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Cuando digo ¡puta! te hablo a ti
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Llevo más de 5 años viviendo en una casa nada fuera de lo normal. Afortunadamente no tenía vecinos a los lados por lo que gozaba de mucha privacidad, lo cual me permitía sacar a Mildred, la mujer que deseo ser. Esta fortuna acabó pronto, pues unos vecinos invitaron a sus amigos a vivir en nuestra privada, y la casa elegida fue la de al lado.

Era una pareja joven con 2 hijos, el chico algo atractivo, pero eso si varonil. La chica tenía un culote que más que admirar lo envidiaba. Seguro que a una mujer le resulta incómodo tener semejante culo en diversas situaciones, no se diga al andar por la calle pues sabes que todo hombre te estará mirando la cola. Pero eso es justamente lo que yo desearía vivir.

Normalmente estoy solo en casa, trabajo como independiente así que me puedo permitir vivir prácticamente sin salir de casa. Soy casado, pero puedo ser Mildred a escondidas. Cuando estoy sola Mildred se encarga de la casa, me gusta mucho hacer las labores domésticas, más incluso que las que tienen que hacer los hombres como reparaciones del hogar.

Cuando me pongo mi faldita, tacones y peluca, soy toda una sirvienta doméstica.

Un día después de haber lavado la ropa, yo estaba como Mildred y comenzó a llover temprano, acostumbrada a estar sola, salí rápidamente para meter la ropa, cuando me percaté escuché el ruido de la ventana de mi vecino cerrándose de golpe. Me espanté tiré la ropa y me metí corriendo a la casa.

Me quedé super nerviosa preguntándome si me había visto, si había sido el muchacho, la chica o alguno de sus hijos en el mejor de los casos ya que apenas eran unos niños. Me cambié por si acaso y seguí con mi día normal.

Pasaron unas semanas y nada ocurrió, así que se me olvidó el incidente y seguí mi vida normal. cuando fantaseo ser Mildred suelo darme placer con algún juguetito que tengo, me encanta montarlo y poner videos xxx en donde el macho le dice de cosas a la chica que se está cogiendo, entonces con audífonos suelo imaginar que soy la chica y le respondo a ese macho entre gemidos.

He de decir que soy un poquito escandalosa cuando gimo, me gusta imaginar que soy dominada y humillada sexualmente, por lo que dentro de mis fantasías siempre están las frases, me encanta tu verga papi, quiero ser tu perra, me encanta que me metas la verga, cógete a tu puta, si quiero tu semen, lo quiero en la boca y todo entre ricos gemidos que ya me han dicho que suenan delicioso para los oídos varoniles.

Bueno pues un día que justamente me estaba dando placer, al poco rato de haber llegado al orgasmo anal que me hizo gritar como loca: ¡Hazme tu puta por favor! me encontraba tumbada en la cama aún con el juguetito dentro y descansando después de tanto placer, cuando de pronto escucho el timbre de la casa. Rápidamente me incorporo y me asomo por la ventana de arriba tras ponerme una playera rápidamente. Era mi vecino nuevo, con el cual ya había cruzado un par de palabras, pero solo el saludo normal.

-Préstame algo de herramienta, me dijo.

-Si ya bajo, respondí.

Rápidamente me cambié y dejé toda mi ropa en la cama. Al salir el vecino me dijo creo que te agarré ocupada, no me di cuenta de que usó un término femenino hasta después, pero respondí rápidamente que no hacía nada importante. Me dijo que herramienta quería no sin antes preguntarme ¿Estás con alguien? A lo que respondí no, estoy solo. Dicho esto, se rio y me dijo eres una ¡Puta! acentuando de una manera tan… humillante esta palabra que me quedé sin saber que decir, pero mi cara no pudo ocultarlo y me sonrojé demasiado. No dijo nada más y me dijo luego te traigo tus herramientas mientras ya caminaba lejos de mi puerta.

Al siguiente día tocó lavar la ropa, así que lo hice, pero no tenía ganas de ser Mildred por lo que solo vestía normal. cuando la tendía escuché una voz que gritaba desde la ventana que aquella vez se cerró bruscamente: ¡Puta! Por instinto de escuchar un ruido extraño es que volteé, crucé miradas con él, se rio y cerró su ventana. Me sentí muy extraña, por un lado me sentía enojada, pero al mismo tiempo excitada y confirmé que algo sabía, no sé si me había escuchado gemir, si me había visto vestida o ambas pero algo sabía.

Días después salí a la tienda y al abrir la puerta de la privada nos cruzamos.

-Buenas tardes -Dije amablemente.

-¡Puta! -escuché que dijo.

No giré ni respondí, simplemente seguí mi camino.

La siguiente vez que me vio, iba a la tlapalería a comprar algo, se puso frente a mí y me dijo directamente en un tono agresivo, humillante, pero a la vez bajo: ¡Puta!

Agaché la cabeza y lo rodeé intentando evadir la agresión. Pero me tomó del brazo de esa forma en la que toman a las mujeres cuando relatan historias de acoso y me jaló, de nuevo frente a él me dijo así me gusta, agachadas, sumisas y de nuevo esa maldita palabra ¡Puta! con su tono despectivo, cuando digo ¡Puta! te estoy hablando a ti. Mírame me ordenó, alcé los ojos más no mucho la cabeza hasta que vi sus ojos profundos y dominantes. ¡Eso!, me dijo soltándome del brazo y diciendo ya te voy a regresar tu herramienta mientras ya daba un par de pasos alejándose de mí.

Quédatela, le alcancé a gritar por la distancia que ya llevaba recorrida. Se detuvo en seco, se dio la vuelta y caminó hacia mí en una forma que sentí que me iba a golpear, se acercó mucho a mi cara, yo agaché la mirada y me dijo: te la voy a regresar y punto.

Cada quién siguió su camino y yo toda nerviosa, humillada, temblando continué con lo mío.

Como en toda privada, existe un grupo de WhatsApp donde se hablan cosas vecinales, no era difícil obtener mi número siendo parte de los que viven ahí, así que no fue para nada una sorpresa encontrarme con un mensaje en mi celular una tarde de jueves.

¡Puta! (obvio que no podía iniciar un mensaje suyo de otra forma). Mañana, cuando te quedes sola te voy a regresar tu herramienta, quiero que me invites una cerveza, necesito platicar contigo. Iré a las 9 en punto de la mañana y quiero ver a la ¡Puta! (así lo seguía escribiendo) que vi desde la ventana hace unas semanas. Es una orden. No respondí el mensaje, pero dejé el visto claro.

Sentí que explotaba por dentro, me puse nerviosa a mil, este hombre ya conocía mi rutina y sabía cuando me quedaba sola, además lo confirmaba, me había visto desde la ventana aquella vez, siempre fue él y por eso me llamaba… de esa forma.

Al día siguiente no sabía que hacer, estaba super nerviosa, no pude dormir bien, apenas me quedé sola, tenía un par de horas para que fueran las 9. Contemplé a posibilidad de enfrentarlo y pedirle de favor que me dejara en paz, cuando yo sola me reí. Pedirle de favor dije sonriendo, a quién engaño, mi actitud es totalmente sumisa y pedirle un favor lo demostraría. Yo no tomo así que no tengo cerveza en mi casa, tuve que salir al Oxxo y comprar un six, no sabía de cual le gustaba así que simplemente tomé un six y me dije: Le estoy comprando cerveza al hombre que me llama ¡Puta! Auch, dije sintiéndome humillada por el acto.

Cuando me di cuenta me encontraba maquillándome frente al espejo, ya en falda, cachetero, tacones, blusa. Bajé a la sala como a las 8:45 estaba temblando de nervios, me veía muy linda según yo, con una faldita que apenas me cubría las nalgas, unos tacones de 15 cm sin plataforma que me ponían de puntitas, peluca negra, larga, lacia y perfume femenino que había tomado prestado.

Fueron los 15 minutos más largos de mi vida, no paraba de temblar y tenía la esperanza de que no llegara y todo quedara así, pero justo cuando dieron las 9 escuché como su puerta se cerraba, en mi sala mis ventanas tienen una película que hace que pueda entrar la luz del sol y no se logra ver hacia adentro, pero si para afuera. Así que me resultó fácil verlo caminar hacia mi puerta, antes de girar en mi casa se detuvo y miró a los alrededores, quería privacidad imaginé, lo cual me dio cierto alivio. Al ver que no venía nadie, giró y se quedó viendo a la ventana fijamente.

Él lo sabía, sabía que lo estaba mirando y no dejaba de mirarme desde afuera como si pudiera verme a mí también aunque era imposible. Sin palabra alguna entendí lo que quería, así que con todo mi cuerpo temblando abrí la puerta, escuché sus pasos rápidos y sin más se metió rápidamente en mi casa y cerró la puerta.

No sabía que hacer, estaba ahí dentro de mi casa y yo vestida como mujer ¿Qué estoy haciendo? No debí haberme vestido así, pero ya era tarde. Apenas cerró la puerta se giró y me vio, mientras yo agachaba la mirada toda nerviosa.

A guevo, sabía que eras una ¡Puta! y me alegra que fueras obediente eso facilita mucho las cosas.

¿Las cosas, qué cosas, qué quiere hacerme?

¿Es que soy ingenua o qué? Quiere usarme como mujer

Dejó rápidamente la herramienta en el piso y se sentó en el sillón con las piernas abiertas. Mírame ¡Puta! Ya me lo había dicho muchas veces, pero ahora vestida como Mildred se sentía muy distinto, en verdad me sentía una frente a él vestida así. Lo miré, me costó mucho trabajo sostener su mirada, pero lo hice.

¡Date una vuelta ¡Puta!

Lo más femenina que pude y con mis piernas temblando de nervios me di la vuelta, nunca en mi vida había hecho eso, un hombre estaba mirándome lujuriosamente mientras yo estaba vestida de chica, mi excitación era a mil, aunque curiosamente mi después bautizado como clítoris no reflejaba esa excitación y permanecía dormido, eso si chorreando mucho, supongo que por mis nervios no conseguía una erección, lo cual agradecía en ese momento, estando en el rol de Mildred no quería tener erecciones, quería ser una mujer y sentirme como tal.

Al terminar mi giro, lo volví a ver a la cara, él sonreía y dijo con una voz que me puso aún más nerviosa (y yo que pensé que más no se podía) ¿Dónde está mi cerveza? ¡Perra!

Abrí los ojos con sorpresa, la había olvidado sacar, así que rápido fui al refrigerador y saqué una cerveza, mientras mis tacones regresaban cerveza en mano me di cuenta de que me había llamado ¡Perra! con el mismo tono despectivo con el que me dice de la otra forma.

Le extendí la cerveza, me miró y me ordenó: ¡Ábrela pendeja! Lo hice con torpeza, y se la volví a extender, esta vez se levantó, se abrió el pantalón se lo bajó con todo y bóxer y agarrando su verga ya durísima me dijo: Mira ¡Puta! ¿Esto es lo que deseas verdad? Se la agitó con la mano, involuntariamente se la miré y tragué saliva nerviosa. No era una verga gigante, era normal, pero se veía tan dura que hasta sus venas se marcaban y su glande parecía que explotaba, yo digo que unos 18cm si tenía mi vecino.

Me tomó la cerveza, agarrándome desprevenida porque mi mirada estaba en su verga y se sentó de nuevo con las piernas abiertas, cuando me retiró la cerveza de la mano, di un micro salto que me regresó a la realidad y lo miré nuevamente, él no me dijo nada, solo señalaba su verga mientras sostenía la cerveza con la otra mano.

Entendí el mensaje, quería que me pusiera de rodillas y atendiera su verga. Aún temblorosa me arrodillé, mis piernas me traicionaron, pues más rápido de lo que imaginé ya estaba frente a su verga dura, me puse super nerviosa y lo miré a los ojos. Besa mi verga me ordenó.

Lo hice

¡Besa mis huevos!

Lo hice

¡Puta! me dijo con su característico tono. No supe que hacer y solo lo miré. Sin darme cuenta que tan rápido se movió me soltó tremenda cachetada que hasta una lagrimita me sacó, responde pendeja, ya te dije que cuando digo ¡Puta! te estoy hablando a ti. ¡Puta!

Mande, dije con la voz entrecortada y casi queriendo llorar

Soltó una carcajada al verme que quería llorar y dijo: No jodas esto va a esta bien chingón. Se tomó toda la cerveza de jalón y me dijo quiero otra, porque compraste más de una ¿Verdad ¡Puta! ? Si, respondí y fui rápido al refrigerador por otra cerveza esperando que 6 fueran suficientes y no me regañaran por no pensar en comprar más. Regresé, la abrí y se la di. Entonces se me quedó viendo.

Nerviosa me pregunté ¿Qué hice ahora, que hice mal, que tengo que hacer? Vi su verga dura con una gota preseminal en la cabeza y entendí. Tengo que regresar a donde estaba. Así que me puse de rodillas y besé su verga y sus huevos sin que me lo dijera. ¡Eso Puta! ya vas entendiendo cual es tu lugar, ahora dame unas mamadas.

Por primera vez en mi vida, metí una verga real en mi boca, era riquísimo, me llenaba la boca, no la podía cerrar, su sabor era indescriptible, pero me gustaba y más allá de eso, me sentía humillada por el hecho de vestir así y estar mamando la verga de un hombre, de uno de verdad, no mis juguetitos o cosas random que usaba con imaginación, era una verga real la que estaba en mi boca.

Sentí su mano en mi cabeza, que hacía presión para que me la metiera más adentro hasta que tuve sus huevos en mi barbilla y su pelvis en mi nariz. Arriba y abajo estaba yo mientras escuchaba como se tomaba la cerveza que le había ido a comprar como su puta, y que le había traído, abierto y ofrecido antes de besarle los huevos, todo de manera voluntaria, que humillación sentía.

De pronto me dijo mira voltea ¡Puta! lo había olvidado por completo, la ventana permite ver hacia afuera y ahí iba pasando otro de nuestros vecinos, totalmente ignorante de lo que pasaba ahí dentro, pero la sensación de verlo desde la posición en la que estaba me provocaba sentirme nerviosa y humillada, y él lo sabía por eso me había hecho voltear. En eso noto que se para bruscamente, se cae la lata de cerveza ya vacía al suelo y me mete la verga en la boca, me toma de la cabeza y comienza a cogerme por la boca con mucha fuerza.

Mis manos se sostienen en sus muslos, tratan de empujar para que no me ahogué, pero no puedo, él me jala con más fuerza y me empuja una y otra vez su verga extremadamente dura en mi garganta provocándome ruidos que nunca había hecho. Me toma de la cabeza y me deja su verga toda dentro de mi boca, apenas puedo respirar por la cercanía de su pelvis contra mi nariz y lo incómodo que resulta hacerlo con su verga dura dentro de mi boca y escucho que dice: Esto es lo que quieres ¿verdad? Te escuché gritar ese día, a guevo que eras tú, seguro te estabas metiendo cosas en la cola y por eso gemías como ¡Puta!

Así que no solo me vio sino que también me escuchó, pero que descuidada fui y ahora pago las consecuencias.

Me la sacó e un jalón de mi boca, mientras tosía y me secaba la baba que me escurría, me tomó de la mano, luego del brazo tal como aquella vez y me hizo caminar rodeando el sillón hasta que quedé frente al descansa brazos y frente a la ventana, el ruido de mis tacones con pasos chiquitos y apresurados me encantó, entonces con fuerza me empujó y me empinó. Mi falda cedió al instante y dejó al aire mi culo, me metió una nalgada que de acordarme me vuelve a doler y evidentemente un grito salió de mi involuntariamente.

Que rico culo dijo mientras me bajaba el cachetero hasta los muslos y me abría las nalgas. ¿Cómo podía decir esto alguien que tenía como esposa a una mujer con un culo que yo envidiaba?

Me metió los dedos en la boca, no me lo esperaba, los sacó rápido y me metió su dedo mayor en mi colita, auchh dije. Párate ¡Puta! Me incorporé como pude, con su mano que no me sacaba el dedo de adentro y me empujó con esa mano al frente haciéndome caminar, me paseó por toda la sala, llegando al comedor y de regreso todo con la fuerza de su dedo dentro de mi culo, con pasos pequeños, apresurados y forzados el ruido de mis tacones completaba la escena perfecta para él mientras me humillaba.

Regresamos a la esquina del sillón, me volvió a empinar, sacó sus dedos y sin ninguna clase de tacto empujó toda su verga dentro de mi culo, no pude evitar gritar, incluso menos femenino de lo que me hubiera gustado, me dolió horrible y él solo soltó la carcajada mientras me controlaba con las manos en mis caderas para que no me moviera o no me sacara su verga.

Ahora si ¡Puta! vas a saber lo que es un hombre y cual es tu lugar, esta va a ser tu nueva vida, decía esto mientras sacaba y metía su verga dentro de mi con una fuerza que mi cuerpo se movía todo cada que me la empujaba dentro. ¡Mira al frente perra Mira al frente! Me ordenó de pronto mientras me seguía metiendo la verga con tanta fuerza que no podía dejar de soltar gemidos, esta vez no eran ficticios como los que me provocaba yo sola, eran reales, eran naturales e inevitables para mí. Cuando pude mirar al frente entendí todo y no pude evitar decir ¡Ay No!

De nuevo el vecino pasaba enfrente de la casa, él no podía ver nada, pero yo desde dentro, empinada, con las piernas abiertas, y mi vecino detrás de mi metiendo y sacando su verga de mi culo lo veíamos y eso me hizo sentir extremadamente humillada, frágil, indefensa, quebrada por dentro que terminé llorando mientras era cogida, aunque más bien ahora me sentía violada. No tenía comparación alguna con mis fantasías, no se sentía ni de cerca lo mismo, ni física ni psicológicamente, el dolor/placer era muchísimo más grande, y la humillación también. ¿En verdad era esto lo que yo quería?

No tardó en darse cuenta de mis lágrimas y por alguna razón eso le excitó a niveles impresionantes porque soltó la carcajada y empezó a darme más rápido y fuerte mientras me decía: Ahora si di todas esas cosas que te gusta decir ¡Puta!, dilo, grítalo ¡Perra! No era lo mismo decirlo ahora, mis palabras no salían correctamente porque eran ahogadas entre gemidos y decirlas cuando en verdad me estaban cogiendo era una sensación distinta pero no podía negarme, ya era demasiado tarde, así que intenté decir lo más que pude de mis frases que hasta ese entonces eran mis favoritas sin saber lo que significaban realmente hasta ese día.

“Hazme tu puta, quiero ser tu perra, méteme la verga papi, me encanta que me metas la verga, cógete a tu perra, lléname de semen”, decir estas frases mientras me daban con todo me llevó inevitablemente a mi primer verdadero orgasmo anal donde perdí todo el control y me puse más gritona que nunca.

“¡No no no por favor no ay me encanta, me encanta tu verga, me encanta tu verga, quiero ser tu puta, hazme tu puta por favor” lo último salió mezclado entre grito y gemido que nunca antes me había escuchado hacer “quiero ser tu puta por favor” dije en éxtasis mientras sentía como mi clítoris expulsaba todo lo que tenía pero sin atreverse a endurecerse, como si le mostrara respeto al único macho que había ahí.

Él siguió con lo suyo, yo ya toda desvanecida solo me dejaba usar, porque así me sentía usada. Entonces llegó el momento, me la sacó de un jalón, me arrodilló como pudo, me metió la verga en la boca y soltó todo su semen dentro de mi boca. Trágalo perra, trágatelo todo o no te vuelvo a coger. Esa… ¿era una amenaza? Fue inevitable tragarlo todo si su verga estaba hasta mi garganta, pero evidentemente su verga quedó aún con residuos. Cansado y sudando, se sentó de nuevo en el sillón, y me pidió una cerveza ¡Rápido Puta! que necesito que me limpies la verga.

Como pude corrí al refrigerador, mi cachetero me dificultó la caminada pues lo tenía en los tobillos, regresé como pude, abrí su cerveza, se la di y en cuanto me la quitó de la mano, yo sabía ya lo que tenía que hacer, así que no hizo falta ninguna orden. Me puse de rodillas y comencé a limpiar su verga con mi boca. Mientras tanto me decía: Ahora eres mi ¡Puta! ya te marqué con mi semen, te voy a traer lamiéndome los huevos, me vas a suplicar que te coja y no vas a poder evitar comportarte como una perra conmigo, me vas hasta a dar las gracias por este día y por cada ocasión que te coja ya verás.

Yo no contestaba, además ¿Qué podía decir ante ello? Supuse que era parte de la calentura del momento, ¡Otra cerveza! Ordenó el que ahora se decía ser mi macho, y bueno poco podía yo defenderme al respecto. Me levanté y repetí mi ahora ritual de la cerveza. Al regresar, sin pensarlo me puse de rodillas y me vi besando sus huevos, justo como acababa de decirme que me tendría, de nuevo esa sensación de humillación recorrió mi cuerpo Auch. Como no recibía ninguna orden, seguí besando, lamiendo, chupando y acariciando su verga y sus huevos en completo silencio.

Poco a poco su verga se volvió a poner dura, se levantó de golpe y comenzó de nuevo a cogerme por la boca ¿Qué este hombre no se cansa? Me pregunté mientras me ahogaba con su verga que se le ponía tan dura como a mi jamás se me había puesto en la vida, en un ratito entendería por qué. Gimió y me dijo abre la boca ¡Puta! me la iba a llenar de semen otra vez, pero ahora agregó: No te la tragues.

Esta vez se vino desde poca distancia, sin meter su verga en mi boca pero nada de su semen quedó afuera, me impresionó lo mucho que sacó para ser la segunda vez que se venía. Yo estaba arrodillada con la boca abierta recibiendo su semen, limpió su verga en mi mejilla y repitió lenta y amenazadoramente “No-te-lo-tra-gues ¿Oíste?”. Moví la cabeza asintiendo su orden. Me quedé entonces en esa posición, mientras lo veía vestirse, fue al refrigerador, tomó una cerveza más, la abrió frente a mi, escurrió un poco de cerveza sobre mi cara, dio un sorbo a su cerveza y me ordenó Mirarlo, sonrió y dijo ¡Puta! a la otra te encierras ese clítoris en una jaula, sin decir más salió de mi casa y cerró la puerta.

No sabía que hacer, no recibí ninguna orden ¿Y si regresa? Me quedé así quizás unos 7 minutos hasta que no pude más y me lo tragué. Me subí al sillón y ahí me quedé dormida, con mi cachetero en los tobillos, usada sexualmente. Cuando desperté recordé lo que pasó, sonreí y no pude evitar enviarle un mensaje con una sola palabra: Gracias.

Su respuesta: Seguro que la ¡Puta! se tragó mi semen.

Auch

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selenitamildred
selenitamildred
Soy Chica TV de closet, soy casada y mi mayor fantasía es ser la puta personal de un hombre que me haga sentir realmente como una puta frente a él. Soy del estado de México y no me gustan los amiguitos, quiero conocer machos de verdad

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