Pasaron tres días y el jueves por la mañana le mande un mensaje:
“Mañana te quedas a dormir, y veremos el sábado, te espero a las 18 Hs.”
A los pocos minutos recibo un “OK Señor, si me necesita antes me avisa”
En los días que pasaron fueron varias las veces que me quedé pensando distraído en todo lo que había pasado en estas semanas, todavía me sorprendía mi cambio. Soy un hombre de 55 años, estoy con una joven de 20 como mi sumisa, disfruto más el sexo que antes, y se me cruzan ideas de cosas para hacer con ella. En la cama y fuera. En la casa y fuera.
Como dije, fueron varias las veces que me quede pensando, al punto que mi fiel Carla, mi casera, me preguntó un par de veces si pasaba algo, si a mí me pasaba algo o había algún problema. Obviamente la respuesta fue un no, seco. Si bien estaba trabajando conmigo hace 20 años, le daba ciertas confianzas, y conocía mucho de mí, no quise apresurarme.
Por fin llego el viernes y a las 18 h nuevamente llegó puntual.
-Pasa, le indique
-Si Señor
Fuimos a la sala, dejó su bolso habitual del trabajo y noté que no había traído ropa.
-Vamos a la cocina, le dije secamente.
-Sí Señor.
-Qué quieres tomar?
-Un té si puede ser
-Quieres algo fuerte para acompañarlo?
-Como qué Señor?
-Whisky, cognac?
-Nunca tomé, Señor
Serví su te, unas galletas y me serví un whisky. Me senté frente a ella, que estaba mirando hacia abajo y empecé a hablar:
-Mira Mariel, quiero que tengamos una charla bien franca. De ella decidiré como seguimos, si seguimos, así que por un rato no eres mi sumisa, levanta la cabeza y habla con sinceridad, que si noto que me mientes esto se termina de inmediato.
Su cara era de estupor, no sabía que pasaba, incluso se notaba que su cuerpo tiritaba no de placer sino de temor.
Que pasa, que hice mal? Dijo Mariel ya efectivamente mostrando su sorpresa y temor.
Pasa que llegamos aún punto en el que quiero hablar claramente, dejar cosas en claro los dos, establecer un acuerdo a cumplir y tomar cada uno la decisión que necesitemos tomar. Esta decisión puede cambiar en cualquier momento, sobre todo de tu parte. OK?
-Si Señor.
-Sabes bien que tengo una fortuna bastante importante, que soy un empresario muy reconocido, con muchos amigos tan o más poderosos que yo. La otra noche me preguntabas por qué estaba solo y te contesté que por elección. No dudes que fueron muchas las mujeres que se acercaron a mí, y lamentablemente la gran mayoría prefería saber cuántos millones tenía en el banco antes de conocer mi personalidad.
-Otras simplemente querían pasar por mi cama para ser la… (elige el título que quieras) de Mike Ferron.
-Yo Señor…
-Silencio, la interrumpí
-Hoy tengo 55 años, una buena fortuna, no tengo expectativas de tener hijos, ni de nada que se parezca. Pero creo que ha llegado el momento de disfrutar un poco más lo que he ganado.
-Mucho de esto lo has provocado con tu llegada a mi vida.
Sus ojos iban abriendo cada vez más, y ya no intentaba interrumpirme, quizás previendo que todo acababa.
-Por eso te quiero proponer algo Mariel, no para que me contestes ahora, tendrás unos días para pensarlo
-Dígame Señ…
-Más o menos es así:
-A partir de ahora, a menos que estemos en situación sexual, me llamaras Mike, y me tutearas
-Toda situación de sumisión, castigos, etc. Se dará exclusivamente en situación sexual
-Debes tener en claro que vas a tener que desistir de tener hijos
-Yo respeto mucho a las personas, tú debes guardar el mismo respeto y agradecimiento a quienes de una u otra forma nos sirven.
-Si yo tengo que viajar, por placer o trabajo, estarás en libertad de no ir.
-Dentro del sexo, seguirá la sumisión igual o mayor.
Su cara era de incredulidad y sorpresa. Pasaron unos minutos hasta que se animó a hablar
-Puedo hablar?
-Ya te dije, estamos hablando.
-No necesito pensarlo, todos estos días lo estuve haciendo, no todo lo que me dijo, pero si mucho y decidí que quiero quedarme a su lado. Pero siempre pensé que solamente iba a ser su esclava, su perra y nada más. Me sorprende y me inquieta que quiera mostrarme porque soy una chica humilde, sin mucha cultura, ni siquiera me sabría sentar en un restaurant de los que seguramente frecuenta Ud.
-Eso no me importa
-Pero su imagen, que va a decir la gente que conoce?
-Eso no me importa. Me han visto con cada cosa…
-Y la empresa, como me tendría que mover?
-Por ahora igual, tienen por qué enterarse porque ellos de mi vida no saben nada
-Entonces acepto todo lo que me planteo.
Me levanté, tome su cara entre mis manos y le di un largo beso en sus labios. Ella como toda respuesta, paso sus brazos por mi cuello.
Terminó su te, y le mostré la casa, el parque, el garaje, y nos quedamos charlando más en el salón.
Al anochecer, preparé la cena, cosa que la sorprendió porque no imaginaba que sabía cocinar, tomé mi whisky de después de cenar y fuimos al dormitorio.
Cuando entramos le dije:
-Ahora sí, ahora eres mi sumisa
-Si Señor
-Quítate la ropa y acuéstate, ya vengo.
Dicho esto, fui hasta mi baño para buscar un talco, un aceite aromatizado y unas toallas. Volví a la habitación y Mariel ya estaba acostada. Con cuidado la puse en diagonal en la cama, estiré sus brazos hacia atrás, al lado de su cabeza, y sus pies quedaron en el borde de la cama.
-Ahora, cierra los ojos, te ordeno no moverte, solo puedes gemir. Comprendes?
-Si señor
Apagué casi todas las luces quedando la habitación en penumbras. Puse aceite en una vasija con llama abajo para que lo queme lentamente y música suave que tengo en un pendrive.
Cuando el aroma del aceite empezó a sentirse comencé a acariciar con la punta de mis dedos los brazos, primero por fuera y luego más suavemente el lado interno, con especial esmero en el pliegue del codo y al lado de la axila. Fui lentamente recorriendo todo su cuerpo, mientras que su respiración se empezó a agitar. Todo sin tocar ni su vagina, ano, o clítoris.
Comencé nuevamente el recorrido pero esta vez con mis labios, poniendo especial atención en algunos lados, pechos, pezones, interno del codo, pero solo con los labios. Su respiración era ya entrecortada.
Cuando terminé la puse boca me senté sobre sus muslo, justo atrás de la cola. Puse sus brazos al costado del cuerpo, con las palmas de las manos hacia arriba. Puse más talco en mis manos y comencé el mismo proceso en su espalda, piernas.
Luego de un rato, decidí que era hora de más. Separé sus piernas y mientras con una mano acariciaba su clítoris, comencé a besar la palma de su mano derecha. Comenzó a gemir suavemente, por lo que decidí que era hora de jugar con mi lengua en… la palma de la mano como si fuera el clítoris. La respuesta fue instantánea, comenzó a arquear el cuerpo y gemir más fuerte. Cambié la boca de lugar y la lleve al pliegue de sus rodillas, y cada vez se excitaba más, casi no se quedaba quieta.
Cambié de lado e hice el mismo trabajo con la mano izquierda mientras mi mano se movió para comenzar a rozar los labios exteriores de su vagina. Lo mismo con el pliegue de su otra rodilla. Cuando lo hice, emitió un sonido gutural característico del orgasmo intenso.
Entonces, mientras que con una mano separaba sus nalgas, apoyé el dedo medio de la otra mano en el ano, simplemente haciendo una suave presión.
Entonces me dirigí al cuello y comencé a besarlo suavemente, cuando empezó a arquearse para forzar que mi dedo la penetre, le di un pequeño chirlo en la cabeza. Y al mismo tiempo a besar el lóbulo de su oreja, mientras lo humedecía con mi lengua lo mismo que su cuello. Pase mi boca a su espalda y besaba y lamia suavemente el centro de la misma, sobre las vértebras, haciendo un camino descendente a su trasero. Ella cada vez hacía más fuerza con su cola para que mi dedo entre. Cuando llegué con mi boca a su ano, lo lamí con ganas pero suavemente, introduciendo solo la punta de mi lengua en el mismo. Otro espasmo, otro sonido gutural y otro orgasmo.
Me levanté, y sin hacer ruido la dejé boca abajo en la cama, en penumbras y con la música muy suave. Yo necesitaba un respiro y un nuevo whisky.
Abran pasado 5 minutos cuando volví a la habitación, ella seguía boca abajo, no se notaba que se haya movido. Apagué la música, y mientras cambiaba el pendrive, le subí el volumen al equipo de audio, le di play y empezó a sonar el Óp. 1812 de Tchaikovsky (recomiendo escucharla, leyendo la descripción de la misma).
Entonces, me acosté a su lado y sin mediar aviso ni palabra empecé a penetrarla con mis dedos en la vagina, mientras besaba su nuca y su cuello. Por momentos le masajeaba el punto G y por momentos metía y sacaba los dedos con fuerza. Como conozco la obertura, y sabía que venía a continuación, por sus gemidos, gritos y movimientos iba eligiendo que hacerle para incrementar todo.
Cuando llegó la primera parte de la batalla, con los vidrios temblando por el volumen, empecé a jugar con su ano, metiendo y sacando mi dedo, ya lubricado por sus jugos vaginales.
Mi pija, que parece que también conoce la música, ya estaba con todo. Me puse a sobre sus muslos los abrí y la comencé a penetrar con fuerza llevando sus manos al costado de la cabeza y sosteniéndolos con fuerza. Cuando la música volvió a bajar el ritmo, lo mismo hice yo, esperando el gran final.
Cuando se acercaba, la di vuelta, puse sus piernas en mis hombros y pasaba mi pija por su clítoris ya súper hinchado. Cuando comenzó la parte final con los cañones y las explosiones, la penetré con todo, bombeando con violencia, rápidamente llené mi boca con whisky y trabando nuevamente sus brazos acerque mis labios a su boca, que ella abrió rápidamente, por lo que aproveché para pasarle parte de mi whisky, que por su ansiedad fue directamente a su garganta para tragarlo. Por respuesta fue un grito tremendo, mesclado con una sacudida de su cuerpo.
Cuando terminó la música, caímos los dos, sin casi respiración, ella con su cabeza sobre mi pecho, y nos dormimos, muy profundamente.
Como todos los días, sin importar a qué hora me duerma, a las 7 Hs me desperté. Ella todavía estaba sobre mi pecho, como habíamos quedado. Con cuidado, me fui saliendo, me fui al baño, donde me duche reviviendo en mi mente y disfrutando cada recuerdo de una noche genial.
Cuando terminé de secarme, afeitarme, me puse ropa liviana, y viendo que ya eran casi las 7:30 h fui a la cocina.
-Buen día Carla, le dije sonriendo
-Buen día Mike, (como me llamaba cuando estábamos solos). Va a desayunar aquí?
-Sí, dije también sonriendo, pero dame 20 minutos.
-Ok, no hay problema
Ah, y que sea para dos, por favor, le dije mientras salía rápidamente de la cocina, me dirigí al dormitorio y con un beso en los labios, desperté a Mariel.
-Buen día dormilona.
-Buen día, Mike?
-Si, Mike. Te dejé toallas en el baño, toma una ducha y te espero en 15 minutos para desayunar en la cocina.
Me quedé en el dormitorio, y cuando escuche que ya terminaba, fui a la cocina. Entre, tome asiento sin levantar la vista para no ver la cara de Carla.
Segundos, solo segundos se abrió la puerta y Mariel casi sin secarse y con una camisa mía blanca de la oficina, que al estar mojada transparentaba todo, entró diciendo:
-Que me hiciste anoche!?
No pude aguantar la carcajada al ver la cara de Carla, viendo a Mariel y a Mariel, que con cara de sorpresa y susto, quedó petrificada. Solo atiné a levantarme, tratar de contener la risa y decirles
-Ya se conocen, no?
Lo único que escuche mientras salía fue la voz de Mariel
-Es un hijo de puta!!!