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De cómo los sueños se hacen realidad
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Tiempo de lectura: 5 minutos

En ocasiones aquello que fantaseamos se puede hacer realidad. En la intimidad la posibilidad de ser tomada por la fuerza ocasionaba que mi cuerpo se estremeciera concluyendo en orgasmos deliciosos.

Pero el momento de vivirlo se presentó tomándome por sorpresa.

Ese día era temprano, recién había visto el reloj que está puesto en una de las paredes de mi departamento y marcaba las 7:45, estaba sola y vestía algo ligero y cómodo, un short gris muy corto que dejaba ver la parte baja de mis nalgas con unas bragas pequeñas del mismo color, acompañado de una blusa de tirantes blanca que se pegaba a mis nenas dejando ver el frío que sentían al resaltar mis pezones, mis piernas desnudas y mis pies descalzos. Estaba distraída en mis pensamientos cuando escuché que tocaban a la puerta de forma ligera pero constante, pensé en no ir a abrir la puerta ya que no esperaba a nadie, pero cambié de opinión ya que podría ser mi vecina que me había pedido que le guardara algo o tal vez su marido.

Me dirigí a la puerta girando la llave para abrirla y al hacerlo me quede helada al ver que no eran ninguno de los dos, apoyado con su brazo en la pared al principio solo vi su sudadera, levante los ojos y estaba un hombre que me miraba con la decisión de entrar, desde que lo vi sabía que iba a pasar, quise cerrar la puerta pero la sostuvo con su mano para que no sucediera y la mitad de su cuerpo ya estaba dentro del departamento y un cuchillo que dejó ver, me hecho hacia atrás con un empujón que no le requirió mucha fuerza (su complexión le permitía hacerlo así) me tomo del brazo ya que había cerrado la puerta y colocó la punta del cuchillo en mi cuello, a mí se me ahogó un grito que no pudo salir de mi garganta, él me dijo que no gritara acompañado de una bofetada a mano abierta que me cimbro, sin dejar de tomarme con el otro brazo.

Me dijo que no me hiciera que yo lo había provocado, que me había visto con mis atuendos al salir a andar en bici muy temprano, “sé que quieres verga y vas a tenerla por todos lados puta” esto lo decía mientras tocaba mis nenas y apretándolas fuerte sobre la blusa, sentía el dolor que me provocaba, pasaba sus manos por ellas y las bajo para tocar mi panochita que al sentir sus manos gruesas se sobresaltó. Las piernas temblaban y mi voz se negaba a salir, como súplica inaudible solo podía decir “no por favor” sabiendo que no haría caso a ella.

Me llevo hacia el sillón donde me acostó y en un forcejeo del que me llevaba ventaja jalo mi blusa cortándola por los tirantes, este forcejo hizo que mi sexo se contrajera no quería sentir excitación pero sus palabras, la brusquedad de sus manos, la fuerza que ocupaba y mi clara incapacidad para liberarme me provocaba demasiada excitación, quise no seguir sintiendo eso tratando de controlarlo, mientras él llevaba mis pezones a su boca, su lengua húmeda las cubrió de saliva, sin reparo las mordió tanto mis pezones como alrededor, “esto es lo que buscabas puta” mientas abría mis piernas y me pegaba su falo en mi panocha, se sentía grande aún por encima del pantalón, dura y la empujaba sin miramiento, ya con mi blusa vencida y sin poder moverme ya que había logrado inmovilizar mis brazos, sentía el peso sobre mi cuerpo y su jadeo, el olor, el sudor de su cuello me quedaba en la cara, hizo a un lado mi short junto a la tanga, quise cerrar las piernas pero recibí un golpe en el estómago como respuesta y una serie de palabras que me inmovilizaron, no supe cómo pero se bajó el pantalón abrió mis piernas y metió su verga en un solo movimiento, un grito ahogado por su mano en mi cuello “no te hagas si hasta mojada estás” sus movimientos bruscos no supe cuánto tiempo estuvo sobre mí sacando y metiendo su verga que sentía como abría mi vagina, jadeaba, “muévete puta, no hagas que no te gusta, esto lo querías, te vi viéndome la verga varias veces” “muévete pendeja” pero no podía hacerlo su peso no me dejaba, moví un poco mis caderas y sentí como se encajaba mas su verga, hasta lo más profundo de mi.

De repente así como la metió la saco sin ningún miramiento me levanto de golpe y quito mi short dejando solo las bragas me coloco de bruces sobre la mesa mis nenas tocaban lo frío de la mesa, mis pies descalzos pegaron en la orilla de la mesa, “te voy a dar por el culo hasta que te lo reviente” me agache y quise recostarme en mi, pero me levanto y abrió mis piernas, sentí como sus manos separaban mis nalgas y metía sus dedos traté de moverme pero mientras lo hacía mas los metía, “no te muevas” dijo de forma decisiva, se inclinó y metió su lengua en mi ano lo lamió una y otra vez, con su lengua lo penetraba, y sin aviso de repente sentí su verga en mi, tocando mis nalgas dejándome sentir todo su miembro en mi ano el cual llenaba y yo gritaba, mas estaba sola sabía que nadie me iba a escuchar coloco una de sus manos en mi espalda y con la otra tomo mi cabello haciendo mi cabeza hacia él jalándolo en cada embestida, sentía que desfallecía, pero sentía como mi cuerpo Se movía, todo ello me excitaba mucho, pero seguía no queriendo sentir, sus huevos los sentía en mis nalgas y golpeaban una y otra vez, y su verga de lo hinchada y grande que estaba, se metía más en mi, sentía como todo me lo rompía, “así puta, siéntelo, goza, te voy a llenar de mi, te voy a cubrir con mis jugos, te gusta”

Estaba ya casi sin fuerza no podía sostener la posición y me desvanecía y él al sentir que mis piernas se doblaban jalaba más mis cabellos, hasta que se corrió y su semen me llenó toda por dentro, caliente y en cada explosión de si mismo lo hacía con un golpeteo brusco, brutal que terminó de vencerme lo saco de la misma forma que lo metió y terminó de cubrir mis nenas con el líquido que brotaba de él, “híncate, me la vas a limpiar ahora” tomo mi cabeza por los cabellos y me acerco a ella, “ábrela” decía mientras acercaba su verga a mi boca, “lámela” lo hice, lamí su verga limpiándola y el olor y su viscosidad hacían que me excitara “toda cométela” la metió de un jalón y sentía que me ahogaba, “chupa mis huevos, ajhhh así toda una puta” retiró su verga que aún se veía dura.

Su verga era grande, de color moreno intenso, ancha, sus venas se marcaba en el dorso de su miembro que tendía no sé si por él tamaño a verse inclinado hacia un lado, su glande se veía con brillos o mojado. Se marcaba el frenillo y al mamárselo lo sentía en mi lengua como si me lo encajara. Su semen lechoso con un olor entre dulce y algo más (olía como el de un amante que tuve) y sabía también así, como si además del olor a licor que había percibido en él y en su aliento también lo tuviera su verga. La base de su falo con vellos que no la cubrían de manera uniforme. Sus huevos colgaban grandes en proporción porosos

Sin decir más se vistió (solo se había quitado el pantalón) y no pude más que notar que llevaba los calcetines y los tenis puestos, de manera absurda esto me molestó mucho (ni me gusta que me cojan así) se dirigió al refrigerador tomo un lata de paloma que tenía y se la bebió plácidamente mientras me veía sentada en el suelo. Sin decir más se dirigió al sillón donde había dejado su arma y se fue.

Estuve un rato postrada sin saber que más hacer hasta que reuní las fuerzas para ir al baño y quitarme la sensación de mi cuerpo, dejé caer el agua fría en mi y ahí dirigí mis manos a mi panochita lastimada, me dolía pero empecé a tocarme y meter mis dedos en mi vagina hasta sentir como el orgasmo reprimido me llenaba en un constante palpitación de mi sexo acompañado de un gemido largo recordando esa forma tan groseramente de habérmelo hecho.

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