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Desafío de selfbondage (II)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Luego de mi paso por Chiloé, me gustó la zona y le pedí a mi Jefatura tomarme días de vacaciones estando en esa Región. No hubo problemas ya que en trabajo estaba al día y mi desempeño había sido bien evaluado.

En la Región de Los Lagos había mucho por descubrir y también muchos lugares donde quedarse. Fue un lindo viaje, con zonas hermosas, pero lo interesante vendría en las noches.

Estando en una zona campestre encontré un alojamiento bien acogedor y al alcance de mi bolsillo. Ya sabía lo que quería hacer llegada la noche así que solo tuve que esperar con ansias.

Aprovechando que hacía algo de frío rememoré algo que había hecho con mi pareja años atrás en la playa, pero esta vez aplicado a mi mismo.

Tomé una ducha y luego me vestí, nuevamente mis ligas y portaligas. Me puse la mordaza y me pinte los labios. Luego me cubrí con una bufanda.

Para abajo me inserte un vibrador en el ano, de aquellos que tienen una bola llegando a la base, que hace imposible la expulsión anal, debes usar tus manos para retirarlo.

Me puse un abrigo largo, me asegure que nadie me viera y salí. Cuando cerré la puerta de entrada me puse las esposas, el último click fue sublime, y salí a caminar.

En el fondo tenía el deseo de ser descubierto y bueno, utilizado. Fue un paseo muy emocionante ya que a medida iba caminando subí la intensidad del vibrador.

Me di una vuelta, me senté en varios lugares, cambié la intensidad en varias ocasiones. De pronto las ganas de tocarme el pene se me hacían incontrolables. También las veces que subí la intensidad del vibrador a máximo dificultaban mi caminar, pero agradecí esa mordaza ya que opaco mis gemidos en varias ocasiones.

Esa noche fue intensa en lo sexual pero tranquila en cuanto al paseo. Me las arregle para abrir la puerta y luego la de la habitación, tenía las llaves de las esposas en la cama.

Con tranquilidad me saque el abrigo, bufanda y zapatillas pero no aguante mas. Me saque el vibrador y tome un dildo, aun amordazado me arrodillé en la cama y levante mi culo dejándolo listo para la inserción. También al tiempo que me lo metía me acariciaba las bolas con la otra mano y luego solo el glande del pene, primero de formar suave y lento, luego ya como una máquina coordinada entre mi pene y el dildo, todo bien sincronizado y que terminó en un orgasmo sensacional.

Sabía me quedaban otros días así que iba a pensar bien que hacer la próxima ocasión en la que necesariamente debía subir la apuesta.

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