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Cuando la calentura aprieta (11)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

El verano se fue y con ansia esperaba a que Migue empezara la universidad. Los días no querían pasar, mi ansia de placer, los hacía eternos. Seguía teniendo contacto con él. Pese a que el tenia las mismas ganas que yo, era difícil ya que las primeras semanas para un universitario son difíciles, acostumbrarse a horarios, clases, residencia, etc.

Una tarde ya en el mes de octubre, nos encontrábamos escribiendo mensajes por whatsapp, en uno de ellos me dijo que estaba deseando volver a verme, a lo que conteste que yo estaba igual. Me dijo que si le gustaría que cuando nos viéramos hiciéramos un juego, yo le conteste que cual era ese juego. Me explicó que le gustaría que en nuestro encuentro yo hiciera todo lo que él me mandase, eso sí sin nada raro y que si había algo que me disgustaba no lo hiciera. En ese momento el sentirme dominada por un niñato me dio un morbazo. Le conteste diciendo que sí, que me gustaría probar. Terminó prometiéndome que buscaría la manera de que no tardáramos mucho en vernos.

Y así fue, una semana más tarde me escribió, me dijo que el viernes por la mañana podíamos quedar, pero que tenía que ser en mi casa. Le contesté que no había problema.

Ni que decir que los días que faltaban hasta el viernes fueron un suplicio para mí. Yo creo que me pone más cachonda el antes de ser infiel que el acto en sí. El saber que cierto día vas a tener sexo con alguien que no es tu esposo a mi me vuelven loca, de tal manera que incluso he llegado a masturbarme 2 o 3 veces al día solo de pensarlo.

La tarde anterior me escribió y quedamos a una hora después de dejar a mis hijos en el colegio. Me pidió que llevara un vestido largo sin nada debajo.

Y así lo hice, tras venir del colegio, me cambié y me puse un vestido largo de noche sin nada debajo.

Cuando él llego, entramos y nos fuimos al salón. Nos sentamos y tras besarnos un poquito y darnos unos pocos arrumacos, él empezó a darme órdenes.

Lo primero era que me quitara el vestido y me quedara delante de él desnuda. Me lo quité delante de él, quedándome sin nada. Él me miraba, mientras se tocaba su bulto por encima del pantalón, solo me miraba.

Se levantó y se puso delante de mí, "ahora ponte de rodillas", me ordenó. Me puse y me dijo que lo mirara y así lo hice. "¿Te gusta que te tenga así, zorra?", escuchar aquello me estaba excitando muchísimo, sentía mi respiración acelerada y como mi coño se humedecida y calentaba. Si, le conteste. "¿Quieres mi polla?", Si la quiero, le dije mientras no paraba de mirarlo.

Me dijo que la fuera sacando despacio. Le abrí el pantalón y se lo bajé, su pene salió en todo su esplendor. Se veía que él también estaba muy excitado ya que la tenía durísima. "Muy bien empieza a chuparla puta", así lo hice me emplee con ella, el sentir esa carne caliente en mi boca, a la vez que me estaba sintiendo utilizado por un chico de 18 me estaba poniendo malísima.

Él me ordenó que no dejara de mirarle mientras se la chupaba. Me aparto las manos de él y agarrándome la cabeza empezó a llevar el ritmo de la felación, cada vez me movía la cabeza más fuerte, su polla me daba en la garganta, las arcadas acudían a mi boca y las lágrimas se me saltaban, pero no quería parar. De pronto me paró y se quedó quieto, note su leche salir, al tenerme en esa posición no pude sacarla y me llenó la boca de ella, sentía como bajaba por mi garganta. Tras dejarla un rato para que escupiera todo el semen, la saco y cerrándome la boca me dijo que me la tragara. Yo claramente obedecí.

Tras levantarse se subió los pantalones y me dijo que me vistiera. Aquello me tenía descolocada, pero mi excitación hacia que no rechazara ninguna orden. Me puse otra vez el vestido. Me dijo que si podíamos tomar un café. Yo me quede un poco a cuadros, ya que pensé que me iba a quedar con el calentón que tenía en ese momento. Mientras nos lo tomábamos me dijo que si le había gustado mi desayuno. Yo le dije que sí, pero que esperaba que hubiera más. Él me dijo que estuviera tranquila que no habíamos acabado.

Tras terminar el café me dijo que me cambiara y me pusiera el bikini que tenía la primera vez que habíamos follado. Subí a mi habitación y me lo puse, al bajar, él estaba completamente desnudo sentado en el sofá. Su polla aunque estaba flácida, tenía buen tamaño. Nuevamente me dijo que me pusiera delante de él quieta. Mientras yo estaba de pie delante de él, comenzó a masturbarse mirándome. Joder me estaba costando mucho, el no poder tocarme yo o tocarle a él. Aquello me excita de sobremanera.

Cuando su polla ya estaba para volver al ataque, me ordeno que me quitara el bikini y me tumbara en el sofá bien abierta de piernas. Al tumbarme me dijo que empezara a tocarme, así lo hice. "Quiero que te toques hasta que te corras", sin decir nada más y mientras él se la meneaba muy lentamente, yo empecé mi masturbación. No tarde muchos minutos en llegar a correrme. Cuando termine de disfrutar ese orgasmo.

Me pidió que me cogiera las piernas y las alzara. Se puso un condón se situó en el sofá y sin miramientos ningunos me penetro de un golpe. Igual que la primera vez fue algo bestial, era un ritmo fuerte sin bajar. Mientras seguía dándome fuerte no paraba de repetir lo puta y zorra que era. Cosa que hizo que me corriera bastante rápido. De repente saco su polla y me dijo que le quitara el condón, lo hice y me pidió que los masturbara, su leche lleno todo mi pecho y mi vientre.

Tras correrse, me ordeno que sin limpiarme fuera y me pusiera otra vez el vestido. Yo como una niña tonta, así lo hice. Al bajar, el seguía desnudo, pero con su polla flácida. Algo normal tras haberse corrido ya dos veces. Yo no me esperaba más, claro está. Me senté junto a él y le pregunte que como es que se había corrido tan rápido esta vez, ya que la primera vez me duro más de una hora. El me contesto riéndose que la primera vez había follado con una chica la noche anterior, por lo cual aguantaba más y que desde que follo conmigo no había tenido sexo con ninguna chica, por lo cual según él estaba con los huevos llenos.

De repente me pregunto que si me habían follado ya el culo, yo le dije que no. Pero si le dije que me había masturbado por mi ano. Me dijo que me lo quería follar. Yo claro esta después de tanto tiempo queriendo probarlo le dije que sí, pero que tuviera cuidado. Me dijo que me quitara nuevamente el vestido. Y nuevamente me puse otra vez desnuda delante de él. Pero esta vez su leche secándose adornaba todo mi torso. Me dijo que me pusiera a cuatro patas contra el respaldo del sofá. Él se acomodó detrás de mí y sentí su lengua jugar con mi agujerito.

De repente mi ano empezó a calentarse al sentir su lengua jugando con él. No paraba de salivar mi culo. Metió un dedo, que entro dulcemente, haciendo escapar un gemido de placer por mi parte. Tras estar un ratito jugando con él, lo saco y siguió lamiendo, luego probo con dos, al principio resistió un poco pero luego entraban y salían muy bien. Repitió la operación y consiguió meter tres dedos a la vez. Una vez conseguido estuvo un buen rato metiéndolos y sacándolos.

Y a mi cada vez me daba más placer. Escuche como se escupía en su polla y note como se la meneaba lubricándola bien. Apontoco su capullo contra mi ano y poco a poco la fue metiendo, cuando me dolía la sacaba, le escupía y la volvía a meter, pocas repeticiones después, entraba y salía sin problemas. Fue subiendo el ritmo hasta que volvió a lo que me tenía acostumbrada. No sé cómo describirlo, era un placer nuevo, ni mejor ni peor que cuando te follan el coño, era diferente. Lo que yo creía era que solamente era placer, pero de pronto note que me venía un orgasmo, no era como el vaginal, era como una explosión dentro de mí, como si mi cuerpo por dentro quisiera darse la vuelta.

De repente sentí la maravillosa sensación de correrse por el culo. Gritaba y gemía mientras me corría, el de pronto empezó a gemir más fuerte. Al correrme yo mi esfínter se contrajo y eso hizo que él se corriera también. Me estaba corriendo a la vez que Migue me llenaba mi culo de leche. Tras dejar su polla dentro de mí y sentir esas pequeñas sacudidas mientras echa hasta la última gota de leche. Volví a mi, como si hubiera tenido un viaje astral.

Él me dijo que ya no podía, algo natural tras las corridas que había tenido.

Le dije que nos ducháramos juntos, así lo hicimos mientras nos comíamos a besos.

Tras la ducha, se vistió y nos despedimos, hasta la próxima vez.

Ya que la próxima, él sería mi juguete.

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