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Dos chicas muy sexys provocan al encargado
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Micaela y Paula eran amigas y compañeras del cole desde la época de primaria. Ahora cursaban el último año del secundario, el año escolar ya se terminaba y esa tarde primaveral invitaba a todo menos a estar en el cole. La situación más deseada (que alguna profe faltara a clases) se dio afortunadamente y la profe de Historia aviso que no vendría por lo que las chicas y chicos sin poder ocultar su alegría se retiraron del cole, casi a las apuradas.

Cuando Micaela paso cerca de la señora Mercedes, la conserje del cole, sintió que la mujer le decía "A ver si se ponen menos maquillaje, chicas, que estamos en un colegio" a lo que la chica no contesto, solo movió su cabeza afirmativamente. Fuera del cole no pudo contener su furia y le dijo a su amiga "Te das cuenta que la vieja amargada de la conserje me diga algo sobre maquillarme? Ya somos grandes, tenemos 18 y esta mujer nos trata como a nenas de primaria" "No le hagas caso Mica, ya sabes cómo es, siempre tira mala onda" le contesto Paula. Micaela pensó que era lo mejor, no darle importancia, y además solo tenía puesto un poco de brillo en sus labios, ya que no era necesario.

Ni para ella ni para su amiga, realzar con maquillaje sus naturalmente hermosos rostros. Las dos chicas eran muy populares por su belleza, muchos chicos trataban de citarlas, pero para ellas los muchachos de su misma edad eran insípidos y bastante tontos. Las dos eran rubias y su cabellera les llegaba a los hombros, Micaela era un poco más alta y atlética, era jugadora titular del equipo de básquet del cole mientras Paula era algo más baja, pero de cuerpo armónico, las dos tenían muy esbeltas piernas que lucían casi siempre en sus cortas polleras colegiales.

Decidieron ir al shopping cercano, casi era el lugar obligado al que iban cuando salían más temprano, como en esta oportunidad. Llegaron y luego de ver unas cuantas tiendas y escaparates pasaron por donde estaba ubicada la heladería. Hacia bastante calor y Paula dijo "Vamos a tomar un helado Mica, acá los hacen ricos". No había casi gente, pidieron dos cucuruchos con helado y se sentaron en un banco afuera de la heladería.

Haciendo angulo con el lugar donde estaban las chicas se encontraba, trepado a una escalera, el encargado de mantenimiento, el Sr Humberto, un hombre grande de fuerte contextura, cambiando uno de los spots lumínicos de un local contiguo a la heladería.

Las chicas disfrutaban de sus helados y lamian sus cucuruchos hasta que Paula, divertida, empezó a pasar su lengua haciendo caras y simulando tener sexo oral abriendo y cerrando su boca mientras pasaba su lengua en forma sensual sobre el helado. Micaela pronto la imito y en pocos minutos las dos fingían estar teniendo sexo con sus helados como si fuesen penes, riéndose a cada rato de su ocurrencia.

El encargado de mantenimiento reparo en lo que estaban haciendo las chicas y le resulto muy estimulante, las dos con sus polleras colegiales subidas hasta medio muslo simulando y riéndose mientras chupaban el helado en una parodia de sexo oral. Sintió que se le ponía duro su propio pene, dejo por un momento lo que hacía y saco su celular del bolsillo, tomando unas fotos sin que las chicas lo notaran. Volvió a hacer lo que estaba haciendo, tratando de no distraerse mirando a las dos colegialas pero cada tanto sus ojos volvían a mirarlas.

Micaela fue la que noto que alguien las observaba y le dijo a su amiga "Pauli hay un viejo que nos está mirando, está arreglando algo allá en la otra esquina" lo que su amiga pudo comprobar al girarse porque en ese momento el hombre coincidió en dirigir su mirada hacia ellas, para de inmediato concentrase de nuevo en lo que hacía.

"Mica, a ese viejo seguramente ya ni se le para, mira lo que le hago" y empezó a chupar sensualmente su helado mirando directamente hacia donde estaba el hombre, que en un momento volvió a mirar a las chicas para darse cuenta que una de ellas lo miraba directamente mientras chupaba su helado como si fuese un pene, cerrando sus ojos y sacando exageradamente su lengua

Humberto, el encargado de mantenimiento, sintió que tenía una brutal erección mientras no podía dejar de ver a esa deliciosa rubiecita chupando su helado golosamente como si fuera una verga. Haciendo un esfuerzo volvió a concentrarse en lo que estaba haciendo.

Paula, divertida, le dijo a su amiga "Mica, vamos a hacer que ese viejo pervertido se vuelva loco, nos sentamos las dos mirando hacia donde esta y nos tocamos abajo de la pollera". A Micaela la idea le pareció muy loca y le dijo a su amiga "Pero Pau, estas sacada, mira si pasa alguien y nos ve, estás loca"

"Nadie nos va a ver, si no hay nadie, solo ese viejo verde, dale Mica yo cuento hasta tres, cerramos los ojos y empezamos, dale, vamos a darle una lección a ese viejo degenerado" Y empezó "Dale, cerramos los ojos, yo cuento… UNO…"

Micaela ya no puso decir nada y cerrando los ojos espero a que su amiga terminara con la cuenta y al sentir "TRES, dale Mica" empezó a acariciarse un muslo llevando su mano lentamente hacia su entrepierna, levantando y retirando su pollera hasta llegar a su entrepierna y empezó a frotarse con los dedos sintiendo la humedad que se iba formando. Paso sus dedos por debajo de la bombacha y acaricio sus labios vaginales deslizando su dedo medio entre ellos, continuo acariciándose hasta que algo le pareció que estaba mal. Abrió los ojos y vio a su amiga, con una expresión divertida mirándola, ella no se había estado tocando por lo visto y la había engañado y la había dejado expuesta a que cualquiera que pasara viera lo que estaba haciendo. Sintió una gran bronca y vergüenza por haberse dejado engañar así por su amiga, se levantó del asiento sin siquiera mirar a su amiga y se dirigió al baño. Paula le dijo "Mica, no te enojes" mientras se reía "Dale Mica pareces una bebe, no seas boba, fue un chiste" Sin contestarle nada Micaela busco la entrada al baño para mujeres.

Humberto, el encargado de mantenimiento, había visto a una de las chicas, la rubia más alta, tocarse entre las piernas y había disfrutado al punto que tenía una brutal erección, había logrado grabar en su celular a la colegiala tocándose y no podía esperar a ver las imágenes. Termino de instalar el spot, se bajó de la escalera y llevo sus materiales hacia la sala de mantenimiento, ubicada en un pasillo pasando los baños.

Cuando Micaela salió del baño, todavía furiosa con su amiga, casi se topa de frente con el hombre de mantenimiento. Por un segundo quedo congelada en el lugar, sin saber qué hacer, pero el hombre reacciono en forma muy rápida. Humberto, todavía excitado por el show de la colegiala, se sorprendió cuando se dirigía a la sala de mantenimiento y se encontró de frente con la chica. Reacciono rápido y con una mano le tapó la boca mientras con la otra mano la aferro por un brazo y la arrastro prácticamente por el pasillo que iba a la sala de mantenimiento.

El hombre era muy fuerte y a pesar que Micaela quiso rechazarlo la fue arrastrando por el pasillo hasta que llegaron a una puerta, el hombre la abrió y empujo a Micaela siempre tapándole con una mano la boca, hacia el interior. Del lugar. Apoyo a la chica contra la pared y le dijo con voz amenazante: "Mejor que te portes bien" y la miro de arriba abajo. Micaela pudo ver en esa mirada, desde el brillo de los ojos a la mueca de la boca para contener la saliva, toda la lujuria y el deseo que ese viejo horrible mostraba, y ella había participado en excitarlo y ahora quien sabe que iba a pasarle. Micaela sabía que no ayudaba en nada, mas bien al revés, su atuendo con ese uniforme escolar y su corta pollera a cuadros, por experiencia propia, sabía que elevaba el morbo de los hombres que consideraban a una colegiala como ella una presa muy deseada, y más un viejo pervertido como ese que nunca tendría alguien como ella-

Con voz baja, casi susurrando Micaela dijo "Por favor, no me haga nada, solo estábamos jugando"

El hombre, mientras la chica hablaba, se sentía deslumbrado por la belleza y lo buena que estaba y antes que terminara de hablar se zambullo sobre ella y empezó a besarla con fuerza en los labios, metiéndole la lengua en la boca y llevo sus manos a los pechos de la chica apretándolos y acariciándolos por sobre la blusa. Sintió la calidez de la boca de la chica y el aroma a frutilla, se enloqueció metiéndole mas adentro la lengua mientras sus manos apretaban los pechos de Micaela. La chica quiso defenderse, el aliento fétido que sintió cuando ese viejo la empezó a besar le revolvía el estómago, las manos sobre sus pechos quería sacárselas pero no podía, lo peor de todo fue sentir cuando el hombre apretándola con su cuerpo empezó a frotarse contra ella y sintió claramente su duro bulto rozar sus piernas y sus caderas…

Moviendo enérgicamente su cabeza, Micaela pudo separe del beso del hombre pero este siguió pasándole la lengua por las mejillas y el cuello, enloquecido por el perfume fresco de la chica.

El hombre estaba cada vez más excitado con la chica, la tomo de un brazo y la llevo sobre una mesa, la hizo girar y poner de frente a la misma y con una mano el obligo a descender sobre ella, de manera que la mitad de su cuerpo quedara sobre la mesa y su otra mitad parada. Micaela sintió terror, más cuando el hombre le subió la falda hasta la cintura y comenzó a acariciarle las piernas y los muslos subiendo hasta sus nalgas. Tomo de los costados la blanca bombachita de Micaela y el rasgo de un golpe, tirando sus pedazos al suelo.

Apoyo una de sus manos en la espalda de Micaela y con la otra llevo su duro miembro hacia las nalgas de la chica, rozándose contra ellas, buscando su orificio anal y apoyando la cabeza de su pene en su orificio. La chica se revolvió asustada y aterrada dándose cuenta que la iba a violar analmente. El hombre empujo con fuerza y logro meter solo un poco de su verga en tan apretado orificio, se quedó quieto un segundo y luego tomando una descomunal fuerza embistió con furia su miembro logrando penetrarla y enseguida comenzó un enérgico mete y saca, cogiéndose con energía sintiendo con placer el apretado y cálido lugar donde tenía alojado su miembro, Micaela soltó un grito de dolor cuando fue penetrada y continuaba dando señales de dolor mientras era embestida con fuerza, sentía como si un enorme pistón la estuviera taladrando, una ardiente sensación que deseaba que terminara de una vez.

El violador se sentía en el paraíso, nunca había experimentado un placer como el que estaba experimentando cogiéndose analmente una deliciosa colegiala, su verga se sentía comprimida y apretada en cada envión y estaba por llegar a un orgasmo, retiro su pene unos centímetros mientras decía acercándose a la oreja de la sufrida chica "Te gusta jugar eh nena, te gusta sentir una verga en tu culo" y arremetió de nuevo con fuerza llevando su miembro lo más adentro posible mientras sin poder aguantarse más empezaba a eyacular dentro del culo de la chica, no parecía terminar más y bañaba las paredes del intestino de la chica con su interminable leche.

Por unos momentos, mientras su pene seguía rígido, siguió embistiendo el culo de Micaela, luego su miembro perdió rigidez y se fue separando de las nalgas de la chica. Micaela estaba todavía inclinada sobre la mesa, dolorida y avergonzada por la humillación que había sufrido, de sus nalgas todavía salían gotas de semen.

Al cabo de un tiempo el hombre tomo de un brazo a Micaela, la acerco a la puerta y le dijo, mientras la chica trataba de recomponerse, bajándose la pollera y arreglándose la blusa "Mira en este celular te tengo grabada mientras te tocabas y me provocabas, así que espero que no se te ocurra decir nada".

Micaela se retiró de ese lugar, le costaba caminar bien, como pudo llego hasta el sillón donde habían tomado un helado con su amiga. Se sentó y de inmediato sintió la conocida voz de su amiga Paula "Mica, donde estabas, te estuve buscando, seguís enojada Mica?".

Micaela no contesto, su amiga volvió a decir "Espérame mientras voy al baño, Mica en serio, te pido perdón si todavía estas enojada" y se dio vuelta dirigiéndose al sanitario. Micaela la miro hasta el momento en que una figura que ella bien conocía, se apareció por detrás de Paula y tomándola de un brazo y tapándole la boca con la otra mano la arrastro, como antes la había arrastrado a ella, por el pasillo de la sala de mantenimiento.

Lo último que vio Micaela de su amiga fue como era llevada contra su voluntad, entonces, dirigiéndose hacia la salida Micaela dijo, casi en un susurro "Esta bien Pauli, te perdono, estas perdonada"

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