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Disfrutando con mi compañero de cuarto
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Tiempo de lectura: 5 minutos

La siguiente historia es real, excepto por el nombre de mi compañero de cuarto, y ocurrió cuando yo tenía aproximadamente 20 años.

Al salir de la prepa me fui a otra ciudad a estudiar la universidad, esto fue la excusa perfecta para poder vivir sola y disfrutar de la nena que llevo dentro. Al principio vivía sola pero después de algunos meses tuve que compartir departamento con amigos, lo que me dificultaba un poco las cosas. Llevaba un año y medio viviendo con un amigo que también era de otra ciudad, Leo, dos años mayor que yo, blanco, cabello castaño, de brazos fuertes. Nunca sospechó nada pues siempre tomábamos, veíamos el futbol y hablábamos de mujeres, todo muy "normal". Pero cuando él no estaba los fines de semana me convertía en toda una mujercita. A él siempre le ha gustado andar por el departamento en bóxer y con playera, nunca le preocupó ni yo le di importancia. Algunas veces, cuando se sentaba, se le abría el bóxer por el frente y se alcanzaba a ver su pene. Debo decir que siempre miraba discretamente, me despertaba cierta curiosidad.

Un sábado, como de costumbre, él se fue a su casa por la mañana. Me entretuve toda la mañana limpiando el departamento y cosas por el estilo, y ya por la tarde tomé un baño para comenzar a vestirme. Me bañé y depilé las piernas, tenerlas depiladas ya era algo común en mí así que me llevó poco tiempo, me puse una tanga color lila, bra push up del mismo color con encaje negro en las copas, pantimedias rotas rasgadas, blusa rosa de tirantes, mini de mezclilla y mis converse (en ese tiempo no tenía tacones). Me maquillé un poco, como tengo el pelo un poco largo solo lo peiné y con una diadema se veía genial, tomé unos accesorios y ya estaba lista. Me sentía súper femenina, en ese entonces tenía muy pocas cosas por temor a que me descubrieran pero lograba verme y sentirme muy femenina.

Vivía en una ciudad pequeña y yo era muy tímida, por lo que mis fines de semana consistían en vestirme, ver porno, y en ocasiones salir por la madrugada y caminar algunas calles, pero era algo que casi nunca ocurría.

Estaba inmersa en mi rutina de cada fin de semana cuando de pronto sonó mi teléfono, era Leo y se notaba que había tomado y estaba muy molesto.

– “¿Estás en el departamento?” Preguntó de forma seca.

– “Si, ¿por qué?”

– “Llegando te digo, voy para allá.”

Me quede helada al escuchar eso, ¡que iba a pensar si llegaba y me veía así!

Enojada por ver que mi fin de semana estaba era interrumpido y muy nerviosa porque me podrían descubrir, comencé a desvestirme rápido, solo me quede con la tanga puesta esperando a que Leo no se quedara mucho tiempo, me quité el maquillaje y me lavé la cara. Después de poco más de una hora de que me llamó, llegó al departamento, muy tomado y con una botella de vodka en la mano. Entró y me pidió que lo acompañara a la sala, que llevara dos vasos, y empezamos a tomar. Me contó sobre su problema: había ido a una fiesta con su novia Adriana (si, ella también se llama así), discutieron porque la chica estaba bailando con alguien más y terminaron. Ella siempre le hace pasar malos ratos.

Me contó que tenían problemas pero siempre volvían porque el sexo era increíble, y que ella la mamaba como nadie. Después de acabarnos la botella se quedó profundamente dormido en el sofá, roncaba y de pronto se escuchaba como si susurrara su nombre. Yo me quede molesta, pensaba, ¿Cómo le pueden hacer pasar un mal rato a alguien como él? Y peor aún, por culpa de ella no había podido vestirme! Me acerqué a él y lo moví para llevarlo a su recámara pero no despertaba, así que decidí que no me iba a arruinar la noche. Corrí a mi recamara y, animada por el alcohol, me vestí y maquillé de nuevo. Abrí mi computadora y empecé a ver porno. Me había quedado con la imagen de mi compañero de cuarto y su novia, imaginando que seguramente cada que peleaban tenían sexo muy fuerte. Vi algunos videos pero solo me calentaron más y se me ocurrió una locura.

Salí a la sala y vi a Leo donde estaba acostado, tan solo con su bóxer puesto y con su pene asomándose un poco. Mil cosas me pasaron por la mente y me estaba calentando demasiado, me animé a salir por completo, apagué la luz de la sala y fui lentamente a sentarme junto a él. Lo moví un poco y seguía profundamente dormido. Me acerqué un poco más y empecé a pasar mi mano por esos brazos fuertes, por su pecho y su abdomen, sin dejar de verlo a la cara por si despertaba. Acaricié sus piernas y finalmente llegué al objeto de mi deseo y i calentura de esa noche. Lo acaricié por encima del bóxer y sentí que tenía buen tamaño, pensaba que por estar dormid no reaccionaría pero al contrario, con cada caricia crecía un poco más, hasta estar completamente erecto, luchando por salir de su prisión de tela. Me incliné sobre él recargándome en su hombro y haciendo la voz más femenina que pude empecé a hablarle.

– “Leo, ¿estas dormido? Leo, perdón, no te quise hacer enojar. Te quiero pedir que me disculpes y haré algo para recompensarte.” En eso sentí que su brazo me rodeaba y empezaba a tomar mi trasero. Me quedé congelada y por un momento no supe que hacer, hasta que l escuché hablar.

– “Amor, perdóname, no quiero que estemos enojados.” Dijo sin abrir los ojos.

– “No te preocupes, fue mi culpa, nunca debí tratarte así. Sabes que soy una estúpida, no sabía lo que hacía, déjame recompensártelo.”

El me tocaba el culo, acariciaba mis nalgas, pero le detuve la mano y le dije: “No, hoy quiero hacer algo especial por ti, tú solo disfruta.”

Comencé a besar su cuello, bajando lentamente por su pecho y su abdomen hasta tener su pene completamente erecto frente a mis ojos marcándose bajo su bóxer, el cual le bajé lentamente. Al hacerlo, salió un pedazo de carne hermoso, debía tener cuando menos 19 cm y era grueso, apenas pude cerrar mi mano a su alrededor. Lo tomé de la base, besé la punta y empecé a lamer delicadamente mientras le acariciaba los huevos. Mi lengua recorría toda la extensión del tronco saboreándolo, humectándolo hasta que decidí que era suficiente. Me humedecí los labios y metí su cabeza en mi boca, su sabor delicioso que me hizo excitarme aún más y comenzar a meterla y sacarla rápidamente, me la saqué de la boca para masturbarlo mientras lo veía y jugueteaba con mi lengua en sus huevos para después seguir chupándosela. Seguía con los ojos cerrados pero la tenía durísima y solo escuchaba pequeños gemidos salir de su boca.

De pronto sentí su mano sobre mi cabeza, al principio me asusté, pensé que se daría cuenta quien era en realidad, pero solo la dejó ahí como diciendo “trágatela toda” y obedientemente lo hice. Lentamente empezó a entrar hasta llegar a la mitad, la punta ya me tocaba la garganta, pensé que ya no me cabría más pero estaba decidida y haciendo un poco de esfuerzo hice que entrara completamente. Me quedé así un momento y después seguí lamiéndola, metiéndola y sacándola una y otra vez. Cuando sentí que ya era tiempo de terminar le di un ritmo frenético, aprisionando la punta de su verga con mis labios mientras jugaba con mi lengua, cuando de pronto sentí que varios chorros de semen inundaban mi boca. Traté de tragarlo por completo, pero mientras lo saboreaba se me escapó un poco de la boca, cayendo sobre sus huevos, los cuales felizmente limpié con mi lengua. Me levanté, le di un beso y le susurré un “te amo” al oído. Me quedé un momento sentada a su lado, yo con una sonrisa en los labios y su sabor en mi boca.

Como pude le volví a subir el bóxer, fui por un cobertor a su recamara y lo cubrí. Después me fui a mi recámara, feliz y aún incrédula por lo que había sucedido. Me quité mi ropa de chica y dormí solamente con mi tanguita puesta.

Al día siguiente, desperté y Leo seguía en el sofá. Preparé café para los dos y fui a despertarlo. Me contó cómo había soñado que su novia le había dado una mamada, pero fue mucho mejor que las que había recibido. “Ojalá la chupara como en mi sueño”, dijo riendo.

Me agradeció por estar con él y apoyarlo cuando se sentía mal, desayunamos y seguimos con el día normal, aunque a partir de ese entonces no podía disimular ni dejar de ver su bulto cuando andaba en bóxer por el departamento.

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