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Cuando la calentura aprieta (01)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Lo primero es la presentación, me llamo Rosa, a día de hoy tengo 47 años, soy rubia, 1,69 de altura, 56 kg de peso y medidas son 80-65-90. Así espero que por lo menos os hagáis una idea de cómo soy.

Siempre he sido una mujer de un solo hombre, mi primera vez fue con mi marido, siendo novios, y las relaciones sexuales han sido digamos un poco monótonas.

Pero no sé qué me pasó, a partir de cumplir los 40 el sexo empezó a llamarme más la atención, siempre he sido un poco mojigata, por lo cual me resultaba extraño que al llegar a la cuarentena, las calores internas fueran en aumento.

Empecé a ver pornografía por internet, a masturbarme, yo que nunca me había tocado en la vida, cada día me apetecía más y mi marido es de polvo semanal, clásico y si no está demasiado cansado.

Aunque cada vez estaba más cachonda y caliente, nunca se me paso por la cabeza engañar a mi esposo.

Un sábado por la noche, salí con unas amigas a celebrar el cumpleaños de una de ellas, cenita y unas copas en un bar y para casa. Pero la cosa no fue como yo esperaba. Tras la cena una de ellas dijo de ir a una discoteca al aire libre, que estaba de moda. Todas aceptemos a ir.

Estaba siendo una noche muy agradable, temperatura muy buena, risas y bromas con ellas, las copas entraban muy bien. De pronto unos chicos se acercaron a nosotras y empezaron a hablar con alguna de mis amigas, no tendrían ni 20 años. Poco a poco cogieron confianza mis amigas les vacilaban y ellos seguían intentando ligarlas. Uno de ellos se pegó a mí, se presentó se llamaba Sergio y tenía 19 años, estudiante, pero no me acuerdo de que me dijo.

No sé si fue por las copas o por el calentón que os explique antes, la cosa es que me ponía muchísimo que ese chico intentara ligar conmigo. No me atrevía a insinuarme para nada, ya que me encontraba rodeada de mis amigas, pero una de ellas me di cuenta que desapareció con uno de esos chicos.

Aunque estábamos al aire libre, en esa discoteca estaba prohibido fumar, por lo cual Sergio me invito a salir al aparcamiento a fumar un cigarro. Acepte la invitación.

Salimos y nos dirigimos a donde tenía aparcado su coche, bastante retirado de la entrada principal. Al llegar me ofreció un cigarrillo, que acepte, solo fumo en ocasiones y aquella noche me apetecía.

Mientras fumábamos, empezó a decirme que le gustaba, que le ponía mucho y que era toda una MILF, término que hacía poco tiempo que yo conocía. Aquello en vez de ruborizarme lo que me daba era mucho morbo. Que un joven me viera a mi edad todavía apetecible me ponía muy caliente.

Terminemos el cigarro y cuando iba a dirigirme hacia la entrada me agarro por la brazo me atrajo hacia él y empezó a besarme, yo me deje llevar y recibí su lengua dentro y empecé a jugar también con ello. Me apoyo contra el coche y siguió besándome, mientras su mano se metía por debajo de mi vestido, apartaba las bragas y empezaba a jugar con mi coño que ya de por si se encontraba bastante húmedo.

Se escaparon de mi cabeza todos los pensamientos que me decían que lo que hacía no estaba bien y solo pensaba en apagar ese fuego que me corría por dentro.

Mientras él seguía besándome y masturbándome con su mano, aproveche para abrirle el pantalón y sacar su polla, me encanto sentir entre mi mano, aquella polla que estaba durísima, aunque no es que fuera un pollon descomunal, era la segunda que tocaba en toda mi vida, por lo cual no podía comparar mucho, pero me encanto su dureza.

Sergio paro y dijo de entrar en el coche para que no nos vieran, accedí y entremos, me tumbo en el asiento de atrás y se abalanzo a comerme el coño, algo que me encantaba y mi marido no me hacía salvo en alguna ocasión que se lo pidiera yo insistentemente. Estuvo jugando con su lengua hasta que me corrí de una manera bestial. Hacía años que no había tenido un orgasmo tan bestia como aquel. Se sentó y saco un preservativo y se lo puso yo automáticamente me subí encima de él y guie su polla hasta dentro de mí. Empecé una cabalgada gloriosa, sentía la dureza de su miembro dentro de mí y eso hacía que el segundo orgasmo llegara casi de seguida. Al poco el empezó a gemir más fuerte y sentí como su leche salía, llenando el condón. Nos quedemos un rato exhaustos por el placer y el calor que hacía dentro del coche.

Salimos y cuando nos dirigimos a la discoteca, mis amigas seguían tonteando con los amigos de Sergio y ninguna se percató de lo que había pasado, y si lo hizo no me dijo nada.

Tras seguir un rato dijeron de irnos y nos fuimos con un simple beso en la mejilla y ya nunca más volví a ver a Sergio.

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