Mi nombre es Romy, tengo 38 años un “casi” marido y dos niños, tenemos una buena situación económica, yo trabaje hasta los 34 años como contadora de una importante empresa internacional pero renuncie para cuidar de mis hijos, este trabajo me dejo un buen respaldo económico que he sabido manejar.
Con mi marido nos iniciamos en el mundo swinger hace años, teníamos una vida sexual amplia, pero nos hemos ido apartando ya que el visita a muchas “conocidas” que les gusta tener a dos o más hombres en la cama sin competencia, yo por mi parte disfrute mucho de esas “fiestas”, pero no sé por qué me fui alejando, tal vez no quería asistir sola y que te vieran como la “necesitada”.
Tengo buena figura, soy rubia, muy blanca y con un gran busto coronado con unos pezones grandes, gracias a Dios mis tetas no están caídas a pesar de mis hijos, mis caderas son amplias y mi abdomen aun es plano gracias a una máquina para ejercicios y que, como buena descendiente de alemana, me ejercito en ella con disciplina.
Le pedí a mi marido que volviéramos a nuestras citas swinger, pero se negó:
-“Tengo varios compromisos y citas con las esposas de mis amigos – me dijo
-Y a mí me tiene en el abandono! no tengo sexo hace más de un año desde cuando fuimos a Brasil de vacaciones! -le grite.
-Bueno… te compensare… te enviare a algunos amigos… tengo que hacer algunas llamadas, pero los enviare hoy.
Mi entusiasmo con la idea fue creciendo, volver a tener varios hombres en la cama aumento mi excitación, la última fiesta que habíamos tenido en esas vacaciones estuvo fenomenal, solo en una noche tuve sexo con más de 10 hombres, había probado vergas de todos tipos y experimentado orgasmos múltiples como nunca.
Mi marido se había ido a su trabajo y mis hijos al colegio, la empleada no venía hoy así que era un muy buen día para una maratón de sexo desenfrenado. Me desnudé y me puse una bata blanca de algodón sin nada debajo. Pasaron un par de horas y nada, yo continuaba con mi imaginación erótica de hombres poseyéndome por todos lados, llevándome a la boca sus diferentes penes grandes y duros, saboreando sus líquidos, pasando mi lengua por sus glandes para excitarlos al máximo.
Estaba en eso, sintiendo como salían líquidos de mi ardiente vagina cuando sonó el timbre, salte de golpe, corrí a la puerta y abrí la puerta con rapidez:
-Buen día señora, venimos a ver el tv cable.
Era un hombre y su joven ayudante… -no los envio mi marido?
-Bueno, no se quien habrá echo el reclamo – contesto el joven.
-Pasen, fui yo la que los llamo, se me había olvidado por completo, adelante!
El hombre era muy atlético unos 35 años, note que miraba el escote de mi bata, la que había abierto un poco más coquetamente. Le ordena a su ayudante que revisara las conexiones de la caja de tv cable.
-La caja está en el dormitorio, pase Ud. por aquí – le dije.
El joven se dirigió al dormitorio, mientras que me yo quedaba a solas con el hombre.
-Es Ud. una mujer muy atractiva – me dijo con mirada lasciva.
Yo, ni corta ni perezosa, abrí aún más mi bata, él se acercó a mí, aparto la bata hacia los lados dejando mis pechos al descubierto, sus caricias en mis pezones eran suaves… yo lo tomé del cinturón y lo empecé a atraer al sillón mientras que el acariciaba mis tetas con más confianza. Me recosté en el sillón con la bata abierta, abriendo completamente mis piernas, el saco su miembro con rapidez… era muy grande y grueso, me penetro de inmediato sin dificultad ya que estaba muy mojada. Sentía que su verga iba entrando con cada embestida más y más adentro hasta estar completa en mi interior. Con cada embestida mis gemidos iban aumentando y mi excitación iba al máximo, yo estaba en el cielo gozando, cuando en eso ingresa al salón el joven:
-Hey, eso sí que esta bueno… yo trabajo y Ud. jefe se divierte! -dijo con alegre voz.
Espérame, termino con tu jefe y sigo contigo – le dije.
El hombre no se inmuto y siguió penetrándome, al cabo de unos minutos sentí su chorro caliente de semen en mi interior, saco su verga ya flácida aun goteando, yo rápidamente me la llevo a la boca y succiono las últimas gotas del espeso líquido, ahora el trabajo está completo y se recuesta en sillón.
El joven se había desnudado, era más delgado que el hombre, pero también muy bien dotado, su verga era gruesa y muy encorvada hacia arriba, lo atraje hacia mí, lleve su glande duro y brillante a mi boca, sentía como sus líquidos entraban en mi boca, no quería que eyaculara aun, así que me incorpore del sillón y tomándolo de su verga lo lleve al dormitorio.
Estaba ansioso, lo recosté en la cama y me subí sobre su pene, con el semen que me salía y mis abundantes líquidos su verga chapoteaba en mi interior, el tremendo y duro miembro entraba y salía con suavidad al mover mis caderas con una suave cadencia, mi excitación era grande, a los pocos minutos de moverme llego mi orgasmo volviéndome una loca desenfrenada gritando y gimiendo. Me recosté sobre el joven que aún no terminaba en mí, esperando iniciar una nueva cabalgata.
El hombre nos observaba desde la puerta, se había desnudado completamente y se acercó a la cama. Tenía nuevamente su pene erecto, se acercó por detrás mío, me separo las nalgas y su glande duro buscaba mi ano. Yo no opuse resistencia, un poco de dolor seguido de un golpe de excitación me incorporo de nuevo, se sentía delicioso, mi ano se expandía como nunca y mi lujuria también. Mi ano sentía la textura del tronco de su miembro y su glande llegaba muy arriba con cada embestida.
Empezaron a penetrarme al unísono yo gritaba de placer, a los pocos minutos estallaba de nuevo en un orgasmo y ellos simultáneamente conmigo, llenándome de semen nuevamente.
-Bueno, nuestro trabajo termina aquí señora, nos vamos – dijo el joven.
Los acompañé a la puerta y me despedí de ellos.
Me recosté un momento, pensaba ahora que haría con los amigos de mi esposo y al mismo tiempo recordaba lo que había sentido con los del Tv cable. Esto me enciendo de nuevo, mi imaginación también me llevaba a esa fiesta en Brasil, quería sentirme de nuevo multiorgasmica, sentirme explorada y acariciada por muchas manos, sentirme penetrada por diferentes vergas en todos mis orificios, estaba en eso cuando de nuevo tocaron a la puerta.
Salte con rapidez pensando que eran los enviados de mi esposo… y nada… eran los que traían el nuevo refrigerador, ¡También lo olvide!, lo había comprado hace dos días ya que el nuestro era algo viejo y los nuevos modelos tenían cosas novedosas. Los que lo traían eran cuatro hombres jóvenes muy musculosos, lo llevaron a la cocina rápidamente sacaron el viejo y lo instalaron.
-Bien señora, firme aquí y nos vamos – me dijo uno.
No se irán – les dije con tono autoritario- dejé caer mi bata al suelo, dejando mi blanca desnudez a la vista. Me miraban con asombro, pasado unos segundos de silencio uno se me acerco y dijo:
Señora, yo me quedo.
Le tome de la mano y lo tire hacia el dormitorio, como suponía los otros lo siguieron.
Se desnudaron rápidamente, se me acercan dos, les tomos sus penes blandos y los llevo a mi boca, mi trabajo de labios y lengua los pone duro en pocos minutos, los otros me acarician mis pechos y mis piernas. De nuevo siento un calor de excitación que sube a mi cara y pecho, mis pezones se ponen duros lo mismo que mi clítoris, siento que mojo mi vagina como nunca. Me recuesto y llevo los penes de los otros dos a mi boca, estos ya están duros. Estos dos lo tienen extremadamente grande, casi no puedo metérmelos en mi boca.
Uno me abre las piernas y me pasa su lengua en mi clítoris y mi vagina, siento como expulso líquidos de mi vagina como si fuera eyaculación, me empieza a penetrar, haciéndome gozar. La sensación de los penes en mi boca y otro en mi vagina me hacen sentir una calentura que me hace estremecer de pies a cabeza.
El que está vacante succiona mis pezones, que se endurecen y levantan más y se ponen más sensibles a cada chupada, no tardo en llegar al orgasmo que se presenta violento con muchas convulsiones de mi cuerpo.
Mi vagina continúa expandiendo y contrayendo por el orgasmo continuo cuando el que me penetraba me llena de semen, el me sigue penetrando hasta que acaba su reserva de líquido, yo le pido al que atendía mis tetas que me penetre, lo hace y vuelve en secuencia mi orgasmo continuo.
El siente las contracciones de mi vagina y también termina en mi con un gran quejido. Mi vagina está llena de semen, el que sale mojando mi ano y la cama.
Pongo a uno de los vergudos, -de casi 30 centímetros-, acostado en la cama y me siento sobre él, siento que llega muy, muy arriba, me ataca una excitación feroz, de nuevo voy camino a un orgasmo, me controlo y le pido al otro vergudo que me lo ponga por detrás.
-Creo que con esta le voy a hacer daño señora -me dijo.
-No la quiero en mi culo, quiero sus dos vergas en mi vagina al mismo tiempo.
Intentan poner su pene dentro de mí, pero es difícil, uno expulsa al otro. De repente logra su cometido, siento que me parte en dos, mis caderas y mis piernas las siento más alejada una de la otra, pero la excitación es grande, soporto un poco de dolor al comienzo, pero después desaparece y vuelvo a gozar. Los dos penes están dentro de mi vagina, casi en todos su largos. No tarda en llegar el orgasmo explosivo pero continuo por varios minutos, yo grito y jadeo como poseída y mis contracciones hace que ellos terminen simultáneamente.
Me acuesto boca bajo exhausta y uno de los otros dos me penetra por el ano, lo disfruto ya que lo hace con suavidad y alarga mis contracciones y estertores, termina en mi eyaculando el poco semen que le quedaba, lo reemplaza el otro rápidamente y también termina dentro de mí.
Los hombres se visten, les digo que no los puedo acompañar a la puerta, entienden y se van.
Ya son la cuatro y debo arreglar el desorden, apenas camino, pero aún sigo sintiendo esas contracciones en mi vagina y mi ano que ahora si me hacen sentir completamente satisfecha. Cambio sabanas, limpio el suelo húmedo de líquidos míos y de ellos, doy vuelta los cojines del sillón que no había limpiado.
Esta todo arreglado y sin vestigios de nada cuando llega mi marido y mis hijos:
-Disculpa, no pude conseguirte a nadie, tal vez mañana – me dice mi marido.
-No te preocupes, olvídate de eso, la verdad es que no tenía muchas ganas realmente.
Ya no confiare en mi marido para ningún encargo, creo que me ocupare de mis propias cosas yo, eso me hace sentirme más realizada y libre.