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Diego me quita la virginidad (parte 6)
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Finalmente llegó el día, sabía muy bien que esta noche me entregaría a Diego, toda la semana no había pasado un momento que no pensara en él, haciéndome su mujer, y había pasado mucho tiempo en la semana practicando mi feminización. Esa mañana no fue la excepción, pasé un par de horas practicando mi caminata en tacones, meneando mis caderas como una modelo de pasarela, practicando mi voz femenina, un poco de baile, etc. Después de almorzar, algo ligero claro está, Tania me ayudó con mi aseo, me pintó las uñas de los pies, escogimos mi ropa, conversamos acerca de lo que pasaría esta noche, las expectativas, los temores de ella también (de que su novio nunca más regrese), era una tarde de chicas.

Franchi llegó a las 5 pm con un montón de cosas, me dijo que me iba a maquillar y dejar preciosa, poco a poco iba aceptando más la idea de convertirme en mujer y para el final de la noche ya éramos amigas cómplices. Pensé que iba a ser como la semana pasada, pero Franchi me estuvo maquillando por hora y media, sacó todo el arsenal, mientras tanto Tania me planchaba mi cabello y me colocaba unas uñas postizas, eran divinas, largas sin ser exageradas de color rojo como en mis pies y como sería mi lápiz labial, y con unas pequeñas joyitas que las hacían brillar.

Me sentía super mimada y excitada, una me maquillaba, la otra haciendo mis uñas, me sentía como una Kardashian con su equipo de belleza de diario. Cuando Franchi terminó con mi maquillaje me colocó unas pestañas postizas, largas, que me costó un poco acostumbrarme, y me puso el espejo en frente: ¡estaba hermosa!, irreconocible, estaba mirando el rostro de una modelo femenina, como siempre les digo, hay que ser un poco narcisista también, me enamoraría de esa chica de verdad.

Franchi era una experta, me había dado definición y profundidad en los ojos, mis cejas las dejó gruesitas y en curva terminando en punta, mis pómulos se veían más femeninos y suaves, los colores eran perfectos con mi color de piel, estaba ya dos días después del tanning y se me veía morochita, color caramelo.

Tania me peinó con un cerquillo, dejándome dos mechones de cabello que caían a cada lado de mi rostro, el resto lo amarró atrás en un moño, eso no me gustó, pero Franchi sacó unas extensiones que había traído y las colocó ahí en el moño. Esto demoró un poco, pero quedé con el cabello largo por atrás y por adelante adornaba mi rostro, estas chicas eran unas expertas de verdad.

Fuimos a la habitación y las chicas me perfumaron, me puse un panty portaligas abierto y con brillos, la pretina era de unos 4 centímetros y me apretaba muy rico. Me hice una trucadora ya que iba a usar vestido apretado y escogimos una tanga negra con forma V, me cubría el paquetito y lo apretaba en su sitio, las tiras subían rodeando mi cintura, la parte de atrás era un triángulo pequeño y la textura de la tela acariciaba de una manera muy excitante mi raja. Me puse el brasier único que tenía con las pequeñas siliconas y me dieron un corsé, tenía 3 juegos de broches, obvio me entró apretadísimo en el último, me cubría justo por debajo del brasier hasta la cintura y en verdad me daba una figura muy femenina, así como reloj de arena.

El vestido era sin mangas para mostrar mis hombros y brazos delineados, estaba súper apretado y ceñido al cuerpo, la mini falda me llegaba por encima de la mitad del muslo, pero cuando me sentara se iba a subir bastante, uhm, intoxicante, me cubría hasta el cuello. Los zapatos de tacos de 5 centímetros me daban un buen soporte, abiertos adelante con una correa delgada cubriendo los dedos y para adornar aún más me pusieron un brazalete de tobillo que trajo Franchi en mi pierna derecha. Finalmente me dieron unas pulseritas del mismo material plateado que la del tobillo para ambas muñecas y mis aretes de presión circulares de 4 centímetros de diámetro, otro toque más de perfume y estaba lista.

Cuando Diego llegó, Tania lo recibió y al entrar al apartamento Franchi se quedó muda y con la boca abierta. No se imaginaba que mi cita era con el papasito hermano de Giulia, jijiji, cuando salí de la habitación a saludar a Diego, se quedó igualmente boquiabierto, me dio un beso en los labios y me cogió de la mano para darme vueltas y examinar mi look, y las piernas me temblaron. Franchi aprovechó para tomar unas fotos de mi maquillaje para su portafolio, y unas de los dos, abrazados. Diego se despidió y antes de irnos Tania se me acercó y me susurró al oído: “si no estás segura mejor te quedas”, le sonreí, le di un beso en la mejilla y me di la vuelta para salir con mi chico, esta noche no había vuelta atrás.

En el auto, Diego colocó su mano en mi pierna mientras conducía, algo así como diciendo “esto es mi propiedad”, me encantaba ese detalle y sujetaba su mano con las mías. Durante todo el camino no paraba de decirme lo hermosa que se me veía y aprovechábamos cada semáforo en rojo para besarnos. Al llegar al casino hotel, fuimos al restaurante, nos prepararon la mesa y mientras tanto fui al balcón a ver el mar justo durante el ocaso, Diego se acercó por detrás y me abrazó de la cintura, sentí electricidad en mi columna, y cuando empezó a besar mi cuello, me sentí totalmente femenina, deseada, hermosa y sensual.

Ya sentados en la mesa aún me sentía observada, sentía que todo el mundo me estaba mirando y que sabían que no era una mujer cisgénero, Diego me disipó cualquier duda

– ricura, claro que te van a mirar, o van a pensar que eres una mujer hermosa, alta, bella con buen porte, o van a pensar que eres una chica trans y que te ves hermosa, alta, bella con buen porte. Acá la que define todo acerca de ti eres tú misma, y créeme que eres una chica que vale la pena observar porque eres muy completa.

Yo solo lo miraba, esos ojos verdes y pensaba: “como me gusta este chico, me vuelve loca”.

Fue una cena liviana, de ahí fuimos al club privado del hotel a bailar, Diego se sorprendió lo mucho que había mejorado mi baile desde la semana pasada, ahora lo seducía en la pista de baile con mis movimientos y mi mirada sensual, una sonrisa coqueta acompañada con una vuelta y el roce de mi colita con su verga atrapada dentro de su pantalón.

Estábamos divirtiéndonos mucho, tocándonos, coqueteando, sentía la tensión sexual que aumentaba, en ello Diego me cogió de la cintura y me levantó alto, de ahí me dejo caer suavemente, deslizándome por su cuerpo, no sé cómo no se me subió el vestido, ahí me abrazó de mi cintura fuerte y yo lo atrapé con mis brazos por el cuello, nos besamos y dejamos de bailar, fue muy sublime. Le susurré al oído: “llévame a nuestra habitación”, en menos de un minuto estábamos besándonos con desesperación en el ascensor, camino a nuestra suite, sus manos recorrían todo mi cuerpo, me metía mano por debajo de mi mini falda, mientras que yo solo podía gemir de tanta excitación.

Al entrar a la suite, a la izquierda detrás de unas puertas grandes estaba la habitación, caminamos hasta el final y pasamos al balcón a ver el mar y las estrellas. Diego se fue al baño, cuando regresó le dije que se ponga a gusto que iba yo al baño también, el cual estaba dentro de la habitación.

Cerré la puerta y decidí que estaba ya demasiado lista y no quería dilatar más el tener a Diego dentro de mí, necesitaba que me convirtiera en mujer, así que me quité el vestido, me retoque el maquillaje, refresqué todo mi cuerpo, me retoqué el perfume, me quité el brasier y me puse el lápiz labial de fresa en mis pezones, me veía muy linda en el espejo, sensual, mujer, mis senos pequeñitos me daban un “look” andrógeno en el pecho, pero de verdad me veía un mujerón.

Salí del baño y Diego había prendido velas en toda la habitación, era muy romántico, la iluminación perfecta, ahí me pude percatar que ambas paredes tenían espejos grandes, el respaldar de la cama también y el techo un espejo enorme. Salí de la habitación y Diego estaba sentado en el sofá bebiendo algo, caminé hacia él de la manera más coqueta y sensual, moviendo mis caderas como una modelito, paré a unos metros y me di la vuelta y moví mi colita de un lado para otro, mostrándole lo que iba a comer de postre esta noche.

Seguí caminando, él se paró, le puse un dedo en los labios y lo empujé para que se sentara en el sofá, me di vuelta y me agaché hasta tocar mis tobillos, ofreciéndole mi colita, él se acercó y me dio dos nalgadas que me pasaron electricidad por todo el cuerpo y me besó las nalgas. Me paré y me senté encima de él de rodillas con cada pierna a cada lado, me le tiré encima y lo empecé a devorar a besos, él me apretaba la cadera y mi colita.

Le quité la camisa, le desabroché el pantalón, bajé mi cuerpo y me arrodillé en la alfombra mientras le quitaba el pantalón, el calzoncillo, las medias y dejé a ese macho, a ese Anubis completamente desnudo, casi me quedo sin respiración, era un monumento de hombre. Diego se recostó hacia atrás en el sofá con cada brazo al costado del respaldar y me dejó hacer lo mío.

Empecé a saborear de ese falo hermoso y viril, me estaba acostumbrando a su sabor, su olor intoxicante, estaba chupando su glande, disfrutando de ese fresón, y de golpe me metí toda esa barra en la boca, sentía como crecía aún más en mi boca. Realmente adoraba la verga de Diego, tenía unas venas gruesas que acariciaba con mi lengua, subiendo y bajando, le comencé a hablar mientras le daba una mamada increíble y lo miraba fijamente a los ojos.

– ¿te gusta mi amor? ¿te gusta cómo te la chupa tu mujercita? Argh me la metía toda

– si cosita rica, sigue así preciosa, um, que culazo tienes, redondito, esta noche te lo voy a dejar lleno con mi leche. Me decía mientras miraba mi colita que aparecía por detrás de mí de manera sensual con mis panties y mi tanguita.

– uhm amor, ¿me lo prometes? Uhm ¿te gusto cielo? Me he puesto linda para ti bebé. Empecé a levantar mi cola lo más que podía

– estás bellísima Sandy, y aún más hermosa con mi verga en tu boca.

Me estaba poniendo demasiado cachonda, empecé a subir por su pecho, besando cada centímetro hasta llegar a su boca, nos besamos y le dije: “cárgame y llévame a nuestra cama amor”, Diego me cargó como novia en su noche de bodas y me llevó a la cama, yo colgada de su cuello, besando a este hombre, dispuesta y ansiosa de que me haga mujer.

Me colocó en la cama, se fue a una de las mesitas de noche donde tenía un par de cosas, le dio un par de líneas de su polvito blanco, cuando se paró y pasó por delante de la cama, me pareció un monumento de hombre, uhm. Lo llamé a la cama con mis dedos y mis uñas de gata, abrí mis piernas como una puta, invitándolo a que pase y tome lo que tenía que ser suyo.

Diego se subió a la cama y me estremecí, por primera vez sentí temor, ansias y excitación a la vez, se colocó delante de mí y se montó encima mío. Empezó a besarme muy profundo y de mi boca salían gemidos, sentía su órgano poderoso moverse ad libitum, musicalmente hablando, golpeaba mis piernas, mi colita, mis huevitos, mi paquetito, mi vagina virgen, iba a la deriva total, mientras nos abrazábamos fuerte y nos fundíamos en nuestros besos y caricias.

Me sentía asfixiada, el cuerpo enorme de Diego encima mío, lleno de músculos, sus besos que me ahogaban, el morbo de mirarnos en los espejos, la intoxicación era tal que no podía respirar, más adelante descubriría las razones y los efectos que tendría todo eso en mí. Miraba en el espejo del techo y veía como se fundían nuestras pieles, su tez blanca, europea y mi color caramelo, morochita.

Mientras me devoraba el cuello a besos, lamidas y mordidas, volteaba a vernos en el espejo del lado de la cámara, ¡ahg!, ¡que delicia!, mis piernas elevadas con los tacones de mujer, sus piernas gruesas y musculosas, lo abrazaba y acariciaba con mis uñas, rozando cada milímetro de esa espalda ancha de toro semental. Diego disfrutaba de mis pezones, lamiéndolos, besándolos, chupándolos, saboreando el sabor a fresa, mientras que sentía como mi paquetito estaba totalmente hinchado, atrapado dentro de mi tanguita y mi agujerito virgen rogaba ser penetrado.

Cogió mis dos manos con una de las suyas y las puso arriba de mi cabeza, atrapadas, mientras me lamía las axilas lampiñas y me daba un último toque eléctrico por todo el cuerpo.

– penétrame amor…conviérteme en mujer, hazme tu mujer por favor Diego, ¡necesito sentirte dentro de mí!

Diego se levantó y me dio la vuelta, poniéndome boca abajo, me movía a su gusto, era su muñequita de trapo. Comenzó a morder mi cuello por detrás y empezó a bajar a mis hombros, de ahí saltó a mi colita y la empezó a saborear, me mordía, lamía, besaba, ese culito se veía redondito y él sabía que era suyo.

Yo apretaba las sábanas con mis manos y observaba en el espejo, me estaba poniendo más caliente aun, viendo a mi macho gozando de su perra, sí, ¡iba a ser su perra esta noche! No decía nada, seguía en lo suyo, comiéndome a su antojo y dejándome ahí, suplicando por más en mi cabeza. Una vez más sentí su lengua hacerse paso en mi agujerito, me llenaba de saliva y ya empezaba a ver nublado de tanto placer.

Diego estiró su brazo y de la mesita trajo un aceite, me puso bastante en mi coñito y metió un dedo, empezando a dilatar mi nueva vagina, comencé a suspirar, lo hacía suave, con cariño, poco a poco metía más y de ahí metió dos dedos, yo seguía apretando las sábanas y mordía la almohada para no gritar, cuando metió el tercer dedo el placer era increíble, solté la almohada y gemía como una perra. A pesar de ya estar dilatada, Diego continuaba, sus dedos entraban cada vez más profundos en mi vagina, sentía los nudillos, un cuarto dedo me penetró

– así putita, goza mi perrita, esta noche vas a ser mi perrita, ¿verdad?

– ahg, si cariño, ¡sí! Voy a ser tuya, totalmente tuya, ahg, penétrame Diego, penétrame amor

Diego sacó sus dedos y me volvió a dar la vuelta, sentándome a su costado, él se sentó con unas almohadas de apoyo en su espalda y de un tirón me puso encima de él. Tenía ambas piernas a los costados de su cintura, los pies hacia atrás, descansando en sus muslos, era una posición tan foránea. Me miraba en el espejo detrás del respaldar de la cama, veía a una mujer hermosa, desnuda, con el rostro hinchado de pasión y placer, debajo mío había un hombre bien dotado, un macho alfa, y sentía un pene enorme rondando por detrás de mí, buscando la oportunidad para entrar en mi coño virgen.

Me incliné hacia Diego y nos besamos, con mucha pasión, nuestras lenguas entrelazadas, sentí como Diego cogía su verga con sus manos y la acomodaba frente a mi vagina mojada, lubricada.

– Cosita rica, ahora es tu turno, vas a bajar a tu ritmo y poco a poco dejar que mi verga te penetre, vas a controlar el tiempo dependiendo del dolor y el placer.

No dije nada y empecé a bajar, mi agujerito se besaba por primera vez con su fresón, ese glande hermoso y grueso, nunca pensé que sería tan difícil al comienzo, bajaba y paraba, no me entraba del todo, dolía, finalmente después de un minuto en ello me senté y su glande entró dentro de mí, ¡sentí que Diego me rompía en dos!

– ¡ahg! ¡ahg! ¡me has roto el himen amor!! ¡¡amooorrr!! ¡ya me has roto mi himen!!! ¡!!ahg!!

No volví a decir palabra alguna por unos buenos minutos, estaba 100% en modo mujer. Poco a poco empecé a bajar cada vez más, esto demoró unos minutos, tenía mis manos apoyadas en su pecho enorme, casi no abría los ojos, no sé si era dolor o incomodidad, nunca había tenido un falo penetrándome obviamente, paraba, me movía un poco hacia arriba, y volvía a bajar un centímetro más. Cuando ya tenía la mitad de su pene adentro, Diego me cogió de las caderas y poco a poco empezó a subir, tratando de que su verga y mi coño se abrazaran por completo.

Finalmente sentí como la base de su pene besaba mi periné, sus huevos me golpeaban, estaba completamente dentro de mí y Diego comenzó a mover su pelvis, clavándome su mástil a un ritmo suave. Subía y bajaba, yo levanté mi cabeza y miraba el espejo en el techo, notaba como mis ojos empezaban a nublarse y a ver oscuro, ¡Diego me estaba desvirgando! ¡este macho hermoso me estaba quitando la virginidad! o más bien, le estaba dando mi virginidad a mi hombre, ¡ya era mujer! ¡ya era su mujer!

– así cosita rica, ¡así! ¡toma! ¡mi perra! ¡Ya eres mía!, ¡ya eres mi mujer Sandy!

Diego seguía subiendo el ritmo que ya era frenético, con cada embestida mi cuerpo levitaba, que fuerte era este hombre de verdad. El placer era indescriptible, me sentía tan penetrada, tan llena, su falo enorme se hacía paso a su antojo dentro de mí. Yo no me movía, solamente apoyaba mis manos en su pecho y me dejaba follar. Diego me cogió con sus manotas de las caderas y sentía que me partía en dos con cada embestida, yo estaba en las nubes, no podía creer que un hombre pudiera darme este tipo de placer.

No podía sostenerme y caí pesadamente sobre él, mi cabeza al costado de la suya, con una mano acariciaba su cabello, mientras que sus manos capturaban mis nalgas y las estrujaban, que divino. Lo empecé a besar muy fuerte, apasionadamente, necesitaba besar a este macho que me estaba dando tantas sensaciones nuevas, que me tenía totalmente dominada y sometida a él.

Mientras tanto, mi paquetito se encontraba atrapado entre mi abdomen y el de Diego, frotándose muy rico con nuestra piel y también mi corsé, me levanté un poco y empezó a lamer mis pezones, mis senos pequeños estaban muy sensibles y la excitación creció exponencialmente. Diego me tenía abrazada de la cintura, con fuerza, mi colita de esa manera estaba casi fija y su penetración brutal era más fácil.

Poco a poco me levanté como estaba originalmente, ahora su fierro me estaba dando muy fuerte y delicioso, sentía que rozaba mi próstata, quería más. Decidí reclinarme hacia atrás, en busca de más de ese roce, apoyé mis manos en sus muslos musculosos y me sometí a su castigo, sus jadeos gruesos y graves junto a mis gritos de niña en éxtasis llenaban el cuarto. Diego se movía muy rápido, parecía un conejito, era mi conejito follador, mi paquetito se encontraba ahora a la deriva, moviéndose al ritmo de las embestidas, me apretó con una mano mi nalga y con la otra comenzó a masturbar mi cosita, todo esto sin perder el ritmo de locura con que me cogía.

Ya casi no abría los ojos y estaba a punto de explotar, mis gritos iban ahora con cada clavada de verga que me daba Diego, él empezó a jadear más fuerte y dejó de masturbarme cuando sentí que comenzó a inundarme adentro, ¡agh! que delicia, mi hombre me estaba llenando con su semen, chorro tras chorro, tremendo semental, esto ya me terminó de enloquecer y empecé a eyacular varios chorros también que cayeron a la deriva sobre mi amante. Los espasmos de los dos seguían, yo ya estaba echada de espaldas sobre sus muslos y con su verga aún dentro de mí, dejando las últimas gotas de su líquido dentro de mi cuerpo y sellando mi primera transición a mujer.

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