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Descubriéndome como sumisa
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Soy una adulta de 30 años, 1,65 de estatura, mi pelo es castaño con reflejos rubios, me gusta usarlo suelto, tengo ojos marrones, mi piel es blanca, siempre me definen como carnosa, tengo buenos pechos y buena cola, divorciada y acabo de culminar mis estudios como profesora de artes.

Este último año tuve un profesor de filosofía, el cual cada vez que veía entrar a clase tenía que disimular mi excitación, es un tipo alto de 1,80, ojos negros, pelo negro también el cual usa no muy corto, sabe que los rulos le lucen muy sexy, por más que se deje entrever alguna cana, no es musculoso, pero tiene muy buen porte, cada vez que entra a la clase debo de hacerme de tripa corazón, porque me encanta y no por lo que es físicamente solo, me encanta su manera de ser, desafiante con sus palabras, con sus miradas, siempre me está buscando para que le responda con doble sentido…

Nunca me insinuó nada directamente, eso me hacía desearlo más, siempre buscándome, sabiendo que yo quería mas… yo trabajo en un salón de eventos los fines de semana, falta poco para terminar el año y recibirme.

Cuando fui a trabajar a una fiesta, una más como siempre un día viernes, me toco hacer la barra la cual nos turnábamos con mis compañeras, era un casamiento, esta es una de mis fiestas favoritas, siempre son alegres y la gente bebe y festeja… cuando voy a los eventos siempre me visto de una manera sexy pero no provocativa, no llamamos la atención nosotras sino los invitados, nosotras vamos lindas no atrevidas.

Este día estaba yo en la barra, preparando unos mojitos, cuando alguien me dice “se la extrañó en clase el miércoles”, mientras apoyaba un vaso de whysky en la barra. Cuando sentí la voz de ese hombre no hice más que sonrojarme y quedar helada, ahí lo tenía, relajado, divirtiéndose y como siempre desafiante.

-pero que sorpresa -le dije- tuve algunos inconvenientes y no pude concurrir, pero por favor, fuera de clase me podes tutear no? o los protocolos son los mismos? -le dije.

Sonrió levemente, de manera muy seductora mientras observaba mi escote y mi postura amigable, se me acercó para hablarme al oído porque la música sonaba muy fuerte.

-Que haces mañana en la noche?

-trabajo –respondí.

-y cuando estas libre?

En ese momento quería comerle la boca, sentir su aliento tan cerca, esa voz calmada y tan masculina.

-El próximo viernes -respondí.

-Te invito a cenar, el domingo, a las 20 h en el restaurant del hotel Americano y espero que vayas de pollera.

-El domingo tengo que terminar unas tareas -le respondí.

-No me entendiste, te espero el domingo y de pollera.

Se tomó su último sorbo haciendo un gesto de ¡salud! dejó el vaso en la barra, me tomó la mano, la besó, me hizo una guiñada y se fue a su mesa con otras personas y otro vaso de whisky.

… Llegamos a la puerta de la habitación, en ese momento me empujó contra la pared, tomó mi mentón y me beso, despacio, tierno, un beso que iba poniéndose cada vez más apasionado, sus manos recorrían mi cuerpo incendiándome tocándome de una manera que me hacía desear sentirlo dentro mío, mojando mis partes más íntimas, en un momento me di cuenta que estábamos en el pasillo de hotel, y mi vista se desvió hacia la puerta, paro de besarme suavemente y miro la puerta también, tomo mi mano, paso la tarjeta y entramos.

Volvió a ponerme contra la pared, y me volvió a besar, cada vez lo deseaba más, me incendiaba por dentro, sentía que nunca había sentido esas ganas, estiré el brazo para cerrar la puerta y él la paró, se separó de mí y mientras me besa dulcemente en el cuello haciendo que, mi respiración se agite más aún, me susurró…

-Quieres que cierre la puerta? Debes saber que, si me dices que sí, también estas diciendo que si a todo lo que suceda aquí adentro de aquí en más…

En ese momento mi vista recorrió lo poco que se veía de la habitación desde la entrada que tenía un pasillo, la puerta del baño y una mesa en la cual se veía una variedad de objetos usados para juegos sexuales, me dio curiosidad, sabía que él no era un hombre al que le gustase el sexo tradicional, sabía que le gustaba jugar duro, pero nunca me había sido claro respecto a eso.

-¿Cierro la puerta? -preguntó y aunque sentía unos nervios impresionantes no quería decir que no, sabiendo que esa sería mi única y última oportunidad

-Si -le dije.

Cerró la puerta y me miró.

-Sos una puta -me dijo, en un tono seductor y autoritario.

Eso me excitó, me volvió a besar, pero esa vez fue más fuerte, más violento, sentí un pequeño mordisco en mis labios pero no me soltó me sigue basando más suave, más tierno, como sanando la herida, su mano subió desprendiendo mi sujetador y sacando mi blusa sus manos volvieron a subir por mi espalda hasta mi nuca, cuando me agarro del cabello y me empujó hacia el piso haciéndome poner de rodillas, se agacho levemente diciéndome:

-Te voy a poner en cuatro patas y vas a caminar por el dormitorio, como la perra que sos.

Comencé a caminar hacia el interior del dormitorio, ahora podía verlo bien todo, la cama con barrotes y un cubrecamas bastante grueso, de un color rojo intenso, con unos diseños en blanco, y a los pies de la cama un collar, con una correa, color blanco, parecía caro, dos sillones a los lados de la mesa, antiguos de tapizado rojo fui gateando despacito, observando ,sin entender, sin conocer, me dio un poco de miedo, no a él, a que lo que me esperaba ahí no fuese de mi agrado, solo deseaba que no usara ese collar conmigo, lo mire y luego a él que paso por mi lado caminando, aflojándose la camisa mientras me decía.

-Así no putita, moviendo el culo -mientras se desabrochaba los botones de los puños de la camisa.

Le seguí el juego, me gustó lo que me decía, sentía que le gustaba lo que estaba haciendo, se sirvió un trago, y se sentó en uno de los sillones, llamándome hacia él yo me acerqué, siempre en cuatro patas, me tomó del pelo y llevó mi cara hacia su entrepierna restregándomela por arriba del pantalón “olé” me dijo “sentí ese olor” restregué mi nariz por encima de sus pantalones mientras él me empujaba de la nuca hacia su miembro, lo sentía muy duro, sentía el olor que emanaba a excitación, cerré los ojos y disfrutaba de lo que estaba haciendo, cuando me sacó la cara de los pelos, y me dio un cachetazo en la mejilla, dejándome totalmente muda “sos mi puta?”. Eso me asombró, me asustó, pero más que nada me gustó, me hizo estremecer asentí con la cabeza y pensé en levantar mi mano para pasarla por la mejilla para aliviar el dolor, pero inmediatamente y en lugar de eso, mi mejilla golpeada, la recosté sobre su pierna acariciándome suave y delicadamente para aliviar mi dolor, que ya no era dolor, era excitación.

Me tomó de los pelos sacándome de su pierna y haciéndome arrodillar me besó fuerte, intensamente, mientras acariciaba mi pecho desnudo “poné tus manos en la espalda” me dijo al oído.

-Sos muy puta -y golpeó de una palmada mi seno, nunca me habían hecho eso, hice un pequeño gesto de dolor, y él lo volvió a hacer, y otra vez, otra vez, y otra vez, mientras me tenía agarrada del pelo. Primero sentí dolor, pero inmediatamente se convirtió en excitación, mis senos me ardían, se quemaban y él disfrutaba mientras yo los exponía más para recibir los golpes que sus manos me daban. Me soltó, haciéndome poner en cuatro nuevamente, esta vez levantó mi pollera, no tenía ropa interior, me había sacado mi tanga en el restaurant cuando él me la pidió.

Rozó mis nalgas, sus manos estaban calientes, quería que recorran todo mi cuerpo, sacó su mano y me dio un azote con la palma creo que lo esperaba, fue fuerte, pero soportable.

Acarició mi nalga, como queriendo aminorar el dolor, pero levantó su mano y me dio otro, y luego otro y luego otro, y otro… primero pensé que estaba furioso, luego me cuenta de que lo que estaba era excitado, pensé en pararlo, porque el dolor era tan intenso, creo que solté una lágrima

¿Por qué no paré? Porque estaba tan excitada como él.

-Te gusta puta!! -sí, me gustaba, sentía casi dormida mi nalga, no sé cuántos azotes fueron, perdí la cuenta en el cuarto o quinto, sentía que me ardía, sus manos ya recorrían mi cuerpo, no puedo explicar con palabras la sensación de dolor y placer que sentía, quería complacer a ese hombre, me seducía su rudeza, masculinidad mezclado con ternura, su sexualidad, me excitaba muchísimo quería más de ese hombre y estaba dispuesta a ganármelo…

Él sentía lo excitada que estaba, me hizo levantar, me tomó del cuello diciéndome “vas a ser mi perra” volví los ojos hacia el collar, ahora si quería usarlo, quería ser su perra, quería satisfacer a ese hombre como sea, quería que me ponga ese collar y sentirme suya.

-Te gusta el collar muñeca? -asentí con la cabeza- puede que sea tuyo en algún momento, pero no todavía, te lo vas a tener que ganar, y mostrarme fidelidad entendiste? -volví a asentir. Acarició mi rostro “que rápido aprendes, eres una buena puta y serás mejor perra”. Mis ojos se iluminaron, quería serlo “ahora te voy a enseñar a ser una, vas a lamer mi pija como una perrita, saca la lengua y lame a tu dueño”, me hizo bajarle los pantalones y el bóxer, comencé a lamer primero muy despacito y suave, disfrutaba de su olor, cada vez las lamidas eran más rápidas, mas húmedas, él estaba recostado en el sillón, me dejaba hacerlo a mi mientras me observaba, le gustaba, lo disfrutaba, y yo más, estaba tan excitada, esa pija era mía, él seria mi dueño, quería ser su perra, su puta, lo que él quisiera, solo quería ser de él…

Me hizo levantar y sentar en su regazo de frente a él, nuestros sexos se rozaban, sentía su pija caliente, dura, quería que me penetrara, me beso, estaba cada vez más mojada y el roce de su pene me hacía sentir que acabaría en cualquier momento, agarro mis pechos y los comenzó a besar, ¡por favor! Eso se sentía delicioso, lamía mis pezones y los chupaba de manera tan excitante y comenzó a morderlos, despacito, apenas sentía el roce de sus dientes y más me excitaba, cada vez eran más fuertes los mordiscos, pero no me lastimaba solo, me excitaba más y más, el dolor se intensificaba mientras sentía su pene latir sin que me penetrara, estaba tan mojada, tan excitada tan a punto de estallar mi corazón tan acelerado, mi respiración casi en un ahogo…

-Acabate -me ordenó, y tuve una explosión de placer, me restregué sobre su miembro, latente, caliente, erecto, él lamia mis pezones y tuve el orgasmo más hermoso que jamás haya tenido, un orgasmo sin penetración, me acabé como me lo ordenó, humedeció sus dedos con mis líquidos vaginales, yo seguía acabando aun, olió sus dedos como quien huele el más rico perfume y puso sus dedos en mi boca, para que sienta el sabor de mis propios jugos, acarició mi cabeza como quien acaricia una perra y me dijo:

-Vamos a la cama, esto apenas empieza…

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