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De esposa a mitress
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Nunca había estado en castidad en esas condiciones, bueno cuando mi mujer había dado a luz o la habían operado fueron más días, pero ahí me podía tocar hasta derramarme, podía masturbarme cada vez que yo lo quisiera.

Pero ahora todo era diferente, aunque lo quiero y lo deseo no puedo hacerlo sin su permiso, ahora ella tiene el control sobre mis orgasmos y mi placer y eso le daba un plus mental que me tiene en constante excitación, ese simple detalle me tiene todo el tiempo con ganas y deseos de servirle y satisfacer sus necesidades para luego satisfacer las mías.

Desde mucho tiempo atrás le había confesado a mi esposa mi fantasía de ser sometido y dominado por ella de permanecer en castidad hasta que ella lo quisiera, que me tratara como una domina y su sumiso.

Ella nunca quiso hacerlo hasta ahora…

Estaba trabajando sentado detrás del oscuro y enorme escritorio de mi oficina, la puerta se abrió sin previo aviso, aparte la vista de los papeles que leía para ver quién entraba sin siquiera tocar la puerta.

Era Mónica que apareció en mi oficina, llena de seguridad, y me dijo:

—hoy se va cumplir tu deseo.

Al principio no entendí de qué me hablaba, de a qué deseo se refería pero su seguridad y la forma de hablar me dejó temblando de la emoción.

Ahí estaba mi esposa frente a mí, vestida con una blusa blanca de manga larga desfasada y abotonada hasta el penúltimo botón, traía aparte un chaleco negro encima de la blusa toda la parte superior muy recatada, pero si la parte superior del cuerpo estaba muy cubierta la parte inferior era todo lo contrario, unos shorts negros cortos que casi quedaban tapados por la blusa dejaban al descubierto unas hermosas, recién depiladas y brillosas piernas, unos botines cortos a la altura del tobillo le cubrían sus pies. Aparte que traía puestos esos lentes que no necesita pero que sabe me hacen enloquecer por el fetiche que tengo de follarla con ellos.

Se acercó, tomó mi mano y puso una pequeña pulsera de cuero en mi muñeca.

—Desde hoy y hasta que yo lo decida vas a ser mi esclavo y vas a cumplir cada uno de mis antojos. Y lo primero es que lleves esta pulsera puesta todo el tiempo.

Sentí como la apretó en mi canilla luego descubrí que tenía algo bordado, con una fina escritura y letras plateadas tenía escrito unas iniciales “M O R"

Eran sus iniciales.

Lo primero que quiero es que dejes lo que estás haciendo y me lleves de compras.

Quise decir que no, que estaba ocupado en ese momento.

Pero Moni me leyó el pensamiento se acercó a mí tomó mi rostro firmemente con su mano y cerró sus dedos sobre mí mandíbula.

—Ni se te ocurra decir que no.

Vi la determinación en sus ojos, antes de ponerme de pie abofeteó mi cara. Me puse de pie, tome el saco del perchero y me lo puse antes de salir de la oficina.

Me tomaré la tarde Maru cancela todas mis citas.

Llegamos al estacionamiento y en lugar de subir a mi automóvil Mónica me lanzó las llaves del suyo, hoy sería su chófer. Abrí su puerta y la ayudé a subir para luego ir al lugar del conductor.

No podía quitar mis ojos de sus piernas mientras encendía el auto y esperaba sus indicaciones de a donde ir.

—¿Qué esperas idiota? vamos al centro comercial. Tengo ganas de comprar lencería nueva.

Llegamos al centro comercial y nos dirigimos directamente a su tienda de ropa favorita, ahí fuimos al área de lencería ella tenía una expresión burlona.

—Cariño hoy quiero que elijas las bragas.

Estuvimos mirando por unos minutos las bragas hasta que encontré unas que me parecieron apropiadas mentalmente ya las había puesto en el trasero de mi esposa, cerré los ojos e imaginé cómo se le vería la delicada fina tela sobre su cuerpo, lo que lucirá el encaje en su culo, una señorita se nos acercó.

Cuando la señorita ya estaba lo bastante cerca solo dijo: te vas a ver bien en esas bragas. Asegurándose que la empleada escuchara y volteara a verme.

Sentí el color subir por mi cara y la mirada fija de la mujer sobre mí, pero no dijo nada con una sonrisa disimulada volteo a ver las bragas para bajarlas del aparador solo se limitó a decir: excelente elección.

De ahí fuimos a una tienda de juguetes para adultos, compramos tres cosas un arnés que se podía usar con cualquier dildo, también eligió una elegante caja negra con tinto y letras doradas era un dildo doble para el arnés que no entendí en ese momento cómo lo usaría.

—Sabes este dildo lo estrenaremos para una ocasión especial se me ocurre que pueda ser la primera vez que te deje eyacular después de tu castidad.

Debe tener un nombre (volteando a ver al chico de la tienda preguntó), ¿Qué nombre recomiendas?

—Sí es lo que estoy pensando podría ser el rompe culos.

—jajaja!!! suena divertido lo pensaré aunque tengo predilección por los rusos así que será "Lenin"

Por último compré un candado de castidad para mi mismo, y como ocurrió en la tienda de lencería, también ahí habló en voz alta para que el joven empleado del lugar escuchara.

—Te vas a ver muy bien encerrado con este dispositivo.

Ya quiero llegar a casa para que te lo pongas

Luego sonriendo al encargado le dio las gracias prometiendo volver después.

De ahí nos fuimos directo a casa, Mónica sacó mi rasuradora, me la dio y me ordenó rasurar todo mi vello púbico, después con un rastrillo y jabón di una última pasada.

Cuando estaba totalmente depilado de esa zona Mónica sacó de su bolsa el candado puso el aro de plástico por detrás de mis testículos, luego lo cerró. Yo estaba tan excitado que tuvimos que esperar un poco para poder poner la capucha del pene simplemente así erecto no entraba en la jaula.

Cuando por fin lo encerró ella se rio al verme una risa entre burla y satisfacción me ordenó caminar de aquí para allá en el baño; el ruido del candado a cada paso que daba la hacía reír más fuerte.

Así fue como empezó mi castidad. Los primeros días fueron difíciles no lo tenía puesto todo el día, su uso fue gradual primero unos minutos al día, luego unas horas, fue difícil acostumbrarse a llevar enjaulado mi miembro, el dolor de las erecciones, el sentir como los testículos se apretaba contra el negro plástico, el orinar sentado, las ganas crecientes de vaciar las bolas. Lo más incómodo al principio fue dormir, siempre me ha gustado dormir boca abajo pero con el aparato apretando mis testículos al principio fue imposible además estaba el plus de la constante excitación por tenerlo puesto que me mantenía semi erecto en muchas ocasiones.

Solo me lo quitaba una vez al día y era para el aseo, durante el baño me quitaba el candado para lavarme bien y limpiar del plástico del juguete ella estaba presente y me masturbaba un poco riendo.

—Estoy segura que quieres ya correrte.

Pero luego de unos minutos dejaba de hacerlo y solo me decía: aún es muy pronto, hoy no estás de suerte si te portas bien tal vez mañana. Se reía mientras volvía a meter mi pene a su encierro dejando una frustración y ganas de correrme.

Moni no me ayudaba mucho la castidad era para mí, ella no.

Al parecer su lujuria estaba desbordada y sentía más ganas de coger que antes, no había día que no ordenaba darle sexo oral hasta sentirse satisfecha mientras mi miembro se hinchaba dentro de la jaula.

Hubo una vez que ya no sentía la lengua de tanto rato que me ordenó no parar.

No todos los días fue así, creo que solo la primera semana con el dispositivo ella estaba igual de caliente y cachonda que yo. Después fuimos como una pareja normal, cenando cereal en casa, o saliendo por tacos a la calle, viendo películas en la sala o acurrucados en cama mientras leemos algo.

Me volví más detallista aprendí a besar y lamer correctamente donde ella lo necesitaba, aprendí a leer su cuerpo, sus reacciones, su humedad.

Aprendí a darle atención a todo su cuerpo, no solamente a sus genitales, aprendí a excitar su mente.

Me di cuenta que no se trataba sobre mi fantasía, era sobre ELLA Y SUS NECESIDADES.

Cuando ella sentía ganas simplemente yo era su juguete.

Otras veces me ordenaba ver como se masturbaba, era placentero verla mientras sus facciones cambiaban delante de mí al llegar al orgasmo.

En más de una ocasión puso el arnés sobre mi cintura encima del candado de castidad. Después le ponía un dildo grueso y me ordenaba penetrarla con el dildo mientras dentro del candado mi verga dolorida e hinchada se quedaba con ganas de entrar en ella.

Tenía mi lista de lecturas obligatorias y mis deberes. Trataba de hacerlos siempre bien porque si no era otro día más de castidad, debía leer ciertos capítulos y aprender algunos párrafos de memoria y en caso de no conseguirlo era otro día más de frustración.

Una ocasión tenía un examen debía recitar un poco de una domina que Moni encontró en Internet así que la estudié todo el día hasta aprenderme de memoria las letras.

Cuando el momento del examen llegó yo estaba seguro pero antes de hablar aclare un poco mi voz para que saliera mi voz más clara. Luego comencé a hablar con la voz más clara y firme que pude:

"Está tributando por una experiencia, doma y educación como sumiso y tributas por el tiempo que te voy a dedicar.

No me pagas, no me estás comprando. Yo no estoy en venta y aquí la que manda soy yo.

Si tienes esto claro y sabes tu sitio y que mi tiempo se debe tributar, puedes hacer tu reserva, estaré encantada de someterte, educarte y humillarte para mi placer, mi placer no el tuyo, el tuyo a nadie le importa, si aún no sabes diferenciar entre prostitución y dominación, no sigas leyendo, ni se te ocurra molestarme."

En esta ocasión omití una coma sin darme cuenta no dijo nada, pero al terminar de recitar todo el texto me felicito, quito el dispositivo de mi cuerpo y comenzó a masturbar mi falo. Fue hasta el punto de sentir que me corría ella sintió la dureza de mi falo.

—Oh!!! mi perrito ya quiere descargar.

¿Quieres correrte verdad?

—Sí quiero señora

—Súplica por ello!

—Por favor señora deseo correrme

Por favor!!!

Por favor!!!

Y justo cuando iba a explotar me sonrió mientras apretaba de tal modo la base de mi verga que sentí que la rompería, al final lo soltó permitiéndome eyacular, pero fue una eyaculación sin fuerza, el semen solo resbaló sobre el tronco sin ninguna sensación de satisfacción eso fue peor que haber estado encerrado.

Lo último fue recolectar el blanquecino líquido y guardarlo en un recipiente para hielo.

—Este será para una ocasión especial.

Las comas son muy importantes perro, la próxima vez espero que lo recuerdes.

También en la vida cotidiana me volví más dócil a sus deseos y trataba de anticiparme a ellos, lavar los trastes se volvió en una costumbre después de cada comida, saliendo del trabajo iba a casa y ayudaba con los quehaceres.

Doblar la ropa y organizar su closet era otra de mis obligaciones.

Me encargaba de lavar y organizar sus bragas, limpiar y ordenar sus zapatos, encontré muy satisfactorio Chupar y lamer sus pies mientras la follaba con el maldito arnés.

Entramos al gimnasio ella me quería en forma así que contratamos un entrenador personal para ambos ella lo eligió y coqueteaba con él mientras realizábamos las rutinas.

Los primeros días al ir a trabajar tenía miedo de que alguien notará el aparato oculto debajo de mi ropa, o que escuchara el tintineo del candado al caminar pero con el paso de los días eso desapareció.

En la empresa era el hombre que tomaba las decisiones y tenía la última palabra pero debajo del pantalón tenía el recordatorio que en realidad la que tenía el poder era mi mujer.

Pasaron los días y el masaje de próstata era la única manera de vaciarme y obtener placer. No lo conseguimos a la primera Moni leyó y se informó de cómo hacer la ordeña de esa manera hasta que lo logró, fue una sensación distinta una explosión placentera que no había experimentado. Ese día estaba Moni tan caliente que descargue las pilas de dos juguetes en ella.

Siempre guardaba mi semen en un preservativo, en algunas ocasiones lo hacía en forma de cubos de hielo.

Todos los días era mi deber ir por última vez al baño antes de las cinco de la tarde así que acostumbre a mi organismo a no tener ganas después de esa hora. Para preparar mi cuerpo a la exploración de la noche. Algunas veces usaba algún juguete pequeño para introducirlo en lugar de mis dedos o los suyos, incluso algunos días me ordenaba ir a trabajar con algún juguete prostático puesto, siempre cargaba en mi maletín un pequeño juguete negro y un poco de gel porque en cualquier momento me llegaba un mensaje de que tenía que poner el juguete sin importar que fuera lo que estaba haciendo.

Tenía cerca de dos meses usando el dispositivo.

—Esta es una prueba. Vamos a ir a comer fuera de casa y espero que estés a la altura.

Luego me quito el candado. Sentí la libertad de estar sin él dispositivo y sonreí pensando que hoy estaba de suerte.

En la cama estaba mi atuendo una playera de algodón oscura, un pants gris claro, un par de calcetas cortas y las bragas que habíamos comprado aquel primer día, yo pensé que ya se había olvidado de que las compró para mí.

El pants era tan pegado y la tela tan delgada que temí que se notará el encaje de las bragas, mi pene resaltaba en la tela, yo escurría por la polla.

Antes de salir Moni me llamó fui a verla al baño, ahí ella me esperaba con un pantiproyector femenino, bajo mis pantalones con todo y bragas lo puso en su lugar y me ordenó subir mis ropas.

—No queremos que se manche ese bonito pants ¿verdad?

Ups!!! espero que no se note que traes una toalla femenina entre las piernas.

Luego tomó una foto y me la mostró en ella claramente se notaban claramente dos cosas la primera era el encaje de la tela y la segunda era la larga figura rectangular de la toalla. Cualquiera podría notar que la llevó. Yo estaba tan excitado que sentía como el líquido fluía cada vez que movía las piernas.

Al parecer supere la prueba porque al siguiente día me llegó un mensaje.

"Hoy puede que estés de suerte

Te tengo un juego

¿Te interesa?

Vas a ocupar seguir mis instrucciones y las pilas cargadas para mi juguete.

Te vas a masturbar para mí.

Va haber diez números.

Debes elegir uno.

Luego los voy meter en una bolsa y voy a contar del uno al diez en ese lapso tú debes masturbarte más deprisa casi cuando vayas a terminar. Si sale tu numero te puedes correr sino hasta el próximo conteo.

Podía sentir sus ojos en mí, su mirada caliente sobre mi cuerpo. Sí ella también lo estaba disfrutando, sí ella también lo gozaba, si ella estaba igual de caliente que yo."

Pd. Antes debes cumplir una orden.

Su orden era clara y parecía sencilla en el mensaje solo estaban anotadas unas pocas letras.

"Quiero un vestido de noche sam"

No decía nada más, ni color, ni estilo, ni talla…

Supuse que lo dejaba a mi elección, que ella estaba segura que yo conocía sus gustos que me lo dejaba a mí.

Así que salí de mi oficina y me dirigí al centro comercial, sé en que tiendas le gusta comprar su ropa así que me dirigí de inmediato para allá. La recompensa era enorme si encontraba lo que me pidió por fin podría vaciar mis bolas y liberar toda la leche acumulada durante el último mes.

Maneje los diez minutos más largos de mi vida hasta estacionar en centro comercial.

Baje del auto con el papel guardado en el bolsillo, de vez en cuando metía la mano para cerciorarme de que las instrucciones aún estaban ahí.

Llegué a la primera tienda seguro de que la tarea sería fácil. Me acerque a una de las amables señoritas y le pregunté por la sección de vestidos de noche y me condujo hasta el segundo piso de la tienda ahí me dejo no sin antes decirle a una de las trabajadoras de esa sección que si me ayudaba con lo que se me ofreciera.

Cosa que decline, quería caminar un poco por la tienda y observar con calma los vestidos, elegiría un vestido elegante, uno que hiciera resaltar su figura, un color soberbio que realizará el color de sus ojos, tal vez hasta una gargantilla y unos aretes me diera el lujo de comprar.

Había de todo tipo de vestidos, manga larga, a los hombros, sin manga, pegados, brillantes, de telas suaves como la seda, de todos los colores posibles, desde los básicos y tradicionales negros hasta algunos colores chillantes a la vista, corte sirena, princesa, tipo A o pegados que apenas se podría caminar con ellos escote tipo v, escotados de la espalda o de frente; había de todo para todos los gustos pero no encontré uno solo en toda la tienda de la marca sam.

Así que volví con la mujer que me ayudaría y le pregunté:

—Disculpa ¿tienes vestidos marca sam?

Ella me miró extrañada como si le hubiera hecho una propuesta indecente, abrió los ojos y luego la boca como si fuera a decir algo pero luego la cerró sin decir nada, cerró los ojos como si lo estuviera meditando y los abrió de repente como cuando alguien tiene una idea genial.

—Lo siento señor pero nunca había de esa marca.

Pero manejamos otra marcas muy prestigiosas.

—Lo sé señorita ya recorrí toda la tienda y las mire.

Pero sabe mi mujer y yo tenemos una apuesta si puedo llevarle un vestido de esa marca tendré suerte este fin de semana así que por favor le suplico que me ayude con mi tarea.

La chica sonrió pícaramente y me dijo ya vuelvo.

Luego de unos largos cinco minutos regresó acompañada de otras dos mujeres y un hombre, todos trabajadores de ese departamento.

Les tuve que explicar las cosas (claro solo lo que ellos debían saber, omití mi candado de castidad y que si no llevaba el famoso vestido me pasaría otro mes sin poder vaciar los huevos).

Luego de buscar en sus teléfonos móviles ninguno obtuvo resultados de esa marca, pero me indicaron que fuera a la tienda de enfrente que tal vez ellos podrían tener algo.

Ya ahí no perdí el tiempo, fui directamente con una de las encargadas y le explique la situación. Nada la misma respuesta nunca habían escuchado esa marca, pero aquí me dieron otra pista: una tienda de segunda mano ubicada en el otro extremo de la ciudad tenía ese nombre, tal vez no fuera la marca tal vez sería el nombre del negocio.

Antes de recorrer en el tráfico de esas horas decidí pasar por el resto de las tiendas del centro comercial, solo perdí mi tiempo en ninguna tienda de por ahí sabían nada de esa marca.

El móvil sonó, era Mónica mi señora.

Conteste de inmediato.

—Señora.

—¿Cómo vas en tu tarea?

Es algo sencillo, espero que ya lo tengas.

—En eso estoy señora.

—Si quieres vaciarte, y tener el privilegio de que yo te toque debes traerlo antes de las seis a la casa.

Luego colgó, ya había perdido toda la mañana en eso, no había almorzado y casi era hora de comer pero aún debía manejar hasta esa tienda al otro lado de la ciudad y volver a casa antes de las seis así que compre algo rápido y me fui comiendo mientras conducía para no perder el tiempo.

Gracias al GPS llegué al local, era una tienda distinta a las tiendas que había visitado, todo era de segunda mano, vendían de todo, desde puertas de madera usadas hasta ropa casi cualquier cosa que necesites para la casa.

El trayecto duró cerca de una hora así que si no me entretenía mucho aún tenía tiempo para llegar a casa antes de las seis.

Le expliqué la situación a la señorita y me dijo que no sabía bien lo que ocupaba desesperado le mostré el mensaje sin importar que pudiera leer todo el contenido del juego. Se puso roja cuando leyó pero al final ella me dijo:

—Señor no creo que se refiera a una marca, es más ni siquiera a esta tienda, lo que pienso es que ella le está pidiendo una talla su esposa quiere un vestido de la talla chica o mediana.

Abrí mucho los ojos casi la bese en la frente.

Pero claro un vestido talla chica o mediana para que lo pudiera usar Mónica.

Por fortuna ella tenía algunos pocos vestidos ahí así que compre uno por si el tiempo no me alcanzaba. Luego salí disparado de nuevo al centro comercial porque no quería llegar con un vestido de segunda mano.

Así que llegue de nuevo al centro comercial, no perdí tiempo y fui directo por el vestido brilloso que vi antes, le explique todo a la chica mientras me atendía. Aunque ella quería saber más detalles le rogué que se apurara apenas me quedaba tiempo de ir a casa.

Llegué a las seis menos uno, pero cuando entre a casa eran las 6:02 Mónica estaba de pie junto a la puerta con cara de pocos amigos.

Al principio no le gustó que haya llegado tarde, pero cuando vio que además del vestido también llegué con zapatos, aretes y una bolsa se relajó un poco y me dijo.

—Puede que aún tengas suerte

Puede que sea en otra ocasión.

¿Qué me compraste?

Más tarde fuimos a un pequeño local con música en vivo la pasamos bien entre algún trago y un poco de botana la pasamos todos saltando y cantando al ritmo de la banda en el escenario.

—Tengo unas ganas enormes, vamos a casa.

Tome la mano de Mónica y salimos del pequeño pub subimos al auto y fuimos a casa directamente.

Desde donde estaba podía percibir su exquisita fragancia, ella estaba sentada a tres metros de mí, uno de sus pies estaba en el suelo con su tacón alto bien pegado al suelo, el otro pie estaba cruzado encima de su pierna derecha y se movía en círculos rítmicamente llamando mi atención. Una dualidad de poder y dominio, su rostro indómito, salvaje.

Yo estaba desnudo, hincado en el suelo esperando su orden, ella escribía concentrada algo en una hoja sin hacerme el menor caso, cuando terminó de anotar comenzó a cortar la hoja en cuadrados y doblar en cuadrados más pequeños los papeles los echó dentro de una bolsa de plástico y me pidió elegir un número del cero al nueve.

—Dos.

—Bien ese será el número de la suerte espero que salga hasta el final.

Luego a una seña de su mano me acerque a ella puso un collar sobre mi y jalo de mi cuello hasta ponerme entre sus piernas luego subió su falda y comencé a lamer su mano me guiaba, un fuerte tirón me indicaba que lo quería más intenso y afloja a un poco significaba que fuera más lento pero cuando tomaba mi cabello y hundía mi cabeza entre sus pierna significa que debía darle un orgasmo.

Cuando se sintió satisfecha sacó las llaves y libero mi pene me ordenó masturbarme mientras ella me observaba.

No te puedes correr hasta que te lo ordene o salga el número dos.

Cuando yo crea conveniente voy a empezar la cuenta regresiva y durante el conteo debes aumentar la velocidad y estar listo a correrte en cuanto veas el número dos, pero si sale otro número debes esperar a otro conteo sin dejar de tocarte.

—¿Entendido?

—Sí señora

Se levantó y desapareció de mi vista, me dejó solo con mi mano subiendo y bajando por mi pene trate de no ir muy rápido pues no sabía cuanto tiempo me tendría así, luego de algunos minutos regresó con algunas cosas traía un cubo de hielo, el arnés y a Lenin.

—¡Abre la boca y no la cierres hasta que se derrita el hielo!

Cuando la abrí depósito el cubo de hielo en mi boca, era mi semen congelado sentí mi sabor cuando el hielo comenzó a derretirse ella ya estaba de nuevo sentada frente a mí pero ahora ella se masturbaba con Lenin.

—Sabes este el que tengo guardado desde tu última corrida frustrada ¿recuerdas las comas?

De pronto comenzó a contar; diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres…

—Jajaja! ya debes estar ansioso por tener un orgasmo placentero verdad perrito?

Moví la cabeza afirmativamente mientras mi mano subía y bajaba a toda velocidad.

—Dos, uno

Luego sacó uno de los cuadros de papel y me mostró el número, era el ocho así que baje la velocidad. Mientras ella aumentaba la velocidad de sus movimientos con Lenin.

Luego de cinco conteos el número dos no salía y yo ya tenía unas enormes ganas de correrme Moni estaba más que caliente y ella se había permitido terminar con Lenin de una manera muy sonora provocando más mis ganas luego acomodo a Lenin en el arnés lo puso en su cintura y me ordenó subir al sofá dándole la espalda y sin dejar de tocarme.

Sentí como lubricaba mi trasero, luego como primero un dedo invadía mi ano luego dos y al final tres, cuando estuvo satisfecha sentí la punta de Lenin pegada a mis nalgas y sus manos abriendo espacio comenzó otro lento conteo, así que aumente la velocidad y ella aumentó lo presión en mi culo, casi dejé de masturbarme cuando sentí como me abría de a poco lo hizo lento y poco a poco pero de una forma constante a cada número lo empujaba un poco más hasta que al final de la cuenta sentí su cuerpo pegado al mío. Salió el nueve ya solo quedaban cuatro números así que disminuyó la velocidad para poder llegar al siguiente conteo mientras Moni aumentaba el ritmo de sus movimientos y susurraba en mi oído:

—Apuesto a que le vas a tomar cariño a Lenin.

Casi tuve que detener mis movimientos para no correrme la sensación era tan placentera que temía correrme en cualquier momento sin la autorización de mi señora.

Se reclinó sobre mi espalda y pude notar sus pezones erectos pegados en mi piel

—Por favor señora no aguanto mucho más. Ya viene

No te corras hasta que yo te lo ordene.

Sigue masturbándote

Solo rozaba mi pene con mi mano, hacia círculos en el glande que para entonces ya estaba hipersensible, pero si aumentaba la presión o velocidad no había nada que pudiera hacer para detener mi orgasmo.

Un nuevo conteo comenzó esta vez más rápido al igual que sus movimientos, me tomó de las caderas y apretó fuerte antes de cada nuevo empujón.

No sé cómo soporte sin correrme hasta el cero. Ella dijo el número.

—tres!!! en medio de sus risas.

-Luego dijo- puedes vaciarte has sido un buen perro.

Sentí la gloria cuando un fuerte chorro salió disparado desde lo más profundo de mí, fueron varios chorros que cayeron en el sofá.

—¡Tragalo calientito!

Moni siguió rompiendo mi culo hasta que su placer fue saciado mientras yo aún lamia los restos de mi semen del sofá.

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