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Descubriendo nuevos y excitantes placeres con mi novia
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Era viernes, casi el fin de verano, el día que llegaba Adriana, mi novia, de sus largas vacaciones de mes y medio, mismas que perdí por culpa del virus que infectó mi trabajo final y por el cual tuve que tomar el curso intensivo de verano, lo cual provocó los acontecimientos que ya relaté.

Me decepcioné cuando recibí el llamado de mi novia y me dijo que estaba muy cansada del largo viaje y tenía sueño, por lo que no tuve más remedio que quedarme en el departamento con mi roomie, pero no hubo sexo como tal, ya que estaba en “recuperación”.

Al otro día, temprano, ya que Pablo se había marchado, hablé con mi novia y le compré unas flores, fui a verla a su casa para poder verla después de tan largo viaje.

Me recibió efusivamente y me dio un cachondo beso, largo y tierno, nos dijimos lo mucho que nos extrañamos uno al otro, y entré a su casa. Pasó horas relatándome todas las experiencias que había tenido con sus primos, lugares que visitaron, todo lo que había hecho, los días de playa en el Pacífico Mexicano, en fin, todo lo que vivió en sus vacaciones, me trajo algunos recuerdos de Guanajuato y otros de Rincón de Guayabitos, una playera, una taza, un llavero, un mezcal y algunos dulces típicos.

La invité al cine en la tarde, quería estar sólo con ella, aunque la verdad solo fue para sacar permiso de sus padres, la verdad iríamos a mi departamento y estoy seguro que Adriana también lo deseaba y no mostró sorpresa cuando le di al conductor del taxi la dirección de mi departamento.

Tan pronto entramos, la abracé por detrás, susurrándole al oído lo mucho que la había extrañado, repegando mi bulto entre sus nalgas, quería que sintiera lo cachondo que estaba, besé su cuello y hombros en lo que la fui desnudando poco a poco, la ropa fue cayendo, nos estorbaba, Adriana llevaba un conjuntito de encaje negro muy sexy, estoy seguro que se lo había puesto para la ocasión.

Nos dirigimos a mi habitación, tan pronto llegamos la recosté en la cama, y nos fundimos en un ardiente beso.

– No sabes cuanto te extrañé amor, me hice mil pajas pensando en ti, esperando tu regreso- le dije

– Yo también te extrañé mucho Ariel, pensaba en ti cada día, extrañaba tus caricias, me encanta como me besas y me haces el amor, espero que sea cierto que me extrañaste y no hayas metido alguna piruja aquí- expresó.

– Ja, ja, como crees vida, tú sabes que sólo tengo ojos para ti, puedes estar completamente segura que ninguna mujer se ha acostado en esta cama en tu ausencia (lo cual, a pesar de todo, era verdad).

Se subió encima de mi cuerpo y tomó la iniciativa, me encantaba que lo hiciera, bajó a mis tetillas y las besó suavemente, recorriendo con su lengua mis pezones, mi piel se erizó, no pude contener un ligero gemido, lo cual al parecer le gustó escuchar, ya que empezó a succionar mis pezones con más fuerza en forma alternada, unos chuponcitos breves pero intensos, me estremecí, mis gemidos se hicieron más frecuentes, estuvo un rato jugando con mis tetillas y poco a poco fue descendiendo, sus ardientes labios recorrieron cada milímetro de mi piel hasta llegar a mi vientre y continuó descendiendo, encontró mi ombligo y su lengua traviesa exploró el interior, sentía toda mi piel muy sensible, se me ponía la piel de gallina.

Pronto llegó a mi paquete, besó el tronco por encima de mi bóxer y mi verga reaccionó a la caricia, se puso más dura todavía y se alzó estirando mi bóxer, formando una notoria carpa, al grado que me dolía de tan dura que estaba, un suspiro salió de mi boca, bajó mi bóxer y mi verga salió disparada, libre al fin, me quitó el bóxer y colaboré alzando la cintura y mis piernas, sus suaves labios se posaron en la punta de mi verga y sentí un cálido beso, mi verga empezó a expulsar sus primeras gotas de precum, abrió su boquita y la cabeza de mi verga desapareció dentro, succionaba suavemente, cerré mis ojos, era riquísimo, definitivamente cada día mamaba más rico la verga, me daba mamadas suaves y profundas mientras me masturbaba, estaba en el cielo, sus manos acariciaron mis huevos y pronto sentí que los alzaba y sus dedos iban más allá, encontrando mi perineo, esa parte que va de los huevos a la raja del culo y es extremadamente sensible, me encantó la caricia, sus dedos continuaron el trayecto hasta que sentí la yema de su dedo índice haciendo círculos en la entrada de mi esfínter, mi hoyito palpitaba y se contraía involuntariamente, su lengua recorrió toda la longitud de mi verga y llegó a mis testículos, me tomó de una pierna y la levantó un poco al tiempo que su lengua se deslizaba por debajo de mis huevos y hallaba el perineo, no puse resistencia, al contrario abrí más las piernas, su lengua siguió avanzando y pronto encontró mi cerrado agujero, no pude evitar apretar las nalgas cuando sentí la punta de su lengua puntear mi orificio, fue como si su lengua descargara una corriente eléctrica que recorrió todo mi cuerpo, mi espalda se arqueó, mi verga palpitaba en la mano de Adriana, continuó punteando mi hoyito y pajeando mi verga, cuando sentí que mi esfínter cedía y se iba abriendo, no paraba de gemir y gruñir, mi cuerpo se retorcía, convulsionaba, sentía un espasmo tras otro, sentía mi culo palpitar y contraerse rítmicamente, estaba a punto de estallar cuando se levantó y buscó en mi cajonera, unos instantes de reposo, que lograron que pudiera concentrarme y evitar la corrida, no quería venirme tan pronto, estaba gozando mucho.

Sacó de la cajonera el botecito de lubricante, ese que en el último encuentro había amenazado que yo probaría y que había olvidado por el tiempo transcurrido, pero ella no, había llegado la hora, de su amenaza, me puse un tanto ansioso.

Abrió el botecito de lubricante y sentí que lo aplicaba en medio de mis nalgas, justo en la entrada de mi hoyito, con sus dedos masajeó y esparció el viscoso líquido por el contorno, recorriendo lentamente mis arrugados pliegues, al instante sentí como se iba poniendo más caliente mi orificio, más sensible, regresó a mamar mi verga y la metió hasta su garganta, arrebatándome un gemido de placer, su dedo en mi esfínter presionó con más fuerza, mi agujero se abrió, apreté mis nalgas, tratando de evitar la penetración, era extraño que mi novia me estuviera enterrando la punta de su dedo, solo entró la primera falange.

– Tranquilo Ariel, no hagas fuerza, relájate y disfruta, sentirás riquísimo- expresó Adriana sacando mi verga de su boca un instante, tratando de tranquilizarme.

Traté de relajarme como pedía mi novia y aflojé las nalgas, su dedo se hundió más profundo, hasta la mitad, volví a apretar las nalgas, no por dolor, al contrario, me encantaba, pero me daba pena que mi novia me estuviera penetrando con su dedo. Me di cuenta que se había cortado las uñas para evitar lastimarme, había planeado todo con anticipación.

– ¿Que sientes? – ¿Te gusta?, relájate, no hagas fuerza, sólo disfruta- me aconsejó Adriana.

– Siento extraño, no sé, algo raro, una sensación extraña recorriendo mi cuerpo- le expresé.

– Sientes placer, pero no quieres reconocerlo, ¿no es así? – Me cuestionó nuevamente Adriana, lo cual era correcto.

– Tranquilo, no eres Gay, ja ja, ya me lo has demostrado en incontables ocasiones, si eso es lo que te preocupa. Ja ja, solamente abre tu mente y disfruta

Nuevamente Adriana tenía razón, me costaba reconocer que estaba disfrutando intensamente, era difícil reconocerlo, algo que debía mantenerse en secreto, o como explicarle a algún conocido que mi novia me volvía loco cuando me tenía ensartado un dedo en mi culo, empujó otro pocos y hundió su dedo en lo más profundo de mi ser, mi cuerpo se tensionó y una oleada de placer recorrió mi cuerpo, de mi boca salió un fuerte gemido, había logrado alcanzar mi próstata.

Su boca regresó a mi verga, mis piernas se abrieron más, permitiendo libre acceso, me estaba entregando como una puta pensé, su dedo empezó a moverse suavemente, masajeando mi glándula prostática, recorriéndola, un placer tan intenso que ya no pude controlarme más y mi verga se hinchó y exploté en la boca de mi novia, quién rápidamente retiró su boca y mis chorros de leche se estrellaron en su cara, algunos alcanzaron mi pecho, chorros y chorros de leche, mis músculos se movían sin control, espasmos recorrían mis paredes internas apretando el dedo de mi novia, ahorcándolo, la sensación era increíble, veía las estrellas, después de unos segundos de clímax, los espasmos fueron disminuyendo de intensidad, y por fin que mi novia sacó su dedo.

Quedé tendido en la cama, exhausto, desfallecido, boca arriba, Adriana se levantó y fue a su bolso, sacó un paquete de toallas húmedas, se limpió la cara, que estaba chorreando leche y limpió los restos de semen que escurrían por mi verga, mis huevos, mi pecho y mi vientre.

Se acurrucó junto a mí y le cuestioné sobre cómo había aprendido esos nuevos juegos.

– Fue increíble Adriana, pero ¿cómo aprendiste a dar placer así?,

– Ja ja, no vayas a pensar mal, amor, nadie me enseñó, la vez anterior observé que te gustó mucho que te lamiera el culito y pensé que no sería mala idea que también disfrutaras de esa parte de tu cuerpo. Estuve investigando en internet y descubrí que el punto G en los hombres es la próstata y estimularla puede causar los orgasmos más intensos en un hombre, así que quise comprobarlo y veo que es cierto, aunque creo que pocos hombres se atreverían a disfrutarlo por los tabúes que nos impone la sociedad.

– Tienes razón, es un placer exquisito, intenso, y es cierto que cuesta reconocerlo, la sociedad nos ha metido muchas cosas en la cabeza, y si yo dijera que disfruté como loco con un dedo dentro de mi culo, me tacharían al instante de gay- expresé.

– Pues ya te dije que gay no eres y me lo has demostrado de sobra, ja, ja. Siempre tan caliente y cachondo, creo que debemos liberarnos y disfrutar de nuestros cuerpos, probar de todo, sin barreras morales que nos impidan disfrutar.

– Vamos, tranquilo, mira te voy a dar un masaje, para relajarte, creo lo necesitas, ponte boca abajo.

Obedecí y me acosté en la cama como me pidió.

Se sentó sobre mis piernas, con su coñito justo al nacimiento de mis nalgas, me encantó la sensación, se sentía húmedo y me hacía cosquillas, besó mi espalda y mi piel se puso chinita, dió un suave masaje en mi cuello y fue bajando lentamente por mi espalda, cuando pensé que era el turno de mis nalgas, se levantó y se sentó en mi espalda, continuó con mis pies y siguió con mis pantorrillas, después con mis muslos, sus manos se adentraban en la parte interior de mis muslos y subían hasta rozar mis nalgas, sentía riquísimo y empecé a suspirar y gemir muy levemente, vuelve a cambiar de posición y regresa a sentarse en mis piernas, a la altura de mis rodillas, por fin llegó el turno de mis nalgas, las apretaba muy suavemente y sentí que nuevamente me ponía un chorrito de lubricante en mi hoyito.

Uno de sus pulgares se posiciona en la entrada de mi agujero y frota suavemente, empuja y mi ano se abre, entra la punta de su dedo pulgar en mi interior, empezó a moverlo lentamente, en suaves movimientos circulares, mordí mis labios para no gemir, empujó el dedo y se hundió completamente en mi interior, no pude contener el gemido de mi boca, lo sacó, aplicó un poco más de lubricante y volvió a enterrarlo hasta lo más profundo, mi culo no ofreció resistencia, mordí mi almohada para no chillar de placer.

– Vaya veo que se abre muy fácil, dilatas muy bien, amor. ¿Te gusta?

Seguí mordiendo la almohada para no gemir, pero asentí con la cabeza, sacó su dedo pulgar y lo reemplazó por su dedo índice que me llegó más profundo y alcanzó mi próstata, arrancándome un gemido.

– Así, disfruta amor, me gusta sentir como aprietas mi dedo, tu colita es tan suave y caliente.

Sacó su dedo y lo reemplazó con dos, entraron profundo, con facilidad, incluso temí que podría llegar a sospechar que no era la primera vez que algo entraba dentro, exclamó.

– ¿Sientes como se abre tu colita amor?, este lubricante es genial, tiene un dilatador muscular y un sensibilizante, por eso sientes tan rico y se va dilatando.

Continuó masajeando mi próstata y ya no pude contener mis gemidos, empecé a gemir y gruñir en forma descontrolada, movía mi culo al encuentro de los dedos de Adriana.

– Así, gime, me gusta escuchar cómo disfrutas, no te reprimas, ¿Sabes?, me encantaría darte más placer, meterte algo más profundo y volverte loco de placer, ojalá tuviera una verga de verdad y sabrías lo que gozamos las mujeres cuando nos penetran, he visto en internet unos dildos para mujer y sirven para penetrar a su pareja, podríamos comprar uno, ¿te parece?

– Uff, no sé Adriana, sentir algo tan largo y grueso, en mi colita, es para pensarlo, me vuelven loco tus dedos, pero de ahí a un dildo abriéndome, no sé, amor- Me encantaba la idea, pero me daba miedo aceptarlo ante mi novia.

Adriana sacó sus dedos de mi cola y se tumbó encima mío, su pelvis en mis nalgas y empezó a moverse como si me estuviera cogiendo en lo que me susurró al oído.

– Anda, te va a encantar, así te cogería, te haría chillar de placer, así como haces conmigo, vamos, vas a sentir un placer que nunca olvidarás- expresó al tiempo que arreciaba sus embestidas contra mis nalgas, se sentía muy rico el roce de su coño contra mis nalgas, su coño estaba babeante.

– Ay amor, ufff, se siente delicioso como refriegas tu coñito en mis nalgas, me encanta, no sé por qué nunca lo habíamos hecho, es tan caliente- le expresé y continuó sus embates, embistiendo duro y refregando su coño por mis nalgas.

– Eso no es nada, ojalá compremos el dildo, tu colita se abre muy bien, estoy segura que lo disfrutarías mucho, me encantaría tomarte así de la cintura y embestirte profundo, duro – dijo al tiempo que arreciaba sus movimientos.

– Espera tengo una idea- dijo, se levantó de la cama y se dirigió a la cocina

Nuevamente fue una pausa que me permitió relajarme y evitar que llegara otra vez al orgasmo, quedé tendido en la cama, expectante sobre la sorpresa que me deparaba mi novia.

La vi regresar con una sonrisa y en sus manos traía un par de zanahorias, tomó la más larga y le puso un condón, la zanahoria era puntiaguda y poco a poco iba aumentando de grosor hasta alcanzar un diámetro similar al de una verga de verdad.

– Mira, creo que no está mal, parece un dildo, ¿no crees? – al tiempo que me enseñaba la zanahoria cubierta con el condón y efectivamente parecía un dildo, con la diferencia de la punta alargada.

Sentí la punta de aquel dildo improvisado en la entrada de mi lubricado agujero y un escalofrío recorrió mi cuerpo, la fría sensación del vegetal recién salido del refrigerador contrastaba con lo caliente que tenía mi culito y se contrajo al instante, Adriana siguió moviendo el improvisado dildo en forma circular, aplicando un poco de presión, hasta que sentí que mi hoyito cedía e iba entrando poco a poco, la sensación fue indescriptible, por una parte el lubricante me hacía sentir la cola muy caliente y sensible y por la otra el frio vegetal provocaba que mis paredes se contrajeran involuntariamente, la diferencia de calor-frio me provocó espasmos de placer, mi culito se contraía y relajaba sin control y Adriana continuaba empujando poco a poco. Me quejé:

– Hay amor, ufff. Despacio, me duele un poco, aggh- gemí

Sentía mi colita abierta, estaba muy lubricada y Adriana empezó a meter y sacar la zanahoria de mi interior y moverla en forma circular, mi próstata era masajeada, frotada, estimulada, por el vegetal, cerré los ojos, todo mi cuerpo se retorcía, sentía que iba a llegar pronto al orgasmo, espasmos recorrían mi cuerpo, pero mi verga estaba al tope durísima, me dolía de tan dura que estaba y sería un desperdicio no usarla, así que me incorporé, todavía con el improvisado dildo en mi culo, puse a mi novia en cuatro, con mi mano empujé su espalda hacia abajo, haciendo que la doblara hasta que su cara y tetas reposaron en la cama, de esta forma quedaba su culito empinadito y enfilé mi verga a su rajita, estaba chorreante, hundí mi verga en su coñito, profundo, de una sola embestida, mientras la empalaba, abrí sus nalgas y dejé caer un poco de saliva en medio de ellas, busqué la otra zanahoria y la dirigí a su agujerito, poco a poco fuí empujando la zanahoria sin dejar de bombear, conforme iba avanzando alcanzaba a sentir el roce de la zanahoria contra mi verga, separada por la delgada capa de piel que separa el coño del culo.

– Ufff, Adriana, como extrañaba tu coñito, me encanta, tan apretadito y caliente, agghhh, ay mami, que rico siento.

– Ay cabrón, que bárbaro, aghhh, sigue, aghhh, me rompes todaaa…

Seguí embistiendo duro, era una situación morbosa, me estaba cogiendo a Adriana con una zanahoria en mi culo y otra en el culo de Adriana, desgraciadamente la que tenía en mi culo poco a poco fue saliendo conforme embestía a mi novia hasta que salió completamente, al contrario de la que insertaba en el culo de Adriana que se la metía y sacaba cada vez mas profundo, arrecié mis embestidas, se escuchaba el sonido de mi pelvis chocando con sus nalgas, estaba a punto de correrme cuando siento que el cuerpo de Adriana empieza a convulsionar sin control, sus piernas temblaban, todo su cuerpo vibraba y gemía intensamente, parecía en un ataque epiléptico, y dió un fuerte grito que se debe haber escuchado en todo el edificio.

– Me corro, me corro, me corrooo, aghhh

Los espasmos de su coñito apretaban mi verga y el roce de la zanahoria a través de los pliegues internos de mi novia, fue demasiado, le di una última embestida profunda hasta los huevos y exploté dentro de su ardiente coño, gemíamos y gruñíamos, sentí que mis piernas se acalambraban y caí sobre Adriana y en forma involuntaria le ensarté un poco más la zanahoria en su culo con mi peso, ella se quejó y apretó las piernas, me di cuenta de mi error y le saqué la zanahoria de su culito, quedé encima de ella hasta que mi verga fue perdiendo rigidez.

– Fue fantástico Adriana, me encantó, ha sido de las mejores cogidas de mi vida, te amo, eres una loquilla pervertida, me encanta que seas así.

– Sí, fue fabuloso, es extraordinario abrir nuestras mentes y explorar nuestros cuerpos, ¿sabes?, me encantaría comprar un dildo y hacer un juego completo de roles, haciendo el rol de macho y vistiendo como tal, y vestirte y maquillarte de hembra, así sentiría lo que sientes y sentirías lo que yo siento, al completo ¿te parece?

– Ufff, no sé, suena cachondo, pero no sé si pueda interpretar el rol de hembra, además no sabría maquillarme.

– Acepta, será increíble, yo me encargo de maquillarte, y te presto algunas prendas sexy, será una experiencia muy cachonda.

Solo sonreí, aceptando implícitamente la propuesta, todavía había muchas cosas nuevas que experimentar.

Lo que pasó después lo cuento en el siguiente relato,

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