Continuación de la verdadera versión de mi debut con otro hombre que no sea Tommy, último fin de semana enero 2024. Seguro ustedes ya leyeron la primera parte, recién publicada, y saben que lo pasamos tan bien un viernes de noche, que, con Tommy, invitamos a Ricardo a ir el finde a nuestra casa de campo al lado de un río.
Citado a casa para las 10 am, hora a la que Tom volvería del trabajo por ser sábado, Ric llegó 9.30, porque en la casa estaba solo pues es viudo, y pensando en verme. Yo creo que también pensaba en tenerme ja ja. Llegó, nos besamos, y lógicamente nuestra conversación, esperando que llegara Tommy, versó sobre las experiencias de la noche anterior. Ambos encantados, nos reíamos como chicos de ciertas travesuras, sobre todo las del teléfono, y yo decía que deseaba un sillón largo ondulado como el del telo (aclaremos, ‘telo’ y ‘mueble’ son expresiones coloquiales para referirse a un hotel por horas).
No es de extrañar, terminamos ambos excitados, Ric comenzó a acariciarme las tetas y a besarme y como si nada, me bajó los breteles de mi vestido solero (o solera, como quieran) y comenzó a chuparme las tetas, y a veces nos besábamos. Lo dejé hacer, disfrutando.
Disfrutando estábamos en pleno masaje de tetas cuando llegó Tommy, abrió los ojos, aplaudió y se sentó a nuestro lado, sin molestia ninguna.
Comenzó el también a chuparme las tetas y besarme, y aquello era divino. Sin embargo, no quería aún ser cogida en casa, y propuse irnos. Pese a las vergas duras aceptaron ja ja.
Decidimos ir en dos vehículos, pues no quisimos comprometer a Ric de quedarse siempre allá. Por supuesto, Tom sugirió que “deberías ir con tu novio y guiarlo”. Oficializó de esa manera lo que me había sugerido antes de salir el viernes con Ric, si me gustaba estar con otro hombre, Ricardo podría ser mi ‘novio’ con derechos plenos, sin amor pero con cariño y sexo. Ricardo encantado!
Tomamos nuestros bolsos, y salimos, yo en el coche con Tom, y Ric solo, por si algún vecino nos veía. En el primer supermercado paramos a comprar provisiones y luego en una carnicería donde siempre compramos un asado especial y también en una panadería que hacen excelentes baguettes.
Desde el supermercado, ya me pasé a la camioneta de mi novio oficial y cuando ya enfilamos hacia la ruta, para algo más de 35 minutos de viaje, nos relajamos totalmente dispuestos a disfrutar el trayecto y a conversar.
Ric me pidió mi número de cuenta de economista asesora free lance (la puticuenta en realidad), pues me dijo que todo buen novio hace regalos a su chica, “y mas yo, que soy libre, viudo y sin hijos, y ahora te tengo. Pero nunca lo tomes como pago pues serán simples regalos”.
-Ja ja…si algún día consigo ser prostifina, ya me depositarán lindas sumas, pienso ser bien cara.
-Te mereces cualquier suma que quieras cobrar, no creo que exista otro cuerpo así, ni otra tan simpática y mimosa en Uruguay.
-¡Así quiero ser, insuperable en lo mío!
Iba yo muy alegre y decidí gratificar a Ricardo por todas las cosas lindas que me decía, subiéndome el vestido todo lo posible. Se veían todos los muslos y él podía acariciar mi concha.
Pero no contaba con que un semáforo, el último saliendo de Montevideo, hizo que nos detuviéramos al lado izquierdo de un camión. Un claxon sonó estrepitosamente, miré hacia en camión y vi la cara sonriente del camionero que me hizo seña con un pulgar hacia arriba.
Me pareció lógico retribuirle mostrándole un poco de escote, no todo, y nos fuimos.
-Si él supiera! Dijo Ric. Me reí y dije: “que imagine lo que quiera”.
Ya entramos a ver verde a los lados, muy disfrutable todo. ¡Y yo con ‘novio’! Me sentía casi como adolescente nuevamente. Sólo que esta ves era con permiso de mi marido y mi novio, un 60+.
Conversamos de mi curiosidad y ansias de estrenarme como prosti. De mi deseo de recibir dinero por mi cuerpo, cada vez un deseo mas intenso.
También hablamos acerca de las dificultades que me imagino para conocer clientes confiables.
En ese tema, Ric me preguntó acerca de si, si se diera el caso, podría recomendarme algún conocido suyo, a lo cual accedí sin dudarlo pues confío y confiamos plenamente en él.
Tanto confío en él, que le di un adelanto acerca de mi intención de aprovechar el crucero a que nos han invitado mis suegros, para tratar de seducir a mi suegro. He notado alguna mirada inconfundible de atracción, pero siempre ha habido total respeto. Le pediré autorización a Tommy, obviamente. Mi novio se rio, me acarició el muslo y dijo: “eres terrible”. A lo cual respondí: “culpa de mi marido, que despertó a la tigresa!”
Llegamos, Ric encantado con la entrada a la casa, un sendero de unos 20 metros bordeado de árboles, césped al frente, más o menos media hectárea de césped al fondo, con algunos árboles frutales, de los que nos servimos libremente y el resto lo cosecha el casero para su provecho, junto con todo lo que cultiva en las más o menos 10 hectáreas restantes que usa para frutales y verduras. El resto del terreno es virgen, con sauces llorones en la costa del río. Lógicamente, siempre nos visita para saludar y traernos una o dos bolsas de vegetales, ¡provisiones frescas y naturales para Montevideo!
Ya Tom había llegado, y había avisado al casero de nuestra llegada, siempre lo hacemos para que no piense en intrusos.
Ya eran las 11.30, pero no había apuro. Contamos a Tom la anécdota del camionero, sacamos de la casa las tumbonas (o reposeras, como gusten), y las colocamos cerca de la barbacoa abierta que se integra a la galería a lo largo del fondo de la casa.
Mis varones, se fueron a prender el fuego y aperitivar algo. Yo a preparar ensalada y puse bebidas a enfriar.
Y a continuación aprovechar el día para tirarme al sol en una de las reposeras. Me descalcé y solamente me recosté boca abajo, el vestidito deja la espalda libre, y en confianza me levanté el vestido hasta la cintura para asolearme las piernas y el bum bum, ¡según le llaman los brasileros!
No dormir durante la noche y la excitación de lo ocurrido hacían que estuviera agotada y dormité unos minutos, hasta que oigo una voz que dice: “¡Buenos días! Les traigo provisiones”.
¡Y yo de culo al aire!
Era el casero, que nos traía las acostumbradas bolsas de frutas y verduras. Seguramente me vio, no había alternativa, pero para cuando me di cuenta y me giré y bajé el vestido, él ya estaba de espaldas conversando con Tom, que le presentó a Ric, como un amigo de la familia de mi suegro.
El casero, don Roque, nunca lo llamamos de otra manera, aceptó apenas un sorbo de vermut, un par de maníes, y rechazó cortésmente almorzar.
Al retirarse, me sonrió (o eso me pareció) y dijo: “un placer verla, señora”, y dirigiéndose a todos: “a la orden, hasta vernos”.
-¿Me vio? Pregunté a Tommy y Ric.
-Desde luego! Pero no te preocupes, no dijo nada. Igual, tampoco era tan grave, dormida se había corrido un poco el vestido y parece ser que me tapaba, aunque sea algo ja ja.
Almorzamos, limpiamos todo, nos sentamos en el living y conversamos de nuestros planes y saltaron dos auténticas bombas:
Bomba 1: autor, Ricardo.
-¿Saben? He decidido posponer mi viaje, que igual era solo, así que no me molesta postergarlo. Y quizás en vez de hacerlo a Europa, lo cambie al Caribe, ¿y los invite…que les parece?
-¿Como? ¿Qué estás diciendo?
-Eso que oyeron, los invito, vamos los tres. Sofi es mi invitada a full, y Tommy paga su pasaje y viene. Lo pasaríamos bomba los tres, playa, buena comida de mar y mucho sexo.
-¿Pero es broma? Dijo Tom
-¡Si quieren se los firmo! Pienso que puede ser algo único en mi vida.
-Aceptemos, amor, siempre fraccionamos las vacaciones para disfrutar mas, y esto sería ideal.
-Es que es un acto de generosidad increíble.
-Ustedes son igual de generosos conmigo dijo Ricardo, y espero que sigamos disfrutando juntos, ¡incluso hoy mismo!
-¡Ni lo dudes! Respondimos ambos. Y yo agregué, pero más tarde, les contaré algo y después dormimos una siestita para recuperarnos de no dormir anoche.
Bomba 2: Sofía.
-Queridos, quiero llamarlos así aunque el amor y cariño sea muy diferente. Quiero que sepan algo, en especial tú, amor, pues te tocará muy de cerca.
-¿Que es, amor?
-En febrero, en el crucero al que vamos con tus padres, quiero comenzar a seducirlo me mira, a veces como con deseo, lo percibo. Y quiero lucirme, provocar y ver si al regreso se decide, porque ya sé que en el barco será imposible.
La cara de Tommy denotaba asombro, Ric no tanto pues le había contado algo, pero disimuló bien.
Y al final, Tom abrió la boca y dijo: -¿Estás segura? Nunca lo he visto mirarte raro. -Claro que sí, las mujeres nos damos cuenta de inmediato, estoy segura.
—Ya veremos en el crucero, pero me cuesta creerlo, aunque si él quisiera…
Lo besé y le agradecí, ya tenía mi permiso.
-Chicos: ¿qué tal si descansamos para estar a pleno de noche?
A la tardecita, cuando el sol no esté muy fuerte, podemos broncearnos un poco.
Así lo hicimos, aunque en honor a la verdad, nos acostamos los tres desnudos en la misma cama principal, una king size que da para todo. Besos, caricias, pijas paradas a las que no les hice el gusto, y dormimos un rato.
Al despertar, casi las 17 horas, estaba ideal para broncearse. No quise arriesgar que me viera de nuevo don Roque sin rooa, aunque no tenía por qué venir, y no vino, efectivamente.
Me puse un bikini, rojo, arriba es solamente una banda de tela elastizada de unos 6 centímetros de ancho, espectacular sobre mis tetas. Abajo una tanguita hilo, o mejor dicho tanguita cuerda, pues el hilo es de medio centímetro de grueso, como para que deje una marca de bronceado.
Nos fuimos a las tumbonas, las que reorientamos de acuerdo a la nueva ubicación del sol. Nos tiramos a disfrutar. Y el disfrute mayor vino después de media hora de asolearnos. Estaba en otro mundo, relajada, y sentí que alguien me desataba los hilos de la tanga. Ric o Tommy? Me fijé y era Ric. Arrodillado de frente a mis rodillas, había desatado la tanga por los costados de mis piernas. Sonreía y dijo: “Puedo?” -Claro que podés, respondí, y abrí las piernas todo lo posible.
Metió su cabeza entre mis piernas y comenzó una lamida lánguida, veraniega y lenta, que mi concha agradecía humedeciéndose.
Comenzaba en mi esfínter y subía morosamente hasta el capuchón del clítoris donde se detenía unos segundos extra. Luego la lengua bajaba por la concha y se metía entre los labios, y bajaba al culo y vuelta a empezar. Llegó un momento que sentí especialmente la lengua en el clítoris, que excitado había asomado desde su capuchón. ¡Que sensación! ¡Que emoción! Un ahhh de placer surgió de mi y atrajo a Tommy, que seguía dormitando.
-Empezaron sin mí? Y se puso a mi lado dispuesto a besarme y atenderme las tetas. Me subió la franja de tela que hacía de parte superior del bikini, y comenzó a manosear y chupar a gusto, mientras de a ratos me besaba de lengua.
Sentí que Ric tiraba de mis piernas para que mi concha quedara al borde de la tumbona. Lo siguiente que sentí fue la entrada de su verga a mis entrañas. Entró suavemente, pero a fondo en mi concha super húmeda. Y Tom, para acompañar, me metió la verga hasta la garganta, y a veces la sacaba para que no me ahogara, y seguí chupándosela.
¡No había apuro, anochecía, la temperatura era agradable y no había mosquitos! Seguían dándome cada cual lo suyo, hasta que Ric no pudo más y me tiró su leche. Igual me siguió cogiendo, batiendo leche y flujo.
¡Luego fue turno de Tommy, que vaya si me dio a tomar de su licor! Me chorreaba por la comisura de los labios, sacó la verga y yo pude tragar, solo para que Ric a su vez me la diera a chupar y Tommy la metiera medio blanda como estaba, en la concha, guiándola y empujándola con su mano.
Extendimos sobre el césped un par de toallas que teníamos a mano y nos tiramos los tres a jugar, a gozar de la brisa de comienzo de la noche y a besarnos.
Otra vez fueron mis tetas objeto de tratamiento preferencial, hasta que me hicieron dar vuelta, para homenajear mi culo, por así decirlo.
Comenzó Tommy a masajear mi espalda y mordisquearme la nuca, me encanta, y mientras, Ricardo comenzó a conocer a fondo mi ano. Lamido, chupado, bien ensalivado, me metió un dedo. -¡Ayyy sí! Exclamé.
-Parece que Ricardo te quiere comer la colita dijo Tommy.
-¡Obvio! ¡Nunca vi algo tan perfecto, estas nalgas son un manjar! Pero un manjar que quiero disfrutar esta noche.
-¡Tienes libertad, sos invitado de honor dijo Tom, más después de invitarnos a viajar!
-Lo tendré en cuenta para prepararme acoté.
Volvimos a la casa, caminando desnudos, yo con leche y baba por todos lados y aproveché para ducharme antes que ellos y hacerme los enemas del caso. Nunca tuve un accidente y no quiero que me llegue a ocurrir.
Ellos, transpirados por el esfuerzo, se ducharon a su vez y nos dedicamos a una cena fría de restos de asado, y baguette acompañada de dos o tres tipos de quesos.
Yo estaba ya fresca tras mi ducha, con bata de algodón bien cerrada y ellos de shorts y polos.
Terminamos la cena, eran más o menos las 10 pm. Y me fui al dormitorio principal a vestirme para la noche, dispuesta a sorprenderlos.
¡Por primera vez me iba a sodomizar mi nuevo novio! Otra vez nuevas sensaciones. Apliqué un exquisito perfume francés con base de jazmín por mis nalgas, y para contrastar, uno liviano y cítrico en mi cuello y pliegue inferior de las tetas. Tanga hilo negra, con hilo bien finito y elastizado, y soutien excepcional, que me encanta, ¡que consiste en un “marco” negro, al cual le corté la tela de las copas, ¡con lo cual mis tetas quedan al aire como saliendo a través de dos ventanas!
Sobre la lencería, una bata larga, negra, de raso no transparente. Ya saben mis lectores, los tacos son de rigor y altísimos. Tomamos un licor, compartiendo temas, no todo ha de ser sexo. Pero siempre terminamos volviendo a lo mismo. Que, si estaba feliz con mi nueva vida, que como conseguiré clientes para prostituirme al nivel que deseo, que si el padre de Tom realmente me desea en secreto o son divagaciones mías.
Sobre las 11 pm como distraída, comencé a hacer movimientos que llevaban a mostrar mis piernas.
En minutos, me masturbaba frente a ellos pasando mi mano hacia adentro de la bata.
En dos minutos, me saqué la bata, haciéndoles señas de estarse quietos me arrodillé frente a ellos, y corrí la tanga al costado de mis labios bulbares. Ahora sí me podía masturbar a gusto, una mano en la concha y la otra en mis tetas, accesibles a full gracias al ‘soutien marco’ que tenía puesto.
Unos minutos así y vi que estaban a pleno.
-Mmm creo que están casi listos. Para ti, Amor, le dije a Tom, tengo una idea para mucho mas tarde. Ahora quiero entregarle algo muy preciado a Ricardo, y después dormir un poco con él. ¿De acuerdo?
-¡Claro que sí! ¡Es nuestro invitado y tu novio!
-¡Tu novio que hace un rato te hizo un regalo en tu cuenta de asesora privada!
¡Enloquecida miré mi cuenta en el puticelu, y allí estaba mi regalo! Me le tiré encima, lo besé y le dije que esperara, que ya venía a buscarlo para ir a la cama. Rápidamente me puse nada más que sandalias de dormitorio, acrílico, tacazos y una especie de plumas sintéticas encima del empeine del pie. Y un babydoll muy escotado y cortísimo, nada mas. Besé a Tommy y me restregué contra su cuerpo le dije que luego lo compensaría por este tiempo de separación, y que ya lo llamaría.
Nos fuimos al dormitorio principal con Ricardo, por el camino ya me acariciaba el culo.
Fue llegar, se desnudó, me desnudó y comenzó de nuevo a chuparme las tetas desesperadamente, evidentemente tengo un gran tesoro en ellas. Yo había previsto todo, luz encendida, me encanta ver y que me vean, gel en la mesita de noche al lado de la cama, y al costado de la cama, una silla, en cuyo respaldo sujeté un soporte para celular, ¡ya se imaginan para que!
Jugamos largo rato. Ric me había cogido tres veces en unas 24 horas, con lo cual su verga aguantaba bien erecta, pero iba a demorar en eyacular. Se la chupé a conciencia, chupar es un decir, la chupé, lamí y mordí suavemente. Él se dedicó a mi culo, entusiasmado por aquel comentario mí de que le entregaría algo muy preciado.
Y llegó el momento, yo deseaba y él también. Le recordé que no me acabara adentro, que no me gusta que escurra del esfínter, aunque sí me encanta que chorree de mi concha.
Me puse en cuatro, levantando bien la cola, que cuidé que quedara frente a la silla. Videollamada con Tommy, y le dije que viera la primera sorpresa de hoy.
Coloqué el celu en el soporte atado a la silla, Ric se sonrió y volvió a chupar mi culo y a lamer concha y culo. Luego, me preparó con un pulgar ensalivado que entró totalmente en cuestión de segundos. Mucho juego de pulgar y después, con gel, me sodomizó con dedo mayor e índice. ¡Yo como loca, estaba lista!
Llegó el gran momento, Ric sacudió la verga frente a la cámara, Tom, en altavoz, dijo que me la metiera ya que quería ver. Ric untó la pija de gel, tomó el celu en una mano, para filmar en POV, y con la otra mano, apoyó la pija en mi culo. Empujó y entró la cabeza, grité más de placer que de dolor. Nuevo empujón y se fue hasta los huevos, y esta vez solamente gemí y dije “sí sí, a fondo”. Ric, según me dijo Tommy hasta estiró la mano y logró filmar mi cara de goce y mis tetas sacudiéndose.
Dije “duerme Tom” y cortamos la transmisión. No podía faltar el mete saca, que me llevó a las nubes. Cada vez que la cabeza volvía a entrar, yo gritaba de placer.
En una de esas metidas y sacadas, levanté la cabeza y me pareció ver la sombra de alguien que nos observara desde afuera, a través de la persiana de tiras. Pensé en Tommy, desesperado mirando, pero me dijo que no.
Prefería que no me acabara adentro, y pregunté: “concha o boca?” Y Ric: “concha mi querida, concha”.
Sacó la verga, impecable, como siempre, la ensalivó y me ensartó en cuatro.
Un poco más de vaivén, mientras me sujetaba y me pajeaba clítoris y nuevamente la deliciosa sensación del semen en mi concha. Una sensación deliciosa, del semen de un entraño (ya no tan extraño).
¡Lo que me perdí durante años! Cada pija y cada acabada son diferentes, cada uno me la mete a su manera. En cada polvo me acaban más adentro o casi en puerta. ¡Y todo me gusta!
Nos besamos, obvio, nos lambeteamos los cuerpos de arriba a abajo, y casi sin darnos cuenta nos dormimos.
Sobre las cuatro a.m. Me despertó Ricardo, acariciando mis tetas. Excitado, me llevó una mano a su entrepierna y vi que había despertado duro, a coger otra vez.
Le susurré que quería que viniera Tommy para hacer algo muy lindo. Accedió sin preguntar.
Llamé a Tommy, y al instante vino, desnudo y de poronga erecta ja ja. Me encontró tirada sobre el cuerpo de Ric, disfrutando piel a piel. Mi concha y culo expuestos.
Les dije que los quería a los dos dentro de mi. ¿Doble? Dijeron casi al unísono.
-Sí, doble en la concha, quiero probar. Me puse en cucharita, sobre mi costado derecho. Tommy por atrás me la metió casi sin aviso ni previa, pleno de excitación. Fue el turno de Ric, se acostó de frente a mi, y comenzó a tratar de metérmela. No entraba, la ensalivó y despacito volvió a empujar, para que deslizara dentro de mí y rozando el miembro de Tommy. Maravillosamente fue entrando, muy de a poco, se movían y cada vez entraba un poco mas.
Finalmente, las dos vergas adentro, una delicia, aunque sentía que iba a explotar. Los sentía ir y venir, ellos se sentían entre sí, les encantó. Y el primero en no aguantar fue Tom. Sin timidez alguna acabó en mi concha y frotándose con el pene de Ric. Dos minutos después Ric depositó en mi lo poco de leche que le quedaba. Se salieron. Ni que decir, me dieron la chuponeada del año y yo les devolví las atenciones con buenas chupadas.
Nada quedaba por hacer, quedarnos un rato acostados, jugar y desayunar en gran forma.
Por un compromiso que tenía previamente, Ricardo debió marcharse a las 11. Y nosotros lo hicimos de tarde.
Fue el final de un comienzo extendido de mi ampliación de horizonte sexual; comenzamos el viernes de noche y terminamos el domingo en la maña. Y eso con Ric despidiéndose con un “hasta muy pronto” después de manosearme las tetas al lado de su camioneta cuando estaba por partir.
Ahora, nos quedaba por delante hacer crucero con mis suegros y al regreso, tratar de conseguir clientes como puta de clase alta. ¡Novio ya tengo! Ja ja.