Esta historia es verdadera y la viví hace cuatro meses. Mi esposa Gabriela recibe una llamada de mi cuñada la cual le platica que se encuentra en una situación complicada, ella es madre soltera desde hace un poco más de cuatro años, y por lo tanto vive sola en otra ciudad diferente a la nuestra sola con sus dos hijos.
Mi cuñada le pide ayuda a mi esposa (son las únicas hermanas) mi esposa al ver la situación no puede decir que no, pero le dice que la espere unos momentos mientras lo comenta conmigo, yo no puedo negarme ya que tengo que ser empatizo con la situación y con Gabriela.
Ella llaga a vivir con nosotros una temporada junto con sus hijos, preparamos la habitación de al lado de nuestro cuarto, confieso que los primeros días no la veía con ojos de lujuria, hasta que después de casi dos semanas ella tenía que lavar su ropa y nosotros teníamos que salir a trabajar, pero por cuestiones del destino en mi trabajo hubo una falla y nos regresaron a todos a descansar, al llegar a casa me encontré con mi cuñada parada sobre una cubera intentado tender su ropa, en calzones cacheteros de color carne, en ese momento mi pene se erecto a full, y ella al notar mi presencia se puso muy roja y se fue a encerrar a su recámara rápidamente.
Mi cuñada y yo manteníamos una relación seria pero de confianza y siempre platicábamos, bromeábamos un poco pero hasta ahí, nunca pasamos ningún límite ni tampoco ella me dio algún tipo de provocación para yo pensar otra cosa. Me gusta entrar al baño siempre después de que ella se baña, ya que en casa dejamos un cesto para la ropa sucia en el baño, puedo sacar sus calzones, y sentir el flujo que deja y el aroma de su vagina aun caliente y masturbarme imaginando que la penetro.
Un día mi cuñada sufrió un tropiezo y torció su tobillo, Gabriela me pidió que le diera un masaje y le pusiera pomada, confieso que nunca había visto sus pies y esta situación me puso muy erecto, ella se recostó en el sillón y le dije que tenía que retirar su calceta, ella se puso muy roja, y me dijo que no tenía otra opción, la retire y pude observar su pie sus dedos y en ese momento sentía ganas de chupar sus patas y lamer su vagina marcada por esas mallas ajustadas que tenía puestas.
Los días pasaron y cada vez me excitaba mas mi cuñada, me excitaba hasta sus axilas con los vellos apenas creciendo de ellas, me gustaba todo de ella y me decidí, sabía que tenía que coger con ella pasara lo que pasara.
Un día por internet encargué unas pastillas de viagra femeninas, ya tenía un plan elaborado en mi cabeza y me ponía muy duro imaginar ese día.
Llegaron las pastillas y justamente ese día Gabriela se tenía que ir a visitar a su mamá y no regresaría hasta la noche, los hijos de mi cuñada estaban con su papá y no regresarían hasta el fin de semana, así que quedamos solos en casa, nos pusimos de acuerdo ella preparó las botanas y yo unos tragos, desbaraté la pastilla y eche el polvo en su bebida, nos sentamos en la sala y ella casi de un solo trago se dispuso a tomarla, empezamos a platicar y le pregunté si tenía mucho sin estar con un hombre, ella me dijo que sí que desde que se separó de su marido nadie no ha metido a nadie en su cama, que últimamente está muy cachonda, ni la más masturbación puede detener a los demonios de querer que la cojan.
Cuñada: escucho mucho como cogen tu y mi hermana por la noche y te confieso que me he tenido que tocar un poco, tengo un consolador en mi cuarto y lo meto dentro de mi sin poner lubricante de lo majada que me pongo.
Le ofrezco un masaje en las piernas para calmar su cansancio ya que noté que la pastilla avía echo efecto, ella al principio se negaba pero empecé a masajear su cuello, hombros y noté su excitación, me pidió unos momentos para poderse poner algo para dejar sus piernas libres para el masaje.
Tardo un poco y salió con un vestido pegado, un poco largo para mi gusto ya que llagaba a su rodilla, le pedí que pasara a bistró cuarto y se recostara boca abajo en la cama ella lo hizo y me dijo que me tomara mi tiempo que se quería relajar, comencé a masajear sus pies sobre sus calcetas, las retiré poco a poco y bese sus pies, ella no decía nada, después puse un poco de crema sobre mis manos y continué deslizando mis manos sobre sus piernas, le pedí que un poco más su vestido y lo dejo de modo que podía mirar sus nalgas y su tanga de color negro de esas de tela de seda.
Comencé a frotar mi pene contra sus pies y mis manos casi tocaban sus nalgas, ella no decía nada, subí su vestido dejando su trasero al descubierto y ella solo gemía, buscaba mi pene con sus pies, le pedí que retirara su vestido para hacer un masaje completo, ella no traía sostén y solo se confió con sus manos para que no la mirara se puso boca abajo y acariciaba su piel y sentía como se retorcía tocaba su cuello y ella gemía.
Me dispuse a decirle que tenía que ponerle boca arriba para continuar con el masaje, le pedí que pusiera una almohada sobre su cara y solo disfrutara, me dejo sus dos grandes chichis de fuera, las agarre y mordí sus pezones, seguí bajando hasta su abdomen y la bese ella solo apretaba la almohada, retire su tanga y ella abrió sus piernas, tenía una vagina grande y peluda (me imagino que todo el vello púbico es por el tiempo sin sexo).
Me dispuse a darle besos en la ingle y sus piernas, notaba su agitación, y como escurría de lo empapada que estaba, roce un poco mi lengua con su clítoris y pegó un grito grande retiró su almohada y me pidió que se la meta, la bese y estiró sus manos dejando sus axilas al descubierto, las chupe y el olor me prendió aún más, baje a su vagina y la empecé a chupar cuando sentí que se vendría le metí tres dedos dentro y comencé a sacarlos y a meterlos rápido.
Ella terminó con una gran explosión de sus jugos, me dejo la cara empapada, me saque el miembro le dije que se pusiera en cuatro, le escupí el culo y la cacheteé, labi desde su vagina hasta su año por varias ocasiones y sus famosos eran más fuertes, la penetre sin condón, la embestí duro la puse como quise y cuando sentí que ya no podía mas ella me dijo que terminara dentro, me vacíe dentro de ella, chupe nuevamente sus axilas y sus patas, el sexo continuo durante toda la tarde.
Después de esa tarde de arrabalerismo ella me dijo que no sabe que le sucedió que no es así, me pidió disculpas y me dijo que no le contaría nada a Gabriela y que en esa misma semana dejaría la casa, así fue como sucedió, y hasta la fecha la sigo recordando.