba a acabar sin disfrutarlo. Te tome de tus pezones y te lleve hasta el puesto, cogí la tanga y te la puse en tu rostro.
-Así de perra estás -te dije.
Te volví a tomar de tus pezones y te llevé abajo, hice una bola con tu tanga y la llevé a tu boca. Abriste. Me baje el pantalón y mi verga salió en resorte hacia tu cara, la moví por todo tu rostro y sin esperar mucho más te lo metí empujando la tanga hasta tu garganta. Tomé tu cabeza y llevé el ritmo. Fueron pocos minutos, pero muy intensos, entre mi verga y tener tu tanga en tu boca tu blusa empezó a llenarse de saliva haciendo que se transparentara. No aguante más, me corrí en tu cara, mi semen te lleno el rostro. Me guarde mi verga y saque un esfero, levante tu blusa y empecé a escribir en tu seno. Tu respiración estaba al límite.
-En tu teta está la dirección y hora de la próxima vez. No llegues ni un minuto tarde. Y no te corras hasta entonces.
Me llevé tu brasier. Quedaste ahí. Limpiando el semen con tu tanga. Guardándola en tu maleta. Subiendo tu cremallera hasta el cuello, roja y despeinada. Ibas al baño a transcribir la cita. No soportarías que se borrara.