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Tiempo de lectura: 3 minutos

Había ido de excursión con un amigo, a caminar por el monte, pero a la vuelta perdimos el autobús y tuvimos que hacer autostop. Nos paró un chico de 20 años o así. Parecía inocente. Yo iba vestida con unos pantalones cortos, muy ajustados y con una blusa campera. Me senté en el asiento trasero en el medio para que pudiera verme por el retrovisor. Mi amigo, viendo mis intenciones al desabrochar dos botones de la blusa, me dijo que debería echarme una crema hidratante para evitar la deshidratación porque hizo demasiado sol.

Entonces me pasó el bote y empecé a untarme las piernas que las tenía bien abiertas y me acariciaba la parte interna de los muslos. Alejandro, mi amigo, dijo que quería dormir y si le cambiaba de asiento. Hecho el cambio, cerró los ojos y yo seguí con mis caricias en mis muslos mientras el chico no me quitaba ojo de encima. Conducía más despacio de lo normal, no sé si por seguridad o para que durara más el trayecto.

Cuando acabé con las piernas, desabroché el pantalón para untarme la barriga mientras le decía:

-es que estuvimos haciendo nudismo en una poza

-no te preocupes por mí -me contestó, observando yo ya un buen bulto en el pantalón de él

-no te importa si me quito la blusa entonces -le pregunté

-claro que no

-tienes mucha prisa, te lo digo porque podíamos parar y me untabas la espalda

-vale

Paró el coche en la cuneta. Yo me quité la blusa, le di el bote de crema y me giré hacia la ventanilla. Como tenía todavía el pantalón desabrochado, supongo que podría ver parte de mi tanga. Vertió crema sobre mis hombros y empezó a extenderla con una suavidad fantástica que me estaba excitando muchísimo.

-te voy a manchar los tirantes del bikini con la crema -dijo el que parecía inocente

Me baje los tirantes por los brazos, pero me volvió a decir lo mismo al llegar a la mitad de la espalda. Entonces, le dije que lo desabrochara.

Él lo desabrochó y yo quité los tirantes de los brazos y sujetaba el bikini solo sobre mi pecho. Siguió untando la espalda con una suavidad alucinante que me producía una relajación fantástica y que provocó que fuera dejando caer el bikini. Ya había llegado a la parte más baja de la espalda cuando mi bikini dejó de taparme los pechos y pude ver por el reflejo del cristal como intentaba verme las tetas.

La naturaleza me ha dotado con unos buenos senos y aun de espaldas, seguro que veía una buena parte.

-ya está -me dijo

-ha sido fantástico -mientras me reclinaba de nuevo sobre el asiento y me tapaba las tetas con el brazo, pero sin ocultarlas de todo a su vista. Él no apartaba su vista- me has dejado relajadísima, si puedo compensarte de algún modo, dímelo

– no quiero parecer aprovechado -dijo apartando la vista- pero podrías retirar el brazo

Lo miré y le dije:

-pero si no miras no vas a ver nada -le contesté mientras dejaba caerlo

El giró enseguida la cabeza y se quedó mirando fijamente mientras se acariciaba el paquete.

-¿quieres masturbarte?, a mí no me importa

Entonces se desabrochó el pantalón y saco su verga, dura e hinchada y de buen tamaño y empezó a pajearse mientras no quitaba la vista de mis tetas. Yo empecé a acariciarlas y le dije si quería tocarlas. No se hizo esperar su respuesta su mano pellizcó mis pezones duros como rocas. Sus gemidos se hicieron más ostentosos.

-puedo correrme sobre ellas -me pidió, olvidada ya toda timidez

-claro, si luego me la extiendes

Salimos del coche, me arrodillé y él puso su polla entre mis tetas y al poco se corrió, inundadme de esperma. Al acabar su verga quedó a la altura de mi boca y no perdí la oportunidad de limpiársela. El semen más rico es el del final y se la chupé hasta dejarla seca, pero antes de acabar ya estaba lista de nuevo. Puso mis manos sobre mi cabeza, indicando que quería que siguiera por lo que le hice una mamada en toda regla mientras notaba como mi almeja se iba humedeciendo cada vez más.

-follame -le pedí ya toda salida

Me apoyó sobre el coche, me quitó el short, apartó la tanga y me la metió de un golpe. Estaba bien mojada y entró sin problemas y me embestía con una fuerza descomunal que hizo que me corriese enseguida mientras el seguía cada vez con más fuerza.

-voy a correrme -gritó

Giré la cabeza y miré hacia dentro del coche donde mi colega se estaba pajeando contemplando el espectáculo cuando sentí la leche de su segundo orgasmo bajar por mi trasero.

Él se metió enseguida en el coche. Yo fui detrás, pero me senté en el asiento trasero para pajear a mi amigo mientras nos acercaba hasta casa. Por supuesto, a él también se la limpié con unas buenas lamidas.

El chico nos dejó casi sin decir palabras. Hay tíos que carecen de toda madurez para estas cosas.

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