David tiene ojos café claros, piel casi blanca, barba espesa aunque su cuerpo es lampiño, pelo castaño. Ciertamente es guapo, de cuerpo muy proporcionado y cierto carisma que le da cierto atractivo poco usual entre los hombres de la colonia donde vivo. Tenemos casi la misma edad, siendo yo mayor que él por casi 1 año. Durante mi adolescencia me masturbé muchas veces pensando en David y sus piernas musculosas mientras él jugaba al fútbol en la canchita del sector donde vivo. Nunca le hablé durante esos años, no hasta que yo tenía unos 26 y él cayó en las drogas.
Cierta tarde de verano yo venía de comprar algo y decidí acortar camino a casa pasando por un sector algo solitario que solía tener grama muy crecida en ciertas partes y en otras restos de desperdicios que el viento arrastraba hacia ahí. Al dar la vuelta por una esquina vi a David sentado en un bordo no muy alto. Andaba una gorra azul, camiseta blanca y un pantalón corto (short decimos acá) color rojo. Al estar él sentado en ese bordo bajo, tenía sus piernas abiertas y sus rodillas separadas lo que hacía que su short se recogiera dejando expuestos esos muslos grandes y fuertes típico de los futbolistas, además que el short marcaba su pequeño bulto.
“Hola brother” me dijo con su voz clara aunque trataba de ser forzadamente amigable. Nunca nos habíamos dirigido la palabra.
“Hola” le dije entre asombrado y con algo de miedo.
Lo vi a la cara y tenía el rostro algo descompuesto, parecía estar muy ansioso y sus ojos no podían quedarse quietos, sus pupilas dilatadas decían que pasaba por un momento difícil.
“¿Tenés USD$5 que me prestés?”
“No, no ando, estoy en las lonas” dije, deteniéndome y viéndole sus piernas abiertas
“No seás así… porfa, prestámelos… no he comido…”
“Ando una galletas…”
“No, viejo… no te hagás… necesito algo de feria… porfa, ayúdame”
Entonces entendí que quería decirme, que necesitaba ese dinero para drogas. Lo vi de pies a cabeza y vi lo hermoso que era y sentí una honda pena por él.
“Lo siento, no tengo” y me retiré.
Esa noche no dejé de pensar en David y lo que estaba pasando pero a la vez me excitaba haberlo visto tan cerca en un páramo solo y mi mente comenzó a volar pensando en las cosas que podía haber hecho con él ahí. Tanta fue la impresión que al día siguiente casi a la misma hora pasé por ese lugar esperando encontrarlo ahí, pero no estaba, lo que había eran unas colillas de cigarro y un condón usado tirado por ahí. De regreso a casa me prometí andar dinero siempre en la cartera por “cualquier contingencia” que podía ocurrir y que ocurrió.
Una semana después venía de visitar un amigo y decidí pasar por el dichoso páramo y ahí estaba David, esta vez con un short azul aún más corto.
“Hola viejito” me dijo con tono tranquilo
“Hola”
“¿Tenés $5 que me prestés?”
“Puede ser pero me los vas a devolver?” dije y él guardó silencio
“¿Verdad que no los va a devolver?” continué
David seguía callado. Lo vi de pies a cabeza, esta vez él estaba parado apoyado contra un árbol. Me vio con una mirada un tanto altiva y me dijo
“Te la presto” me dijo tocándose la entrepierna.
Esta vez yo guardé silencio.
Se bajó un poco su short azul y me mostró su brief color blanco. Luego con su mano se apretó el bulto cual “chacal”
“Dame $5 y te dejo me la chupés” dijo con cierto tono de orgullo que me molestó un poco.
“Enseñá tu culo” dije secamente.
Acá dudó y me dijo
“No hago eso”
“¿El qué?”
“Enseñar mi… trasero”
“Pero sucede que yo quiero eso y no quiero sólo verlo… vamos, se que te han cogido acá, no te hagás el mojigato”
Él guardó silencio, comenzó a ver a uno y a otro lado como dudando.
“No me han cogido…”
“Te doy $10 y te disfruto por unos 15 minutos… en 15 minutos podrás ir a comprar más” dije más bien interrumpiéndole.
“Vaya está bien” accedió.
Me le acerqué a él. David bajó la vista avergonzado.
“Tranquilo” le dije con un susurro.
Caía la tarde y comenzaba a estar un poco oscuro.
Lo acerqué con mis brazos y percibí su olor corporal. Su olor a hombre joven. Yo pensaba que él era más alto y corpulento que yo, pero yo era ligeramente más alto y más ancho de hombros. Le toqué sus glúteos y eran más pequeños que los míos. Con una mano en un glúteo puse la otra en un pectoral de él y ví que por sobre la camisa se le miraban más grandes de lo que en realidad eran. Los apreté y eran más suaves que los míos. Le di la vuelta y lo puse de cara frente al árbol. Le comencé a besar el cuello, notaba que a cada beso se le ponía la piel de gallina aunque él sólo cerraba los ojos y aparentaba no disfrutar del momento. En eso le toqué el bulto por encima de la ropa, no tenía erección, pero sentir su pene aguado y sus pequeños huevos me excitó muchísimo. Como decimos acá, le “arrimé” el pene sobre su trasero e hice como si lo estuviera penetrando, al tiempo que le metía las manos por debajo de la camisa mientras le apretaba los pectorales y le besaba el cuello. Él apenas jadeaba pero se dejaba hacer lo que yo quisiera.
No aguanté más y le bajé un poco el short y quedó en calzoncillo. Sus glúteos se marcaban lujuriosamente. Quería jugar con ellos por encima de la ropa pero no pude más y le bajé un poco el calzoncillo. Dos glúteos blancos, redondos y duros aparecieron. Me ensalivé un dedo y se lo metí en el ano. Él resistió pero yo insistí. Finalmente el dedo entró en ese ano estrecho. Se lo metía y sacaba, se lo metía y lo sacaba. David apenas hacía un rictus de incomodidad.
Me apiadé de él y le saqué el dedo, le di vuelta, me agaché y le empecé a mamar el pene, que era de un tono un poco más oscuro que el color de su piel, su pubis apenas tenía rastros de vello color castaño. Ya dentro de mi boca su pene adquirió cierta firmeza y vi que no era muy largo pero tenía un grosor notable. Mientras lo mamaba le tocaba los muslos que eran todo un portento, duros al igual que sus glúteos. Me excitaba el hecho que no tenía nada de vello ni en sus huevos, ni su perineo, ni en los muslos y gemelos.
Le di vuelta y agachado le abrí las nalgas y en la semi oscuridad le pasaba la lengua en el culo hasta que el ano se le dilataba. No esperé más, me ensalivé mi pene moreno y cabezón, me incorporé y sin darle tiempo de reaccionar lo penetré. Él se asustó e inconscientemente contrajo el esfínter, pero la cabeza ya había entrado, por lo que le levanté la pierna derecha con una mano y la puse sobre una piedra cerca del árbol por lo que su ano se dilató un poco pero lo suficiente para que entrara el resto del pene, que empujé con fuerza. Cuando ya había entrado empujé un par de veces más.
Lo empecé a bombear fuerte y sin piedad, lo besaba en la boca y él resistía, le tocaba los pectorales y su pene flácido se movía colgante pero él sólo alcanzaba a decir:
“ya por favor, ya déjame”
Ya en silencio hacía caso omiso y saboreaba esa sensación de dominar a un macho futbolista, dominándolo justo en donde más se cuidaban.
“ya, por favor!”
“callate, que te gusta te rompan el culo”
“no así… me duele… no te la aguanto” dijo entre casi sollozos.
Le di más rápido hasta que terminé dentro de él, casi nunca he eyaculado como lo hice esa vez, sentí que le dejé toda mi leche de mis huevos en su recto.
La saqué rápido. Me subí mi ropa interior y mis jeans. Él quedó inmóvil, agarrado al árbol, se aferraba como si se aferraba a su masculinidad desafiada.
“Acá están $20, por la preñada que te di”
Me vio con cierto rencor y tomó el dinero en silencio.
Me fui a casa, sudado y con su olor rondándome. Él quedó ahí con su hombría entre las piernas.
Al día siguiente pasé por ahí y ya no estaba, luego lo dejé de ver como por un par de meses.
Cierta tarde lo encontré en un pasaje cerca de su casa, se me acercó y me dijo
“Esperá un momento"
Entró a su casa y me entregó un billete de $10.
“El resto te lo doy después” añadió.
“No hace falta, así que quede” le dije “te gustó verdad?”
“Un poco…” dicho esto, se alejó
A partir de ese día pareció haber dejado las drogas, pues las veces que lo vi, lo vi jugando al fútbol como si nada y si nos encontrábamos en la calle, apenas me saludaba.