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Economista y prosti: Comunicando buena nueva a papá y más
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Tiempo de lectura: 7 minutos

¡Hola!

Lo prometido, como comuniqué a papá las buenas noticias, y su reacción.

Recuerdan que les conté como investigué las posibles consecuencias de un embarazo con mi padre (si lo incluyéramos como donante cuando decidamos con Tommy ampliar la familia, probablemente a fines de este 2025).

Está muy claro que si se dan ciertas condiciones genéticas, pueden registrarse serias anomalías, pero existen análisis que permiten confirmar o descartar eso.

Y así fue que con el visto bueno de Tommy, papá y yo fuimos a un genetista y posteriormente entregamos sangre y saliva para análisis en un laboratorio especializado.

Estando en Punta del Este, me llamaron del laboratorio para comunicarme al detalle que estaba todo bien, cosa que en otra llamada, confirmé con el médico genetista.

Solamente quedaba comunicárselo a papá. En principio pensamos hacerlo al volver a Montevideo, pero luego decidimos que sería mejor invitarlo toda una noche al campo. Sería la noche de viernes a sábado, pues sábado y domingo, con la inminencia de Navidad y fin de año, ya tenía reservas de clientes que irían al campo.

Como ustedes saben, no existe ni la más mínima posibilidad de que mamá se sumara, pues odia el campo, al igual que mi suegra.

Jueves y viernes, al regreso de Punta del Este (aunque me quedan cosas de allí por contarles), los dediqué al señor que es cliente mío en la Asesoría, a quien vimos junto a su esposa en el Casino. Y el viernes al salir de nuestros trabajos, nos fuimos directamente al campo, pues ya habíamos quedado en que papi iría en su propio coche, para volverse cuando quisiera.

A eso de las 19 ya estábamos todos en la casa de campo, y le avisamos a don Roque, el casero que nos quedaríamos el fin de semana y que habría visitas (para que no se hiciera ilusiones, recordemos lo relatado en “Economista y prosti: Cogiendo con don Roque”).

Por supuesto papá ya sabe que don Roque estuvo conmigo.

Llegamos, cada uno por separado, nos saludamos, y tranquilamente nos tiramos los tres en las tumbonas, al aire libre, cerca de la barbacoa de la casa, a tomar refrescos.

-Papá, ¿se acuerda que fuimos al genetista y al laboratorio?

-Claro que lo recuerdo hija, un gesto muy lindo de parte de ustedes dos.

-Tenemos que comunicarle las novedades que nos han llegado.

-¿Buenas noticias? Díganme, por favor, ¡necesito saber!

Me paré, me acerqué y me arrodillé en el césped al lado de su tumbona para comenzar a besarlo mientras él estaba acostado. Como impulsado por un resorte, se puso de pie y nos seguimos besando. Todo estaba muy claro y entendido. Yo estaba descalza, con un vestido solero, muy liviano, todo abotonado al frente.

Me abrazó, me llevó contra la pared de la casa y siguió besándome casi con desesperación.

Finalmente dijo: -¿Es lo que pienso? ¿Me lo confirman? ¿Podemos?

-Claro que sí suegro, dijo Tommy, nos han dicho que no habría problemas. ¡Aunque el médico dijo a Sofi que tuviéramos cuidado con posibles problemas emocionales! Como si no fuera deseado y aceptado.

Me pusieron entre ellos y se me refregaban continuamente, a veces uno por delante, a veces el otro. Mi vestido hacía que los sintiera, a ellos que estaban apenas de short, casi como si estuviéramos desnudos. Duros, erectos, desesperados besándome.

En cierto momento Tommy se fue hacia la casa. Papi comenzó a levantarme el vestido, me acariciaba el trasero y seguíamos besándonos. Luego me desprendió el vestido, yo no tenía ropa interior alguna, y se sacó su short y salió y comenzó a restregarme la pija por fuera de la concha. Le encanta restregarla en mi landing strip, ya crecida nuevamente luego de una breve etapa de depilación total.

Ni que decir, me manoseaba las tetas a veces suavemente como caricias, a veces fuertemente, estrujándolas.

Tommy reapareció, había sacado el colchón de una de las camas de huéspedes y lo trajo a la galería posterior de la casa. Ideal para coger al aire libre en esa noche de fin de primavera.

Nos tiramos al colchón con papá y Tom quedó al lado en una tumbona me acariciaban ambos y papá me lamía toda. Me encanta cuando me lame los pies y también cuando me da mordiscos en la nuca. Yo ya gemía como loca.

Poco a poco, fuimos quedando en misionero, yo deseando ser penetrada cuanto antes.

¡Y llegó el momento!

-Hija, te voy a coger a fondo, como pienso hacerlo cuando llegue el gran momento de ser uno de tus fertilizadores, y vos Tommy, míranos a ver si la cojo bien.

-Si papá, y lléname bien… estoy tan feliz con la buena noticia del laboratorio, y le dije al oído: “Adoro tu pija y tu leche”.

Tirado sobre mi, hizo algo que no había hecho antes. Pasó sus brazos por debajo de mis hombros, y con sus manos hacia arriba, sujetó mis hombros y por ello todo mi cuerpo.

Y entonces, en un par de movimientos de ambos, logramos que su pija enfrentará la entrada de mi intimidad. ¡Un envión y me sentí llena de verga!

Sus manos me sujetaban y me empujaban hacia su verga, y comenzó a moverse casi sin elevar su cuerpo, solamente movía la pelvis. Es el llamado “ polvo de la oruga” pues parece el movimiento de una de ellas.

Tommy nos miraba, me daba a chupar un dedo de a ratos, y nos alentaba.

-Dale más suegro, no aflojes… tu hija te desea.

Durante algunos momentos, giré mi cabeza y Tommy me dio su verga a chupar, pero al sentir que papá aumentaba el ritmo ondulatorio de su pelvis, me concentré en él besándolo y sujetando sus nalgas con mis manos para acompañar sus movimientos.

Sentí sus chorros, grité desesperadamente “sí sí asííí” y le supliqué que no parara, que siguiera, pues sentí que yo también estaba cerca del orgasmo.

Siguió sin que se le bajara, y en uno o dos minutos, comencé a temblar y me acabé yo también, sin poder decir más que “ahhh ahhh”…

Se salió de mí y al momento tenía encima a Tommy, que me la metió diciendo “así te vamos a preñar”.

Poco duró, estaba desatado, me la metía y sacaba desesperado y me dejó todo lo suyo también adentro. Bueno adentro no por mucho tiempo, pues momentos después de salirse de mi cuerpo, sentí que comenzaba a chorrear

Por suerte Tom había traído una toalla que tendió bajo mi cuerpo para no arruinar el colchón.

Se imaginan. Me dediqué a que se alternaran con sus pijas en mi boca para limpiárselas, y no solamente limpiárselas, ¡quería que se endurecieran nuevamente!

Y lo logré… pero el primero en tenerla parada fue Tommy, y a él, mi querido y condescendiente marido, me dediqué.

Se la chupé largamente en exclusiva, mientras él me chupaba la concha y papá se dedicaba a mis tetas acariciándolas. Al final, me lo monté y fue él el que me acariciaba las tetas mientras yo lo montaba y chupaba la poronga de papá.

Me volvió a acabar, aunque tomó más tiempo, y fue el turno de montar a papá (aunque estuve tentada de que me repitiera el “polvo de la oruga”).

Lo monté y le chupaba a Tommy los restos de semen. Papá me acariciaba y a veces levantaba su cabeza y me chupaba las tetas.

Aceleré mis movimientos y lo hice acabar, pero cuando comenzó a acabar me moví muy lento, para darle más placer.

Terminó de enlecharme, y cuando me incliné sobre él para besarnos, me susurró, aunque sé que Tom lo oyó, “qué hija tan puta tengo, y como te amo”… de los mejores halagos que me han hecho.

Nos fuimos a la casa a comer algo, exhaustos, y apenas nos cubrimos con algo… ellos bóxer y yo con un lindo conjunto de lencería de tanga y soutien media copa ambos en color rosa.

Ya estábamos por acostarnos (previa ducha de cada uno) cuando sentimos llamar a la puerta, mientras a viva voz se anunciaba don Roque.

Decidí caldear un poco el ambiente, solamente por jugar, pues no habría más sexo; y fui a abrir la puerta.

Don Roque abrió desmesuradamente los ojos (aunque recordemos que ya me ha cogido, a solas), contento de verme así, las tetas desbordando la media copa del corpiño, el culo al aire pues estaba usando tanga hilo.

-Buenas noches, no quise molestar antes, aunque vine antes, pero alcancé a vislumbrar que estaban ocupados afuera. Les traigo cosas de mi cosecha como siempre. quería pedirles que mañana le den una mirada a mi casa, porque me voy por el día a lo de mi hijo.

-Quede tranquilo Roque, yo me encargo, dijo Tommy. Además esperamos visita y podemos aprovechar y pasear hasta su casa y dar una mirada.

-Gracias patrón, dijo don Roque, mientras yo me le refregaba en el cuerpo a modo de despedida.

Don Roque miraba mis tetas desesperadamente, lo acompañé a la puerta y me bajé el soutien. Le di un par de minutos para lamerlas y manosearlas y le dije:

-La próxima vez cogemos, se lo prometo.

Se fue eufórico.

Y nosotros a dormir, cansados y contentos, en especial papá por la noticia recibida.

Dormimos los tres juntos, yo en medio de ellos, pero nos limitamos a algunas caricias y besos, nada más.

El sábado vino todo el día a mi cliente más dotado, Carlos, (no confundir con el Carlos brasileño), el que es compañero de club de papá y de mi suegro. Y el domingo vendrían dos clientes más, uno de mañana y uno de tarde. Ya estábamos a pocos días de Navidad y Fin de Año, y los clientes llenaban mi agenda (y la cuenta, obviamente).

También tuvimos nuestro tiempo de conversación los tres. Hablamos de cómo los quiero, de diferente manera a cada uno, de lo bien que me cogen, todo eso mientras los acariciaba y ellos me acariciaban o me besaban.

Recordamos con papá como lo despedí una vez en el jardín de casa, cuando nos vio un señor que paseaba a su perro y yo estaba casi desnuda. Nos reímos, con otros recuerdos (la primera vez con papá) nos emocionamos y así nos fuimos durmiendo.

Despertamos temprano, desayunamos y despedimos a papá que quiso marcharse antes de la llegada de Carlos.

Ya les he contado cómo conocí a Carlos, cuando mi suegro y mi papá, compañeros del club, le dijeron, al ver mis fotos en sus teléfonos, que “es nuestra putita de confianza”.

Es por lejos el más pijudo de todos mis clientes, y muy buena persona y bueno en el sexo.

Nuestro encuentro fue fogoso y reiterado (me cogió en total tres veces).

Luego de poseerme dos veces, llegó temprano, quedaba tiempo de sobra, y lo invité a ir caminando hasta el río, apenas unos 200 metros, para refrescarnos con el aire mañanero y de paso ver que todo estuviera bien en la casa de don Roque. Volvimos luego de que nos divirtiéramos con besos y tocándonos junto al río.

Carlos, muy excitado, me hizo un hermoso anal antes del almuerzo, ¡como gozo de ese tremendo instrumento! Almorzamos los tres el exquisito asado que preparó mi marido.

A eso de las 3 pm nos dormimos una pequeña siesta los tres juntos, que terminó en fiesta oral aunque Carlos no llegó a acabar (ya me había acabado tres veces), Tommy sí pudo.

Sobre las 6 pm Carlos se volvió a Montevideo, prometiendo sorpresa para el próximo encuentro, que ya agendó.

A las 7 pm regresó don Roque, a quien Tommy dijo que todo estaba tranquilo.

Por suerte el buen humor y la confianza impera con nuestros amigos, clientes y con nuestro empleado. ¡Y que decir de mi esposo! Cada vez lo amo más. Me da libertad, me apoya en mi nueva sexualidad (ya cerca de un año desde que cambié mi forma de comportarme), y me mantiene sexualmente feliz, ¡él más que nadie!

Las visitas del domingo transcurrieron sin grandes novedades, mucho y rico sexo, nunca es demasiad, mi cuenta, agradecida… clientes felices que se marchan sonriendo y prometiendo volver, o ya piden agenda.

Para ponerme al día del atraso acumulado, trataré de relatarles a la brevedad posible como seduje al cliente de la Asesoría en la cual trabajo, que nos encontramos en el Casino en Punta del Este; y como van mis preparativos para inaugurar mi “oficina privada” en Montevideo.

También debo contarles que al regresar a Montevideo el domingo ya tarde en la noche, encontramos en el buzón que hay en la reja del cerco perimetral, mucha propaganda, como siempre; y un sobre blanco que decía: “Para la Sra. de la Casa”. ¡Ya les haré saber sobre el contenido del sobre!

¡Besos! Y a todos, ¡muy Feliz 2025!

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