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De fiesta con mi cuñada
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Han pasado como seis meses desde la noche que pasé con mi cuñada Camila. Desde entonces todo siguió normal, creo porque no habíamos tenido oportunidad de quedar de nuevo solos y tampoco es que hayamos tratado de vernos a escondidas. Todo estaba tranquilo hasta hace un mes.

El sobrino de mi esposa se casaba, y como no podía ser de otra manera, teníamos que ir mi esposa, mi cuñada Camila, su hija y yo. La recepción era en la tarde del sábado, y se extendería hasta la media noche. Ya esperaba con ansias ese día, quería ver a mi cuñada con su vestido nuevo. Las fechas de fiesta me encantan por eso, mi cuñada y mi esposa les gusta vestir siempre un vestido nuevo. Y como ya saben, aunque Camila tiene ya 41 años, tiene un cuerpo bien cuidado.

El día esperado llegó, mi esposa y Camila llevaban sendos vestidos de gala, con escote bien pronunciado ya que a ambas les gusta relucir esos atributos que comparten en común. El de Camila me gustó mucho más ya que tenía puesto un brasier que al parecer era de talla menor y sus senos explotaban por encima del escote.

Durante el evento aproveché cuando podía para ver los grandes senos de mi cuñada, y no creo que fuera el único ya que se notaba las miradas que otros hombres que le daban a ella y a mi esposa, algo que me hacían sentir alagado ya que en mi mente decía "mírenlas, pero solo yo he comido esas tetas, a ambas". A eso de las 7pm mi esposa ya tenía que ir a trabajar, como es enfermera le tocó el turno de velada. Fui a dejar a mi esposa y luego debía pasar llevando a mi cuñada y su hija.

Al llegar de vuelta Camila me dice que su hija se fue con sus amigas a la discoteca, así que nos quedamos solos. Estuvimos un rato más en la fiesta, bailamos y nos tomamos unos tacos de tequila y whisky. Camila ya estaba un poco mareada, más que yo porque yo debía manejar y me controlaba en eso. Camila tomó una botella y salimos, me dijo que era aburrido que no tomáramos iguales y que nos fuéramos a su casa a terminar la botella. Como prácticamente nuestras casas son juntas daba igual a dónde ir.

Ya en su departamento nos tomamos dos tacos de tequila y Camila puso música para bailar. Yo tenía en mente que solo era un entremés a lo que ambos deseábamos. Empezamos a bailar y ya estando juntos la abracé cada vez más fuerte, podía sentir sus tetas grandes contra mi pecho, y con mis manos sostenía sus caderas. Nuestras mejillas se rozaban y lentamente junté mis labios con los suyos, empezamos a besarnos suavemente, y mientras tanto con mis manos bajaba hasta tener sus nalgas y apretarlas contra mi cintura. Los besos cada vez eran más húmedos, nuestras lenguas se buscaban, se chupaban. Me separé de ella y fui besándola por el cuello hasta llegar a sus tetas, las saqué del escote y empecé una por una a chuparlas, lamerlas y morder suavemente sus pezones negritos.

– Así Mati, así cuñadito, chúpame las tetas… que rico.

– Me encantan tus tetas, me las pasaría chupando toda la noche

Mientras le comía las tetas a mi cuñada ella ya tenía desabrochado mi pantalón, con mi pene en sus manos intentaba masturbarme:

– Mati, es mi turno…

Con las tetas afuera del vestido Camila se arrodilló y metió mi pene en su boca para darme una mamada bien ensalivada, estaba como loca, me chupaba las bolas una a una y me masturbaba. Se chupaba mi pene y se lo metía lo que más le entraba en su boquita, cuando se atragantaba era cuando más rico sentía, tenía bien mojadito mi pene con su saliva.

Mientras Camila seguía chupando mi pene yo aproveché para bajar el cierre de la espalda de su vestido y dejarla con su hilo y sostén, a lo que Camila se levantó y me dijo:

– Quiero que lo hagamos en mi cama, ayer soñé que lo hacíamos ahí…

– Vaya que tus sueños se hacen realidad.

En el cuarto Camila me acostó en su cama, se quitó el sostén y la tanga y a gatas se acercó a mi pene para seguir chupándolo.

– Que rica verga que tienes, y esto se come mi hermana…

– Lo puedes comer cuando tú quieras

– Y si mi hermana se entera?

– A ella le gusta compartir las cosas contigo

– Yo no compartiría esta verga ni con mi hermana

Después de decirme eso Camila me dio una última chupada y se montó en mi pene y empezó su cabalgata. Sus tetas preciosas se movían de lado a lado y se inclinaba para que las chupara:

– Chúpame las tetas, están ricas verdad… más ricas que las de mi hermana?

En eso tenía razón, Camila tenía las tetas más grandes y los pezones pronunciados, como es de blanquita se nota claramente la aréola de cada teta. No tardó mucho y Camila dio un grito y gemido, su movimiento se hizo lento y sentí como mi pene se humedecía. Luego volvió a la cabalgada desenfrenada, la tomé de las nalgas y moví su cuerpo de arriba y abajo:

– Que rico cuñadito, méteme tu verga, más duro, no pares. Vente tu arriba.

Se bajó y enseguida se puso en cuatro. Al frente de la cama tenía un espejo donde podía ver el perfil de Camila en cuatro, con sus tetas colgadas. Mi pene estaba más duro e hinchado por la mamada que me dio que cuando se la metí sentí cómo le fui abriendo la vagina a mi cuñada. Sin más delicadezas empecé mi embestida, viendo en el espejo cómo esas tetas se movían de lado a lado y luego regresaba a ver ese gran culo de mi cuñada:

– Que rico culo cuñadita, y tu panocha está apretadita.

Camila solo gemía y mordía la almohada. Saqué mi pene y empecé a juguetear alrededor del ano Camila, estaba bien lubricado que despacito se lo fui metiendo. Primero la cabeza y luego poco a poco se lo mandé todo, sentía como su ano empezaba a dilatarse. Aun así, me pene entraba muy apretado:

– Mi culito, me lo vas a romper. ¿A mi hermana también le das por el culito?

– Sí, a ella le encanta que le rompa el culo.

Fue unos minutos dándole a Camila por su culito y me vine dentro. Le mandé toda mi leche en ese culito. La tuve en cuatro con mi pene en dentro de su culito hasta que de nuevo se pusiera duro y se seguí bombeando hasta eyacular de nuevo.

– Mati, te has pegado dos y sin sacar de mi culito.

– Ese culito es mío, el de tu hermana y el tuyo, ambos culitos son míos.

Después de esa faena con mi cuñada nos dimos un rápido baño porque ya casi era medianoche y pronto volvería su hija:

– Mati eres un bandido. Te comes a mi hermana y a mí…

– Somos familia y hay que compartir

– Ya dime, cual es mejor en la cama, ella o yo

– Ya te dije, ambas son un complemento. Lo ideal sería tenerlas a las dos… al mismo tiempo

– Estas loco, crees que mi hermana va a querer

– Y tú? ¿Lo harías?

– No sé…

En ese momento ya fui tanteando el terreno por si algún momento se da mi gran deseo de tener a mi esposa y mi cuñada en un trío. Lo que no sabía era que pasaría al siguiente fin de semana.

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