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Tiempo de lectura: 16 minutos

No soy una mujer excesivamente atractiva, mido 1.57 y peso 67 kilos, con lo que se entrevé que soy rellenita y es cierto que tengo unas buenas tetas y un pandero que invita a ser acariciado.

Quizás es por todo esto que ya de soltera era una chica traviesa y más atrevida que mis compañeras, no es que fuera una facilona pero siempre tuve más sexo que ellas y eso en buena parte fue porque me propuse ser deseada a pesar de mi físico que no era espectacular, cuando terminé la universidad en Salamanca me trasladé a Madrid para ejercer como maestra y mujer seria y decente.

Ahora ya hace seis años que me casé con Marcos, es también profesor y nos conocimos en el instituto en el que ambos trabajamos, es un buen hombre al que he ido dejando que me fuera convenciendo para hacer esas cositas que tanto me gusta hacer pero que a un esposo no hay que pedirle de buenas a primeras, cada vez que le veo con ganas de probar algo diferente simplemente me dejo convencer para probarlo y como es natural siempre lo consigue.

Siempre resultó muy tímido y recuerdo los apuros que pasó cuando pensó en que le hiciera una mamada, no sabía muy bien cómo hacerlo y opto por el mejor de todos los caminos, comenzando a hacerme sexo oral y cuando estaba a punto de correrme en su cara, se dio la vuelta y montamos un 69 de los que hacen época y como es lógico eso ya forma parte de nuestro repertorio habitual.

Una tarde, mientras descansábamos de una de nuestras siempre intensas sesiones de sexo me dijo si había algo por lo que sintiera curiosidad, sonriendo le dije que pensaría en algo y unos días después tenia en video la película SM-Rechter (El Juez SM) que es subtitulada pero la trama es y cito, un juez con un matrimonio a punto de romperse ingresa al mundo del BDSM a pedido de su mujer que le revela después de meses de depresión que hace años, tiene la fantasía de ser dominada y castigada

Después de verla me preguntó si esa era mi fantasía y le respondí.

-No es algo que me vaya a llevar a una depresión, pero cuando me sueltas una nalgada me excito y tú también, creo que podríamos probar algo y ya veríamos si seguir o dejarlo, sucedería como con todo lo que hemos hecho hasta ahora, solo seguimos practicando aquello que nos satisface a ambos. ¿Recuerdas como abandonamos la idea de emplear un consolador en tu culo porque no te sentías cómodo? Yo lo sigo empleando por adelante o detrás según el agujero que dejes libre porque te gusta notarme llena y a mí también.

Entonces Marcos, como reflexionando me dijo que pensaría en algo.

Ese viernes me sorprendió gratamente porque como siempre se lo había currado.

Después de cenar me dijo que tenía algunas sorpresas y la primera fue ofrecerme un antifaz que al ponérmelo me dejó a oscuras y decirme que me iba a desnudar él.

No era la primera vez que me dejaba desnudar por él pero si la primera en que mis ojos no estaban fijos en los suyos o en su verga si es que se había desnudado él antes o simplemente contemplando como se iba formando ese bulto que tantas satisfacciones me había dado.

Me guío hasta la habitación y me colocó a los pies de la cama. Tenemos una de esas que parecen antiguas de latón con la parte de los pies de más del metro veinte y bolas en las esquinas, me apoyo en el travesaño superior y me fue separando las manos hasta quedar casi crucificada, con unos pañuelos me sujetó y después de susurrarme si esta bien y quería continuar le pedí que me siguiera sorprendiendo.

El primer golpe me pareció casi una broma pues lo dio tímidamente y aunque me escoció un poco comprendí que lo TENIA que hacer mucho mejor y así se lo dije. Los siguientes fueron mas consistentes pero seguí pensando que lo podía hacer mejor y continúe animándole para que me diera más fuerte y él se fue animando hasta que dejo el látigo y note sus manos sobre mis generosos pechos y sus labios besando mi espalda, seguramente tenia marcas y se asustó, me soltó y me hizo sentar en la cama después de sacarme el antifaz. Entonces le dije.

-No tengas miedo de lastimarme, me ha gustado mucho cuando te has animado un poco, pero creí que una vez tomado el ritmo seguirías hasta pedirte que parases, incluso deseé que después de eso siguieras un poco más para darme a entender que soy tuya y puedes hacer conmigo lo que te apetezca.

Ese día la cosa no siguió por ese camino, me hizo ver que golpearme era también un gran esfuerzo emocional para él, siempre me había cuidado y las novedades sexuales en nuestra relación siempre habían progresado de forma lenta, después de un rato lo desnudé y esa noche fue la primera vez que trague por completo su eyaculación, hasta el momento siempre se había retirado para evitarlo, lo que no sabia es que me encanta ese punto de la mamada, pero mucho habíamos ganado ese viernes ambos, aunque sin el saberlo aún mucho más yo que él.

Al día siguiente me desperté tarde, Marcos tenia el desayuno preparado cuando me despertó con un dulce beso, pasamos la mañana comprando para la semana y por la tarde recogimos un poco la casa pero poco después de las ocho le vi trabajando con la coctelera y sirvió unos mojitos, yo me pongo tonta enseguida con el alcohol y el bien que lo sabe, empezamos a beber en silencio imaginando cada uno un panorama diferente, después hablamos de lo bien que lo podíamos llegar a pasar si fuéramos capaces de evolucionar y conseguíamos liberarnos de tantos convencionalismos, cuando había bebido algo más de la mitad de mi vaso, repartió lo que aún quedaba en la coctelera, estaba un poco cargado de Angostura y Ron y lo cierto es que yo comenzaba a estar muy cachonda entre lo hablado y el largo mojito.

Sin decirme nada, me mostro en una mano el gato de 9 colas con el que me había castigado la noche anterior y en la otra el antifaz, lo tome y me lo puse en la frente mientras me dirigía a la habitación sacándome la escasa ropa que llevaba, desnuda frente a la cama me coloque bien el antifaz y esperé a que Marcos me colocara a su antojo, en esta ocasión me coloco de espaldas y me puso una almohada en los riñones, me ató las manos como la noche anterior, pero me di cuenta que estaba dispuesto a introducir variantes.

También con lo que imagino serian fundas de almohada me ató los tobillos a las patas de la cama, quedando totalmente abierta de piernas y brazos, solo de imaginar lo que podría hacerme en esa postura comencé a mojarme de forma exagerada, entonces oí que salía de la habitación e imagine que iría a buscar alguna otra sorpresa, lo primero que noté cuando regreso es como me iba metiendo el vibrador que empleamos, cuando lo puso en marcha pensé que. Plas, plas, plas.

Me había soltado cuatro palmadas, dos con cada mano en el lateral de mis tetas que rebotaron de lado a lado, me coloco una mano en la boca y dijo.

-No te quiero oír. Hoy sabrás que puedo darte parte de lo que necesitas.

Dicho esto me coloco unas pinzas metálicas en los pezones, y eso si que me dolió pero comencé a amarlo más, sabia que eso le dolía más a él que a mi y lo estaba haciendo, a continuación comenzó a darme con el látigo en el interior de las piernas de forma espaciada, eso hacia que ardieran pero no daba dos golpes en el mismo sitio, después subió hasta la barriga y la parte baja de los pechos. Eso dolía más ya que los tenía doloridos por las palmadas iniciales.

No se el rato que llevaba en eso, cuando ceso momentáneamente y noté que paraba el vibrador, precisamente cuando estaba cerca de llegar al orgasmo, no entendía como era posible que el dolor fuera tan excitante, pero lo cierto que cuando paró lo comencé a echar en falta.

Por un momento pensé que había dado la fiesta por terminada, pero las pinzas permanecían en los pezones que ya comenzaban a adormecerse, entonces sin avisar ya que lo tenia todo a su disposición, metió el vibrador en un solo y seguro movimiento en el culo, poniéndolo en marcha otra vez y retirando las pinzas.

Acerco la verga a la entrada del coño y comenzó con el juego de si-no, eso me enloquecía y bien que lo sabe, metió media de una sola estocada que agradecí aunque su rudeza me sorprendió. Con cuatro caderazos había llegado al fondo y me fue dando hasta llevarme otra vez a las puertas del orgasmo.

Iba a ser algo memorable, yo estaba excitada como no lo había estado nunca antes y por como empujaba el condenado notaba que él también, cual seria mi sorpresa cuando se retiro y parando el vibrador preguntó.

– ¿Te gustaría que fueran varios los tíos que te la metieran por todas partes?

Calle un instante, pensando que quizás no lo había entendido bien o que estaba bromeando.

– Contesta perra.

– ¿Te gustaria que fueran muchos para ti sola?

– Eso se te nota en la cara de golfa que tienes ahora mismo.

Estaba claro que había entendido bien y que tenia que responder, entonces recordé una de las frases que había sonado en nuestra ultima conversación liberarnos de tantos convencionalismos realmente no se quien de los dos lo había dicho, pero ambos habíamos coincidido en que seria algo muy bueno, pero nunca imagine que lo tuviera presente y debería pronunciarme al respecto tan pronto aunque le respondí.

-SI, me gustaría que fueran muchas pollas para mi sola, pero contigo a mi lado y siendo la tuya la principal. No me imagino teniendo sexo sin ti.

Sin contestar se aproximó y comenzó a besarme los pezones que recuperaron la sensibilidad de golpe, metió su polla en mi lentamente y llegando al fondo puso en marcha el vibrador, en esta ocasión si que me llevo al más maravilloso orgasmo que había tenido nunca, sus besos eran profundos, absorbentes, succionaba mi lengua como si pretendiera arrancarla y sus caderazos incluso después de llenarme de su cálido semen, eran firmes y potentes, había creado un monstruo pero bendito monstruo.

Cuando me soltó de la cama, nos tendimos en ella abrazados mucho rato en silencio, apenas hacia una hora que habíamos llegado a la habitación y ese día no lo olvidaré nunca, ya que fue el principio real de nuestro cambio como personas y como pareja, al rato fui besando su cuerpo hasta llegar a su hermosa polla, que al contacto con mis labios reacciono como cabía esperar y después de jugar con ella mucho rato obtuvimos ambos la recompensa esperada.

Todo en nuestra vida no era solo sexo, al ser los dos de un nivel cultural semejante también compartíamos aficiones, como la lectura, la música y también nos apasiona viajar, aunque no son imprescindibles los grandes viajes a lugares exóticos, nos gusta mucho conocer los muchos y diversos rincones de nuestra geografía, para ello empleamos siempre que podemos juntar más de dos días para hacer alguna salida.

Llegaba el largo puente de mayo, este año dejábamos las clases el viernes 27 de abril y tomando el lunes 30 de abril como día de libre elección, las clases no se reanudaban hasta el jueves día 3 de mayo, ya que el 1 es la fiesta del Trabajador y el dos de mayo lo es de la Comunidad de Madrid.

Marcos me dijo que le habían hablado de un lugar estupendo donde poder disfrutar de un Retiro Espiritual, algo que ya habíamos hecho en alguna ocasión y que supuse, vistos los recientes acontecimientos y como estaba dando un giro tan radical nuestra vida sexual, quizás fuera bueno para reflexionar sobre el tema, aunque yo lo tenia muy claro y nunca traté de forzar las cosas con Marcos más de lo necesario.

Cuando le pregunté a donde iríamos esos seis días me pidió que me dejara sorprender.

Salimos el mismo viernes al terminar las clases por la carretera que conduce a Valencia, me quede adormecida por el cansancio y la tensión acumulada durante la semana, y me despertó el traqueteo de una carretera secundaria con muchos baches y que no se veía demasiado transitada, cuando pregunté donde estábamos solo respondió que llegando. Al volver un recodo apareció ante mis ojos la silueta de un edificio que parecía un pequeño castillo medieval.

Paramos en la puerta, y apareció un monje enfundado en un habito marrón con capucha como lucen los Franciscanos, la larga barba y su mirada directa le daban una apariencia de bondad, entonces nos indicó que le siguiéramos y rodeando el edificio entramos con el coche en un patio que habían destinado a tal efecto, vimos otros tres coches, nos dijo, que los huéspedes no tenían por qué coincidir en ningún momento si así lo deseábamos.

Ayudó a Marcos con las bolsas, nos acompañó hasta los que serian nuestros alojamientos y me sorprendió que fueran dos celdas individuales aunque consecutivas, nos dijo que después de dejar las cosas y si necesitábamos cambiarnos de ropa, nos esperaría para acompañarnos al que seria nuestro comedor, se presentó como nuestro guía y que seria él en todo momento quien se encargaría de nosotros, no seria necesario que lo buscáramos pues su obligación era estar pendiente de nosotros.

La cena fue la que nos sirvió otro monje, era una comida abundante pero sin poder elegir platos, de primero unas verduras salteadas con jamón que estaban realmente buenas, de segundo un asado de tira como solo he comido alguna vez en casa de unos amigos argentinos, todo ello regado por un vino casero de alta graduación muy bueno, y de postre una cuajada con miel casera en la que aun se encontraban pequeños restos de los panales.

Durante la cena sonaba una suave música de ambiente que nos permitió hablar, pues nuestro guía se había quedado fuera del pequeño comedor, entonces le pregunté a Marcos como había elegido ese sitio que me parecía demasiado serio y formal.

– Espera a que nos vayamos, para juzgar si me he equivocado o no en la elección del lugar.

No quise discutir, aunque me parecía que íbamos a aburrirnos mucho allí, o quizás en realidad Marcos lo que pretendía era que realmente reflexionáramos sobre nuestro futuro. Terminamos de cenar y nuestro guía nos precedió camino de nuestras celdas, pasamos por una especie de vestuario, donde nos entregó túnicas y sandalias holgadas, diciendo que deberíamos emplear dichas prendas mientras estuviéramos con ellos.

Continuamos andando, me encontraba incomoda cuando se rozaban nuestras manos, imaginando que se podría dar la vuelta y vernos. Al llegar a la puerta de mi celda bese en la mejilla a Marcos y entre en ella, comprobé que no había cerrojo y que solo una balda evitaba que la puerta se abriera, eso me hizo pensar que quizás al rato aparecería Marcos para pasar la noche juntos.

Me desnudé y al rato viendo que no aparecía me acerque a la puerta a oscuras, pude ver en el pasillo sentado en una silla a nuestro guía, leyendo a la luz de una pequeña lámpara de aceite un libro que se veía raído por tanto huso. Entonces supe que esa noche y las siguientes no tendría más sexo que el que yo misma me proporcionara en el más estricto silencio, desde la celda se accedía a un baño que se veía de reciente construcción y que disponía de una pequeña ducha.

A la mañana siguiente, después de tomar una ducha y ataviada con la túnica que me habían proporcionado la noche anterior, salí al pasillo al oír a Marcos hablando con nuestro guía quien nos acompañó a desayunar, cuando terminamos nos llevó a presencia de un monje Anciano, que con una dulce voz dirigiéndose a Marcos preguntó si nos apetecía conocer algo en especial del monasterio, a lo que con prontitud respondió que había oído hablar de las mazmorras, ante la mirada inquisitiva del monje solo dijo la palabra. Justine.

Eso fue suficiente para arrancarle una sonrisa de satisfacción al monje, que asintió y tiro de un cordón disimulado al extremo de una cortina, aparecieron dos monjes más corpulentos que nos acompañaron en silencio por una serie de pasillos hasta unas escaleras que conducían al sótano. Uno de ellos preguntó si alguno de los dos tenia intención de probar los aparatos un SI quizás demasiado entusiasta salió de mi garganta.

Al llegar a una sala en la que se veían una serie de aparatos de tortura, que ni hubiera imaginado siquiera que pudieran existir. El monje aclaró que ellos debían instruir sobre su funcionamiento al menos la primera vez, Marcos asintió y con una sonrisa franca el que había hablado antes aclaró.

.- Todo esto que ven es el museo y nada de esto se usa en la actualidad, aquí al lado en cualquiera de estas salas es donde se pueden probar los diferentes aparatos que si se pueden emplear.

Fue entonces cuando me fijé en una serie de puertas con ventanucos, y ante mi mirada expectante prosiguió explicando.

– En la actualidad tres de esas salas están siendo empleadas, y en los tres casos tenemos permiso para que vean si lo desean que es lo que sucede dentro.

Fue Marcos quien miró en una de ellas y por su rostro comprendí que le gustó lo que vio. Entramos en la sala que nos indicó el monje y me quede helada. En un extremo de la misma había una especie de tabla de planchar, en otro una jaula metálica de apenas un metro de lado, que no permitía estar ni de pie ni sentada pues del piso sobresalían unos hierros de unos 20 cm de alto. En otro de los extremos de la sala había unas argollas que pendían del techo sujetas a cadenas que se fijaban en las paredes, y otras dispuestas en el suelo que también se podían separar al contar con poleas a tal efecto.

Para terminar, pude ver en la pared que quedaba libre una serie de cuerdas, látigos, fustas, mordazas, y cepos que intuí serian para diversas partes del cuerpo, y una caja de la que salían una serie de cables que pensé que no serian para nada agradable, entonces el monje que en todo momento había hablado preguntó.

– ¿Está segura de querer probar algo de esto? Puede comenzar el circuito y detenerlo cuando lo pida, esta primera vez seria yo quien aplicará el correctivo como si lo mereciera, en parte para instruir a su pareja si le parece bien aceptar, y naturalmente con el permiso de él también.

Le respondí que aceptaba, estaba dispuesta a cumplir con las expectativas de Marcos y ese seria el primer paso, de todos modos siempre lo podía parar como me había dicho.

También Marcos asintió dando así su consentimiento, entonces con un certero movimiento que solo podía proporcionar la práctica, soltó las lazadas de los hombros que hacían las veces de tirantes de la túnica, que cayo al suelo dejándome en tanga y sujetador.

Como si yo solo fuera un mueble, me movió para que quedara la túnica fuera de mis pies y sin mirarme a los ojos me coloco una pulsera que sujetaba un pulsador que coloco en la palma de mi mano, con voz autoritaria ladro más que dijo.

– Apriete el boton. He de saber que funciona antes de continuar.

Obedecí y pude ver como se iluminaban unas luces rojas intensas, entonces me coloco una mordaza y me llevo hasta las argollas que pendían del techo, me despojo del sujetador de forma mecánica y coloco unos grilletes forrados de borreguito en las muñecas, tiro de la cadena hasta que mis brazos quedaron bastante alzados y separados, entonces me bajo el tanga y se agacho para sujetarme los tobillos con unos grilletes semejantes a las de las muñecas, también tuve que ir separándolos según tiraba de los tensores hasta llegar a donde creyó oportuno, cuando miré a Marcos vi que no perdía detalle, pero no le vi preocupado ni molesto por como me estaban tratando.

Estaba ensimismada, tratando de imaginar que pasaría por la mente de mi marido cuando me colocaron una capucha que me privo de ver lo que se avecinaba. Lo primero fueron una serie de latigazos no demasiado fuertes pero dados con gran maestría, que lograron sobresalir con creces por encima de los que me había dado en casa Marcos, notaba como la piel me ardía pero estaba dispuesta a aguantar lo que pudiera por los dos. Lo que siguió fueron una serie de suaves fustazos en los pechos, que al no causar demasiado dolor me hicieron que comenzara a mojarme. Entonces oí la voz de mi verdugo.

– ¿Puedo continuar? Asienta si quiere que así sea, y apriete el pulsador una vez para comprobar que me ha entendido.

Obedecí en ambas cosas, creía que podría aguantar algo más que lo soportado hasta el momento. Poco después note que me colocaba unas pinzas en los pezones, me molestaban algo, pero cuando mis brazos fueron avanzados y quede inclinada hacia adelante, noté una fuerte tensión en los hombros y tenia que hacer fuerza para evitar que los brazos se vencieran, me coloco una especie de trapecio a medio camino entre la garganta y los pechos, que fue tensando para evitar que me dislocara los hombros, agradecí el gesto pero en cuanto termino con ello, me colgó algún tipo de pesos en los pezones, eso si que dolía pues parecía que se fueran a arrancar.

Unos instantes después noté unos dedos untándome gel a la entrada del culo, y a continuación como un consolador se abría paso hacia su interior, era muy frio y duro, me pareció metálico y la sensación no era para nada agradable, pero tampoco tenia un tamaño exagerado y pensé que lo aguantaría sin problemas, me molestaban más los pesos en los pezones que de vez en cuando eran movidos por alguien, desconozco si por el verdugo o quizás el propio Marcos, que a fin de cuentas si que sabia a donde nos dirigíamos cuando me trajo aquí.

Unas pinzas en los labios vaginales empezaron a darme algo de miedo, no por mi seguridad que tenia asegurada por la presencia de Marcos, lo que me preocupaba era que tal vez no fuera capaz de resistir lo que fuera que hicieran con ellas, mis dudas se disiparon cuando una serie de cortas descargas eléctricas comenzaron a alternarse entre el consolador metálico que tenia en el culo y las pinzas de mis labios vaginales. Cada vez parecían más largas e intensas, me retorcía como una culebra pero mis movimientos estaban limitados por las ataduras. Entonces el verdugo me hablo otra vez.

– Por hoy dejaremos los aparatos y pasaremos a otra actividad si le parece bien, mañana si así lo desea será su acompañante quien se encargue de esta parte con mi supervisión.

Asentí y apreté una vez el pulsador para comunicarle que le había entendido. Me puso vertical y después procedió a desatarme tanto las manos como los pies, a continuación me saco la capucha y por ultimo me saco la mordaza, en realidad no habría hecho falta pues en ningún momento intenté gritar, pero supongo que es parte del protocolo.

Estaba desnuda ante el monje y Marcos, entonces me preguntó de forma muy directa.

– ¿Es cierto que en alguna ocasión ya le han hecho esta pregunta?

– ¿Te gustaría que fueran varios los tíos que te la metieran por todas partes?

– Y más importante, ¿sigue pensando de igual forma? De ser así solo asienta y espere.

Me quede sorprendida pero expectante. Asentí y esperé sin saber muy bien que es lo que sucedería a continuación, lo cierto es que estaba bastante cansada, pues si bien no había estado más que una hora y media atada en las argollas se me había hecho cortó pero intenso. El monje había sacado su propio pulsador y lo había empleado, vi entrar a varios monjes todos ellos corpulentos, el verdugo me acompaño hasta la tabla de planchar y después de manipularla quedó casi vertical y un poco inclinada hacia atrás, entonces reparé en una especie de asiento en medio y unos pequeños soportes a los lados.

A una señal suya, tres de los monjes se despojaron del hábito mostrando unas tremendas erecciones, uno de ellos se sentó en la improvisada silla y se recostó en la tabla, dos de los que conservaban el habito me sujetaron por los brazos y piernas y como si fuera una pluma me depositaron de espaldas a él encima de su cipote que se abrió paso camino de mis entrañas, estaba más que lubricada y abierta por efecto del consolador eléctrico, no intente librarme de la presa que me hizo y simplemente me deje hacer. Sus manos se apoderaron de mis doloridos pechos, pero los pezones reaccionaron de inmediato, erguidos como los de una quinceañera con mucho frio.

Otro de los mocetones, se aproximó de frente y comenzó a pasearme la polla por los alrededores del mojado coño, estaba deseando que se dejara de monsergas y me penetrase ya, entonces ambos miramos a Marcos que con lo ojos como platos hizo una seña de aprobación, de súbito noté como su capullo comenzaba a taladrarme, era impresionante, pero estaba acostumbrada a notarme llena, comenzaron con un metisaca que me estaba destrozando.

Iban cambiando de ritmo, precisamente para evitar que alcanzara el orgasmo demasiado pronto, pero noté que en ningún momento el que tenia enfrente trato de besarme, eso en parte me molestaba pues es una parte importante para mi en las relaciones sexuales, aparto el tronco lo suficiente hacia atrás para permitir que Marcos me besara, cerré los ojos imaginando que seria cuando se emplearían a fondo para hacerme llegar.

Marcos se retiro y al instante un capullo se posaba entre mis labios recién liberados, no dudé y los entreabrí lo suficiente para que dejar claro que aceptaba, me fue penetrando la boca como si me la follara, era otro el ritmo que mantenía, pero tan vivo, que al mantenerla apretada con la lengua contra el paladar conseguí que se corriera en pocos minutos. Fui tragando lo que me soltaba que no era poco, cuando los otros dos que estaban totalmente compenetrados, me hicieron alcanzar el tan deseado orgasmo abandoné esa polla para no lastimarla, y de paso gozar de ese gran momento que me estaban proporcionando.

Tuve una gran eyaculación, algo en mi no demasiado frecuente en los últimos tiempos, por su parte siguieron manchando firmemente incluso después de haberse corrido en mi de forma abundante y sin protección, algo en lo que reparé mucho después cuando ya no había nada que hacer, cuando quede medio adormecida entre ese par de sátiros, ayudaron a salir al que tenia delante y después me desclavaron del que estaba sentado en la plancha, al retirarme entendí lo de los soportes laterales, eran los apoyos para los pies del que me había follado la boca.

Se retiraron todos menos el verdugo y Marcos, entonces me acompañaron hasta un baño que no había visto antes y el verdugo fue quien me lavó sin tocar más de lo necesario.

Después de secarme bien con unas suaves toallas, me vistió con la túnica y colocando mi mano sobre la de Marcos, nos precedió hasta llevarnos a presencia del Anciano, que al vernos preguntó si la visita había sido de nuestro agrado. Marcos le respondió que mucho, y por mi parte, después de asegurarle que había sido muy instructiva le pregunte.

– ¿Ustedes podrían colocarme unos aros en los pezones?

Marcos me miro como escandalizado, pero el Anciano con solemnidad respondió que no había problema, solo se trataba de que fuera consciente de que eso producía algo de dolor, menos del que muchos imaginaban pero dolor a fin de cuentas. Le respondí con una pregunta.

– ¿Mucho más dolor, que el que me espera en estos días que me quedan de estar aquí?

Con una sonrisa franca me respondió que naturalmente mucho menos, además aseguró que era el medico que cuidaba de la salud de los miembros del monasterio, y encargado de revisar los análisis de los clientes para asegurarse que podían ofrecer sus servicios sin protección, quien se encargaba de esas cosas que por otro lado no era nada infrecuente, incluso colocaban aros en el clítoris y labios mayores si se solicitaban. Aún pregunté algo más.

– ¿Qué tipo de monasterio es este?

En todos estos años, nunca había encontrado nada semejante y no es una crítica, estoy encantada de estar aquí y me gustaría poder regresar algún día.

Sin abandonar su cara de bondad me respondió.

– Solo se trata de uno de tantos monasterios Cartujos que la Iglesia ha condenado al cierre, aduciendo que no estaban a su servicio.

La comunidad decidió renunciar a las aportaciones de la Iglesia y a su patrocinio, no hacemos misas ni ninguna otra actividad relacionada con la Iglesia ni en su nombre.

Habrán visto que no hay crucifijos en las celdas y ofrecemos un servicio personalizado a quienes lo solicitan y en los términos que lo piden, de hecho estamos constituidos como una industria hotelera y como tal pagamos impuestos.

Después de comer nos acompañaron a una celda con una cama de dos plazas donde ya estaban nuestras cosas, después de una siesta en la que no faltó un buen polvo con Marcos a pesar que estaba destrozada y de aclararme que había enviado por fax nuestros últimos análisis de sangre, salimos en busca del Anciano quien me hizo acompañar a presencia del medico, mientras Marcos se quedaba tomando una copa de una especie de brandi que también fabrican y venden.

La verdad es que la colocación de los aros no fue tan dolorosa como había imaginado y estaba dispuesta a soportar, de regreso también yo tomé una copa de ese brandi y Marcos preguntó si podíamos salir del Monasterio, a lo que el Anciano respondió que era preferible no hacerlo, ya que en realidad habíamos llegado de noche y los coches de los residentes estaban ocultos, y era mejor mantener separados a los visitantes ocasionales que llegaban a por licor o miel, de los que disfrutaban del retiro espiritual especial.

Los siguientes días fue Marcos quien se encargó del castigo bajo la supervisión del verdugo, que fue diverso y siempre agradable pues se mantenía dentro de unos limites soportables, o quizás es que cada vez mi cuerpo soportaba más dolor, lo que si era fijo pero en cada ocasión de forma distinta eran las relaciones con varios de los monjes jóvenes, que cada día me sorprendían con innovaciones y grandes orgasmos, incluso llegaron hacerme perder el sentido en dos ocasiones, además Marcos fue invitado a conocer a los acompañantes de las otras tres parejas que estaban allí, y participo en el martirio de al menos otras dos mujeres, con buenos resultados según me contó en nuestros aposentos.

El día de nuestra marcha fue cuando substituyeron los aros terapéuticos por unos de oro, y aun tuvimos una sorpresa más cuando nos cobraron con tarjeta Visa los día de estancia al precio de 64€ por persona y por los extras 300€, cuando le comentamos que a que se referían con los extras, nos aclaró que eran los servicios médicos y el precio de los aros, en total 1068€ por los seis días que nos supieron a gloria, después de lo mucho que se había reforzado nuestra unión, al alcanzar un nivel muy superior el tipo de sexo que podríamos practicar desde ese momento.

Ahora nos vemos no solo con esas parejas que compartieron estancia en el monasterio, también con algunos amigos que comparten nuestros gustos.

Marcos se ha convertido en un Amo muy apreciado por las otras mujeres y también por uno de los hombres al que le gusta ser dominado pero que su esposa también prefiere el rol de dominada, con lo que todos estamos la mar de contentos, esperamos el principio de las vacaciones con verdadera ansia, los primeros seis días ya los tenemos reservados en el monasterio, y después ya tenemos contratada una casa rural para quince días doce personas, supongo que las orgias serán tremendas, pero quizás eso lo pueda escribir después de las vacaciones.

© PobreCain

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