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Deudas saldadas
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Estoy algo asustada que digo algo, muy asustada, y esto me pasa justo cuando me faltan tres meses para terminar la universidad, 21 años y estoy aquí, ¿qué es esto?, ¿en dónde estoy?, miro a mi alrededor y apenas hay una ventana en la parte superior de la pared ¿saldré viva de esta situación?

Estoy sumida en muchas interrogantes que no hacen más que desesperarme; entonces siento algo, como cuando tu sexto sentido te dice que alguien te vigila y volteo para asegurarme de que no es así, pero en efecto alguien me está viendo y es él, Razvan, pero ¡¿qué está haciendo aquí?!, ¡¿es que acaso va a torturarme como a mis amigos?!, me levanto lo más rápido posible y lo veo muy fijo en mí, no debo dejar que crea que me da miedo seria como dejar que gane y no debe ser así.

-¡Deja de mirarme de esa forma! Pareces un maniático.

-Jajaja, eres tan… -se muerde el labio y lleva su mano a su mentón exquisita. He estado pensando y…

-Wow no sabía que pensabas -se lo digo en tono despectivo.

-Ja, pensé tanto en esto que, he tomado la decisión de hacerlo y sé que, aunque te niegues de todas formas lo vas a hacer, así que iré al punto, quiero tener sexo contigo.

-¡¿Qué?! ¡Tú superas el nivel de descaro Razvan!

Dicho eso, comienza a caminar en mi dirección, ese aire arrogante le da cierto grado de sensualidad y eso es un punto a su favor; carajo me digo a mi misma, también me gustó, pero no quiero darle ese placer.

-Vamos, Mirela, en serio extraño tu cuerpo, desde que te hice mía esa noche en el club supe que quería cogerte más seguido -me percato de que está cada vez más cerca y doy pasos hacia atrás como me es posible, sin embargo la pared me traiciona y ya no tengo a donde más ir. Sus brazos me obstruyen y él acerca sus labios a los míos para darme un beso tan morboso que siento como su lengua está en toda mi boca; quiero alejarlo, pero también quiero que me coja y no sé si pase algo más si disfruto de este encuentro; no hago nada porque a él le gusta tener el control así que decido dejarme llevar por lo que me pida, será un idiota, pero es un guerrero en el sexo, sabe cómo manejar su espada y sabe cómo controlar esta batalla de dominio.

Estoy caliente, sus manos están en mi cuerpo paseando de arriba hacia abajo, acaricia al tiempo que aprieta mis senos; su cuerpo se arrima al mío y siento su erección chocando en mi pelvis; me quita la camiseta y deja a la vista mi sujetador, el cual rompe con prisa, empezando a chupar mis pezones, acariciando, presionando, y luego como quien dice comencemos a jugar, me arranca la falda y mi braga, quedando completamente desnuda ante él.

-Arrodíllate Mirela.

Acepto y me pongo cara a miembro, se quita los pantalones y deja la vista su martillo de 22 cm con un grosor de 6 cm que me deja perpleja, lo tomo en mis manos y empiezo a darle lamidas para que se torne duro y venoso, chupo la cabeza como si lo besara y lo introduzco poco a poco en mi boca, hasta que me toma del pelo y lo inserta por completo en mi boca hasta mi garganta, un gemido se me escapa, llevo una de mis manos a mi vagina, quiero tocar mi clítoris.

-¡No! ¡Solo yo puedo tocarte, solo yo puedo hacer que vibres, tiembles y grites de placer, tú solo debes preocuparte por obedecer! ¡Entendido!

Afirmo asintiendo con mi cabeza, acto seguido me saca su pene de la boca y me toma por los hombros para pasarme a la cama, va hacia su pantalón y toma el cinturón, coge mis manos atándolas a la cabecera, para luego lamer y chupar cada centímetro de mi cuerpo, haciendo su camino hasta llegar a mi vagina que está empapada de mis flujos, posa su manos en mi piernas y hunde su lengua en mi agujero, saliendo una y otra vez paseando por mi clítoris, por mis labios, dando pequeños tirones con sus labios, tal parece soy un helado al que lame y saborea con gusto; gimo de placer, me muevo en busca de más, y ahí, en el momento en el que más quiero se detiene, solo para erguirse y poner su pene en mi entrada dando pequeñas roces, no sé qué espera pero mi mira.

-¿Quieres que te coja?, ¿Quieres que te haga gritar?

-S… sí, si quiero

Dicho esto, no tarda en empalarme su pene y hacerme gritar de dolor y de placer; siento alivio y siento pasión, esto es como estar en otra realidad; me toma de la cintura y empieza a bombear dentro y fuera, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis veces haciendo que mis músculos se contraigan y mis nervios sientan sus choques electrizantes; tengo la vagina chorreando de fluidos, lleva sus manos a mis senos, los estruja y se da por darme más duro, como si de eso dependiera si vida, retira una de sus manos solo para ponerla en mi clítoris, lo masajea y presiona, da golpes pequeños que me incentivan a ir más rápido llevando mis caderas a un ritmo desesperado, estoy gimiendo tan alto que temo que nos escuchen, pero no importa, ahora solo quiero explotar en un orgasmo; y entonces sin decir nada suma a su pene uno de sus dedos, que guía hasta mi punto g y lo estimula al tiempo que bombea, lo saca y lo pone en mi boca para chuparle y lo vuelve a meter.

-ay Razvan, duele.

-shhh princesa, esto es así. Solo gime para mí.

Me coge de forma tan brutal que duele pero también me da placer, con su dedo todavía en mi, no duda en meter otro, pero se acerca solo para darme más besos fogosos y calientes, su grande y pesado cuerpo presiona el mío, tomando como rehenes a mis senos en su pecho, presionando tanto que me hace explotar en un orgasmo abundante, tanto que siento como escurre en mis labios vaginales, llegando a mi ano y muslos.

Estoy cansada, Razvan descansa en mi cuello y al oído con suave y gruesa voz me dice:

-¿Te gusta, verdad?, ¿te gusta que te coja como a una esclava?, esto es lo que serás desde ahora en adelante. Eres mía ahora.

Este es un extracto de una historia que estoy creando, las partes eróticas estarán aquí.

Saludos.

Mariposa

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