1
Durante la clase pasó varias veces a su lado y en todas ellas no pudo evitar quedarse mirando su culo, se la había imaginado tantas veces desnuda que era como si se lo hubiese visto. En años anteriores se había cruzado con ella por los pasillos y desde la primera vez que la vio ya sintió una atracción irresistible por aquella mujer, pero ahora había tenido suerte, le había tocado como profesora de inglés en su penúltimo año de instituto.
Tenía una fama de dura bien merecida, de hecho era la jefa de estudios y su carácter era conocido entre todos los alumnos. Y además no sólo era su profesora en la asignatura de inglés del curso, también era su tutora y una vez a la semana le daba clase de recuperación junto con otros 4 alumnos debido a que el año anterior habían aprobado por los pelos la asignatura (por no decir que habían suspendido).
Hablaba toda la clase en inglés por lo que Mario no entendía ni la mitad de lo que estaba diciendo, una de las veces que ella se giró le preguntó algo y estaba tan absorto en sus pensamientos que dijo “no lo sé” y toda la clase se echó a reír. Pero eso a él no le importaba, estaba memorizando con todo detalle la ropa, los gestos y las poses de Claudia, incluso le calentaba solo de escuchar como hablaba. Le excitaba hasta su voz.
Luego por la noche en casa se entretenía en su actividad favorita, dibujar a su profesora. Conocía prácticamente toda su ropa y en un bloc de dibujo la plasmaba tal y como había ido a clase por la mañana. Las primeras veces dibujaba a Claudia junto a la pizarra, muchas veces de frente o alguna vez de espaldas con la cara girada, recreaba con mucho detalle la ropa, incluso la pintaba de colores y también intentaba dibujar el pelo, su maquillaje, hasta el color en el que llevaba las uñas.
El cuerpo de Claudia era pequeñito, mediría sobre 1,55, era rubia y llevaba el pelo mas o menos por la altura de los hombros, media melena, lo solía llevar liso y lo que mas le gustaba es cuando hacía el gesto de ponérselo detrás de la oreja y enseñaba sus bonitos pendientes de perla. Se podía decir que era mas que guapa muy atractiva, con unos ojos verdes algo separados que hipnotizaban y una nariz y una boca pequeñas. Mario había calculado que tendría unos 35 años y para esa edad estaba fenomenal, cuando se ponía de espaldas podría ser perfectamente una chica de 18 años.
Aunque no llevaba la ropa muy ajustada ni provocativa, se podía adivinar que tenía un cuerpo casi perfecto, de complexión normal, tenía los brazos firmes y algo trabajados que delataban que su profe pisaba el gimnasio con cierta frecuencia, vestía bastante pijo y bajo su camisa o amplios jerseys se adivinaban unos buenos pechos, grandes, pero no enormes y lo mejor de su anatomía era sin duda la parte inferior, unas piernas fibrosas que daban paso a un majestuoso y redondo culo. Era un trasero en su justa medida, un poquito respingón y que tenía toda la pinta de estar duro como una piedra.
Era una pena que no llevara ropa mas ceñida a su cuerpo, si se ponía faldas largas hasta las rodillas se tapaba por lo general con una chaqueta, si usaba pantalones vaqueros eran un poquito holgados, si usaba leggins lo combinaba con un jersey largo para cubrirse las nalgas, pero cuando mas le gustaba es cuando llevaba unos pantalones grises de vestir tipo ejecutiva que ahí se adivinaban perfectamente las formas de su culo. Y eso si, siempre llevaba zapatos con un buen tacón, daba igual si era unos zapatos, botines o botas altos. Siempre lucía un tacón bien alto.
Se rumoreaba por el instituto que estaba casada y que tenía dos hijos, “siempre hay algún cabrón con suerte” pensó muchas veces Mario. No solo era por el sexo, era por convivir a diario con aquella mujer. Lo que mas le gustaba imaginar era como sería su ropa interior, desde luego que Claudia tenía pinta de ser de las que no usaban braguitas del carrefour o del mercadillo, su ropa interior tenía que ser pija y con mucha clase, como ella, unas braguitas o tangas negros, de encaje o semi transparentes con su sujetador a juego, o culottes con muchos detalles que resaltaran su gran culo.
Entonces pensó ¿y por que no dibujarla así?, nunca había hecho desnudos, pero una noche se sorprendió a si mismo garabateando a Claudia con una camisa blanca y en la parte de abajo unas pequeñas braguitas negras junto con unos zapatos de tacón sentada en su mesa. Se esmeró en dibujar a su profesora con todo detalle y cuando hubo terminado parecía tan real que tuvo que masturbarse mirando su propia obra. Pero luego fue a mas, no se quedó en dibujarla en ropa interior, comenzó a desnudarla como era lógico.
Nunca la dibujaba completamente desnuda, eso no le excitaba tanto, en todos los dibujos para empezar dejaba sus zapatos de tacón puestos o bien sus botas y luego o la desvestía de cintura para abajo o de cintura para arriba, si dibujaba sus tetas lo hacia con los vaqueros o la falda puesta, aunque lo que mas le ponía era desnudar sus piernas y su culo junto con unos buenos zapatos de tacón y dejar a Claudia tan solo con un jersey de cuello alto o una camisa blanca.
Sus dos dibujos favoritos eran así, en uno de ellos Claudia llevaba un jersey verde normal, la parte inferior estaba desnuda y solo llevaba unas botas altas hasta la rodilla, estaba inclinada sobre la mesa leyendo y ofreciendo su culo a la clase, el otro dibujo que le gustaba ella llevaba un jersey de cuello alto y tenía un pie apoyado en una silla junto a unos zapatos con mucho tacón y mostraba el coñito rubio a todos sus alumnos.
Otra cosa que le gustaba imaginar a Mario es como debía de ser en la cama su profesora, no es que tuviera mucha experiencia en el sexo, aunque era un jovencito rubio y con ojos azules muy guapo, a su edad solo había estado con dos chicas, pero ya sabía de sobra que no es lo mismo follar en la postura del misionero, a que la chica se te ponga encima, o tenerla a cuatro patas sobre la cama. Desde luego que no era lo mismo, le resultaba difícil imaginarse a su profesora en la postura del perrito para recibir una buena follada desde atrás, sin duda alguna Claudia es de las que siempre quiere mandar, tenía toda la pinta que es de las que se ponen encima y te proporcionan una cabalgada que te deja seco. ¿Le chuparía la polla a su marido?, recibir una mamada de aquella diosa tendría que ser la mejor experiencia de esta vida, ¿le gustaría el sexo anal?, desde luego que ese culo bien lo merecía. ¿Sería Claudia una mujer sexualmente activa?. Es verdad que tenía un carácter muy serio, casi siempre estaba de mala leche y no pocas veces había escuchado entre compañeros y compañeras cuando se referían a ella “necesita un buen polvo, tiene cara de mal follada”.
Aquel día cuando terminaron las clases Mario estaba feliz porque tenía doble ración de Claudia. A final de la mañana tenía una hora mas de tutoría junto con otros cuatro alumnos que también habían aprobado muy justitos el año pasado. Había un chico moreno que era de otra clase que también miraba de forma muy libidinosa a su profesora, no se cortaba un pelo en observarla de forma lasciva y era tan descarado que seguro que ella también se había dado cuenta de como le miraba su alumno.
Cuando terminaron la hora añadida de clases de recuperación Mario estaba recogiendo, se quedó el último junto con el chico moreno que se acercó a su lado, sabía que se llamaba Lucas pero nunca había tratado con él. Claudia acababa de salir de clase.
– ¿Está buena eh?, le dijo Lucas
– ¿Quién?, dijo Mario bastante sorprendido por lo directo que había sido aquel chico que no conocía de nada.
– Pues quien va a ser, Claudia, ¿o te crees que no me he dado cuenta de como la miras?
– Yo no…
– Tu la miras como yo…vamos no me digas que no te pone esa pija…
– Tengo que irme.
Mario se puso tan nervioso que incluso se le cayeron un par de folios al suelo al intentar recoger mas deprisa sus cosas.
– Tranquilo hombre, si algún día te apetece hablar de ella ya sabes donde estoy, por cierto soy Lucas, ¿tu eres Mario, verdad?, dijo alargando la mano a modo de presentación.
Mario le estrechó la mano a su compañero y abandonó el aula rápidamente sin mirar hacia atrás.
2
Pasó a recoger a Marta por la tienda como casi todos los días, las chicas que trabajaban con ella no podían entender que es lo que veía en aquel tipo. Delgado, bastante feo, casi calvo con un poquito de pelo por los lados y gafitas, entre ellas lo llamaban Mortadelo las muy cabronas. Es verdad que la separación con su ex había sido bastante traumática, pero ellas no le encontraban el sentido en que ahora estuviera viéndose con ese tío.
Su ex-novio de toda la vida era muy atractivo y en nada tenía que ver con Mortadelo, perdón quería decir Antonio y es que hasta el nombre les parecía del montón, pero a los cinco meses de estar casados Marta se enteró de que su ex tenía una aventura con una compañera del trabajo. Estuvo un año bastante triste hasta que conoció a Antonio y poco a poco comenzaron a salir, ahora llevaban como pareja casi 6 meses.
Cuando salió del trabajo se fueron a casa de él, ella iba con el uniforme de la tienda de ropa, unos pantalones negros y camisa blanca. Desde luego que Marta era una mujer voluptuosa con buenas curvas y tenía una melena negra larga y rizada. Era muy atractiva, todo lo contrario que él, en cierto modo incluso se avergonzaba un poco de su nuevo novio, por así llamarlo, todavía no se lo había presentado a sus amigos ni a su familia, no estaba enamorada de él, ni tan siquiera le gustaba, pero en el momento de la vida en la que ella se encontraba Antonio sabía darla lo que necesitaba.
Se fueron hasta la habitación y comenzaron a besarse, Marta no tardó ni 30 segundos en desabrochar el pantalón de Antonio y allí le dejó de pies mientras ella se sentaba en la cama. Le sacó el miembro y se quedó como siempre unos segundos admirando su polla. Si, aquello era una POLLA con mayúsculas, nunca había visto una así hasta que conoció a Antonio, tan solo en las películas porno. Desde luego que Dios tenía un sentido del humor muy cruel, el único atributo físico a destacar en Antonio lo llevaba escondido dentro de sus pantalones. Le debía medir unos 23 centímetros y estaba bien proporcionada en cuanto al grosor, llevaba el capullo por fuera y se le marcaban todas las venas como si estuviera a punto de reventar. No le pegaba para nada aquel pene a el cuerpo de Antonio, era como si hubieran cogido la polla de otro tío y se la hubieran pegado allí con photoshop.
Marta se la agarró con la mano y le dio un pequeño beso en el hinchado capullo.
– Ya la tienes muy dura…
– ¡Venga chúpamela zorra!, lo estás deseando, dijo Antonio agarrándola por el pelo.
A Marta le gustaba la confianza que él tenía en si mismo y como la trataba en la cama, ahora en su vida no quería mimitos, ni un tío romántico y él lo sabía, otra cosa era el resto del tiempo donde Antonio se portaba muy bien con ella y era un chico tranquilo y educado, pero cuando empezaban con el sexo automáticamente se transformaba en lo que Marta quería. Un puto animal salvaje con una polla grande y gorda. Y ella le obedecía sin rechistar, cumplió su orden y abrió la boca para meterse un poco del miembro de su chico. Apenas le cabían unos centímetros en la boca y poco a poco le hizo una mamada mientras Antonio jugaba con su pelo, ella se desabrochó la camisa y luego se quitó el sujetador, todo esto sin dejar de chupar.
– ¡Eso es, enséñame esas tetas de guarra que tienes!.
Cada frase que Antonio le dedicaba ella se excitaba mas y eso hacía que se la chupara con mas ansias. Estaba ya tan mojada que se metió la mano por dentro de los pantalones y se puso a masturbarse mientras se la seguía mamando.
– Joder, ¿ya te estás tocando?, ¿tan cachonda estás que no te puedes ni esperar?, le dijo Antonio manejando completamente la situación. – espera, ven aquí.
Sujetándola por el pelo con una mano utilizó la otra para agarrarse el pene e inmediatamente empezar a darle pollazos a Marta en la cara, ella abría la boca deseosa de volvérselo a introducir dentro, pero él no la dejaba, no paraba de azotar su cara con aquel trozo duro de carne y cada golpe Marta gemía al tiempo que aumentaba el ritmo con el que se masturbaba.
– ¿Quieres volver a metértela en la boca?, ¿la quieres otra vez dentro?, pues tómala joder, chúpala o haz con ella lo que quieras, hay que ver lo marrana que eres, te tenías que ver ahí sentada tocándote esas tetas de guarra y buscando ansiosa mi polla, ¡que puta eres!
Antonio se puso mas erguido contra ella y la cogió la cabeza con las manos, metió su rabo dentro de la boca de Marta y se puso a embestirla. Le estaba follando la boca. Marta no dejaba de tocarse, ahora con las dos manos que ya tenía libres, una dentro de los pantalones y la otra sobre sus pechos, en los que comenzaba a caer la saliva fruto de la brutal follada bucal que estaba recibiendo.
– Ya no hace falta que uses las manos, así puedes tocarte bien a gusto jodida puta. Sigue chupando así, sigue que no me falta mucho para correrme en tu garganta puta…
Estuvieron así un par de minutos mas hasta que Marta pidió un poco de tregua, apenas podía respirar y ella ahora quería otra cosa. Se imaginó la estampa que debía tener desde la visión de Antonio, sentada en la cama con las tetas llenas de saliva, los ojos llorosos y una mano dentro del pantalón totalmente sofocada y a punto de correrse.
– Necesito tenerla dentro, venga vamos ¡quiero que ahora me la metas!, ¡venga fóllame!, ¡fóllame por favor!.
Ella se puso de pies e intentó besarle, pero Antonio la rechazó y después la giró para empujarla contra la cama.
– Ahora no me des un beso zorra, ¡que asco, te huele el aliento a polla!, ¡ponte a cuatro patas!
Marta le volvió a obedecer sumisa y se colocó en la posición que él la pidió, se puso detrás de ella y le bajó los pantalones hasta que apareció su voluptuoso trasero. Se detuvo unos segundos admirando sus braguitas hasta que después se las bajó de una forma brusca, le gustó ver lo mojada que estaba Marta y como el flujo le brotaba desde el coño hasta la cama, parecía un grifo cuando lo dejas mal cerrado y cae un fino hilo de agua, pues esto era igual. Marta estaba tan cachonda y excitada que literalmente chorreaba. Antonio puso una mano debajo intentando recoger los líquidos de ella, como si no quisiera que se manchara su cama y después se la estampó en una de sus nalgas, dejando toda su humedad en ella.
– ¡Estás empapada zorra!, ¿quieres que te la meta ya, Martita?
Marta movió sus caderas deseosas y gimió al primer contacto del grueso falo contra su mojado coñito. El muy cabrón comenzó a restregar victorioso su polla entre los enrojecidos labios vaginales y ella cada vez gemía mas alto.
– ¡Métemela por favor!, ¡Métemela!, ¡¡vas a hacerme correr como sigas así!!, dijo Marta sin dejar de mover sus caderas.
– Joder mírate, me gustaría saber que pensarían tus compañeras de la tienda si te vieran así ahora, en la tienda vas de pibón y no eres mas que una guarra como todas.
– ¡Métemela, métemela!, dijo ella ya suplicando.
Antonio dejó de restregar su polla y en un solo movimiento se la introdujo por el coño a su novia que se sintió llena al momento cuando notó los dos cuerpos chocar, bastaron 4 o 5 embestidas mas para que el orgasmo la atravesara como un rayo desde su vagina hasta el cerebro, se puso a temblar y entró en una especie de éxtasis mientras Antonio no paraba de follársela.
– ¡Córrete guarra, eso es, córrete!
Pero Marta ya no le escuchaba, gritaba tan alto mientras se corría que no escuchaba nada mas ni le preocupaba otra cosa que no fuera su orgasmo. Cuando terminó intentó recuperar la respiración, pero su novio seguía detrás de ella penetrándola a un buen ritmo haciendo que sus tetas se bambolearan de un lado a otro.
– ¡Voy a correrme Marta, voy a correrme!
– Sigue no la saques, échamelo dentro, ¡córrete dentro de mi!
Antonio se inclinó sobre la espalda de Marta y se apoyó en ella, giró la cara de su chica y buscó la boca para darle un sucio morreo justo en el momento que vaciaba los huevos en su interior, luego cayeron sobre la cama y se quedaron unos segundos sin decir nada hasta que pudieron hablar.
Después cenaron y a media noche Marta se marchó a su casa como solía hacer siempre, no la interesaba quedarse a dormir, lo que quería de Antonio ya lo acababa de recibir. Cuando ella se fue Antonio se metió en la cama y cogió su portátil, entró en un chat y tecleó su nick, Toni24, al otro lado de la linea estaba deibiz con el que llevaba chateando unos 4 años.
– Acaba de irse Marta, no veas que follada la he pegado hoy…
3
Salí corriendo del coche y me apresuré a entrar en el centro comercial, por las escaleras mecánicas miré de nuevo el móvil y tenía otra llamada perdida de mi mujer, la cuarta, me imaginé que me iba a caer una buena bronca. Llegué a la planta de los juguetes y empecé a buscarla por todos sitios. En una de las cajas había una larga cola y parecía que se estaba formando algún tipo de follón. “Por favor que no sea ella”, pensé para mi, pero en el fondo sabía que mi mujercita ya estaba haciendo de las suyas, me acerqué y efectivamente discutía acaloradamente con una de las encargadas mientras una chiquilla que posiblemente hubiera sido contratada para la campaña navideña asistía nerviosa a la vez que avergonzada a la escena.
– ¿Pero que pasa aquí?, pregunté yo.
– Vaya, por fin apareciste, llevo esperándote mas de una hora.
Mi mujer estaba junto a la caja rodeada de regalos que había comprado para nuestras hijas y sobrinos. Parece ser que había discutido con la chica porque no le gustaba como estaba envolviendo los regalos y enseguida se quejó de que quería hablar con la encargada.
– Pues nada, mira que manera de envolver los regalos, no pienso llevarme esto así, dijo mostrándome un paquete en el que yo no apreciaba nada raro.
– Señora, por favor, acompáñeme y si quiere se lo digo a otra compañera que le envuelva los regalos o lo haga yo misma.
– Por supuesto, pero no pienso volver a tener que esperar otra cola en la otra caja, venga tú, coge esos paquetes, dijo dirigiéndose a mi.
Me giré hacia atrás y vi un montón de gente que esperaba impaciente a que nos marcháramos, escuché varios comentarios del tipo “vaya educación que tienen estas pijas”. Mi mujer salió detrás de la encargada y en cuanto se fueron yo me disculpé con la chiquilla que había estado envolviendo nuestros regalos. Estaba mas que acostumbrado a estas escenitas de mi mujer, todo tiene que ser como ella diga y en el momento que ella diga, se quejaba en las tiendas, en los restaurantes porque la comida no llegaba a su gusto, en los hoteles porque decía que la habitación olía a tabaco o tenía el baño sucio o no le gustaba la almohada. Siempre tenía que poner alguna pega a todo.
Cuando llegué a la otra caja una chica había empezado a envolver de nuevo todos los regalos, por supuesto saltándose a cola que había y escuchando las protestas de los clientes que estaban esperando antes que nosotros.
– ¿Y tú donde estabas metido?, me dijo
– Ya te había mandado un mensaje que después del partido nos habíamos quedado a tomar una cervecita.
– Es que lo tuyo es alucinante, o sea dejamos a las niñas toda la tarde con mis padres para poder ir a comprar los regalos y el señorito se va a jugar al fútbol con sus amigotes y por si fuera poco se queda también de cervecitas con ellos y como siempre que la tonta se encargue de comprar todos los regalos.
– Tampoco exageres, me he retrasado 20 minutillos, no haber venido por tu cuenta que te dije que me esperaras en casa.
– Mira, ¡no me hables ahora porque tengo un buen cabreo!.
Una vez terminadas las compras volvimos a casa y nos preparamos para salir a cenar a un restaurante, una noche al mes solíamos dejar a nuestras hijas al cuidado de los abuelos y nos la tomábamos para nosotros solos. Parecía que a mi mujer se le había pasado un poco el enfado. Comenzamos a prepararnos y ella se puso espectacular, con unos vaqueros bien ajustados de color oscuro y un jersey blanco de cuello alto que marcaba sus bonitos pechos. Teníamos una reserva en uno de los mejores restaurantes de la ciudad.
Estuvimos cenando tranquilamente, pasando una velada agradable y cuando íbamos a terminar la verdad es que no me apetecía volver a casa tan rápido.
– ¿Oyes, que te parece si salimos a tomar una copita?, dije yo.
– ¿Una copa?, estoy algo cansada, mejor lo dejamos para otro día.
– Venga no seas así, para un día que no tenemos a los niñas, venga vamos a la Blue Moon y nos tomamos una tranquilamente.
La Blue Moon es un bar bastante modernito que suele tener una clientela mas o menos de nuestra edad, gente de entre 30- 40 años y donde también suelen ir maduritos con pasta a ver si cazan a alguna treinteañera. Al final convencí a mi mujer y allí que nos fuimos. Desde que habían nacido nuestras hijas muy pocas veces habíamos salido de fiesta y eran pocas las oportunidades que teníamos de estar a solas en un bar así.
Me fui un momento al baño y cuando regresé estaban unos chicos hablando con mi mujer. No me sorprendió para nada, mi mujer es muy atractiva y desde siempre le han entrado los tíos en los bares y en las discotecas, al principio cuando empezamos a salir tengo que reconocer que eso me molestaba bastante, pero desde hacía unos años no solo no me molestaba sino que me gustaba verla hablando con otros, es más incluso me resultaba excitante, ya sé que suena enfermizo que te pone ver a tu mujer hablando con otros en un bar, pero me gustaba mucho la idea que otros tíos deseen a mi mujer y la entraran en los bares. Por desgracia mi mujer en ese aspecto es bastante arisca y les suele cortar rápido diciéndoles que esta casada. Esa vez no fue la excepción y para cuando llegué a su altura ya se había desecho del chico.
– ¿Ya estás ligando?, es que no me puedo ni ir al baño dos minutos, dije yo en bromas.
– Venga anda, déjate de tonterías, vamos a tomar la copa y nos vamos para casa, que estos bares cada vez me gustan menos.
Y así fue, nos tomamos la copa y rápidamente nos marchamos para casa. Como era sábado y no teníamos a las niñas al llegar a casa yo tenía ganas de fiesta. Entramos en la habitación y mi mujer se quitó los botines negros frente al espejo, yo me puse detrás de ella y pasando las manos hacia delante agarré sus pechos a lo que ella respondió empujándome hacia atrás.
– Estate quieto anda.
Perdí el equilibrio y cai en la cama, pero sin soltar a mi mujer, luego me puse sobre ella y nos dimos un beso rápido.
– Venga que hoy me apetece, dije yo
– ¿Si?, ¿hoy te apetece?, bueno no sé, no sé…dijo ella moviendo sus caderas lentamente sobre mi.
Se sentó sobre la cama y se quitó el jersey, yo todavía tumbado en la cama comencé a desnudarme mientras no perdía detalle del cuerpazo de mi mujer. A sus 37 años Claudia seguía estando tan buena como cuando empezamos a salir en la universidad.
– ¿Que te parece si hoy usamos…?, hace mucho que no lo hacemos, dije yo.
– Otro día mejor.
– Vale, de acuerdo.
Terminé de desnudarme bastante antes que mi mujer, cuando lo hice ella todavía forcejeaba para poder sacarse los pantalones vaqueros tan ajustados que llevaba. Claudia se quedó en ropa interior y se puso de pies al lado de la cama.
– Venga, túmbate, me ordenó.
Me quedé mirándola y ella se subió a la cama por la parte de los pies. Llevaba puesto el sujetador y unas braguitas a juego, era una lencería negra de encaje bastante bonita, desde luego que tenía muy buen gusto para elegirse la ropa interior. Fue gateando entre mis piernas y subiendo por mi cuerpo hasta que tuve sus pechos a la altura de la cara. Con mis manos le agarré el firme trasero, pero ella no dejó de subir hacia arriba hasta que se sentó en mi cara.
– ¿Estás preparado?, dijo restregando su coño contra mi boca.
No hacía falta decir nada más, ella agarró con sus manos el cabecero de la cama y me dejó como siempre todo el trabajo a mi. Con una mano aparté sus braguitas y ella bajó un poco mas hasta que sintió el calor de mi lengua hundiéndose en su interior.
– Mmmmm, que bueno, dijo Claudia.
Empezó a moverse delante y atrás cabalgando sobre mi rostro, yo apenas podía hacer nada mas que apartar sus braguitas y mover la lengua en círculos. Incluso me costaba respirar.
– Asiii, muy bien, muy bien, dijo mi mujer con los ojos cerrados agarrándose los pechos.
Puse la mano que tenía libre sobre una de sus tetas y ella me la apartó al momento, luego la bajé al culo y también fue retirada casi de inmediato, pero ella cada vez se restregaba mas rápido y fuerte sobre mi cara.
– ¡No me toques, mmmmm…. no me toques!, tu solo saca la lengua, solo la lengua, mmmm…
Claudia iba buscando la posición en la que yo le proporcionara el máximo placer, así hasta que se inclinó hacia delante y directamente me puso el clítoris en la boca, noté su pequeño botoncito que ya estaba muy hinchado y sensible, señal de que no iba a tardar mucho en correrse.
– ¡Vamos, saca mas la lengua y ponla dura!, eso es, déjala así, muy bien, mmmmm… me encanta!
Siguió moviendo las caderas sobre mi cara y solo se movía lo justo para que su clítoris oscilara sobre mi rígida lengua, su respiración se volvió mas agitada y sus gemidos mas altos y profundos hasta que comenzó a correrse restregándose sobre mi.
– ¡Me encanta, me encantaaa!!! ohhh que bueno, siii, me corrooo, ¡siii!, ¡¡me corro!!
Yo me quedé tumbado todavía apartando sus braguitas hasta que ella me quitó la mano para que éstas volvieran a su lugar original, luego se tumbó a mi lado.
– Ha estado muy bien cariño. ¿te apetece correrte?, dijo mirando hacia mi pene semi erecto.
– Si, claro.
– Vale, me pongo como te gusta, no?
Al momento mi mujer se puso a cuatro patas sobre la cama tan solo vestida con sus braguitas y sujetador negro y me mostró su fantástico culo. Yo estaba boca arriba y comencé a pajearme mirando a Claudia en esa postura como se exhibía ante mi, me meneaba la polla a un buen ritmo, pero lejos de excitarme cada vez se me iba poniendo mas blanda. Pasados un par de minutos de masturbación prácticamente había perdido toda la erección, justo cuando mi mujer se giró para mirarme por primera vez.
– Venga, ¿terminas ya?, me dijo.
– Espera que no me queda mucho.
– Vamos date prisa, que no tengo toda la noche, dijo mirando mi alicaído pene
Se levantó un momento y cogió el móvil, luego volvió a ponerse a cuatro patas como si la cosa no fuera con ella y con toda naturalidad se puso a mirar el correo mientras yo me seguía masturbando desde atrás. No sé porqué pero aquel gesto de total humillación hizo que mi polla empezara a recobrar la dureza perdida.
– Voy a correrme, ¿puedo echártelo encima?.
– Ni se te ocurra, no quiero que me manches este conjuntito y me da pereza tenerme que levantar ahora a limpiarme, dijo mirándome mientras seguía con mi paja.
Ella volvió a fijar la mirada en el móvil y yo seguí meneándomela hasta que empecé a descargar sobre mi estómago, Claudia ni tan siquiera se giró para ver como eyaculaba, cuando volvió a mirar hacia atrás ya tenía mi cuerpo bañado en semen. Me levanté a limpiarme a la vez que ella se ponía el pijama, cuando entré en la cama nos dimos un beso de buenas noches y apagamos la luz.
– Como mañana tenemos que ir a buscar a las niñas ya nos quedamos a comer donde mis padres, dijo en la oscuridad de la habitación.
Ni tan siquiera contesté, no hacía falta, si ella había decidido que mañana comíamos en casa de sus padres no había mas opciones. Comíamos en casa de sus padres.
4
Víctor entró en la cafetería del hospital y vio a su colega Andrés que estaba en una de las mesas hablando y tomando café con dos enfermeras. Se acercó a él para saludarle, los dos eran de la misma quinta, 42 años y se conocían desde la época en la que iban juntos a la facultad de medicina, formaban parte de la misma promoción.
– ¿Pero donde te metes?, le dijo su amigo, – ya te vale, los dos trabajando en el mismo hospital y llevamos casi un mes sin vernos.
– He tenido mucho lío, no he podido ni bajar a desayunar.
Andrés se despidió de las dos enfermeras y se sentó en la mesa junto a su amigo.
– Te veo muy bien acompañado, dijo Víctor
– Si, la verdad es que no están nada mal, pero tu ya sabes que yo soy muy torpe para ligar en el trabajo, jajajaja… además siempre he sido fiel a Paloma.
– Dale recuerdos a Paloma y a las niñas.
– Bueno, a ver si un día quedamos y se los das tu en persona.
– Si, a ver si puedo sacar un poco de tiempo.
– Muy liado estás tu, ya estarás otra vez con alguna.
– Si, no te voy a engañar, tengo una nueva amiguita.
– Joder que cabrón eres, ¿la conozco?, ¿es de aquí del hospital?
– Si, es una de las enfermeras de las que entraron nuevas hace 6 meses.
– De esas hay 3 o 4 que no están nada mal.
– Hay una pelirroja…
– No me jodas que estás con la pelirroja, Judith creo que se llamaba.
– Si, se llama Judith, está trabajando en mi planta, dijo Víctor.
– Que envidia me das tío, la pelirroja está bien buena, siempre me quedo mirándola cuando la veo aquí en la cafetería, tiene unas curvas de infarto, es de estas macizorras casi gorditas que me ponen mucho, parece joven, tendrá 22 o 23 años, ¿no?
– Si, tiene 25.
– ¿Y cuánto lleváis juntos?
– Llevamos viéndonos casi un mes, pero no comentes nada por ahí, que ella tiene novio.
– ¡No me jodas!
– Su novio de toda la vida, lleva con él unos 8 años, pues desde que tenía 17.
– Tu siempre igual, buscándote casadas o con novio, al final me voy a tener que preocupar por Paloma, jajaja.
– No es lo mismo, a vosotros os conozco de toda la vida y sabes que eso es sagrado para mi, nunca ligo con mujeres o novias de mis amigos.
– ¡Que cabronazo eres! ¿y que tal con la pelirroja en la cama, gana o pierde desnuda?, cuéntame algo…
Víctor se inclinó hacia su amigo para hablar mas bajito.
– Gana bastante tío, tiene la piel muy clarita y el cuerpo lleno de pecas, las tetas son enormes ¡y vaya caderas!, además no veas como folla, ¡menudo vicio que tiene!
– Mmmmm, calla, calla que me pones los dientes largos, es muy guapa y me encanta ese pelo tan rojo, me gusta mucho esa tía, que suerte tienes…
– Quedamos alguna noche en mi casa y estamos horas follando y lo mejor es que vive con su novio y le dice que tiene guardia en el hospital.
– Joder, pobrecillo el novio, me dan pena esos cornuditos que no saben la zorra que tienen en casa, jajaja.
– El otro día la trajo en la moto al hospital por la noche, le dijo que tenía guardia toda la noche, cuando se fue el novio yo estaba esperándola con el coche, nos fuimos a mi casa y se quedó a dormir conmigo.
– Y el novio sin saber nada mientras tu ponías a su chica a cuatro patas, ¡que cabrón!
– ¡Es una máquina en la cama!, hacemos de todo.
– ¿De todo?, no me jodas…
– De todo…
– ¿El culo también?…
– También… y con su novio debe tener buenas relaciones, me ha contado que con él han hecho hasta tríos un par de veces, pero tríos con otras chicas y que al novio no le deja follar con la chica, que solo es para ella… el novio solo puede mirar como se lo montan y si quiere participar tiene que ser con Judith.
– ¿Como?, que no te he entendido bien.
– Si, que hacen tríos, ella, el novio y otra chica, pero el novio no puede hacer nada con la chica, solo con Judith, y Judith con el novio y con la chica, es un poco bisexual, dice que le pone mucho comer el coño a la otra y que ella también se lo haga, que es distinto que lo haga un chico que una chica…
– Joder, ¡me estás dejando de piedra!
Justo en ese momento aparecieron un grupo de enfermeras por la cafetería, entre ellas iba una pelirroja que se quedó mirando a los dos médicos.
– Mira, hablando del rey de Roma, dijo Andrés mirando hacia Judith, está muy buena, que morbo me da y mas ahora con lo que me has contado.
– No la mires tan descarado tío, que se va a dar cuenta de que estamos hablando de ella, dijo Víctor poniéndose en pie, – bueno me subo a trabajar, a ver si nos vemos con mas frecuencia que ahora tengo menos lío.
Víctor se subió a su despacho y 10 minutos mas tarde estaba preparado para salir a pasar consulta cuando picaron a la puerta.
– Si, pasa, hola Judith, pero ¿que haces aquí?
– Que te he visto en la cafetería y me apetecía venir a saludarte, oyes te he visto hablando con Andrés y parecía que me mirabais mucho, ¿no le habrás contado nada de lo nuestro, no?
– No tranquila, ya sabes que no, soy una tumba.
Los dos quedaron de pies frente a la puerta con sus caras casi pegadas y Judith le susurró.
– ¿Cuando volvemos a vernos?, dijo sobándole el paquete por encima de la bata.
– No joder Judith, ahora no… uffff…
– ¿No, seguro?, la tienes muy dura…
– Que voy a llegar tarde, para…para.
– Si quieres paro, pero no tengo muchas ganas, yo todavía tengo 15 minutos de descanso…
– No seas mala, que tengo consulta y no quiero ir así, dijo Víctor mirando su entrepierna.
– Por eso no te preocupes, que tiene remedio.
Judith se puso de cuclillas y le sacó la polla al médico que apoyado sobre la puerta echó el cerrojo para que no pudiera entrar nadie. No tardó en notar el calor de la saliva de la enfermera envolviendo todo su miembro.
– Joder Judith, ¡joder que bien lo haces!, así muy bien, eso es, chúpamela, chúpamela, pero como sigas así, me voy a correr, dijo Víctor abandonándose a la mamada que estaba recibiendo.
– No te preocupes por eso, tu procura no mancharme ni la bata ni el pelo.
5
Estaban reunidas las tres amigas en casa de Mariola, normalmente solían quedar para cenar en un restaurante, pero esa noche les apetecía estar mas tranquilas para hablar de sus cosas.
– Como te lo montas Mariola, nos pones los dientes largos con tus ligues.
– Tampoco os creáis que tengo mucho tiempo para estar ligando, ya sabéis que solo tengo un fin de semana al mes para mi.
– ¿Y quien es el afortunado de esta noche?, dijo la otra amiga.
Mariola cogió el móvil y entró en una de las aplicaciones de citas rápidas que tenía instalada, fue buscando hasta que encontró las fotos de un chico de 23 años, era bastante atractivo, barba de tres días y se notaba que hacía deporte. Las chicas fueron viendo las 6 fotos que tenía el joven en su perfil.
– Vaya vaya con Adrián, ¡¡que bueno está!!, te los buscas bien jovencitos…
– Solo le saco 15 años, dijo Mariola riéndose, – además si, no te lo niego, me gustan jóvenes, van a lo que van, como yo y no quieren compromiso, a parte que en la cama son…
– ¿Como son?, dijo otra de las amigas muy interesada.
– Pues ya sabéis, siempre tienen ganas, no veáis el morbazo que da meter la mano por dentro de los pantalones y encontrarse con una polla bien dura, jajaja, además pueden seguir horas y horas follándote, parece que no se cansan, te quitan las penas en una sola noche…
– Jajaja, parecido a mi Alfredo, en cuanto termina, se echa a un lado y se queda medio dormido…
– Pues Miguel ni te cuento, yo creo que llevamos unas tres semanas sin hacer nada y es que me da una pereza ponerme, o no sé si son tres meses, jajaja.
– Jajajaja.
Mariola se levantó al frigorífico a sacar el postre.
– ¿Abrimos otra botella de vino?, les preguntó a las amigas.
– Yo por mi si, aunque ya empiezo a ir un poco chispadilla, jajaja.
Sacó una tarta de queso que había preparado ella misma y luego se fue a buscar otra botella de vino al mueble bar donde las tenía guardada, al pasar junto a sus amigas una le dio un pequeño azote en el culo.
– Te has puesto muy en forma otra vez, tienes el mismo culo que cuando íbamos a la universidad.
– Si, no me quejo, ahora tengo otra vez tiempo para hacer un poco de deporte, dijo Mariola.
– Chica yo no sé de donde sacas las ganas, siempre vas estupenda de ropa, el pelo perfecto, las uñas pintadas, vas al gimnasio, cocinas de maravilla, por cierto la tarta de queso está exquisita, joder eres la envidia de todas.
– Tampoco es para tanto, ahora que Alba ha cumplido 9 años tengo un poco mas de tiempo para mi.
– Toda la vida ha sido doña perfecta, dijo la otra amiga, – y bueno ¿y a que hora has quedado con el tal Adrián?, ¿te lo piensas traer a casa?
– Hemos quedado luego a la una de la mañana en un bar pequeñito que hay por el centro, si me gusta posiblemente nos acabemos enrollando, no me gusta traerlos a casa la primera vez que quedamos.
– Bueno está un rato el chico.
– Si, algunos están muy buenos en las fotos, pero luego en persona cambian, o no te transmiten buenas sensaciones o no congenias bien con él…
– ¿Desde qué te separaste de José Luis, con cuantos has estado?
– Tampoco os creáis que estoy todos los días ahí quedando con tíos, pues en el último año y medio habré estado con unos 12 o así.
– ¡¡Joder y te quejas!!
– ¿Y no repites con ninguno?
– Sí, he repetido con tres, son de los únicos que tengo el teléfono y si me apetece les llamo, pero de vez en cuando algún fin de semana me gusta probar alguno nuevo.
– Jajajaja, ¡¡que envidia me das!! dijo una de las amigas.
– A mi un poco también, pero yo estoy muy bien con Alfredo y los niños, prefiero la estabilidad.
– Yo no digo que sea mejor ni peor, dijo Mariola, – he estado 10 años casada, tengo una niña preciosa, pero ahora no me apetece ninguna relación seria, estoy muy bien en casita con Alba, tiene 9 años y lo hacemos todo juntas, vamos de compra, a jugar al padel, vemos la tele, por la noche cuando se acuesta me quedo tranquilamente leyendo o viendo alguna serie, de verdad que estoy muy bien sola con la niña, pero claro, de vez en cuando me apetece… ya sabéis… sexo, jajajaja, Alba solo está un fin de semana al mes con su padre y yo tampoco es que tenga mucho tiempo para andar saliendo y conociendo a gente, entre el trabajo en el banco, el gimnasio… así que está bien esto de las aplicaciones tipo Tinder para conocer tíos, quedas con alguien y sabes a lo que vas…
– ¿Y les traes a casa?
– Alguna vez si, prefiero eso que tener que ir a su casa y no voy a estar pagando noches en hotel, muchos son universitarios y no pueden permitírselo…
– Jajajaja
– Y tampoco es plan de estar follando en el coche, como cuando teníamos 20 años, aunque reconozco que tiene su morbo, dijo Mariola.
Las tres amigas habían terminado de comerse el postre, recogieron un poco la mesa y se acercaron al sofá con la copa de vino en la mano. Se pusieron cómodas, la conversación se estaba poniendo interesante.
– A mi me daría un poco de miedo meter a un desconocido en mi casa, dijo otra de las amigas, – al fin y al cabo es donde vives con Alba… no sé… y luego tienes que decirle que se vaya después del sexo, puede ser algo violento por así decirlo…
– Por eso no hay problema, en cuanto se corren no tienen inconveniente en irse, ya digo que no hay ataduras, solo es sexo y ya está y prefiero estar en mi casa que en otros sitios, estoy como mas segura también… la primera noche nunca les traigo aquí, así que nos tenemos que buscar la vida para follar donde sea, muchos no quieren en hoteles porque tampoco es que vayan sobrados de dinero.
– ¿Y donde lo hacéis?
– Pues chicas, un poco de imaginación, hombre si el chico lo merece no me importa pagar a mi el hotel, pero sino, pues en el coche o incluso con dos he terminado en los baños del sitio donde habíamos quedado.
– ¿Te los has follado en el baño?, pero si os acabaríais de conocer.
– Pues si, con uno no llevaba ni 20 minutos desde que quedamos y nos metimos en el baño a follar…
– ¿Estaba muy bueno?
– Si, estaba bien, pero al tío se le veía muy chulo y que iba a lo que iba y yo ese día tenía muchas ganas, así que…
– Y ya no le has vuelto a ver nunca…
– Si, con ese he quedado mas veces, ¡folla muy bien!
– Jajajaja.
– Jajajaja, que cabrona…
– No te pega mucho andar follando en los baños Mariola, – tienes mucha clase para eso, dijo una amiga
– Ni en los coches, dijo la otra.
– Me da igual donde sea, antes solo conocía a José Luis y ahora me estoy desmelenando…
– ¿Siii? ¿y qué tal estos jóvenes, te piden cosas raras?, a saber lo que hacen hoy en día…
– Jajaja, que preguntonas sois, pues lo normal, también es verdad que al ser jóvenes no tienen rarezas, les gusta el sexo y te piden lo típico, que si se la chupas, algunos quieren por detrás también… ya sabéis lo normal.
– ¿Y tu lo haces?
Mariola se sentó elegantemente en el sofá, cruzando las piernas y manteniendo la copa de vino en la mano y se pasó el pelo por detrás de la oreja.
– Algunas veces…
– Jajajaja, joder Mariola, como te has soltado la melena, no te imaginaba hac…
– Haber, no siempre, pero algunas veces si me apetece, algunos están muy buenos y ¡¡tienen unas pollas!!, no me digáis que no os apetecería comeros una buena polla de un chico 20 años, ahí bien dura… además muchos van depiladitos ahí abajo y tienen unos cuerpazos, puffff…
– Mmmmm, me mojo solo de pensarlo, dijo otra de las amigas ya algo borracha, – además no me extraña que quieran por detrás también, tienes muy buen culo tía…
– ¿Con cuántos te has dejado por detrás cacho guarra?, dijo la otra amiga.
– Jajaja, eso no os lo voy a decir, dijo Mariola.
– ¿Usarás preservativo siempre no?
– Eso por supuesto, dijo Mariola poniéndose seria, – pero a mi me gusta que acaben fuera, jajaja, por si acaso…
– Jajajaja¡
– Jajajaja¡.
– Seguro que ya no os acordáis cuando teníamos 20 años, pero no os imagináis que corridas se pegan, con que potencia lo hacen, ¡¡me da mucho morbo eso!! me encanta terminar así, boca abajo y que me lo echen todo por la espalda y por el culo, algunos se corren tan fuerte que me llegan hasta el pelo o la cara.
– ¡¡¡Ala tía, joder que asco!!!
– Jajajaja
– ¿Y luego no te has encontrado a ninguno de los chicos esos por la calle?, tampoco es tan grande la ciudad…
– ¿De los chicos con los que he quedado?, dijo Mariola.
– Si, claro.
– Alguna vez, mira hace poco ahora que lo dices, estaba trabajando en el banco y me tocan en la puerta del despacho, ¿es usted la directora?, le digo que si que pase, y entra un padre con el hijo para pedirme un préstamo para comprarle un coche al chico.
– ¿Y le conocías al chico?
– Joder que si, habíamos estado follando dos semanas antes, hicimos como que no nos conocíamos delante del padre.
– Vaya situación, dijo una amiga.
– Pues si, fue algo rara, el chico estaba muy callado y yo hablando con su padre, ni remotamente se podría haber imaginado que dos semanas antes le estaba chupando la polla a su hijo.
– Jajajaja, ¡que bueno!
– ¿Y sabéis lo mejor?, dijo Mariola
– Sorpréndenos.
– Que no solo les di el préstamo para que compraran el coche, ahora follo con su hijo en el coche nuevo.
– Jajaja.
– Eso es trato de favor o prevaricación, te podrían despedir del trabajo, jajaja.
– ¡¡Que cabronas!! jajaja, sí, con ese chico solo había quedado una vez y no nos habíamos vuelto a ver, pero después de encontrarnos en el banco nos volvimos a poner en contacto, ahora solemos follar una vez al mes o así…
– Ahora sabe que eres directora en un banco, eso le daría morbo…
– Si, eso le pone mucho, dice que quiere ir una mañana a la oficina y follarme en mi despacho.
– Mmmmm, eso si que suena morboso y arriesgado, dijo una amiga.
– ¿Lo harás?, preguntó la otra.
– Hay que diferenciar bien el placer del trabajo… pero… nunca se sabe…
– Jajajajajaja…
– Vamos que te encantaría tirártelo en tu oficina.
– Desde luego que me encantaría.
Mariola se levantó del sofá mirando el reloj y les dijo a las amigas que ya eran las 23:30.
– Venga chicas que he quedado, si queréis acompañarme y nos tomamos una, así veis a Adrián en directo.
– A mi se me hace muy tarde, no le dije a Alfredo que fuera a salir.
– Pues llámale y te vienes a tomar una copita.
– Venga está bien, solo una y es por conocer a tu ligue, eh…
– Jajajaja
Al final las tres amigas se fueron al bar en el que Mariola había quedado con un desconocido por el Tinder. Se puso unos leggings en la parte de abajo que marcaban su redondo culo con anchas caderas, tenía muy buen cuerpo con unos pechos pequeños y bonitos. Llegaron media hora antes de la cita prevista y se tomaron una copa en lo que esperaban. A la una en punto apareció un chico joven, era atractivo aunque mas bajito de lo que parecía en las fotos. Echó una ojeada visual al bar y al no ver a su cita se apoyó en la barra y se pidió una cerveza.
– Ahí lo tenéis chicas, dijo Mariola.
– Buffff, está muy bueno.
– Está buenísimo.
– Bueno os dejo, voy a hablar con él.
Se levantó Mariola y se fue a la barra, en cuanto se vieron se dieron dos besos y comenzaron a hablar, el chico mediría 1,68 escaso y aunque Mariola medía 1,65, pero con los tacones era más alta que él. Estuvieron un rato hablando mientras las amigas de ella no perdían detalle de la situación, se notaba que habían congeniado bien desde el primer momento. Tampoco se iban a hacer amigos, habían quedado para lo que habían quedado.
Cuando llevaban una media hora hablando se pusieron los dos de pies y Mariola se acercó a donde estaban sentadas sus dos amigas.
– Chicas, nos vamos.
– ¿Te vas con Adrián?
– Si.
– Pásalo bien cabrona.
– Ciaooo.
Volvió con el chico que la agarró por la cintura para salir del bar, fue el primer contacto entre ellos y una vez en la calle fueron andando un rato agarrados, como si fueran dos novios, Adrián la llevaba sujeta por la cintura y de vez en cuando bajaba la mano para sobar el culazo de Mariola que se dejaba hacer, le gustaba que el chico no se cortara un pelo con ella, eso es lo que le gustaba, que fueran al grano. Al final se metieron en el hotel mas cercano que encontraron.
50 minutos mas tarde de haberse conocido ya estaban follando como salvajes en la habitación del hotel, después no volvieron a verse mas.
6
Llegué con Claudia y las niñas a casa de mis suegros para comer y al entrar allí estaba toda su familia al completo. Ya me había preparado una encerrona mi mujercita, lo que menos me apetecía era una comida con “los Álvarez”. El primero que vino a saludarnos fue mi suegro Manuel y al momento apareció mi cuñado Gonzalo que como siempre se lanzó a dar dos besos y un abrazo a mi mujer.
– Vaya con mi cuñadita, cada vez estás mas guapa, dijo agarrándola por la cintura.
Si, odiaba a aquel tipo, Gonzalo, no solo era mi cuñado, por desgracia también era mi jefe, lo mismo que mi suegro, sin embargo tengo que decir que Manuel era una buenísima persona, todo lo contrario que el fanfarrón de mi cuñado. En el salón estaba sentada en el sofá con cara de amargada, como siempre, su mujer Carlota, hermana mayor de Claudia, tenía 44 años y la misma mala hostia que mi mujer y mi suegra, aunque era igual de guapa que Claudia, a pesar de no haber tenido hijos se estaba echando a perder y cada vez lucía un culo mas gordo, eso sí tenía unas enormes tetas que habían sido objeto de mis pajas en muchas ocasiones.
A su lado sentada estaba Marina, llevaba en brazos su hija pequeña de 11 meses, era mi concuñada y mi musa pajillera número uno desde que la conocí, es la mujer de Pablo, el hermano mediano de Claudia, otra gran persona, lo mismo que su mujer con la que tenía cuatro hijos a cual mas guapo y adorable. Hacían la pareja perfecta, mi cuñado de 42 años y ella de 39, una chica tremendamente atractiva, una morena de 1,70 guapa y con un pelazo espectacular que le llegaba casi hasta el culo, podría haber sido presentadora de televisión por su belleza, educación y saber estar, era periodista pero abandonó la carrera para cuidar a sus hijos, tenía un cuerpo casi perfecto a pesar de los 4 partos, buenas piernas, mejor culo y unas tetas talla 90 muy bien puestas. Era mi único consuelo para estas reuniones familiares, reconociendo que mi mujer también era muy atractiva había algo en Marina que desataba todos mis morbos, a veces pensaba que sin duda alguna ella era la única con la que pondría los cuernos a Claudia. Muchas veces me preguntaba como tenía que ser en la cama aquella diosa.
Luego apareció mi suegra Pilar, dando órdenes y que nos sentáramos a la mesa, otra bruja como Claudia y Carlota. No la soporté desde el primer momento que la conocí y en nada tenía que ver con su marido Manuel, un hombre hecho a si mismo y un gran trabajador.
Todos ellos eran los “Álvarez”.
Sí, los Álvarez, una familia muy conocida en nuestra pequeña ciudad, formaban un pequeño grupo empresarial y tenían varios negocios. El primero de todos fue la fábrica de dulces y pasteles de sus abuelos en su pueblo natal, muy cerca de la ciudad donde vivíamos, al morir estos Manuel junto con dos hermanos se quedaron con la fábrica, luego había comprado otra fábrica de zapatos que estaba pegada a ésta y después y muy poco a poco Manuel se había ido haciendo con todo tipo de negocios, gasolineras, comercios, flota de camiones, inversiones inmobiliarias, (pisos y plazas de garaje). En su pueblo de origen casi todos los negocios eran suyos y las fábricas también y luego en la ciudad también tenía varios negocios y casi todos funcionaban muy bien.
En cuanto Carlota y Pablo cumplieron los 18 años, tenían claro que iban a estudiar en la facultad de empresariales para poder formarse y continuar con el negocio familiar, sin embargo Claudia que era la pequeña siempre fue un poco por libre y era la más rebelde, su mayor ilusión era ser profesora de inglés, aunque Pilar no quería no le faltó el apoyo de Manuel para que estudiara lo que quisiera. Fue un poco la protegida, era su hija pequeña, para todos la consentida. Y yo era el inútil de su marido.
Pero claro, Carlota y Pablo enseguida ascendieron en la pirámide empresarial, lo que les llevó a ganar mucho dinero, sin embargo nosotros no éramos mas que una profesora de inglés y yo, un licenciado en filología hispánica que no encontraba trabajo ni a la de tres. Claudia quería llevar el ritmo de vida de sus hermanos y para nosotros era imposible, nos compramos un gran chalet que tuvo que pagar en gran parte su padre y al final también tuvo que darme trabajo en una de sus fábricas.
Y así es como empecé a trabajar en la fábrica de zapatos, era una de las que mas beneficio le dejaba al grupo empresarial Álvarez y al frente de la fábrica estaba ni mas ni menos que como encargado mi cuñado Gonzalo. Yo no quise trato de favor por ser el marido de Claudia y con 28 años, uno antes de casarnos, empecé a trabajar allí como un operario más, esto para mi mujer fue una humillación y le llevó a continuos enfrentamientos con su hermana Carlota que por aquel entonces era la jefa de personal del grupo, para que me buscara un sitio mejor.
En la fábrica de zapatos Gonzalo era el encargado, no tenía mucho don de gentes, para la mayoría de los trabajadores era un déspota y un enchufado y éste les correspondía tratándoles bastante mal, incluso a mi, al que al principio me llamaba en público “cuñadito” para dejarme en evidencia delante de todos.
Pablo, el hermano mediano de Claudia, fue aprendiendo el oficio junto con su padre Manuel, al que acompañaba a todos los sitios, sin duda alguna cuando éste faltara iba a ser su sucesor, con el paso de los años ya era su mano derecha y Carlota también había ascendido y ahora era la administradora del grupo empresarial. Manuel era un hombre mayor y poco a poco le iba dejando a su hijo que tuviera más protagonismo en todas las decisiones empresariales. Yo, claro también había ido ascendiendo en la fábrica y ahora, 9 años después de empezar en la fábrica, era el segundo de Gonzalo, que seguía siendo el que tomaba todas las decisiones.
Aquella no iba a ser una comida normal, cuando nos sentamos todos a la mesa, Manuel nos dio la noticia.
– Familia quería deciros que ya son muchos años, llevo trabajando desde los 12 años y es el momento de dejarlo, Pablo desde hace tiempo se encarga de todo, dijo dándole unas palmaditas en el hombro, – y yo estoy muy mayor y me apetece descansar, sé que voy a dejar esto en muy buenas manos, la semana que viene me voy a jubilar y Pablo va a ocupar mi lugar.
Todos allí le dimos la enhorabuena, fue una gran sorpresa para Claudia y para mi que nos miramos sin esperarnos la noticia, sin embargo tanto Pablo y su mujer como Gonzalo y Carlota no mostraron el menor sobresalto, estaba claro que estaban enterados de todo lo que iba a pasar, pero lo que más me molestaba era la medio sonrisa que Gonzalo no podía disimular. Algo iba a sacar de la jubilación de mi suegro. Y es que tengo que reconocerlo, no soportaba a mi cuñado, iba de sobrado y no era mas que un muerto de hambre cuyo único mérito en la vida había sido engatusar a la amargada de Carlota.
7
Conocí a Claudia en la universidad de filosofía y letras, por aquel entonces era nuestro último año de carrera. Yo había tenido muchas novias y rollos antes, sabía cómo ligar y esas cosas siempre llaman la atención en otras chicas, que te ven acompañado siempre, eso explicaba que aun siendo físicamente de cuerpo normalito, aunque de cara muy guapete consiguiera que Claudia, el bombón de la universidad, se fijara en mi.
Comenzamos a salir, hace ya más de 14 años, cuando los dos teníamos 23 años (ahora tenemos 37), me costó casi un año de novios poderme acostar con ella y aunque ella había tenido algún medio rollete antes, seguía siendo virgen. Las primeras veces que follamos fueron un desastre, pero poco a poco fuimos mejorando mucho con respecto al sexo.
Tengo que reconocer que a esa edad, aunque Claudia no hacía nada de deporte, estaba muy buena y tenía un señor cuerpazo, pequeñito en tamaño, pero con unas buenas tetas naturales y un pedazo de culo: redondo, pequeño, suave y duro. Como por aquel entonces no teníamos casa propia cualquier sitio nos venía bien para tener relaciones, lo hacíamos principalmente en su casa, si no estaban sus padres, o en la mía o en un coche viejo que yo tenía. A mi me gustaba mas estar en una cama y podernos desnudar tranquilamente para así poder apreciar el cuerpo de mi novia, si follábamos en el coche aunque era mas morboso no podía disfrutar tanto de sus curvas.
En el plano sexual ya he dicho que al principio no es que las relaciones fueran la hostia, pero a medida que Claudia cogió experiencia fue llevando las riendas de lo que hacíamos. Al follar lo que le gustaba a ella era ponerse encima de mi y cabalgarme hasta que me corría dentro (por supuesto con condón). También practicábamos sexo oral, sobre todo yo a ella, desde el principio siempre le gustó que la comiera el coño, era con lo que conseguía sus mejores orgasmos y así sigue siendo en la actualidad. En cuanto a lo del sexo oral de ella a mi, no puedo decir que Claudia haya sido una gran mamadora, sus momentos de darme placer se limitaban a unos pocos segundos de darme unos lametazos a la polla, como si fuera un gatito sin apenas metérsela dentro de la boca. Vamos que de chupar pollas no tenía ni puta idea y además agacharse a comérmela era rebajarse mucho para ella, así que no tardó en dejar de hacerlo.
Lo que si que me hacía y de maravilla eran las pajas, puedo afirmar que Claudia era una maravillosa masturbadora (bueno, lo sigue siendo) y me hacía unas señores pajas, sobre todo durante los primeros años. Al empezar a salir aunque no teníamos sexo pude aguantarme gracias a las masturbaciones de Claudia, que no tardó en complementar usando la otra mano para meterme un dedo en el culo, eso sí, reconozco que fue a petición mía. Que me incrustara el dedo en el ano mientras me tocaba hacía que me corriera como un auténtico cerdo. Sin embargo su virginal culito siempre estuvo vetado para mi, nunca me dejó ni tan siquiera acercarme a él, ni con la mano, ni con la boca, ni mucho menos con mi rabo para metérsela.
Nada más terminar la carrera de magisterio Claudia se estuvo preparando las oposiciones a maestra, mientras que yo iba alternando un trabajo basura con otro. No puedo decir que mi carrera tuviera muchas salidas y no me veía con ganas ni preparado para sacar una oposición. Empecé de reponedor en unos grandes almacenes, luego de comercial de seguros, en una gasolinera…no paré nunca de trabajar, eso sí, Claudia y su familia eran muy conocidos en la ciudad y para ella era una total deshonra que su novio tuviera ese tipo de trabajos y mas cuando su padre me podía “colocar” en cualquier sitio.
Mi por entonces novia insistía en que aceptara trabajar para los Álvarez, pero yo me resistí todo lo que pude. Claudia no tardó en sacar la oposición como profesora de secundaria en inglés y estuvo unos años trabajando fuera hasta que pudo coger una plaza donde vivíamos. Con 28 años (casi 5 de relación) me dijo que teníamos que casarnos porque no quería esperar mas a tener hijos, sin embargo la condición que me puso fue que no podía seguir así en el tema laboral, que debía tener un trabajo estable, así que finalmente acepté a trabajar en el negocio familiar.
Me reuní con su padre Manuel y Carlota, que por aquel entonces era la jefa de personal, Manuel me dijo que donde quería trabajar y yo le pregunté que cuando un desconocido les iba a pedir trabajo que les solía ofrecer.
– Pues les suelo ofrecer en la fábrica de zapatos, allí hay mucho trabajo y siempre hace falta gente, me dijo.
– Yo no quiero ningún trato de favor, así que mañana mismo empiezo en la fábrica como uno más, le contesté a mi suegro.
Carlota no dijo nada en toda la reunión, pero me fijé en su sonrisa cuando acepté trabajar en la fábrica donde su marido era el encargado. Cuando llegué a casa, Claudia ya me estaba esperando con el cuchillo entre los dientes, por supuesto que su padre le había llamado para informarla de nuestra reunión.
– Pero tu eres gilipollas o que te pasa, ¿de verdad piensas que voy a aceptar que mi futuro marido trabaje en la fábrica como uno mas?, y cobrando 1000 putos euros, ¿no ves que voy a ser el hazmerreir de todos?, no haces mas que avergonzarme…
Sin embargo tuvo que tragar, porque yo no iba a ceder en ese aspecto y así comencé a trabajar en la fábrica en la que mi cuñado Gonzalo llevaba unos años siendo el encargado. Durante casi un año le tuve que aguantar su mirada de superioridad y sus absurdas ordenes, me llamaba “cuñadito” delante de todos y sin duda era lo que peor llevaba. Al final tuve que tener una conversación a solas con él y le dije que dejara de llamarme eso delante de todos, por lo menos se dió por enterado y en el trabajo ya no me lo dijo mas, pero para el resto de la fábrica ya tenía un apodo. “Cuñadito”.
Ese año ya se aceleró todo, nos compramos un lujoso chalet, (que gran parte fue pagado por los padres de Claudia), ascendí en el trabajo y comenzamos los preparativos de boda. Sin embargo un año antes que nosotros se casaron Pablo y Marina. El día de la boda fue un gran acontecimiento en la ciudad, se casaba uno de los “Álvarez”, tuvieron mas de 400 invitados y fue una boda donde no faltó detalle, incluso con invitados famosos. Cuando vi todo eso me entraron unos sudores fríos pensando que el año siguiente era yo el que iba estar en el lugar de Pablo. No me había hecho hasta ese momento la idea de lo que era casarse con una “Álvarez”. (cuando comencé a salir con Claudia ya se había casado su hermana Carlota con Gonzalo).
La boda de Pablo con Marina fue como un cuento de hadas, la novia iba tremendamente guapa con un escote palabra de honor. Durante la celebración después de comer, no pude resistirme y sacar a bailar a la novia, ya por entonces llevaba unos años pajeándome con Marina, e incluso solo con bailar con ella llegué a excitarme. Por su parte Claudia también se lo estaba pasando en grande y después de la tensión acumulada de todo el día de la boda se había desmelenado bastante (una de las pocas veces que he visto a mi mujer pasada de copas), la vi bailando en repetidas ocasiones con mi nuevo jefe, Gonzalo que llevaba una borrachera considerable, mientras su mujer Carlota sentada tenía la misma cara de mala leche de siempre viendo desvariar a su marido junto con mi entonces novia.
Si Marina iba guapa que decir de Claudia, iba imponente con un vestido verde de un solo color y muy ajustado a su cuerpo hasta los pies, era tan ceñido que dejaba poco a la imaginación sobre las curvas de mi futura mujer, en la falda tenía una abertura y con mucha frecuencia enseñaba una de sus piernas y además llevaba la espalda casi totalmente al aire. Era un vestido arriesgado, pero que a Claudia con 28 años le sentaba como un guante.
Desde la barra me quedé mirando como bailaban Claudia y Gonzalo, mi mujer se mueve muy bien y tengo que reconocer que mi cuñado, para tener casi 50 tacos también era un gran bailarín y manejaba el pequeño cuerpo de mi mujer a su antojo. Y no sé porque viendo aquella escena mi polla comenzó a ponerse gorda y aunque intenté apartar esos pensamientos de mi cabeza no pude evitar recordar cosas del pasado que no debía. Volví a sentir ese cosquilleo insano en el estómago y cuando me quise dar cuenta tenía una erección formidable bajo el pantalón. Aquello no era normal, tan solo estaban bailando y pensé que aquella etapa anterior de mi vida estaba olvidada, pero claro que no lo estaba, tan solo estaba dormida. Entonces me me acordé de ella, de mi ex novia Cristina, (merece un capítulo aparte), rememoré todo lo que me hizo y como me humilló y mientras lo hacía no dejaba de mirar como bailaban armoniosamente Claudia y Gonzalo, totalmente compenetrados, como si llevaran bailando juntos toda la vida y ahora ya mi polla estaba tan dura que incluso me dolía.
Pero lo peor fue cuando terminaron de bailar, Claudia fue a hacerse unas fotos junto con su hermano y otros familiares y Gonzalo viéndome solo en la barra se acercó a mi para pedir también una copa.
– No sabía que mi cuñadita bailaba tan bien, me dijo riéndose, – ¿tu no la sacas a bailar?
– Es que a mi se me da fatal, tengo dos pies izquierdos, dije yo
– Me parece a mi que mi cuñadita es mucha mujer para ti, me soltó el muy cerdo dejándome con la palabra en la boca y marchándose con su mujer.
No supe ni que responder, me pareció una frase totalmente fuera de lugar y debí habérselo contado a mi mujer, sin embargo lo dejé pasar y me fui a los baños a refrescarme un poco. Cuando me puse en el urinario estaba tan empalmado que no me salía ni gota, me acordé de Marina, de mi ex Cristina, de Claudia y sobre todo de mi cuñado, no dejaba de escuchar en mi cabeza “mi cuñadita es mucha mujer para ti” y su risa burlona y con todos esos pensamientos comencé a meneármela muy lentamente. Al final decidí no correrme, porque viendo tan alegre a Claudia deduje que luego en casa podría tener ganas de sexo y en el estado que yo iba si me corría no se me iba a volver a poner dura.
No veía el momento de regresar a casa y por fin terminó la boda, como había imaginado llegamos con unas ganas locas de follar a nuestro recién estrenado chalet, yo con toda la excitación acumulada durante el día y Claudia con alguna copita de mas subimos corriendo hasta la habitación.
Aquella noche cambió nuestra vida sexual para siempre.
Subimos por la escalera besándonos y desnudándonos, a mi no me dio ni tiempo de soltar los regalos de boda que llevaba en una bolsa, para cuando entramos en la habitación ya estábamos en ropa interior. Claudia me empujó en la cama y se arrodilló ante mi, me bajó el slip y mi polla salió como un resorte, me pegó varios lametones como solía hacer y jugando con su lengua alrededor de mi capullo y mirándome con cara de niña mala se la metió en la boca hasta la mitad mientras me metía un dedo en el culo. Apenas estuvo unos 30 segundos, aunque debía estar muy cachonda para hacerme eso.
– ¡Que dura la tienes!, me dijo orgullosa poniéndose de pies, como si me hubiera hecho la mejor mamada del mundo (en ese momento no sabía que era la última vez que iba a tener mi pene en su boca en muchísimo tiempo), – vamos, me toca…
Y se tumbó en la cama, cuando fue a quitarse sus braguitas blancas le pedi por favor que no lo hiciera, que quería lamer su coño con ellas puestas. Se acostó boca arriba y se abrió de piernas, como si fuera a dar a luz.
– Déjame a mi, dije poniendo mi cara en su entrepierna y apartando yo mismo hacia un lado las braguitas para poder ver su coño.
Comencé a lamer su empapada rajita y Claudia me agarró de la cabeza apretándome contra su pubis, estaba visiblemente borracha y excitada a partes iguales y no dejaba de mover sus caderas contra mi mientras yo seguía chupándola. Entonces volví a acordarme de mi ex Cristina, otro flash en mi cabeza y que es lo que mas le gustaba, lo que siempre me pedía, algo que hasta ese día nunca había hecho con Claudia.
Me tumbé en la cama y mi novia me miró extrañada al haberme detenido muy cerca de su orgasmo.
– ¿Pero que haces?, ¡¡¡estaba a punto de correrme!!!, protestó Claudia.
– Siéntate encima de mi, dije con la polla apuntando al techo.
– No quiero eso, quiero terminar…
– Tu hazme caso…
Sin decir nada vi que Claudia puso cara de resignación y se puso sobre mi para follarme con una buena cabalgada, aunque en ese momento lo que le apetecía hubiera sido que terminara mi cunnilingus, cuando me agarró la polla para metérsela dentro supe que no me había entendido lo que yo quería hacer.
– No, eso no, siéntate encima de mi, quiero decir que te sientes encima de mi cara…
– ¿Como que encima de tu cara?
– Ven aquí, sube mas, eso es, quiero comértelo así.
Y Claudia por fin plantó su coño de nuevo sobre mi boca, sentándose encima de mi. Otra vez fui yo el que apartó las braguitas a la vez que sacaba la lengua sobre su húmeda rajita. Parece que a mi novia le gustó aquello pues a empezó a moverse a toda velocidad como si me estuviera follando la lengua. Claudia se movía a lo bestia y me restregaba los fluidos de su coño por toda la cara, incluso un par de veces me llegó a hacer daño en la boca y en la nariz y se frotaba tan fuerte que hasta me quedé sin respiración unos segundos, pero eso a ella ya le daba igual, en esa postura estaba a punto de llegar al orgasmo, se seguía moviendo sobre mi lengua arriba y abajo hasta que por fin se corrió.
– David, ¡¡me corroo!! que buenooo!!! me corrooo!!!, ahhhh… siii… siii
Y cayó al momento a mi lado todavía con la respiración jadeante.
– Mmmmm que bueno, me ha encantado, hacía tiempo que no me corría así…
Yo me giré hacia la mesilla y me coloqué un preservativo para metérsela a Claudia, que ahora sí, totalmente satisfecha y medio borracha era lo último que le apetecía en ese momento, follar conmigo.
– ¿Que haces David?, dijo al verme con la goma puesta sobre mi polla, estoy un poquito mareada, no me apetece mucho ahora que te me pongas encima a moverme…
– Joder Claudia, mira como estoy, no puedes dejarme así.
– Ven anda, que no voy a dejarte así.
Se sentó a mi lado y me agarró la polla para comenzar a hacerme una paja lentamente, como siempre me la hizo de maravilla. Me la estaba meneando de lujo, a un buen ritmo y con la presión justa, mientras no dejaba de darme besitos por el cuello.
– ¿Quieres que te meta el dedo por el culo?, me dijo jadeando en mi oído.
Yo sabía que eso lo hacía para que me corriera antes, ni tan siquiera esperó mi respuesta, me metió uno de sus dedos en la boca hasta que lo empapé bien y después nos tumbamos de lado frente a frente, así en esa posición me introdujo el dedo en el culo mientras que con la otra mano no paraba de pajearme. Ya no iba a poder aguantarme mucho mas, me producía mucho morbo y placer que Claudia jugara con mi ano y ella lo sabía, aquello me llevaba al limite. Pero cuando estaba a punto de correrme vi que de la bolsa de los regalos de la boda se había caído al suelo un puro de estos que viene metido en una funda como de plástico duro, entonces cerca del orgasmo se me ocurrió la idea.
Me senté en la cama y cogí la funda del puro que estaba en el suelo y se lo enseñé a Claudia que no sabía porque le había detenido su masturbación.
– ¿Pero que haces?, me dijo.
– Toma, méteme esto por detrás.
– ¿Quieres que te meta eso por el culo?, dijo ella extrañada.
– Si, fóllame el culo con eso, hazlo por favor, dije mientras me ponía a cuatro patas en la cama…
– Pero David…
– ¡¡Hazlo!! estoy muy cachondo, quiero que me metas eso en vez de el dedo…
– Si es lo que quieres…
Y sin decir nada más, me fue metiendo la funda del puro por el recto, tengo que decir que entró con mucha facilidad, no era de mucho grosor y me dio un placer inmenso, cuando lo tuvo dentro lo fue sacando y metiendo muy despacio, sodomizando mi ano. Yo en esa posición sumisa a cuatro patas me sentía tremendamente excitado, movía ansioso las caderas en círculos, buscando que ella siguiera una y otra vez jugando en mi parte trasera.
– ¡¡Asíii, fóllame el culo, fóllamelo bien!!
– ¿Te gusta esto?
– Me encanta joder, ¡¡¡me encanta!!! ¡¡¡fóllame mas fuerte!!!
Claudia cogió la funda como si estuviera empuñando una espada y de una sola embestida me lo metió hasta que su puño chocó con mis nalgas. Esa violencia hizo que me diera todavía mas placer y el contacto de su mano contra mis glúteos sonó como si me diera un puñetazo, pero no se quedó ahí, siguió dándome golpes con su mano en el culo y cada vez lo hacía mas fuerte, era como si me estuviera acuchillando por detrás, me lo hacía con fuerza y cada vez más rápido, la funda se deslizaba fácil en mi ano y mi polla comenzó a vibrar fruto de la excitación acumulada. En la habitación ya solo se oían mis gemidos y los golpetazos de su puño contra mis nalgas mientras me follaba el culo con la funda del puro.
– ¡¡No te pares Claudia!! ¡sigue!, estoy a punto de correrme…
Sin embargo ella se dio cuenta de que al estar sobre la cama iba a ponerlo todo perdido con mi abundante e inminente corrida.
– Ponte en el suelo, ¡córrete aquí si quieres!
Yo obedecí sin rechistar y me puse a cuatro patas a los pies de la cama y Claudia volvió a introducirme la funda del puro. Otra vez con fuerza y saña como hacía unos instantes, solo que esta vez pasó una de sus manos hacia delante y me agarró la polla para comenzar a masturbarme.
– ¡Vamos córrete ya!
– ¿Te gusta follarme el culo?, dije yo.
– Si te gusta a ti…
– No, dime que te gusta follarme el culo, llámame cosas, ¡¡insúltame!!
– ¿Que quieres que te diga?, dijo Claudia sorprendida.
– Lo que quieras, llámame puta, maricón, cerdo…¡¡estoy a punto de correrme!!
– ¡¡David!!
– ¡¡Vamos hazlo, dime que soy un maricón y que me dejo follar el culo!!
-¡¡Vamos córrete maricón!! ¡¡córrete maricón de mierda!! dijo meneándomela mas rápido.
– ¡¡Me voy a correr Claudia!!
– ¡Córrete maricón!, ¡¡Córrete!!
Así en esa postura a cuatro patas recibiendo las embestidas del puño de Claudia en mis nalgas comencé a eyacular en un tremendo orgasmo mientras ella no dejaba de pajearme y mi leche salió disparada por todos lados, fue una corrida casi interminable y en ningún momento ella se detuvo en follarme el culo a la vez que me pajeaba.
Luego Claudia se levantó como si nada y tiró la funda del puro a la cama, miró satisfecha el desastre de mi corrida por todo el suelo y me dijo como si la cosa no fuera con ella en tono jocoso.
– Venga maricón, recoge todo esto y vamos a dormir, que estoy muy cansada…
Que me insultara así me pareció humillante y mas después de haberme corrido, que en teoría ya se te ha pasado todo el calentón, pero me encantó que lo hiciera y me dio mucho morbo. Al día siguiente nos levantamos con una buena resaca y yo estaba muerto de la vergüenza de haberme comportado así la noche anterior con mi por entonces novia…lo que entonces no sabía es que a ella también le había gustado, aunque no me lo dijera en ese instante y no solo eso.
Había despertado el interés de Claudia de jugar con mi culo.
8
Como siempre mi mujer era la maestra de ceremonias, estábamos toda la familia en casa de sus padres y Claudia junto al árbol de Navidad nos iba llamando para recibir los regalos de reyes. Por supuesto empezó por los peques, nuestras hijas Paula de 5 y Blanca de 3 años y sus sobrinos y luego poco a poco fue repartiendo los regalos a todos los demás. Allí de pies junto al árbol Claudia llevaba unos vaqueros blancos que le hacían un culazo tremendo y en la parte de arriba se había puesto una camisa azul como de seda por lo que se amoldaba perfectamente a sus voluminosos pechos.
Desde luego que mi mujercita estaba muy buena, puedo asegurar que nunca había estado tan tremenda como ahora con 37 años, se había pintado los labios del color rojo intenso y su media melena rubia, ahora recién cortada un poco por encima de los hombros, la llevaba totalmente lisa, lo que le daba un aire todavía mas de pija. Iba impecable, los zapatos con taconazo alto no hacían mas que resaltar sus fibradas piernas y su culo se veía duro y apetecible. Desde que nació Blanca, nuestra segunda hija, mi mujer había comenzado a tomarse el deporte muy en serio, llevaba mas de 2 años trabajando su cuerpo a base de gimnasio (con entrenador personal), salir a correr, jugar al padel, mas todo tipo de ejercicios para aumentar y tonificar su trasero.
Aquel día intenté recordar cuando fue la última vez que hicimos el amor, ya habían pasado mas de 4 años desde la última vez que me la había follado o pentrado, por así decirlo. Por circunstancias de pareja nuestras relaciones sexuales fueron derivando hacia unas prácticas en las que los dos estábamos a gusto y poco a poco seguimos así hasta que lo aceptamos como normal. Y desde luego que el coito con penetración no estaba dentro de lo que hacíamos, no es que no me gustara follarme a Claudia, pero ahora hacíamos otras cosas y de esa manera también nos valía para tener una vida sexual satisfactoria, mas o menos.
Una vez repartidos los regalos nos estuvimos haciendo unas fotos familiares y por supuesto Gonzalo no desaprovechó la oportunidad de agarrar por la cintura a mi mujer, con la mano lo mas bajo posible (cerca de su culo) mientras yo les hacía una foto juntos pegados al árbol de navidad.
– Hazme una así con mi cuñada favorita, dijo el cabrón sabiendo que me molestaba que se pusiera así con Claudia.
Cuando ya había pasado el día, estábamos mi mujer y yo por la noche a solas en nuestra habitación, me encontraba sentado en la cama mirando las fotos que había hecho y justo llegué al par de fotos en la que Gonzalo agarraba por la cintura a Claudia e incluso se ponía detrás de ella rodeándola con los brazos, arrimando lo mas posible el paquete al cuerpo de mi mujer.
– Me pone de los nervios que el plasta de Gonzalo siempre esté encima tuyo.
– ¿Y que quieres que haga si se ha puesto pesadito que se quería hacer una foto conmigo?
– Es que no le soporto y menos cuando te toca…
– Ya sé que te cae muy mal, pero tampoco quiero pegarle así un corte delante de todos, al fin y al cabo es el marido de mi hermana.
– Pues que se vaya con tu hermana, pero que te deje ya tranquila.
– Vale, no quiero hablar mas de este tema, tan poco ha sido para tanto, solo ha sido una foto, punto y final de la discusión.
– No te enfades Claudia, eh… anda ven un momento, ahora que se han dormido las niñas, me gustaría darte un regalo que tengo.
Le entregué una cajita mas o menos del tamaño de una caja de zapatos a mi mujer envuelta en papel de regalo. Claudia ilusionada comenzó a romper el papel.
– No tenías que haber comprado nada, ya me has regalado muchas cosas cariño.
– Esto no podía dártelo delante de todos…
Cuando terminó de abrir el paquete, puso cara de resignación al ver el regalo, luego abrió la caja y sacó lo que había dentro. Era un arnés último modelo del que colgaba una enorme polla realística de 20×4,5 cm.
– ¿Otra mas?, pero si ya tenemos 3, dijo Claudia.
– Si, pero vi ésta en internet y me gustó, ¿podíamos probarla esta noche no?, hace tiempo que no me lo haces.
– Cada vez las compras mas grandes, dijo sopesando el tamaño de la polla, – ésta creo que te va a doler, pero de verdad que esta noche no me apetece, ¿te parece si lo dejamos para el fin de semana que viene?
– Joder Claudia tenía muchas ganas, me apetece correrme, llevamos días sin hacer nada…
– ¿Estás excitado?
– Si, mucho, ya son muchos días sin descargar…
– Te prometo que para el fin de semana que viene jugamos con ella, ¿vale?
– Está bien, como quieras…
Claudia comenzó a desvestirse mientras yo guardaba el arnés en una caja que tenemos con nuestros otros juguetitos. Antes de ponerse le pijama se quedó en ropa interior, era blanca, sin nada, ni dibujo ni encaje ni nada parecido, las braguitas eran muy pequeñas y apenas le cubrían el coño, se asomaban por arriba unos pequeños pelos rubios de su pubis recortado, el sujetador era de estos que realzaban sus ya de por si buenos pechos todavía un poco mas. Mi mujer estaba estupenda en ropa interior, le dije que se acercara un momento y ella se puso de pies delante de mi que permanecía sentado en la cama, pasé mi mano hacia delante y toqué su culo.
– Estás tremenda Claudia, vaya culo, está como una piedra, yo creo que no estabas tan buena ni cuando íbamos a la universidad.
– ¿Te gusta?, dijo sentándose en mis rodillas como una niña pequeña.
– Pues claro, como no me va a gustar, estás buenísima.
– Tu también te mantienes todavía muy bien.
– No me mientas Claudia, sabes que estos años he bajado mucho, no tengo muchas ganas de hacer deporte…
– Cuando quieras te vienes un día al gimnasio y bajamos esto, te está empezando a salir un poco de tripita, jajaja…
– Me gustaría metértela…
Mi mujer me miró con cara de sorpresa, como si no entendiera lo que acababa de decir.
– ¿Como has dicho?, me dijo
– Que me gustaría metértela…
– ¿Ahora?, ya te he dicho que hoy…
– No tiene que ser ahora, solo digo que me gustaría volver a intentarlo, hace mucho tiempo que no te follo…
– Yo pensé que lo que te gustaba era lo contrario, que yo te lo hiciera a ti, dijo pasándome el dedo indice por el paquete.
– Bueno si, eso también me gusta, pero alguna vez me gustaría volver a follarte, una cosa no quita la otra…
– Me parece bien, solo que yo creí que ahora estábamos mas o menos bien así, tampoco quería presionarte ni que te volviera a pasar… lo que ya sabes…
– Aquello fue por la presión de dejarte embarazada y todo eso, han pasado muchos años.
– No quiero que lo vuelvas a pasar mal, acuérdate lo que pasaste…
– Mira ahora, solo con tenerte así sentada ya la tengo dura, creo que puedo hacerlo…
Claudia me agarró el paquete por encima del slip y palpó el estado de mi polla.
– Ya veo que estás excitado si…
Desabroché su sujetador y se lo quité dejándolo caer al suelo, ella estaba desnuda de cintura para arriba mientras seguía sentada en mis rodillas. Acaricié las tetas con una mano alternando sobre ambas cada vez mas fuerte, Claudia no me había soltado la polla, es más, ahora me masturbaba agarrándome el pene por encima del slip.
– ¿Que haces David?, dijo mi mujer empezando a gimotear.
– Tienes unas tetas tremendas, me vuelven loco, dije agachándome para meterme un pezón en la boca.
Claudia se dejó comer los pechos un rato, estaba excitada y me había liberado el miembro para pajearme directamente, tenía los ojos cerrados y me acariciaba el pelo para apretarme contra sus tetazas, los gemidos de mi mujer cada vez eran mas altos y el ritmo al que me pajeaba también se iba incrementando.
Me puse de pies frente a ella y nos dimos un morreo salvaje, agarrándome a sus duros glúteos levanté su pequeño cuerpo y después la dejé caer sobre la cama boca arriba, me metí entre sus piernas y poco a poco la fui sacando las braguitas. En unos segundos tenía a Claudia desnuda en la cama y abierta de piernas deseando que me la follase. Pero se lo iba a hacer de rogar un poco más, le abrí el coño tirando de sus muslos y le pegué varios lametazos en su rosada vagina.
– ¡Que bueno!, ahhhh… me encanta, dijo Claudia sujetándome por el pelo.
– ¿Quieres que te folle ya?, dije poniéndome de rodillas entre sus piernas.
– Si, ¡¡hazlo ya!!
Pero todo fue mental.
En cuanto fui acercando mi polla a su entrepierna comenzó a deshincharse a pasos agigantados, perdiendo la erección, “no, por favor, no, ahora no joder”, pensé para mis adentro mientras sujetaba mi flácido miembro entre los dedos. Claudia deseosa y con el coñito brillante por la humedad de su excitación me dijo.
– ¡Vamos métemela!
Intenté hacerlo sin éxito, me quedé bloqueado por completo, ya sabía que mi polla no me iba a responder, ni mi cabeza tampoco, pero aún así lo seguí intentando para desespero de Claudia.
– ¡Venga!, ¿que haces?, ¿me la vas a meter?, ven déjame a mi, dijo bajando la mano para ser ella la que guiara el pene a su entrada.
– No, ¡para!, dije demasiado tarde para que no se diera cuenta de lo que pasaba.
Pero Claudia ya tenía mi pingajo entre las manos y se debió sentir ridícula ofreciéndome su cuerpazo, mientras sujetaba aquel trozo de carne inerte. Menuda humillación.
– ¡Te he dicho que pares!, ¡no me toques!, siempre tiene que ser lo que tu digas, dije enfadado echándome a un lado de la cama, – mejor lo dejamos.
– Y encima te enfadas tu??, manda narices, la última vez, ¿me has oído?, ¡¡esta es la última vez que lo hacemos!!, no quiero volver a pasar lo que pasamos, dijo Claudia poniéndose la ropa interior y después el pijama a toda prisa.
Un ratito mas tarde ya dormía tranquilamente y yo seguía dándole vueltas a lo que había pasado. Que bochorno. Al final tuve que levantarme y me bajé al salón con el portátil, estuve trasteando por varias páginas eróticas, releyendo el relato cuckold de “Mi nuevo vecino de 55 años” y cuando ya estaba lo suficientemente excitado me conecté a un chat. Estaba conectado mi confidente virtual, ni compañero de pajas, Toni24.
– Que tal va todo deibiz?, me escribió.
9
Estaba en un bar junto con otros dos amigos y no dejaba de fijarse en el grupito de chicas de la despedida de soltera. Había una que era la que llevaba la voz cantante, era la mayor en un grupo de treintañeras, iban disfrazadas como de diablesas y a la novia le habían colocado la típica polla de goma en la cabeza. (que originales), llevaba en la mano una tarrina con varios chupa-chups hasta que se acercaron donde estaban ellos y la novia les preguntó.
– ¿Me compráis un chupa- chups?, es que estas cabronas me han quitado todo el dinero y tengo que ir vendiéndolos para poderme pagar las copas.
– ¿Cuanto es?, preguntó Víctor.
– Dos eurillos, dijo la novia con cara de pena.
– Venga anda, dame un tres y te puedes tomar una copa.
Mientras Víctor le pagaba los 6 euros a la novia no dejó de mirar a la amiga que estaba justo detrás de ella, morena, atractiva, pelo largo y buenas tetas, lucía bien hermosa un anillo de casada, era la mayor del grupo. Cuando se iban a ir Víctor se dirigió a ella.
– Perdona, ¿como te llamas?
– Me llamo Eva.
– Pues encantado Eva, yo soy Víctor, ¿puedo invitarte a una copa?
– ¿Estás ligando conmigo?
– De momento te estoy invitando a una copa.
– Estoy casada, dijo levantando la mano y enseñando su anillo.
– Me da igual eso, ¿puedes tomarte una copa con un desconocido o no te deja tu marido?
– Claro que me deja, además no está aquí ahora para prohibirme nada.
– ¿Entonces te pido esa copa?
– No creo que tardemos mucho en irnos, te lo agradezco, me vuelvo con ellas…
– Venga solo una copa…
Eva se quedó mirando a sus amigas que seguían la fiesta sin ella y al final decidió aceptar la invitación de ese hombre que era tan atractivo, rondaría los 45 años, 1,80, de pelo moreno y un poco canoso, peinado a raya y se notaba que hacía su ejercicio, por lo que tenía un buen cuerpo, pero lo que mas le gustaba de él era la seguridad que transmitía en si mismo. Se estuvieron contando a que se dedicaban, Eva trabajaba en una gestoría y Víctor le contó que era médico en un hospital, que estaba separado, que solía salir de fiesta alguna vez en el bar donde estaban…
– Vaya, vaya, así que he ligado con un médico.
– Solo te he invitado a un martini, de momento…, ¿sabes?, no pegas mucho con ese grupo, tu eres toda una mujer y ellas…
– ¿Me estás llamando vieja?, dijo Eva de bromas.
– Para nada, seguro que eres mas joven que yo, tengo 42 años…
– Yo tengo 43, cumplidos hace dos días…
– Pues ya quisieran tus amigas de 30 estar como tu, ¿tienes hijos?
– Si, dos… ahí se han quedado los pobres con el padre…
– Pues si me permites decírtelo, tienes un cuerpazo para tener 43 y dos hijos… y sé de lo que hablo…
– ¿Oyes, tu vas muy lanzado, no?, le dijo Eva.
– Si, no me gusta perder el tiempo.
– Tienes pinta de que pocas veces te dicen que no.
– ¿Y que haces tú con esas chicas?, no son de tu grupo de edad, ¿de quién es la despedida?
– Es de mi cuñada, se casa con mi hermano pequeño.
– Así que tu estás vigilando, dijo Víctor.
– Noooo, pero bueno, las amigas se vieron un poco en la obligación de invitarme.
– De todas formas no suelen ser fechas para una despedida.
– Si, es que se casan el 1 de febrero.
Mientras estaban hablando se acercó una de las del grupo de la despedida.
– Venga Eva, nos vamos a otro bar, dijo la chica.
– Bueno Víctor, encantada de haberte conocido, le dijo.
– Quédate a tomar otra copa, lo estamos pasando bien, pregunta que donde van a ir luego y te vuelves a unir con ellas, yo te acompaño…
– Es que no somos de Madrid, no sabemos donde vamos a ir.
– Mira hacemos una cosa, te quedas a tomar la copa conmigo y luego las llamas por teléfono y yo te acompaño donde estén, ¿te parece bien?
Eva se quedó dudando y mientras miró a la chica que hizo un gesto con la cara como diciendo “tu verás si te quieres quedar”. Al final le dijo a la amiga de la despedida.
– Quedaros por algún bar cerca que ahora voy para allá, esperarme, dijo Eva.
Y finalmente aceptó de nuevo la invitación de Víctor y dejó que se fueran a otro sitio las de la despedida de soltera.
– Si van a estar mejor sin ti, al fin y al cabo ellas serán las amigas de la novia y estarán hasta un poco cortadas porque esté la cuñada delante, dijo Víctor.
– Estas no se cortan con nada, pero si, seguramente estén mejor sin mi.
– Pues yo, si te quieres quedar conmigo toda la noche no tengo ningún problema.
– Venga anda, vamos a pedir esa copa y luego me vuelvo con ellas.
– Si, no sea que se entere tu marido que te has quedado con un desconocido en otra ciudad, ¿le sentaría mal?, dijo Víctor.
– Pues no, no es celoso y confía en mi, además para una vez que salgo, dijo Eva.
– ¿Hace mucho que no salías?.
– Pues así de fiesta si, unos cuantos años, ha cambiado mucho esto, ahora con la música esta del reggaetón y todo el mundo con los tatuajes, los piercings, estos jóvenes de hoy en día, quien tuviera su edad de nuevo…
– A ti no te hace falta, seguro que de joven no estabas tan estupenda como ahora, se nota que te cuidas.
– Que va, pero si no hago nada de ejercicio, dijo Eva.
– Pues tienes un cuerpazo.
Después de la segunda copa vino la tercera y luego unos chupitos, cuando se quisieron dar cuenta ya había pasado una hora desde que se habían ido las amigas de la despedida de soltera. Eva miró el móvil y vio que no tenía ninguna llamada perdida de ellas, pero tampoco le importó, se lo estaba pasando muy bien con aquel desconocido, que por cierto cada vez le resultaba mas atractivo. Desde luego parecía que tenía mucha experiencia con las mujeres.
– Bueno ¿y esta es tu táctica para ligar?, ¿emborracharme?, le preguntó Eva directamente, – me supongo que no me estarás invitando a tantas copas porque te caigo bien, pensé que ibas a tener otro estilo para ligar…
Víctor se quedó extrañado por la pregunta, pero se dio cuenta de que Eva estaba cayendo en su juego.
– La verdad es que me caes muy bien y estoy pasando una noche muy agradable con una morenaza, súper atractiva.
– Es que no paras, llevas toda la noche igual, jajaja, diciéndome lo buena que estoy, ya es muy tarde, yo creo que me voy a tener que ir con las chicas, voy a ver si las encuentro.
– ¿Porque no te vienes conmigo y te olvidas de tus amigas?, no ves que ni se han acordado de ti, dijo Víctor pegándose a ella y agarrándola por la cintura.
Eva se quedó paralizada de como le había puesto la mano alrededor de sus caderas, hacía muchísimos años que otro hombre que no fuera su marido le tocaba así en ese plan, pero no se sintió molesta, Víctor lo había hecho con mucha sutileza, el solo contacto con él hizo que empezara a ponerse cachonda. No sabía si eran las copas, o estar allí con ese médico tan atractivo, pero desde hacía mucho tiempo que ella no se sentía tan deseada por otro y además le gustaba mucho esa sensación. No le apartó la mano y dejó que él siguiera insistiendo, al fin y al cabo hacía años que no salía de fiesta y pensó que tampoco pasaba nada por tontear un poco con aquel tío.
– No es por mis amigas, pero ya sabes que estoy casada, dijo Eva.
– Es muy afortunado tu marido, no sabe la mujer que tiene, me gustaría invitarte a mi casa y nos tomamos la última…
– Para Víctor, no sigas…
– No vivo muy lejos de aquí, en un taxi estaríamos en 10 minutos en mi casa, dijo Víctor, – no me digas que no te apetece.
– Pues claro que me apetece, pero no puede ser, yo no soy así, estoy casada y mi marido es un buen hombre…
Mientras Eva intentaba protestar Víctor bajó una de sus manos y le tocó el culo con mucha elegancia, ella se sintió un poco estúpida dejándose sobar los glúteos mientras le contaba a Víctor que su marido era una buena persona. Pero tampoco le retiró la mano, pensó que le iba a dejar un poco más y que luego pondría punto y final a todo aquello.
– Vamos a mi casa y nos tomamos la última tranquilamente, sin tanto ruido, tu y yo solos…
– No debería estar aquí Víctor…
– Tranquila que no pasa nada, relájate, no pienses tanto y solo disfruta, déjate llevar…
– No insistas mas, de verdad que no puede ser, dijo Eva.
Sin embargo se había girado hacia él y hacía tiempo que le estaba rozando ligeramente con uno de sus enormes pechos en el brazo. De siempre había tenido las tetas muy grandes y desde los tiempos del instituto le gustaba utilizar esa técnica para calentar a los chicos. Lo siguió haciendo en la universidad e incluso así fue como se ligó a su marido. Ahora se juntó un poco mas con él e hizo mas presión con su pecho sobre el brazo de Víctor. Le estaba rozando descaradamente con sus tetazas y tenía los pezones duros como piedras, seguramente le debían de haber crecido un par de centímetros.
Se sintió tremendamente excitada y junto con la desinhibición de las copas que se había tomado se le pasó varias veces por la cabeza hacer una locura. No podía resistirse a aquel hombre y cada vez tenía mas ganas de tener sexo con él, pero ella no era así, llevaba mas de 10 años casada y casi 20 con su marido y nunca le había puesto los cuernos, pero así como estaban, en una ciudad que no la conocía nadie, dejándose sobar el culo como una colegial y haciendo de calienta pollas como cuando iba a el instituto se dejó llevar. Si Víctor insistía un poco mas iba a perder la cabeza.
– Venga vamos a mi casa, estaremos mas cómodos, dijo Víctor haciendo mas presión sobre su culo.
– Apenas te conozco, no me gusta ir a casas de desconocidos y menos a estas horas…
– Sabes que me llamo Víctor y que soy médico en el hospital de la ciudad, ¿que mas quieres saber?
– No es eso… mira todo esto es una locura…
– Si no quieres ir a mi casa, vamos a un hotel, aquí al lado hay uno que está muy bien, tu no te preocupes, yo me encargo de todo… vamos…
Víctor rodeó a Eva por la cintura y se marchó fuera del bar con ella, estuvo tentada varias veces de decirle que se volvía con sus amigas, pero el caso es que acompañó a aquel desconocido por la calle y 5 minutos mas tarde estaban a las puertas de un hotel. Con determinación Víctor entró dentro mientras volvía a rodear su cintura con el brazo. Eva avergonzada miró hacia los lados por si alguien pudiera reconocerla, pero sabía que era absurdo, eran las 3 de la madrugada, el hall del hotel estaba vacío y se encontraba en una ciudad distinta de la que vivía con su familia y amigos.
– Una habitación para dos, dijo Víctor.
El recepcionista miró a la parejita y enseguida les pidió los Dni. Eva le miró a Víctor y le dijo que no con la cabeza.
– Me voy a alojar yo solo, dijo Víctor, ella es solo una amiga que me acompaña, no hace falta pedirla el Dni, ¿verdad?
– Entiendo lo que me dice, por supuesto señor, con su Dni es suficiente. ¿desayuno?
Víctor miró a Eva como preguntándola si quería desayunar por la mañana, ella dijo que no con la cabeza, desde luego que en aquel tramite estaba pasando mucha vergüenza, se sentía como una fulana en un hotel que se iba a dejar follar por aquel tío y percibía como el recepcionista la miraba de manera libidinosa, llevaba el disfraz de diablilla en la mano con sus cuernos y su cola roja y le entraron muchas dudas de última hora antes de subir a la habitación.
– Víctor me voy a ir…
– Espera que ya casi está.
– Habitación 308, allí está el ascensor, según salen a la derecha, que tengan una feliz estancia, dijo el recepcionista.
De nuevo la rodeó por la cintura mientras andaban hasta el ascensor, en cuanto entraron dentro Víctor se apresuró en buscar la boca de Eva y ella temblorosa le correspondió el beso hasta llegar a la tercera planta. De camino a la puerta de la habitación del hotel iban agarrados de la mano con un calentón tremendo, pasó la tarjeta por el lector y entraron dentro.
Comenzaron a besarse ahora mas salvajemente y cayeron sobre la cama. Justo en ese momento sonó el teléfono de Eva, Víctor ya la estaba comiendo el cuello y sobándola las dos enormes tetas con las manos por encima de la ropa.
– Espera, espera, que es mi cuñada, son las de la despedida…
Mientras hablaba con las chicas Víctor no perdía el tiempo y escuchando como se excusaba diciendo que estaba tomando una copa en otro sitio le fue sacando los pantalones.
– Dentro de un rato os llamo, dijo Eva ya medio jadeando, yo os busco, no os preocupéis que estoy bien.
Y colgó el teléfono para dejarlo en la mesilla, Víctor ya estaba solo con el bóxer puesto y la levantó un poco para poderla quitar la camiseta, ella también se había quedado en ropa interior. Estaba muy nerviosa y todo su cuerpo temblaba como un flan.
– Estoy muy nerviosa, hace mucho tiempo que no estaba con otro hombre.
– Shhhh, tranquila, solo disfruta y déjate llevar.
Se tumbaron de lado frente a frente mientras se besaban y no dejaban de tocarse. Se dio cuenta de que Víctor tenía un cuerpazo a sus 42 años y no pudo resistirse a tocarle el paquete por encima del boxer. No va nada mal armado, pensó y sin poder resistirse mas le metió la mano por dentro hasta que le agarró la polla, era muy grande, bastante mas que la de su marido, casi 20 cm, le salió casi sin querer un pequeño gemido al notar el calor de su miembro en la mano.
– Mmmm, no estás nada mal, dijo Eva que estaba pensando en que nunca había tocado una polla así.
– Lo mismo digo, dijo Víctor desabrochando su sujetador, tienes unas tetas muy… bonitas…
Mientras Eva comenzaba a meneársela lentamente Víctor no dejaba de jugar con sus pechos, amasándolos bien y pellizcando sus pezones. Cuando se cansó se puso encima de ella y bajó la cabeza para chupar sus tetas, estuvo un buen rato saboreando aquellos manjares y hasta llegó a morder varias veces sus pezones, Eva ya estaba muy cachonda y soltó otro gemido cuando se tumbó sobre ella y le puso la polla encima de su coño para restregársela un par de veces. Ella todavía llevaba puestas las braguitas.
– ¿Quieres que te folle?, dijo Víctor
– Si por favor, hazlo, me encantaría, pero ponte condón…
– Quiero que me lo pidas, dime que te folle, dijo Víctor quitando sus braguitas.
– ¡Fóllame!, venga, ¡¡fóllame!!
Víctor con toda la tranquilidad del mundo comenzó a ponerse un preservativo mientras Eva le esperaba tumbada con las piernas abiertas. Cuando se puso el condón le restregó varias veces la polla por los labios vaginales, haciéndoselo desear todavía un poco mas.
– ¿Que haces?, ¡venga métemela ya!, ¡no puedo espera mas!
– Dímelo otra vez, ¡dime que te folle!, me encanta cuando me lo decís…
– Vamos ¡¡fóllame!! ¡¡fóllame!!
La polla de Víctor se fue deslizando lentamente en el cuerpo de Eva, muy despacio, hasta el final, cuando sus huevos rebotaron contra su cuerpo, ella ya no podía dejar de pedirle.
– ¡¡Fóllame!!… ahhhh… ¡¡fóllame!! ¡fóllame!, asiiii, ahhhh… ¡fóllame!, no pares, ¡fóllame!
Se volvió loca y mas cuando Víctor aceleró el ritmo del vaivén de su cuerpo, era un gran amante y se movía a toda velocidad sin dejar de besar su cuello. Las tetazas de Eva se bamboleaban delante y atrás y la polla de Víctor le estaba llegando lo mas profundo que ningún hombre le había llegado. Le puso las manos sobre el culo para que se la follara mas duro y se abrió de piernas todo lo que puedo para que él le llegara mas profundo, si cabe. Eva estaba a punto de correrse recibiendo la follada de aquel desconocido, hacía muchos años que su marido ya no se la jodía así.
– Siii, no pares, no te pares…¡¡FÓLLAME, FÓLLAME!! dijo Eva mientras se corría chillando sin importarla que nadie pudiera oírles en aquel hotel.
Cuando terminaron Víctor se salio de dentro de ella luciendo orgulloso todavía una considerable erección.
– Date la vuelta que no he terminado contigo, dijo seguro de si mismo.
Eva se giró y se quedó tumbada boca abajo, esperando ver que es lo que iba a suceder a continuación.
– Así no, ponte a cuatro patas, voy a follarte a cuatro patas, me encanta follaros así a las zorras casadas, le dijo.
Ella le obedeció y sumisa se puso en la postura que Víctor le pidió.
– Ponte mas sexy, arquea la espalda y saca el culo hacia fuera…
Sin esperar mucho se la volvió a meter desde atrás y agarrándola por la cintura reanudó el polvazo que la estaba pegando. Le gustaba el ruido de los cuerpos al chocar y como ella jadeaba con la cabeza agachada y mirando hacia abajo. Su culo no era tan magnífico como sus tetazas, ahí si que se notaba algo más que Eva tenía 43 años, que había tenido dos hijos y que no hacía mucho ejercicio, pero tampoco estaba nada mal. De jovencita debía de haber sido todo un pibonazo. Ahora era toda una MILF. Le agarró por su larga melena y tiró un poco de ella, quería demostrar quien tenía el control.
– Mirame, quiero ver la cara de zorra que pones mientras te follo.
Eva giró el cuello hacia un lado y con esfuerzo intentó mirarle a Víctor a los ojos, su cara era una mueca del placer después de acabar de tener el orgasmo. Al poco volvió a mirar hacia abajo y Víctor la tiró por el pelo otra vez y así se le folló un rato más, se echó sobre su espalda para pasar las manos por delante y coger las dos tetas que colgaban como dos enormes ubres. A él tampoco le faltaba mucho para correrse.
– ¡Tienes unas tetas fantásticas!, quiero correrme encima de ti, ¡quiero correrme encima de tus tetas!
Se salió de dentro de ella y la giró con sus brazos hasta que Eva quedó tumbada boca arriba en la cama, se sentó sobre su estómago y después se quitó el preservativo, agarrándose el pene comenzó a menearsela a toda velocidad hasta que se corrió abundantemente por el cuerpo de Eva que recibió gustosa la caliente corrida de aquel atractivo hombre que acababa de conocer.
Repitieron otro polvazo antes de abandonar la habitación del hotel totalmente satisfechos. Víctor le entregó la llave al recepcionista que se quedó mirando a la parejita.
– ¿Les ha gustado la habitación?, dijo el chico.
– Si, nos ha gustado mucho su hotel, ¿nos puede llamar un taxi?, dijo Víctor.
– Claro por supuesto.
Salieron los dos a la calle y a los dos minutos llegó un taxi a la puerta del hotel.
– ¿Quieres mi teléfono por si vuelves a Madrid?, dijo Víctor.
– Mejor lo dejamos así, dijo Eva, lo he pasado muy bien, pero esto no volverá a suceder.
Antes de montarse al coche ella le dio un pequeño pico y después él se quedó mirando como Eva se alejaba el taxi en aquella oscura y fría noche de invierno. Había vuelto a follarse a otra casada que no iba a volver a ver nunca mas. Era su especialidad.
10
Mario y Lucas terminaron haciendo buenas migas, aparte de ser compañeros de instituto tenían dos cosas en común, el pádel y su profesora Claudia. Los dos eran muy buenos jugadores de pádel, sobre todo Mario que jugaba en la selección de su comunidad autónoma, Lucas no jugaba nada mal, pero no tenía el nivel de su compañero.
Por primera vez Mario había invitado a casa a su amigo, entraron en la habitación y se pusieron a hablar.
– No ha venido nada mal Claudia de las vacaciones navideñas, ¿eh?, yo la he visto hasta mas guapa, no ha cogido ningún kilito en navidad, dijo Lucas.
– Si, estaba guapa, pero yo la he visto como siempre.
– Oyes, ¿nunca has coincidido con ella jugando al pádel?, dijo Lucas.
– No, la verdad que no.
– Pues con los bien que juegas podrías impresionarla, va a jugar mucho por el club padel8club, allí la he visto varias veces, va con una morena así de su edad que tampoco está nada mal.
– ¿Y que tal juega Claudia?
– Bueno, no se le da mal, pero tampoco creas que me he fijado mucho en como juega, mas que nada por los conjuntitos que lleva, jejeje, la amiga también está bastante buena, es de estas maduritas con cara aniñada y buen culo, te juro que me sacaría la polla allí mismo mientras las veo jugar.
– Joder y Claudia, ¿ella te ha visto a ti?
– Si me ha visto alguna vez, pero la verdad es que guarda muy bien las distancia, un simple saludo y que tal, hola y vale…
– Nada Lucas, esa tía es inaccesible para nosotros, no tenemos nada que hacer.
– Bueno, podemos intentar acercarnos un poco a ella fuera de lo que es digamos el instituto, por ejemplo este fin de semana hay un torneo de 48 horas en el padel8club, podríamos apuntarnos a ver si la vemos por allí…
– Si te apetece jugamos el torneo, pero de hacerte amiguito de Claudia olvídate…
– ¡¡Que capullo eres!!, dijo Lucas, -eres muy negativo, oyes eso nunca se sabe, lo mismo ella juega también y la vemos en mallas o en conjuntito, mmmm se me pone dura de pensarlo, jajaja.
– ¡¡Que salido estás cabrón!!
– Y tú no, jajaja
Mario abrió un cajón enorme que tenía y sacó sus libros de dibujo, tenía muchos cuadernos y comenzó a enseñarle sus obras a Lucas, a muy poca gente le enseñaba sus dibujos y eso era señal de que estaba cogiendo confianza con su nuevo amigo. Cuando llevaban un rato cogió uno de los cuadernos donde tenía los dibujos que había ido haciendo de Claudia, esos no se los había enseñado a nadie, luego se lo pasó a Lucas que en cuanto abrió la primera página exclamó.
– ¡Joder tío!, ¡¡¡¿pero que coño es esto?!!!
Entusiasmado comenzó a pasar todos los dibujos, hasta que llegó a aquellos en los que Claudia tenía menos ropa.
– ¡¡Me cago en la puta!!, ¡¡eres un genio!!, ¡¡¡se me ha puesto dura!!!, dijo Lucas.
– ¿Entonces te gustan?
– Vaya pregunta, ¡pues claro que me gustan!, parecen fotos de verdad!!! ¡¡¡joderrrr!!!, oyes tío me tienes que dejar este cuaderno para hacerme unas cuantas pajas… te lo digo en serio…
– No Lucas, no le dejo a nadie mis dibujos.
– Venga tío, no seas cabrón, sabes que te los voy a devolver.
– Tranquilo, sabía que me los ibas a pedir, jajajaja, te voy a hacer un regalo que te he preparado, eso si, ni se te ocurra enseñárselo a nadie, si me entero que le enseñas este dibujo a alguien tu y yo nunca volveremos a hablar, éste le he hecho especial para ti.
– Me estás poniendo nervioso, te prometo que esconderé este dibujo y no lo va a ver nadie en la vida, pero venga date prisa, enséñamelo.
Mario sacó un folio y le enseñó su nuevo dibujo a Lucas, en él Claudia estaba de pies dando la espalda a la clase, era como que lo hubiera hecho un alumno sentado en su pupitre, tenía esa perspectiva, Claudia estaba con las piernas ligeramente abiertas en V invertida y miraba hacia un lado por lo que su cara se veía de perfil. La había dibujado desnuda de cintura para abajo, tan solo llevaba unos zapatos de tacón azules y mostraba su culo al resto de la clase, en la parte de arriba llevaba una mini camiseta de tirantes también de color azul y para hacer el dibujo mas morboso Claudia se agarraba un glúteo y tiraba de él hacia fuera para enseñar lascivamente el ano a sus jóvenes alumnos.
– ¡¡Dios mío tío!! ¡ni te imaginas la de pajas que me voy a hacer con esto!, ¡¡¡es alucinante!!! Y voy a empezar ahora mismo en el baño de tu casa…
– No seas pajillero anda, espérate a llegar a tu casa, jajajaja.
– ¡¡Es que es la hostia!! es que cada vez que la veo me entran ganas de pajearme, no me había pasado eso con ninguna tía, es más incluso llevo tiempo pensando en hacerlo un día en clase.
– ¿Como que hacerlo en clase?
– Si Mario, hacerme una paja en clase, ¿te imaginas?, sacarnos la polla bajo los pupitres, ella ni se enteraría que estamos así y cuando se gire meneárnosla con mucho cuidado, no nos puede pillar.
– ¡¡Estás loco!! no pienso hacer eso…
– ¿Por qué? es súper morboso, tu piénsalo bien, nos taparíamos la erección con la camiseta, incluso nos podría preguntar y nosotros contestaríamos, ella ni se imaginaría que estamos con la polla fuera, podríamos bajar la mano por debajo y pajearnos despacito, no me digas que no te pone la idea…
– Si por ponerme, pero me parece una locura, incluso nos pueden ver el resto de los de la clase.
– Que va, pero si en la clase de tutoría solo vamos 5, nos pondremos detrás de todos, en la segunda fila, solo tendremos que preocuparnos por si nos pilla Claudia.
– Te parecerá poco, si nos pilla se nos cae el pelo, nos expulsan del insti y luego imagínate por ejemplo que te corres y te hace salir a la pizarra…
– Eso también lo tengo pensado, tendríamos que corrernos justo cuando queden un par de minutos para que termine la clase, por ejemplo mientras hacemos uno de los ejercicios escritos que nos manda al final.
– Estás fatal Lucas, pensar esas cosas.
– En la siguiente clase voy a probar, de momento voy a empezar por sacarme la polla bajo el pupitre…
– ¿De veras lo vas a hacer?
– Por supuesto que si, dijo Lucas cogiendo el dibujo y poniéndose de pies, y ahora dime donde está el baño de tu casa que me voy a hacer una buena paja… no puedo esperar mas, joder que culo!!!, se lo has dibujado perfecto, así lo tiene que tener seguro… ¿te imaginas lo que sería poder follar ese culo?
11
Pasamos por casa de mis suegros y dejamos a los niñas, Claudia y yo habíamos reservado para cenar en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Nos habíamos tomado la noche del sábado para nosotros como solíamos hacer una o dos veces al mes, a mis suegros no les importaba quedarse con nuestras hijas y nosotros estábamos encantados de que lo hicieran.
Claudia se había puesto espectacular con un vestido negro de tirantes y buen escote, medias de rejilla y zapatos con tacón alto, como siempre. Ese vestido realzaba especialmente su culo y se notaba que llevaba un tanguita puesto. Reservamos en un restaurante caro y cenamos muy bien en una velada muy tranquila en la que desconectamos y pudimos hablar de todo. Cuando terminamos mi mujer se quería ir a casa, pero yo la convencí para irnos a tomar una copa antes, pasamos por una zona de marcha que suele tener ambiente universitario y entramos en uno de los garitos.
– David, ya sabes que no me gustan mucho estos sitios, yo creo que somos un poco mayores…
– Claudia aquí hay gente de todas las edades, además nos conservamos muy bien, nadie diría que tenemos 37 años.
– Si, pero es que aquí no me extrañaría incluso encontrarme con algún alumno mío y sabes que eso me incomoda bastante.
Cuando entramos dentro mi mujer tenía razón, la mayoría de chicos estarían entre 18-22 años, pero aun así nos terminamos tomando una copa. Me imagino que para la mayoría de esos chicos mi mujer sería una madurita muy atractiva y follable y no me hubiera importado que viniera algún descarado para decirle algo a Claudia e incluso que nos encontráramos a alguno de sus alumnos y vieran a mi mujer vestida tan provocativamente.
Ya terminando la copa me marché al baño y dejé sola a Claudia unos minutos para ver si la entraba algún chico, eso es algo que me pone mucho y que solía suceder con mucha frecuencia cuando salíamos siendo mas jóvenes, pero aquella noche no pasó nada. Al regresar del baño cuando nos íbamos a ir a casa, intenté besar a mi mujer en el bar, pero ella enseguida me apartó de su lado.
– David, estate quieto, aquí no…¿qué haces?
– Venga Claudia, como cuando éramos jóvenes, desconecta un poco, aquí no eres la profesora de nadie, solo estás con tu marido tomando una copa.
– Deja de decir tonterías, anda, nos vamos a enrollar como dos chiquillos, vámonos ya a casa, dijo mi mujer enfadada.
De camino a casa mi mujer me montó una buena bronca en el coche.
– Es la última vez que vamos a un sitio de esos a tomar una copa, no tengo ninguna gana de encontrarme con algún alumno, hay que saber estar y tu no piensas que soy su profesora y la jefa de estudios del instituto, ¿que crees que pensarían si me vieran así vestida en un bar de universitarios dándome el lote con mi marido?, ¿lo verías normal?, que comentarían luego por el instituto…
– Bueno, visto así…
– Claro es que tu no piensas esas cosas… si quieres tomar una copa, vamos a un bar mas adecuado o mas de nuestra edad, sabes que por eso no pasa nada, pero en la zona universitaria no.
– Lo siento Claudia, es que estás tan tremenda con ese vestido, dije poniéndola una mano en el muslo, me has puesto cachondo.
Ella me retiró la mano.
– Espérate a que lleguemos a casa.
Mi mujer era toda una experta en cortarme el rollo, pero cumplió su promesa y en cuanto entramos en nuestro dormitorio Claudia se quedó en ropa interior y se puso volvió a poner los zapatos de tacón, sabe que me gusta mucho verla así, luego de pies y con los brazos en jarra se me quedó mirando desafiante.
– ¿Que tal me ves?, dijo.
– Joder Claudia, estás buenísima, dije sentado desde la cama.
Vino andando muy despacio hacia mi mientras los tacones retumbaban en el suelo de la habitación, muy despacio se sentó encima mío como hacía tiempo que no se ponía, me besó y yo le correspondí abriendo la boca para dejar que me metiera la lengua. Puse las dos manos sobre sus pechos amasando sus tetas y luego las bajé para estrujar su culo.
– Buffff Claudia, ya me vuelves a tener empalmado como el otro día.
– Mmmmm, ya lo noto, dijo ella moviéndose sobre mi para notar la dureza de mi pene bajo su cuerpo.
Pero no tardó en quitarse de encima, dejándome totalmente excitado a la par que un poco perdido, pues no sabía que es lo que pretendía, pero no tardé en darme cuenta de sus intenciones. Abrió el armario y rebuscó la caja donde tenemos guardados nuestros “juguetitos”, en cuanto la vi trastear ahí si que se me puso dura de verdad. Cogió el arnés que la había regalado para reyes una semana antes junto con un gel lubricante anal. Íbamos a estrenarlo.
Se lo fue poniendo muy despacio, sin decirme nada y unos segundos más tarde se plantó delante de mi con aquella enorme polla de juguete colgando entre sus piernas. La imagen era la hostia, Claudia con zapatos de tacón, un conjunto de ropa interior negra con su tanguita se sujetaba el pollón de goma de 20 cm acariciándolo como si quisiera ponerlo mas duro.
En esos momentos no era Claudia Álvarez, la jefa de estudios en el instituto o madre de dos hijas, aunque ya se los había puesto varias veces los arneses uno no se acostumbra del todo en ver a su mujer así y menos a Claudia, me imaginé que pensarían sus alumnos o su familia si la vieran así vestida dispuesta a sodomizar a su marido.
– Te has pasado de grande, dijo echando el gel lubricante sobre el juguete, creo que te va a doler… vamos desnúdate que te voy a follar… ¿es lo que querías, no?
Yo comencé a desvestirme y cuando lo hice lucía una erección tremenda como si tuviera 20 años que no pasó desapercibida para Claudia.
– Oyes, siento mucho lo que paso el otro día, dije yo, -no sé qué me pasó, por supuesto que tu no tuviste la culpa de nada.
– No te preocupes, que ahora me voy a vengar, jajaja.
– Te lo digo en serio Claudia, quiero pedirte perdón, me hubiera gustado follarte, pero…
– Shhhh, ¡¡cállate!!, ponte aquí de pies.
Me coloqué de pies frente al espejo de la habitación apoyando las manos en la cómoda, en esa postura le ofrecí el culo a mi mujer para ser follado. Claudia se puso detrás de mi mientras me restregaba la polla de juguete por el ano. Luego cruzamos la mirada a través del espejo de la habitación.
– Si tu no puedes follarme a mi tendremos que hacerlo al revés, ¿hoy si que se te pone dura, verdad?, dijo pasando la mano hacia delante para agarrarme la polla que estaba como una piedra.
– Lo siento mucho Claudia.
– Deja de pedirme perdón, eres un patético maricón, como no eres capaz ni de follarte a tu mujer, te mereces que te dé bien por el culo y es lo que voy a hacer… mírate en el espejo esa cara que tienes, suplicando que te la meta, das pena…
En cuanto Claudia comenzaba a usar ese lenguaje ya me sacaba de mis casillas, no le pegaba para nada hablar así y solo lo utilizaba para nuestros juegos. Abrí un poco las piernas cuando noté que ella ejercía presión para penetrarme.
– Ábrete de piernas que si no te va a doler, ¿quieres que te folle ya el culito, maricón?
– Si Claudia por favor, hazlo, por favor, ¡¡fóllame el culo!!
– Mmmmm, me encanta cuando me lo suplicas, jajajaja, pero un buen maricón tiene que chuparla antes, ¿no?, os encanta hacer eso…
– Si, lo que tu me digas.
– Pues venga, ¡agáchate y chúpamela!
Me puse de cuclillas y me humillé todavía mas ante mi mujercita metiéndome la polla de juguete en la boca y simulando que le hacía una mamada, estaba embadurnada del gel lubricante y era bastante grande, apenas me entraba un cuarto en la boca, Claudia movía sus caderas follándome y luego la sacaba y sujetándola con la mano me daba golpecitos con ella por toda la cara.
– Eso es, chupa bien, ¡¡casi no te cabe ni en la boca!! jajajaja, mira como saca la lengua mi maridito, ¿te gusta que te azote la cara con esta polla?
Yo seguía esforzándome en hacer una buena mamada, me daba mucho morbo ser tan sumiso de Claudia, para humillarme todavía un poco más la miré a los ojos con aquel falo de juguete en la boca, ella puso cara de asco.
– ¡¡Que maricona eres!! ponte ya de pies y ábreme el culito para que te pueda follar.
Volví a ponerme de pies frente al espejo y cogí el bote de lubricante anal, me unté los dedos y yo mismo me los metí en el culo para abrírmelo todo lo que pude. Estuve unos segundos con tres dedos dentro de mi recto hasta que consideré que ya estaba preparado para que Claudia pudiera metérmela.
Ella, de nuevo puso una buena cantidad de lubricante en la cabeza de la polla y ahora sí, se pegó a mi dispuesto a penetrarme. Comenzó a empujar y yo eché las caderas hacia atrás buscando que me la metiera.
– ¡¡Empuja Claudia, empuja!!
– Ya lo hago, ¡¡es que es muy grande!! ¡¡no entra joder!!, te va a doler, joderrrr, no entra…
Pero vaya si entraba, poco a poco el juguete fue desapareciendo dentro de mi recto, mientras un tremendo dolor me desgarraba por dentro. Nunca me había dolido así. Pero era un dolor tan sumamente placentero que casi al momento me dieron ganas de mearme encima.
– ¡Está toda dentro!, dijo Claudia sorprendida.
Yo apenas podía sostenerme de pies, me temblaban las piernas y seguía con la cabeza agachada. Cuando mi mujer se echó hacia atrás para volver a penetrarme sentí un dolor como si me rompieran el culo y ya no pude aguantarme.
– Diosss, que dolor… mmmmmm…
– ¿Te duele maricón?, dijo Claudia sujetándome de las caderas y embistiéndome de nuevo.
– Ahhhhh…
– Ya veo que si, pero no pienso parar…
Y siguió follándome despacio, sin prisa pero sin pausa, una follada lenta y deliciosa, creo que en ningún momento dejé de sentir dolor, sin embargo mi polla había recuperado la erección de antes de penetrarme, cuando dejó dolerme tanto levanté la vista y me encontré con la mirada de Claudia en el espejo, se le notaba mucho en la cara que estaba disfrutando con todo aquello y comencé a masturbarme lentamente mientras mi mujer me seguía sodomizando el ano sin piedad.
– ¿Vas a correrte cerdito?, te la estás agarrando con dos dedos?, jajajaja…
– Ahhhh, siii, voy a correrme Claudia, voy a correrme…
No pude aguantarme más y eyaculé sobre la cómoda de nuestro dormitorio, sintiendo un tremendo placer intensificado por el dolor que me producía la penetración de Claudia. En cuanto me corrí le pedí por favor que parara y ella sacó la polla de goma de mi dolorido culo.
– Buffff, se te ha quedado muy abierto, ¿esto es lo que querías, no?, dijo golpeando con el juguete sobre mis nalgas y con una sonrisa en la cara.
Después se quitó el arnés tirándole al suelo y se dirigió a la cama, se sentó en ella y se quedó descalza antes de tumbarse boca arriba abierta de piernas con la espalda apoyada en el cabecero de la cama.
– Me da igual que te hayas corrido y se te haya pasado el calentón, te puedo asegurar que a mi no se me ha pasado, ven aquí y cómeme hasta que me corra, dijo acariciándose el clítoris por encima de la tela de su tanguita.
Tapándome el culo como haciendo el gesto de que me dolía andé hasta la cama y luego me subí sobre ella para satisfacer a mi mujer. Metí la cabeza entre las piernas y al momento noté la humedad que ya traspasaba su ropa interior, estaba literalmente empapada. Estuve un rato chupando sobre la tela y Claudia se puso a gemir apretando mi cabeza contra su cuerpo.
– ¡Apártame el tanguita y cómeme!, ¡¡quiero correrme!! vamos maricón de mierda, ¡¡¡hazlo!!!
Así lo hice y ahora puse la lengua directamente contra su coño para comenzar a lamer por la rajita, Claudia cada vez gemía mas alto y sus caderas ya se movían descontroladas, supe que era el momento de meterme el clítoris en la boca, fue como una descarga eléctrica para mi mujer que enloqueció de placer.
– Ahhh, méteme los dedos, ¡méteme los dedos!, usa los dedos, ¡¡¡fóllame con ellos!!!
Me sorprendió que Claudia buscara que la penetrara para sentir mas placer, hacía tiempo que no la veía tan cachonda, pero no tuve que decírmelo dos veces, sin dejar de chuparla metí un par de dedos dentro de su vagina. Miré hacia arriba y Claudia se amasaba las tetas mientras mantenía los ojos cerrados concentrándose en el placer que estaba recibiendo, pero no era eso lo que ella quería, llevaba tanto tiempo sin sentir algo dentro que mis dedos no le dieron lo que ella esperaba.
– Joderrrr, quiero algo mas grande… espera un momento, dijo inclinándose hacia la mesilla.
Encima de ella estaba abierta la caja donde guardamos los arneses y los consoladores, Claudia cogió el mas grande de los tres que había y después me lo dio.
– Toma, ¡méteme esto mientras me comes!, estoy a punto de correrme, dijo quitándose el tanguita y ahora sí abriéndose de piernas sin tela que la dificultara hacerlo.
Volvió a apoyar la espalda en el respaldo de la cama, yo cogí la polla de plástico con la mano y lo puse a la entrada de su coño.
– ¡¡Vamos métemela!!, ¡necesito que me penetres con algo!
Empujé los 18 cm de juguete hasta que estuvieron dentro del cuerpo de mi mujer que gimió como si la estuvieran pegando el mejor polvo de su vida. Luego empecé un mete saca a la vez que lamía su pequeño e hinchado botoncito del placer. No tardó un minuto en correrse aplastándome la cara contra su coño mientras yo no dejaba de follármela con la polla realística.
Luego me ví allí sumiso, a cuatro patas, con el culo todavía abierto, la cara empapada y sujetando uno de los juguetes que yo había comprado a Claudia para que disfrutara, mi mujer sofocada tenía una muesca desencajada de placer. Eché la vista 8 años atrás, retrocediendo a la noche de la boda de Pablo y Marina, cuando por primera vez Claudia me metió la funda de un puro por el culo y me puse a recordar los acontecimientos vividos con mi mujer hasta llegar a la situación actual.
12
Como ya he dicho, 8 años atrás, aquella noche de la boda de Pablo con Marina, fue cuando empezó a cambiar todo. Antes era ya mas que evidente que era Claudia la que llevaba las riendas de lo que pasaba en nuestra relación y la que tomaba todas las decisiones, pero en el ámbito sexual la noche en que me penetró con la funda del puro fue como el pistoletazo de salida hacia buscar nuevas cosas.
Un año mas tarde nos casábamos nosotros y durante todo ese año hasta nuestra boda por supuesto que seguimos manteniendo relaciones, pero ya se hacía claramente lo que quería Claudia, lo normal es que ella llevara el control poniéndose encima de mi, luego se tumbaba y corría mientras yo chupaba su coño y terminaba masturbándome mientras ella me metía un dedo por el culo.
Cada vez con mas frecuencia fuimos incluyendo los juegos donde ella me penetraba analmente, empezamos con la funda del puro, luego alguna verdura pequeña, tipo zanahoria, con los dedos, lo típico, yo lo disfrutaba mucho y mi por entonces novia también. Era evidente que le proporcionaba gran satisfacción el hacer y deshacer a su antojo con mi ano, se reafirmaba el dominio que tenía sobre mi y a los dos nos gustaba. También su lenguaje se fue volviendo mas soez y a Claudia cada vez le importaba menos llamarme maricón, cerdo, cornudo, putita o cualquier tipo de insulto mientras me sodomizaba.
Pero yo quería mas y a pesar del miedo que me daba hacerlo, un mes antes de nuestra boda decidí regalarle a Claudia su primer arnés para que lo utilizara conmigo. Era algo muy básico, un cinturón del que colgaba un cilindro rosa de silicona de unos 14 o 15 cm y un grosor de unos 3 cm.
La noche que se lo dí estaba bastante nervioso, no sabía como podía reaccionar Claudia, no quedaba mucho para nuestra boda e incluso temí que pensara que era algún tipo de degenerado sexual o algo por el estilo e incluso llegara a cancelar el enlace matrimonial. Por suerte aunque en un principio quedó algo sorprendida por el regalo lo terminamos estrenando esa misma noche.
Recuerdo a Claudia que a sus 29 años, con un señor cuerpazo y totalmente desnuda poniéndose aquel arnés. Yo temblaba preso de los nervios, el morbo y la excitación de ver a así a mi futura mujer. Aquella noche terminé a cuatro patas mientras Claudia me estuvo follando por el culo mas de media hora. Me corrí descontrolado sobre la colcha de la cama cuando ella se apoyó en mi espalda y me agarró la polla para masturbarme unos pocos segundos.
Cuando eyaculé ella se quitó el arnés y me confesó que nunca había estado tan excitada como en ese momento. Lo había disfrutado ella igual que yo. Puedo dar fe de ello cuando inmediatamente después me mandó tumbar boca arriba y puso el coño sobre mi boca para que se lo comiera. Estaba tan húmeda que fluía como un manantial, tenía mojada hasta la parte interna de los muslos. Se corrió muy rápido mientras se restregaba contra mi lengua.
Después llegó nuestra boda, no fue tan numerosa como la de su hermano y Marina pero tampoco estuvo mal, se casaba la pequeña de los “Álvarez” y tuvimos casi 300 invitados. No os voy a aburrir con detalles de la celebración, solo decir que ese día fue otro punto de inflexión en nuestra vida sexual, desde la noche de bodas Claudia ya empezó a buscar el embarazo, así que misionero, corrida dentro y al momento las piernas de Claudia en alto. Cero morbo.
Pero el embarazo no llegaba y para colmo nuestra vida sexual se había vuelto aburrida y monótona, solo follábamos en busca de un fin y parecía que el recibir placer era algo totalmente secundario. Cuando llevábamos un año casados sin éxito empezamos a realizarnos pruebas de porqué Claudia no se quedaba en estado. Al parecer mis espermatozoides eran de poca movilidad y lentos y aunque había probabilidad de dejarla preñada, ésta era mas bien baja. Comencé a tomar todo tipo de pastillas y suplementos que me recomendó el médico y así estuvimos otro año mas hasta que Claudia, en contra de mi opinión, pensó que era el momento de hacerse la fecundación in vitro.
Resultado, un año mas tarde nació nuestra hija Paula y cuando ésta ya tenía el añito nos pusimos en busca del segundo hijo. Nuestra vida sexual no varió ni un ápice y seguimos igual con el misionero y corrida dentro, hasta que 4 o 5 meses mas tarde como Claudia no se quedaba embarazada volvió a insistir de nuevo en la fecundación in vitro. Yo la dije que esperara unos meses mas, que lo teníamos que seguir intentando, que me gustaría que se quedara embarazada de forma natural y todas esas cosas, al fin y al cabo tenía mi orgullo y quería demostrar a mi mujer que podía dejarla en cinta, Claudia me dio otra oportunidad y aquella noche me la follé con ganas y descargué dentro todo mi semen. Ni remotamente podía imaginarme que iba a ser la última vez en años que me iba a follar a Claudia.
A partir de ahí fui cuesta abajo, la cabeza me jugó una mala pasada, la presión pudo conmigo y aquello terminó bastante mal, no hacía mas que darle vueltas a mi incapacidad de poder dar un hijo a Claudia y la siguiente vez que fui a penetrarla tuve mi primer gatillazo. La verdad es que ella fue bastante comprensiva y lo seguimos intentando los siguientes días, pero al quinto o sexto intento yo supe que ya tenía un bloqueo de cojones.
Incluso intenté culpar a Claudia de que no disfrutábamos del sexo y que éste era muy monótono por eso no me excitaba. Ella una noche se puso el arnés y me folló el culo mientras me llamaba maricón chupa-pollas y todas esas cosas. Mi rabo volvió a ponerse duro como hacía tiempo que no recordaba, pero al momento que fui a metérsela a Claudia, mi pene volvió a quedarse flácido y fue imposible hacerlo.
Lo ideal en estos casos hubiera sido buscar ayuda en algún especialista, bien de tipo médico o algún psicólogo, pero yo no estaba de humor para eso, así que al final desistí y abandonándome por completo dejé a Claudia que volviera a hacerse otra fecundación in vitro, de la que nació nuestra segunda hija Blanca. Durante éste segundo embarazo volvimos a retomar el tema del sexo, aunque sin penetración, ella siguió follándome con el arnés y yo chupándola el coño hasta hacer que se corriera.
Tengo que reconocer que me daba bastante morbo ver a Claudia embarazada con el arnés puesto. Cuando llevaba 7 meses de gestación la regalé el segundo arnés del que colgaba una polla realística de 17 cms con mas grosor que la primera. La imagen era para foto, ver a la pija de mi mujer con toda el tripón del embarazo y aquella polla de goma colgando.
Me empalmo solo de pensarlo.
Cuando nació Blanca, teníamos 34 años y Claudia decidió que ya no quería tener mas hijos. A pesar de que era muy difícil dejarla embarazada, por el tipo de esperma que yo tenía, ella me hizo pasar otro trago ciertamente delicado para un hombre, me sugirió que estaría bien que me hiciera una vasectomía. Y yo por supuesto lo hice. Aunque dicen que no tiene nada que ver, puede que sea psicológico, pero desde el día de la operación todavía tuve mas problemas para hacer que mi polla se pusiera dura.
Todavía tenía arrestos y alguna vez quería demostrar a Claudia mi hombría e intentaba penetrarla, pero cada vez que lo hacía perdía por completo la erección y me frustraba cada vez mas y mas. Incluso mi mujer viendo que aquel era un tema que me ya afectaba mucho me dijo que estaría bien pensar en visitar un especialista. Recuerdo aquel día en el que yo estaba tumbado en la cama con mi polla flácida mirando al techo con la mirada perdida y Claudia se mantenía con las piernas abiertas después de que hubiera intentando sin éxito follármela, ella trataba de levantarme el ánimo.
– Venga que no pasa nada cariño, esto desde luego que tiene solución, si quieres llamamos a un especialista, puedes tomar pastillas para eso… se pueden hacer muchas cosas…
– No me apetece hablar de esto ahora Claudia, siento haberte dejado así, dije yo.
– No tienes porque dejarme así, dijo ella juguetona pasando sus dedos por mi estómago.
– Claudia de verdad que no…
Pero ella se levantó y sin dejarme terminar la frase sentó su coño directamente sobre mi cara.
– Yo tengo ganas, así que ahora vas a ser bueno y vas a hacer que me corra…
Y por arte de magia mi polla se puso dura al instante mientras mi mujer se restregaba sobre mi cara buscando el orgasmo con mi lengua. Yo sumiso hice que se corriera y después cayó exhausta y jadeante a mi lado.
– Mmmmm, que bueno, si hasta se te ha puesto dura y todo…
Yo me agarré la polla y comencé a masturbarme frenéticamente sin dejar de mirar a Claudia, que se apoyó sobre el codo y se puso de lado tumbada hacia donde yo estaba.
– ¿Quieres correrte mirándome?, está bien, si es lo que quieres a mi me parece perfecto
– Estás muy buena Claudia, tienes un cuerpazo, date la vuelta quiero verte el culo.
Ella no dijo nada y se puso como yo la había mandado, seguí masturbándome mirando las curvas de su cuerpo.
– Estoy a punto, por favor, ponte a cuatro patas, me gustaría verte a cuatro patas antes de correrme.
De nuevo Claudia lo hizo y aquello fue el detonante de que yo me corriera. Totalmente desnuda se puso en posición de perrito con el culo en pompa hacia mi, tenía las piernas abiertas y se acarició el coño de forma lasciva mientras me decía.
– ¿Vas a correrte maricón?, ¿vas a correrte viendo así a tu mujercita a la que no te puedes follar?
En los tres años siguientes nuestra relación siguió la evolución lógica y así hasta llegar a la actualidad en la noche en que estrenamos el último arnés que yo había regalado por reyes a Claudia.
Sin embargo de joven yo no era así, había cambiado mucho de cuando iba al instituto hasta el momento actual. Por supuesto que me gustaban las chicas y mucho y me siguen gustando, pero ahora lo que de verdad me excitaba es que mi mujer fuera dominante y que me tratara como un buen sumiso, me volvía loco esa humillación, pero el paso de cuando uno es “normal” a que te gusten esas cosas no es porque si, tiene que cambiarte algo en la cabeza para empezar a actuar de ese modo. En mi caso está claro porqué empezó a gustarme todo este mundo de imaginarme a mi mujer con otros, de la sumisión y demás.
Mi ex novia Cristina.
Era una compañera del instituto con la que empecé a salir en nuestro último año antes de empezar la universidad. Cristina me cambió por completo. Cristina era una zorra morbosa que vivía por y para el sexo. No solo era buena, era la mejor. Menudo vicio que tenía. Se merece un capítulo para ella sola.
13
En una fiesta del instituto me enrollé por primera vez con Cristina, era una compañera de clase con la que había coincidido varios años, pero casi hasta final de ese curso no empezamos a salir. Nunca me había llamado la atención ya que por aquel entonces las chicas altas siempre las veíamos como bichos raros, medía 1,78 y además solía usar tacones, por lo que superaba en altura a la mayoría de los chicos, la otra característica diferenciadora era su pelo, una melena súper larga de color castaño que la llegaba hasta el final de la espalda. No es que fuera especialmente guapa, tampoco fea, de cara estrecha y alargada, pechos normalitos y piernas kilométricas, aunque era muy delgada tenía las caderas un poco anchas lo que hacía que tuviera un culo muy apetecible.
Al principio nos veíamos en casa de sus padres, aprovechábamos que los dos trabajaban en una tienda de muebles familiar y se pasaban allí muchas horas. Empezamos con los típicos tocamientos y demás, aunque enseguida Cristina empezó a hacerme pajas y mamadas. Ella ya había tenido otro novio antes y había estado con más chicos pese a su edad, era evidente que sabía lo que se hacía cuando me la chupó por primera vez, se ponía muy cachonda con mi polla en la boca y también hacía unas pajas de maravilla, otra cosa que nos gustaba era desnudarnos y yo me ponía encima de ella para frotarnos como si estuviéramos follando, así nos pegábamos unas corridas tremendas.
Cuando sus padres estaban en casa nos buscábamos la vida en cualquier parque, o en mi casa o donde pilláramos. Tardamos un mes y media en empezar a follar, por supuesto que ella no era virgen aunque yo si, me desvirgué con ella, Cristina era un volcán en la cama, se movía de una manera que me hacía correrme en cuanto ella quería. Con respecto al sexo a Cristina todo le parecía bien, cualquier sugerencia o cosa que la pidiera, practicábamos todas las posturas que imaginábamos, no le importaba chupármela y que me corriera en su boca o en la cara, aunque a mi lo que mas me gustaba era descargar en su imponente melena. Llenarla el pelazo de lefa me parecía súper cerdo y morboso y a ella le encantaba. Aunque sin duda alguna lo que mejor me hacía eran las mamadas. Era una jodida chupadora profesional, cuando me corría en su boca ella se lo tragaba sin decir nada y seguía chupando y chupando hasta que se me volvía a poner dura, era capaz de hacerme dos mamadas seguidas con corrida incluida y yo a esa edad lo podía aguantar.
Teníamos una vida sexual fantástica, no solo era Cristina la que me hacía a mi el sexo oral, yo también se lo hacía a ella, le gustaba mucho que comiera su coño, se volvía loca con mi lengua en su clítoris, la muy cabrona se pegaba unas corridas tremendas, aunque a mi lo que mas me gustaba era follármela a cuatro patas, me encantaba la forma de sus anchas caderas y como ponía el culo hacia fuera cuando se la metía.
El primer año nos fue fenomenal, pero cuando terminamos el instituto yo me puse a estudiar en la universidad de Filosofía y Letras, sin embargo Cristina se comenzó a trabajar enseguida en la tienda de muebles de sus padres para así poder seguir con el negocio familiar.
A pesar de esto nuestra relación seguía yendo bastante bien, por aquella época Cristina solía acudir mucho a los cibercafés, a principios de los 2000 era muy raro tener Internet en casa, no es algo que me preocupara mucho, pues todos íbamos, sin embargo a ella le gustaban el chat y todo ese tipo de cosas y aunque a mi no me hacía gracia lo aceptaba. Además supongo que no iba solo a chatear, ya he dicho que Cristina es muy morbosa y empezó a innovar con cosas nuevas en nuestras relaciones sexuales, que supuse que aprendía por Internet.
De buenas a primeras comenzó a jugar con mi culo, tanto con los dedos como con su lengua, a los que no lo hayáis probado tengo que deciros que es una delicia que te hagan una paja mientras notas una lengua calentita jugando con tu ano, ya he dicho que tenía mucho vicio y no la importaba hacerme el beso negro, también me penetraba analmente con los dedos y luego se ponía detrás y se frotaba contra mi como si me estuviera follando. Eso nos encantaba, yo no cuestionaba mi masculinidad por aquel entonces, pero Cristina hacía de mi lo que quería.
Otra cosa nueva que aprendió fue sentarse en mi cara y guiarme así para que la comiera el coño (face fucking), a partir de ese momento ella disfrutaba mas con esa nueva postura mientras yo se lo hacía. Se agachaba frente a mi cara y se frotaba contra mi lengua hasta que alcanzaba el orgasmo. Nuestro único pero aquellos años fue el sexo anal, yo intenté varias veces follármela por el culo, pero la dolía muchísimo y por mas veces que lo intentamos no conseguíamos hacerlo, eso sí cuando Cristina se ponía muy cachonda siempre me pedía que se la metiera por detrás, aunque en el fondo sabía que no íbamos a poder yo creo que a ella le encantaba ese dolor y el morbo de intentarlo.
En cuanto tuve la edad me saqué el carnet de conducir y heredé un coche viejo de mis padres. Enseguida aquel coche pasó a ser el primer sitio en donde nos gustaba follar, sobre todo a Cristina a la que le resultaba muy excitante hacerlo en cualquier descampado o sitios apartados bastante oscuros.
Todo iba bien, o eso me parecía a mi, sin embargo cuando llevábamos saliendo 4 años noté que nuestra relación se empezó a estancar, yo creo que Cristina quería algo más de mi o de la relación en general, ella maduró mas rápido que yo que solo era un estudiante de 21 años que no tenía un duro y ella ya llevaba tiempo trabajando y supongo que necesitaba que lo nuestro fuera en otra dirección.
Poco a poco como sin darnos cuenta empezamos a hacer vidas algo separadas, sobre todo los fines de semana en los que salíamos cada uno con su grupo de amigos cada vez con mas frecuencia. Por aquel entonces ya teníamos nuestro primer móvil y muchas veces nos llamábamos para acabar juntos la noche, pero otras veces ella ni me lo cogía y luego al día siguiente no me quería dar explicaciones de donde había estado.
Así que hasta una noche que llegué a un bar con amigos de la universidad me la encontré hablando con otro chico, no es que estuvieran haciendo nada, pero Cristina tonteaba descaradamente con él, mientras que mirando alrededor no había ni rastro de su grupo de amigas. Salimos del bar sin que mis colegas se dieran cuenta que allí estaba Cristina y luego les despisté para volver a entrar yo solo, me quedé escondido casi una hora observando a mi novia hablando con aquel tío, estaba nervioso, avergonzado, excitado. Yo en esa época solo era un crío de 21 años que viendo a su novia hablar con otro empezó a sentir una sensación rara en el estómago, en el fondo quería estar muy enfadado no me salía, pero solo sentía excitación e incluso se me llegó a poner dura. Si, se me puso dura solo con ver a Cristina hablando con ese desconocido. No entendía que es lo que me pasaba y en una mezcla de sentimientos me marché para casa totalmente confundido.
Al día siguiente le confesé a Cristina que la había visto con aquel chico y ella me montó una escena, que si la estaba acosando, que si era un celoso, un inmaduro y no sé cuantas cosas mas y dio por finalizada la discusión.
Pero yo seguía con esa sensación de que la relación ya no iba bien, así hasta que un día Cristina me llamó y me dijo que teníamos que hablar. Ni por asomo me suponía que es lo que me iba a decir, pero me dejó helado cuando me soltó que llevaba unos meses chateando con un chico que había conocido por Internet. Yo no supe ni como reaccionar, la pregunté que si estábamos cortando y me estaba dejando y ella se puso a llorar, me dijo que estaba echa un lío, que a mi me quería mucho, pero que creía que se estaba enamorando del chico de Internet. No solo eso, me dijo también que iba a ir a visitarle, que tenía que hacerlo para aclarar sus sentimientos, quería conocerle en persona, era un chico que vivía bastante lejos de nosotros, en Cádiz y yo por supuesto la dije que si iba a verle daba por terminada la relación y no volviera a llamarme jamás.
Esa amenaza poco la importó a Cristina y unos días mas tarde se bajó al sur un fin de semana a conocer a su ciberamigo. A la vuelta me llamó por teléfono y yo como un tonto y con la esperanza de que fuera a decirme que no había hecho nada con su amigo y solo me quería a mi acepté quedar con ella. Que ingenuo fui, recuerdo perfectamente que tuvimos una gran bronca dentro de mi coche cuando ella me reconoció que se había acostado con ese tío, la llamé de todo, puta, zorra y dije que no quería volver a verla nunca más, sin embargo ella se empezó a disculpar y no se como me convenció, una cosa llevó a la otra y aquella tarde noche terminamos follando dentro del coche.
Fue un polvo, salvaje, animal y hasta violento. Nunca habíamos follado así, tengo que reconocer que mientras lo hacíamos en ningún momento pude sacarme de la cabeza que otro chico se acababa de follar a mi novia un día antes que yo, que unas horas antes otra polla había estado dentro de ella, en el sitio donde ahora estaba la mía. Pensar eso me volvió como loco de excitación y Cristina se dio cuenta. Por supuesto que se dio cuenta.
A partir de ese día, si antes no lo había sido ya, fui un juguete en sus manos e hizo de mi lo que quiso.
Siguió manteniendo contacto en Internet con su amigo de Cádiz, yo lo sabía, pero actuábamos como si no pasara nada, aunque eso no fue lo peor, otra noche de fiesta, ya he dicho que salíamos muchas veces por separado, volví a encontrármela con otro chico, solo que esta vez no pude espiarlos sino que me los encontré de frente al entrar a un bar., ellos ya salían. Yo iba con mi grupo de amigos y fue humillante ver como salía tonteando y riéndose con ese chico, que no era con el que la vi la primera vez hablando, ni el de Cádiz. Era un tipo alto, de 1,90 que hacía buena pareja con Cristina, yo a su lado me sentí ridículo y comenzamos a discutir a la puerta del bar, me dijo que solo era un amigo que no la montara una escena de celos, en todo el rato que tuvimos la bronca el chico alto esperó pacientemente sin decir una palabra y cuando terminamos de discutir Cristina se fue con él. Aquel día la vi especialmente guapa, iba con una minifalda cortísima y unas botas hasta por encima de las rodillas, ella sabía lo que me excitaban ese tipo de botas y me les quedé mirando mientras se alejaban. Luego entré al bar hecho polvo, aunque mis colegas no me dijeron nada ya sabían lo que Cristina estaba haciendo conmigo.
Al día siguiente me llamó para que fuera a su casa, no estaban sus padres, me recibió en chándal, totalmente descuidada y al momento se puso a llorar, diciendo que la perdonara y todas esas cosas, que se había portado muy mal y me contó que la noche anterior se había follado al tío alto en su coche, aunque no quiso entrar en detalles, por supuesto que volvimos a terminar teniendo sexo y me la follé a cuatro patas en su cama.
Yo sabía que aquello no podía continuar así, que no era normal, pero Cristina continuó poniéndome los cuernos una y otra vez, además con diferentes tíos, en 3 meses me engañó con otros 4 chicos más. No me venía llorando como al principio, solo quedábamos, me decía que se había follado a otro chico y después lo hacíamos nosotros, eso sí, yo empecé a ser mas curioso y la iba pidiendo detalles de sus encuentros, por supuesto que Cristina no escatimaba en contarme minuciosamente como se había follado a otros y me había hecho un buen cornudo.
Recuerdo una tarde de domingo en mi coche, en un descampado, ya sabía que la noche anterior me había vuelto a poner los cuernos, la recogí en su casa y fuimos directamente allí a follar. En cuanto aparcamos me sacó la polla y se puso a darme besitos por la oreja mientras me decía.
– ¿Quieres saber lo que hice anoche?
– Si, quiero saberlo…
– Si ya lo sabes, ¿para que quieres que te lo cuente?, dijo Cristina meneándomela lentamente.
– Vamos Cris, cuéntamelo… espero que no hayas hecho nada…
– ¿Vas a perdonarme?, he sido mala y te he puesto “otra vez” los cuernos…
– No, no te voy a perdonar, me dijiste que iba a ser la última vez.
– Lo siento, es que no pude aguantarme, conocí a un chico y estaba tan bueno que en cuanto le vi supe que me le iba a follar…
– Joder Cristina… nooooo…
– Lo hicimos en el baño del bar, me folló contra la pared, me subió la mini y me la metió desde atrás…
– Eres una zorra, seguro que hasta le chupaste la polla.
– Claro que se la chupé, la tenía bastante grande, ven aquí dame un beso tonto…
Me obligó a morrearla en un beso húmedo y guarro donde me pasó la lengua por toda la boca.
– ¿Te pone besarme después de que haya tenido la polla de otro en la boca?
– Me vuelves loco Cris… joder… pufffff… eres una puta, voy a dejarte cualquier día de estos…
– ¿Yo una puta?, mmmmm… puede ser, pero tu eres un cornudo que está a punto de explotar en cuanto te digo como se han follado a tu novia, mira como está tu pollita ¿sabes que la tenía mucho mas grande que tu?… y ya de follar ni te digo, te daba mil vueltas follando, me corrí dos veces con él… contigo me cuesta una y gracias y para eso tengo que ponerte el coño en la boca.
– Me voy a correr, deja de decirme eso…
– ¿Te gusta que te ponga los cuernos, verdad?, claro que te gusta, porque eres un cornudo y se te pone muy dura cuando te cuento como otros me follan.
– Para, para…
De repente se detuvo de la paja que me hacía y se subió su cortísima falda hacia arriba, luego pasándose al asiento del conductor se puso encima de mi y apartándose el tanga se dejó caer sobre mi polla. Cristina estaba tan mojada que la penetré como un cuchillo en mantequilla caliente. Pero yo no estaba para follar, estaba para correrme.
– ¡¡Fóllame cornudo, fóllame!!
Y en cuanto hizo el primer movimiento sobre mi comencé a descargar en su interior. Ella supo lo que había pasado y se quedó quieta jadeante. Está claro que estos juegos también la ponían muy cachonda. Como si tal cosa volvió a ponerse en su asiento del coche y me dijo.
– Muy bien, creo que has durado 3 segundos, así como no voy follar con otros?… ¿nos vamos ya para casa, no?
Así seguimos unas semanas mas, ella sabía que sus engaños era algo que yo aceptaba y me supongo que seguía conmigo porque le daba mucho morbo el hecho de serme infiel y ponerme unos buenos cuernos. Ella no me necesitaba para nada y nuestra relación llevaba unos meses muerta, pero aun así seguía conmigo.
Hasta que un día me dijo que quería dejarme, que me quería mucho, pero me estaba haciendo daño y era mejor que termináramos la relación. Pero aquello no era mas que otra de sus artimañas para humillarme todavía mas. La muy zorra sabía que iba a ir llorando detrás de ella suplicando que no me dejara y que volviera conmigo.
Y así lo hice, una semana mas tarde de que me dejara me presenté a la puerta de su trabajo y la pedí por favor que volviera conmigo, que no me importaba lo de los otros chicos, que yo se lo perdonaba, pero que quería seguir con ella. Y Cristina volvió conmigo, pero siguió a lo suyo, a follarse a otros y ponerme los cuernos en cuanto le surgía la mas mínima oportunidad.
En los siguientes meses me dejó 3 o 4 veces mas y en todas ellas la seguía suplicando que no me dejara y me ponía pesado hasta que ella aceptaba volver conmigo.
Ya era un pelele en sus manos.
Lo peor fue cuando me vino un día y me dijo que se estaba acostando con un compañero de trabajo. En la tienda de muebles de sus padres tenían varios empleados, entre ellos un señor casado de 45 años y había empezado a tener una aventura con él. En esa época que estuvo con él estuvimos separados unos 3 meses y yo me convertí en su amigo confidente. En su paño de lágrimas, el tío la decía que iba a dejar a su mujer y todas esas cosas y Cristina le creía, pero luego nunca lo hacía y ella me venía llorando para contármelo. Yo por supuesto le decía que ese cabrón no la convenía para nada, que volviera conmigo, pero ella no me hacía ni puto caso.
Ese señor se pasaba mucho con Cristina y la obligaba a hacer todo tipo de cosas, un día me vino a casa y me contó que habían estado discutiendo por teléfono durante casi una hora, el tío le había pedido que se hiciera fotos guarras y luego se las pasara y Cristina se negó, al final la discusión se les fue de las manos y el tío terminó llamándola zorra y varias cosas mas, pero se notaba que a Cristina le iba la marcha. Que la insultara la había puesto muy cachonda, aunque lo peor no fue eso, lo peor fue cuando me dio su móvil y me dijo que empezara a hacerla fotos, no eran fotos muy eróticas, pero si algo picantes, Cristina llevaba una minifalda corta y unas botas altas por encima de las rodillas, de las que sabía que me excitaban mucho y la parte de arriba un jersey fino de color blanco.
Le hice varias fotos, sentada en el sofá de casa de mis padres con las rodillas cruzadas, luego de pies, luego de espaldas y por último se puso a cuatro patas en el sofá individual y miró lascivamente a la cámara mientras yo seguía fotografiando sabiendo que esas fotos iban a ser para ese tipo. Por supuesto que la polla se me puso dura, pero a Cristina la encantaba jugar conmigo.
Cuando terminamos nos sentamos juntos a ver las fotos, yo pensé que me iba a explotar el rabo del morbo de la situación, Cristina me dijo.
– ¿Estás excitado?
Yo contesté que si, que mucho y ella me dijo con toda la naturalidad del mundo.
– Siento dejarte así, pero no quiero ponerle los cuernos a mi novio, aunque reconozco que yo también estoy muy cachonda, hazte una paja si quieres mirando las fotos.
Y como un tonto me pajeé delante de ella mirando la pequeña pantalla de su móvil mientras iba pasando las fotos que yo había hecho para el otro.
No sé cuando le enseñó las fotos a su novio ni que hizo el tío con ellas, solo sé que jugó con Cristina lo que quiso, hasta que un día cortó con ella, le dijo que iba a seguir con su mujer y no quería perder el trabajo en la tienda de sus padres, incluso la amenazó chantejeándola que si decía algo de su relación todo el mundo vería las fotos. Por supuesto vino Cristina hundida a contármelo y al poco empezamos de nuevo como pareja, ella me puso al corriente de todo lo que había hecho con ese tío y lo peor fue cuando me contó que le había llegado a desvirgar el culo. El muy hijo de puta había dado por el culo a mi chica.
A los pocos días de volver a estar juntos fui a recoger a Cristina a la tienda, recuerdo que el señor de 45 años estaba por allí trabajando y se me quedó mirando, seguro que pensó “puto cornudo, me he follado a la guarra de tu novia por el culo” o eso me imaginé, el caso es que me dio mucho morbo como me miró, no hizo falta decirnos nada, nos entendimos perfectamente. Era humillante, se había estado tirando a mi novia tres meses y luego yo había vuelto con ella. No había mas que decir.
No duramos mucho, creo que un par de meses mas en la que volvió a ponerme los cuernos con otros dos chicos, pero a mi ya me daba igual. Me daba mucho morbo que se follara a otros y luego viniera a contármelo. La muy cerda ya ni se preocupaba de darme placer, me decía que me tumbara en el suelo mientras se sentaba en mi cara obligándome a comerla el coño que horas antes había sido follado por otro.
Poco después me dejó definitivamente, llevábamos mas de 6 años de relación y aquello ya no iba a ninguna parte, pero todavía estuve unas semanas mas arrastrándome detrás de Cristina para que volviéramos a salir, aunque ella ya no me daba ninguna opción, siempre me decía que no.
Me costó superarlo, estuve con varias chicas después de ella, bastantes en poco tiempo, sexo y ya está, solo pasé página cuando empecé a salir con Claudia Álvarez. Joder Claudia eran palabras mayores, era bastante conocida en la pequeña ciudad nuestra, familia de dinero y además estaba buenísima. No podía creer la suerte que había tenido.
Y así me olvidé de Cristina, aunque no del todo, claro, con el paso de los años me he vuelto a acordar de ella, alguna vez incluso me la he cruzado por la calle, aunque ya ni nos saludamos, como si no nos conociéramos. La última vez que la vi fue cuando Claudia y yo nos compramos el chalet y pasamos por la tienda de muebles de los padres de Cristina para poner el dormitorio. Por suerte no nos atendió ella sino otra chica, ya habían pasado unos 6 años desde que terminara nuestra relación y recuerdo perfectamente que estábamos en la mesa con la chica mientras nos enseñaba muebles y Cristina estaba en una mesa a unos tres metros de nosotros. No pude dejar de mirarla casi todo el rato, incluso ella me sorprendió un par de veces, pero actuó como si no nos conociéramos de nada.
Ya no era la adolescente larguirucha del instituto, se había convertido en toda una hembra de 1,78, con el pelazo igual de largo, con un castaño algo mas claro y unos muslazos y un trasero que no tenía por aquel entonces. A veces entro a fisgonear en su perfil de Facebook, donde por supuesto no somos amigos, aunque tiene varias fotos abiertas. Lo último que vi de ella es que se casó hace unos 4 años con un tío unos 15 años mayor y que a mi no me parecía nada atractivo, no tiene hijos y sigue trabajando en la tienda de muebles de sus padres.
Ahora echando la vista atrás y con los conocimientos que tengo me resulta mucho mas inquietante la personalidad de Cristina y su comportamiento. Yo por aquel entonces no sabía lo que era eso de ser un cornudo consentido o ese tipo de cosas, pero estaba claro que Cristina iba un paso por delante de mi. Aprendió muchas cosas fisgoneando por Internet y aguantó los últimos años conmigo por el morbo de humillarme y ponerme los cuernos.
No sé cuantos tíos se la llegaron a follar mientras estuvimos juntos, seguro que fueron mas de 10 por lo que ella me contó, si que sé que por lo menos dos se la metieron por detrás, por el culo, cosa que a mi nunca me permitió. Ahora me preguntaba si con su actual marido también llevaría ese tipo de vida y le haría lo mismo que me hizo a mi. Por las fotos él parece un pobre hombre y tiene toda la pinta de ser un pobre cornudo y humillado como fui yo, aunque no lo sé seguro, pero esas cosas se notan. Y Cristina tenía mucho vicio.
Reconozco que alguna vez me masturbo viendo sus fotos de Facebook, fotos normales, alguna del día de su boda, iba realmente guapa y me pongo en el lugar de su marido y fantaseo con ella. Yo podía haber sido él. Me imagino que tras más de 15 años de relación nos casamos juntos, ella ya me hubiera puesto los cuernos con más de 50 tíos y me ha dicho que me olvide, que nunca mas se la voy a volver a meter, que tiene que reservarse para los otros, que yo solo soy un pobre cornudo y que como mucho me dejará mirar como otros se la follan. Me pone mucho fantasear todo ese tipo de cosas mientras me la meneo y al final termino corriéndome como un cerdo gimoteando su nombre. Cristina.
Lo que poco me imaginaba es que casi 15 años después de haber dejado nuestra relación iba a volver a tener algún trato con Cristina. Claudia quería poner una habitación infantil a nuestra hija pequeña y fuimos a la tienda de muebles donde ella trabajaba…
Continuará…