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Diego me quita la virginidad (7)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

La noche realmente se había hecho larga, inolvidable, Diego me acababa de convertir en mujer y ahora solo quedaban dos cuerpos sobre la cama, exhaustos y cómplices. Los espasmos de los dos seguían, yo ya estaba echada de espaldas sobre sus muslos y con su verga aún dentro de mí, dejando las últimas gotas de su líquido dentro de mi cuerpo y sellando mi primera transición a mujer. Nos quedamos unos segundos así, respirando muy fuerte, Diego me ayudó a incorporarme, estaba mareada y seguía sintiendo su tranca dentro de mí. Me ayudo a echarme, trajo dos toallas de mano y con una me secó el sudor, con el otro se limpió la leche que había derramado sobre él, se levantó y fue al baño a limpiarse.

Cuando regresó, yo seguía igual, tirada en la cama como un ser inerte sin poder moverme, reviviendo cada momento en mi mente, solo me miraba en el espejo del techo y me sentía tan contenta de esta experiencia, y de reojo miraba a la cámara que había capturado todo y no podía dejar de soltar una sonrisa pícara. Diego se echó a mi costado y me empezó a besar con mucho cuidado y cariño, eso me hacía sentir más mujer aún, empecé a reaccionar, suspiraba en su boca mientras nuestras lenguas se acoplaban.

-¿te gustó ricura?, ¿era lo que esperabas?.

-es mucho más, me has dado tanto placer amor, nunca creí que podría sentir lo que me has hecho sentir, me vuelves loca bebé.

Seguí besándolo con amor, no hay otra manera de cómo ponerlo. Me recosté en su brazo y descansé mi cabeza en su pecho y hombro, me sentía tan delicada, el mundo no existía, solo ese momento. Mis hormonas femeninas se pusieron a mil otra vez, pensaba en lo dichosa que era, veía de reojo la cámara que había capturado todo el momento de ser desvirgada por un macho alfa, pensaba en la pareja perfecta que éramos, él, blanco, hermoso y su morochita bella, sentía el semen de mi hombre bajar por mi coñito.

Perdida en todo ello pasaron como 10 minutos cuando Diego se incorpora, me abre de piernas y se echa encima de mí y me comienza a besar otra vez. Yo acariciaba su cuello y disfrutaba de tocar sus enormes hombros, brazos y recorría su espalda ancha, Diego me tocaba por todos lados, recorría mis piernas y penetró mi vagina recientemente estrenada con sus dedos, recolectando su semen y me lo dio en la boca, lo probé con gusto.

-así me gusta que seas Sandy, mi putita, ¿quién es mi putita?

-yo amor, desde ahora soy tu mujercita, tu perra, tu puta

-¿así?¿eres una mariquita que quiere ser mujer?

No atiné más que a mover mi cabeza de manera afirmativa, sin más que decir me abrió las piernas más y me dio una palmada en mi coñito, agarró una almohada y la colocó debajo de mí, entre mi espalda y mi colita, levantando el acceso a mi vagina nueva y mojada, yo suspiraba.

Me miró fijamente con ojos de matador dominante y cogió de la pretina de mis pantimedias y tiró de ellas, rompiéndolas, siguió tirando de ellas hasta que me las quitó junto con los zapatos, de inmediato hizo lo mismo con mi tanguita, de un solo tirón rompió la tira y me las quitó bruscamente, la verdad es que me encantó, me dejó tan impresionada como excitada ese despliegue de macho dominante, suspiré y solté un gemido que solo lo alentó a continuar.

-esta mariquita necesita más entrenamiento

Su verga estaba ya durísima otra vez, quise cogerla con mis manos, pero Diego tenía otros planes, lo miraba con ojos de niña perdida, entregada y sumisa. De un solo golpe me clavó su tronco hasta el fondo, ¡agh! que delicia, esta vez no me dolió, sería por la lubricación y el hecho que me había dilatado tanto minutos antes, pude ver por primera vez como ese falo potente y venoso entraba en mí, dándome el mayor placer que nunca me imaginé podría recibir. Una vez que me clavó hasta la base de su barra, me quedó mirando, yo estaba mordiéndome el labio inferior, y con los ojos muy abiertos

-¡que hermosa perra!, me gusta verte así, entregada a mí

Yo solo suspiraba, comenzó a sacar su verga hasta la entrada de mi coño, despacio, muy despacio, y volvía a metérmela hasta el fondo también muy despacio. Uhm, que rico se sentía, me estaba haciendo el amor literalmente, era delicioso, con cada penetrada cerraba un poco los ojos y soltaba mi cuerpo a la deriva para simplemente gozar. Lo abracé de la espalda mientras cerré mis piernas en su cintura y lo jalé a mí para besarnos, eran muy profundos esos besos, al ritmo de su penetración. Lo cogí de la nuca y lo invité a chupar mis senos pequeños, acariciaba su cabeza y me sentí más mujer que nunca.

Diego seguía con su ritmo lento pero profundo, yo me abrí un poco y sujeté su cola dura con mis manos, empujándolo dentro de mí, con ganas de más.

-agh, así bebé, así papito, que rico, agh , agh, que rico me haces el amor mi vida

Poco a poco empezó a subir las revoluciones, se levantó un poco y cogiéndome de las caderas me empezó a bombear muy fuerte y más rápido. Clavé mis uñas postizas en su espalda y mi cabeza se tiraba para atrás con cada embestida que me daba, Diego pasó sus brazos por debajo de mis piernas y apretando mi culo con sus manos me clavaba su verga con tanta fuerza que sentía mis entrañas moverse en mi interior, me estaba propinando una tremenda culeada.

-¡agh! Así, así, ¡agh!, dame amor, dame bebé, ¡te siento tan adentro de mí!

Una vez más tenía el rostro hinchado de placer, no podía respirar, Diego se enderezó, puso sus manos a cada lado de mis entrepiernas, centímetros de mi paquetito y apretó hacia abajo abriéndome de piernas. Nunca me percaté de lo elástica que era hasta ese momento, se sentía increíble que haga eso mientras seguía perforando mi chochito, bajé mis brazos a cada lado, debajo de mis piernas, totalmente rendida y exhausta, lo cual Diego aprovechó para capturar mis muñecas con sus manos y convertirme en su prisionera.

Con cada embestida me jalaba hacia él y mi cuerpo recibía un placer aún mayor, la penetración era más fuerte, mi sumisión era más marcada, sus huevos pesados golpeaban duro mis nalgas, Diego estaba expulsando de mi cuerpo cualquier rastro de hombría que quedase aún en mí, yo era una marica que solo él podía transformar en mujer, y yo lo aceptaba completamente. Mi cosita se movía sin dirección y Diego soltó mis manos y me comenzó a masturbar una vez más, me sentía en las nubes y después de un minuto así, gimiendo como una perra, cogí mi paquetito yo misma y me empecé a masturbar con un mejor ritmo que me daba más placer, indescriptible como él me daba placer analmente y yo con una paja.

Mi macho removió la almohada que estaba debajo de mí, y me levantó las piernas poniéndolas sobre sus hombros, bajó un poco el ritmo de la follada que me estaba dando, y se inclinó hacia mí para besarme. En esa posición me era difícil masturbarme, así que saqué mis manos y las puse por encima de mi cabeza hacia atrás, me mordió los pezones con fuerza, me hizo gritar y volvió a su embestida brutal, rápido, profundo y muy fuerte.

Diego se enderezó un poco, mis piernas dobladas hacia mi pecho, el brazalete en mi tobillo, sus brazos a cada lado de mí sosteniendo su cuerpo enorme y yo con los ojos nublados, solo podía ver sin claridad en el espejo del techo a Diego destrozándome por completo, mientras que sus jadeos eran tan fuertes y profundos como mis chillidos y gemidos de placer.

-¡¡agh!! ¡¡agh!! ¡¡así amor!! dame papito, ¡¡dame fuerte!! ¡dale a tu perra! ¡agh! ¡feminízame amor! ¡feminízame por favor Diego!

-toma perra, ¡toma! Que culo tan rico y apretado tienes putita, te lo voy a dejar totalmente abierto.

La excitación era demasiado, pero comencé a masturbarme otra vez, con mucha fuerza, junto a las embestidas de mi hombre no duré mucho así

-¡me corro amor! ¡me corro! ¡agh, agh, agh!

Una vez más mi macho me sacó mi lechita, esta vez fue directamente a mi cara y encima de mi pecho, mi corsé, mi mentón y mis labios. Diego me soltó, se recostó encima de mí, rodeó sus brazos por debajo de mis piernas otra vez y me apretó fuerte de las nalgas para bombear con más furia su tronco de carne en mi interior. Diego me besaba mientras me reventaba con su falo, compartíamos un poco de mi lechita que cayó por mis labios, unos segundos después sentí como mi hombre me dejaba preñada por segunda vez esa noche, sus jadeos profundos en mi oído eran una poesía para una mujer recién estrenada como yo.

Diego se quedó ahí, encima de su mujercita, sin moverse, su verga aun palpitando dentro de mi coño, atrapando su esperma en mi vagina, yo besaba su cuello y lo abrazaba con fuerza.

-gracias amor, te quiero mucho bebé, me has hecho tu mujer

Mi macho se incorporó un poco, se quitó un anillo que tenía en su dedo meñique y me lo puso en mi dedo anular

-desde ahora eres mi novia Sandy, mi mujer, mi perra

Miré el anillo en mi dedo y quería llorar de la emoción, me sentía… querida

-si bebé, soy tuya, completamente tuya mi amor

Nos limpiamos, me puse un ‘slip’ de pijama color azul que me llegaba hasta la mitad de mi colita y un calzoncito de tiro alto para apretar mi abdomen, de color negro y con encaje en bandas, una delicia. Diego se quedó desnudo, uhm, otra delicia, y nos quedamos dormidos abrazados.

A la mañana siguiente estaba dormida boca abajo, me desperté de golpe cuando sentí a Diego que me acababa de penetrar. Había movido mi calzón a un costado y me había clavado su verga, él estaba echado encima de mí y me empezó a dar una bombeada rápida. Su cuerpo pesado encima de mí y el ser invadida me excitaba muchísimo, empezó a morder mi nuca y a besarme la espalda, um, que rico despertar así. Mi macho se incorporó en la cama y jaló de mi colita, me sentí tan dominada y totalmente sumisa, sometida a él.

Levanté mi culito lo más que pude y clavé mi cabeza contra la cama dándole el mayor acceso a mi coñito, tal cual estrella de porno. En esa posición, mi hombre me comenzó a follar despacio y profundo

-que rico culo tienes Sandy, um, se siente muy bien como tu ano atrapa mi verga

-agh, agh, si bebé, toma mi culito, es tuyo, agh, agh, dame toda tu verga

Con todas las nuevas sensaciones que Diego me había propinado, faltaba solo esta, era delicioso, su tranca dura recorría mi interior, y en esa posición me sentía totalmente expuesta y entregada. Ahí estaba, en una cama de hotel, con mi colita arriba y recibiendo una follada por un hombre, estaba en las nubes nuevamente y Diego me estaba haciendo ver estrellas.

Poco a poco me empezó a follar con fuerza y rápido, agh, no lo podía creer, sentía que era una mujer total. Diego cogió mis muñecas y capturó mis brazos, los jaló hacia atrás y me levantó, poniendo mi cabeza y mi dorso a 90 grados con mis piernas, me sentía muy liberada y casi flotando. Los huevos grandes de mi hombre me estaban dando una golpiza a los míos con cada embestida, um, que rico.

Después de varios minutos de ese ataque, Diego soltó mis manos y caí contra la cama nuevamente, gritaba de placer como la perra que mi macho me había convertido esa noche, me cogió esta vez de la cintura mientras me penetraba fuertemente. Mi cintura era delgada, sin el corsé puesto seguía siendo delgada ya que tenía buenos abdominales de atleta, y el sentir sus manos apretándome de la cintura mientras me llenaba completamente con su pene me llevó a otro nivel.

Cuando sentía que no podía más, Diego me empezó a dar palmadas en mis nalgas, dejándolas rojas, era delicioso recibir ese dolor al mismo tiempo que el placer de la follada, solo multiplicaba las sensaciones tan ricas que estaba viviendo.

No creía que podría eyacular una vez más sin masturbarme, pero sentía como mi líquido pre seminal iba chorreando de mi paquetito. Aún no estaba lista para correrme, pero esta vez mi hombre se preocupó de él, me folló hasta que me llenó de su semen rico y espeso, pero se salió de mí y se puso su ropa. Me sentí un poco usada, pero estaba contenta de servir a mi marido, era hora de salir del hotel, no me cambié de calzón, quería sentir su leche correrse por mi coño, me puse una minifalda plisada y con pretina de 8 centímetros, de color gris verduzco, me cubría apenas mi culito, y un top sin mangas del mismo color con un pequeño escote y que me cubría hasta mi ombliguito.

Retoqué mi maquillaje y nos fuimos, en el viaje íbamos de la mano, 25 minutos después Diego me dejó en mi casa, le pedí que no subiera, nos besamos con mucha pasión y salí de su auto. Al entrar al apartamento, cerré la puerta y me recosté contra ella, solté mi bolso en el piso y me cogí debajo de mi abdomen con ambas manos, aún lo sentía dentro de mí, sentía su leche que ya me había manchado el calzoncito y empezaba a caerse por mis entrepiernas. Escuché un “um um”, subí la mirada y ahí sentadas en el sofá estaban Tania y Franchi tomando café.

T: bueno, ¿y?, ¿ya son novios o qué?

Levanté mi mano y les mostré el anillo de Diego en mi dedo

-Sí, ya somos novios

No atiné a decir más, lo dije muy sutilmente

F: ¿y? ¿qué más? Cuenta pues

-Diego me ha hecho su mujer varias veces toda la noche

Mientras que Franchi empezó a sonreír, orgullos y contenta, Tania se levantó, se acercó y me dio un beso en la mejilla.

T: estoy muy feliz por ti Sandy

Y con eso se fue a la habitación y cerró la puerta. Franchi se paró y corrió donde mí, me abrazó muy contenta.

F: ven, siéntate, te voy a quitar el maquillaje, las uñas, las extensiones y quiero que me cuentes todo con lujo de detalles.

Finalmente, desde que llegué pude sonreír, estaba muy contenta, mi vida iba a cambiar para siempre.

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2 COMENTARIOS

    • gracias corazón, que gusto que te haya gustado mi historia, nunca me había sentido tan completa como esa vez. Pronto continuaré contando todos mis cambios y experiencias, beso.

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