Como conté en mi relato anterior, mi primer orgasmo lo tuve casi por intuición. A partir de ese momento me puse a investigar sobre la masturbación y el sexo en general, así fue como descubrí que existían los juguetes sexuales. Pasé semanas buscando tiendas online de juguetes sexuales ya que me daba vergüenza entrar a una tienda física.
Un día encontré una oferta en Amazon, así que me creé una cuenta falsa y finalmente me decidí a comprar mi primer vibrador. Para que mis padres no vieran lo que compré, envié el paquete a la oficina de correos para recogerlo yo personalmente.
El vibrador que elegí fue uno de tipo conejito de color negro. Estaba muy emocionada y excitada, me mojaba solo de pensar en lo que podría llegar a hacer con dicho vibrador.
Tres días después llegó mi paquete y fui a recogerlo al salir de clases. Antes de llegar a casa me deshice de la caja y escondí la caja del vibrador en mi mochila. Al llegar a casa lo primero que hice fue poner el vibrador a cargar en un lugar escondido. Ese día no pude utilizarlo ya que mi familia estaba en casa.
El viernes mis padres tenían una fiesta en casa de sus mejores amigos, y mi hermano pequeño se quedó a dormir con mis abuelos, por lo que tenía la casa para mí sola.
Una vez se fueron todos me puse a preparar el ambiente. Bajé todas las persianas de mi habitación, puse música, saqué mi vibrador de su escondite, lo puse en la cama y empecé a buscar un vídeo porno, aunque ya estaba bastante mojada por la anticipación
El video que elegí fue uno parecido al de la primera vez que me masturbé, un trío de dos hombres con una mujer.
Me desnudé y empecé a acariciarme las tetas, pellizcando mis pezones y jugando con ellos. En la pantalla entre los dos hombres le comían las tetas y el coño a la mujer.
Bajé una de mis manos a mi coño y empecé a jugar con mi clítoris y mis labios. Dejé de jugar con mis tetas y con la mano libre agarré el vibrador y lo encendí en la potencia más baja. Acerqué el vibrador a mi clítoris y empecé a jugar con él. La sensación era increíble, sentía que podría correrme en cualquier segundo, así que retiré el vibrador para alargar lo más que pudiera el orgasmo.
Me restregué el vibrador por el coño para llenarlo de mis jugos, ya que no tenía ningún lubricante. Una vez lubricado, empecé a penetrarme. A este punto, olvidé por completo el video que había puesto.
Meter el juguete fue un poco doloroso al principio, ya que lo único que me había penetrado antes habían sido mis dedos. Una vez estuvo todo dentro, lo dejé unos minutos para acostumbrarme al tamaño y que se me pasara un poco el ardor. Volví a mirar al video y en ese momento la mujer estaba siendo penetrada por uno de los hombres mientras le chupaba la polla al otro.
Unos minutos más tarde empecé a mover poco a poco el vibrador. El dolor poco a poco fue dando paso al placer, se sentía increíble. Cambié de posición, me puse en cuclillas y empecé a montar el vibrador. Cada vez que me movía el vibrador rozaba el punto mágico y al mismo tiempo las orejas de conejo hacían vibrar mi clítoris. Mis gemidos se escuchaban cada vez más y más fuertes, estaba al límite.
Sentía como mi vientre se iba tensando, preparándome para el orgasmo. Ya no podía más, necesitaba correrme. Me acosté y moví un par de veces más hasta que finalmente exploté, solté un fuerte gemido al correrme. Podía sentir las paredes de mi coño contraerse y apretar el vibrador. Todo estaba en silencio, lo único que se escuchaba era el zumbido del vibrador y mi respiración agitada.
Al recuperar el aliento apagué el vibrador y lo saqué de mi coño, estaba completamente mojado y quedó colgando un hilo de mi corrida. Fui al baño a limpiar el juguete y tomar una ducha.
Esa noche me masturbé un par de veces más con mi nuevo juguete favorito probando las distintas vibraciones que tenía.