Esta es una breve reflexión sobre la infidelidad femenina. Para aquellos que disfrutan del tema, espero sea una lectura que disfruten. Si pone nervioso a otros, al menos los ayudará a entender una gran verdad.
Cuando ella es infiel, no pasa igual que con los hombres. Ella no busca satisfacer sus deseos sexuales a toda costa cuando la oportunidad se presenta. Ella no tiene la necesidad de ser complacida más allá de lo que su pareja puede ofrecer. En realidad, es mucho más profundo.
Cada momento, cada interacción con el hombre que finalmente la lleva a la cama, es un paso de gran importancia en su “caída” a la infidelidad. Desde el momento en que lo conoce, la forma en que ella detecta inconscientemente el valor de ese hombre. Su sonrisa, sus voz, su mirada, la forma en que toma su mano para presentarse, su aroma… eso deja una huella natural en su mente que es difícil de borrar, sin importar nada.
Las conversaciones que tiene con él, son cada vez más y más profundas. La llevan a lugares en los que nunca había estado; él la invita a imaginar, a soñar, a pensar en lo imposible. Él la hace reír, la hace sentir tan libre de todo problema, solo puede concentrarse en el momento de estar con él, y nada, ni su pareja puede pasar por su mente. Todo sin que ella se dé cuenta.
Cuando él la toca, la hace sentir única. Esos simples e inocentes toqueteos en su hombro, en su espalda, su cintura. Cuando toca su mano mientras conversan. Cuando se acerca a saludarla y besa su mejilla con delicadeza. Sin saberlo, ella comienza a acercarse más y más a él, a un nivel no solo físico, sino mental y sentimental. La cercanía de él, como hombre, se vuelve natural para ella, y se siente segura… feliz.
Poco a poco, estar con él no causa en ella sentimiento diferente al de estar con su novio, y ella no lo puede explicar. Es aquí cuando comienza el deseo en ella; cuando lo único que falta para sentir lo mismo que en su relación, es el amor consumarse con él. Para este momento, él sabe que puede avanzar y seducirla más y más, llevarla lentamente al punto donde no habrá marcha atrás.
Sus toqueteos se vuelven más atrevidos. Ella se vuelve más coqueta con él. Sus interacciones son más emocionantes cada vez. Ella comienza a sentir escalofríos cuando lo saluda, cuando él la abraza. Se siente nerviosa cuando lo mira. Para este punto, ella esta lista y abierta a sentir sus labios en los suyos. Cuando él la besa, en su mente todo cobra sentido; todo lo que ha sentido hasta el momento de pronto tiene su razón de ser. Ella confirma que está enamorada de él, y ese beso es el más dulce que haya recibido. Ahora ella lo mira con amor, con los ojitos más dulces, y haría lo que fuera por él…
Él está listo para terminar lo que empezó. La va a seducir hasta llevarla a su límite. Interesante es que él no tiene que hacer nada más que causar un deseo tan insoportable en ella, que ella misma dé el paso. Este es el momento más intenso de toda la interacción, cuando es ella la que se entrega, sin presiones, sin ataduras, sin ninguna duda.
Entregarle su cuerpo a otro hombre es solo la consecuencia de haberle dado su corazón también. Ella se siente llena de amor por él, y ahora necesita sentir su cuerpo lleno de él. Cuando el descubre su cuerpo, es el gran regalo que ella le ofrece. Ella no desea más que ser suya, pertenecerle al hombre que robó su corazón. Ser poseída por él.
Él comienza a poseerla desde el momento en que desliza el tirante de su vestido. Desde el instante en que libera sus senos, mientras la besa delicadamente. Cuando sus manos se llenan de sus dos hermosos obsequios femeninos, cuando los acaricia, juega con ellos, los jala. Cuando los humedece con su lengua, cuando los chupa y los lame suavemente. Su primer gemido, tan suave, es el quizás el más especial de todos. Es el signo claro de una mujer que se ofrece a sí misma para su hombre.
Cuando él la desnuda, la mira con deseo, la hace sentir su corazón explotar. La forma en que ella lo besa con pasión se encima en él. La humedad de su vagina que pide a gritos la deliciosa visita de su virilidad. Sus manos obedecen a su cuerpo y se posan sobre su miembro. Para ella no hay un pene más hermoso y atractivo que el del hombre del que está enamorada. Lo acaricia, se asegura de sentirlo, conocerlo. Se vuelve tan cariñosa con él, no que puede más que llenarlo de besos, saborearlo con su lengua, y degustarlo dentro de boca, embriagándose de su sabor. Para él es una vista increíble; la bella chica que conoció hace tan solo unas semanas, desnuda y disfrutando de su falo.
Finalmente, la consumación de su amor llega. ¿Realmente está siendo infiel? Para este punto, ella ya no le pertenece a su novio, le pertenece a él. Ella dejo su relación desde tiempo atrás, desde que dejó que otro entrara en su mente y su corazón, y recibir su gran pene dentro de ella es solo la consecuencia natural, que ocurriría tarde o temprano. Cada embestida, lenta pero firme, la vuelve loca, y sobre todo, la vuelve más suya. Los besos que recibe de él mientras le hace el amor son mil veces más deliciosos.
Sus caricias sobre sus senos son mucho más intensas. Los toqueteos se convirtieron en caricias, las risas se volvieron gemidos, los besos en penetraciones. No hay nada más hermoso y erótico, que una mujer entregándose a un nuevo amor. La sensación de sentirse seducida, conquistada… arrebatada de su novio, es inigualable. Nunca se sentiría más mujer que mientras otro hombre la hace suya en la cama. Alcanza su máxima feminidad al encontrarse en celo con él, con otro, mientras su novio la pierde, sin siquiera saberlo.
Finalmente, en la cúspide de su amor y placer, el termina en su interior, llenando su cremosa vagina con su semen caliente. Sentir su esperma llenándolo la hace sentir plena, amada, segura. Sabe que acaba de dar todo su amor a ese hombre, y recibió el mayor de los regalos; su semilla. Una mujer infiel, siempre está lista para ser preñada por su amante. Es más bien un accidente que no se embarace.
Todo termina con ella durmiendo en brazos de él, su nuevo hombre. Sin importar lo que pase al día siguiente, ni lo que pase con su novio, ella sabe que se entregó por amor y disfrutó como nunca. Recibió el regalo de sentirse más mujer que nunca antes y nunca jamás, y ahora duerme sonriente, compartiendo el calor de su cuerpo desnudo con el de él, y con la leche tibia aun goteando de su vagina. Toda mujer debería experimentar este calor, el calor de ser infiel, de perderse ante otro hombre y entregarse sin mirar atrás.
Si se piensa bien, es por esto que películas como “Titanic” o “Diario de una pasión” son tan atractivas para las mujeres. No hay mayor sueño sexual femenino que el sentirse conquistadas por otro hombre, sentir que son el premio que otro logro arrebatarle a su competencia, más aún cuando ella ya le pertenecía a su pareja.
Espero hayan disfrutado, y sus comentarios son siempre muy bien recibidos.
Me encanta que tus relatos lleva justo a eso. El amor entre la mujer y el amante. Este tipo de relatos te hace diferente a los demás y es lo que engancha. Espero que pronto podamos leerte de nuevo.
Una excelente reflexión y bien escrito como tus 4 relatos anteriores.
Un ruego no dejes a tus lectores sin el quinto día de la historia anterior el seductor es bueno finalizar las historias.
Hola saludos.
Me gustó mucho la istoria y eso es muy cierto.