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Conversando con Nina. Día 3. Por ahí sí
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Como todas las mañanas, me le levanto, me miro al espejo, me ducho y me lubrico el agujerito del culo.

Hoy con más motivo. He quedado con un tipo que conocí ayer en una cena de amigos al que el paquete le abultaba más de lo común. Y cuando pienso en una polla grande, enorme diría yo, lo primero que se pasa por la cabeza es si me entrará.

Tú no vienes. Ni siquiera para mirarnos. Hoy te dejo en tu casita con el culo rojo de los azotes que te propiné ayer. No creo que tengas ganas ni de masturbarte, pero por si acaso, y para que veas que no soy una egoísta, te he dejado unas bragas sucias encima de la mesa del salón. Cuando termine con el del gran paquete, si no es muy tarde, y puedo caminar después de tanta polla, pues, es posible que me pase por tu casa a contarte como me ha ido. Pero, vamos, tu disfruta, y si te masturbas no derrames ni una gota fuera del vaso.

Yo hoy me he puesto mi vestido rojo. Parezco una puta de las baratas. Quiero parecer una puta de las baratas. Cuanto más guarra parezca más dura se le pondrá al tipo del paquete grande.

Quedamos en un restaurante. El tipo me espera en la mesa. Ha traído una flor. Yo no llevo nada para él. No sé si considerar mi culo lubricado como un regalo.

-Me alegro de verte.

-Yo también me alegro de verte a ti -le respondo mientras le hago un barrido completo. El paquete sigue ahí.

Os ahorraré la narración de como fue la cena. Imagino que si yo comí ensalada y el sopa de marisco os da un poco igual. Vosotros queréis escuchar lo importante, lo que realmente quería conseguir esa noche. No deseo que te guardes la polla dentro del calzoncillo sin haberte corrido. Continúo desde que entramos en su casa.

-¿Una copa?

-No, un café.

-¿No bebes?

-Sí, pero creo que voy a necesitar el café más que la copa. La copa me pondría cachonda y ya lo estoy. El café no me deja dormir, y pienso que vamos a estar follando toda la noche. Así que mejor un café. Cargado.

El tipo, no diré su nombre, porque me da exactamente igual, se sorprendió. ¡Cómo no se va a sorprender! No me conocía, y no se imaginaba lo puta que puedo llegar a ser.

-Dos cafés, entonces.

Nos sentamos en un sillón bastante cómodo. Yo me bebí el café de un sorbo. Enseguida me puse a mirarle descaradamente al paquete.

-Es enorme… ¿no?

-¿Qué?

-Tu polla, digo, que parece que tienes una polla enorme.

-Pues…

-Sácatela. Quiero verla.

El tipo bajó la cremallera, se apartó los calzoncillos y se la sacó. Estaba morcillona y ya era tan grande como otras pollas erectas. Cómo sería cuando se llenara de sangre.

-¿Te la puedo chupar?

Su polla debía tener oídos porque al oír esas palabras se puso tiesa. Era tan enorme como me esperaba. ¡Qué ojo tengo para las pollas!

-Sácate también los huevos, por favor.

Obedeció. Estaba tan excitado y tan sorprendido que si le hubiera pedido que se metiera un pepino lo habría hecho. Pero hoy no me apetecían esas cosas.

Me incliné y se la empecé a mamar. En mi boca creció aún más de lo que ya había crecido. Intenté metérmela toda. Imposible. Con sólo la mitad ya me llegaba hasta la garganta y me tensaba la comisura de los labios.

Se la chupé con todas mis ganas mientras le acariciaba los huevos con las dos manos. Paré en cuanto sentí que ya salían unas gotitas de la punta. Había venido a otra cosa. Me incorporé.

-Tengo novio -le dije. (Tranquilo no era por ti).- Le he dejado entreteniéndose con unas de mis bragas. Sucias, claro.

Al tipo se le volvieron a poner los ojos como platos.

-No me vas a dejar así -me dijo.

-No puedo follar por el coño, quiero serle fiel. Pero con el culo no tenemos ningún pacto. Puedo ofrecérselo a quién quiera.

No respondió. Se incorporó y se bajó los pantalones. Yo me puse a cuatro patas encima del sillón, con mi pecho muy inclinado. Quería estar lo más abierta posible. Su polla era enorme.

-Tengo crema en la habitación.

-Tranquilo, vengo muy bien lubricada de casa.

A la punta le costó entrar. Y la primera mitad no me dolió.

-¿Cuánto queda?

-Un trocito.

-¿La otra mitad?

-Sí, más o menos.

-Métela entera de una vez.

Chillé, una mezcla de placer y dolor, más placer que dolor. Entró entera.

-Fóllame, fóllame el culo.

Y el tipo empezó a bombear y a bombear. El dolor desapareció. Me sentía llena. Feliz. Mi culo era capaz de hospedar esa enorme polla.

-Métela toda, hasta los huevos.

Y empujó y empujó hasta casi aplastarme contra el sofá.

-Ahora quiero que así, dentro, no te muevas, solo empujes hasta que te corras.

Y volvió a obedecer. Se corrió dentro. Su lefa creo que me llegó hasta la garganta. ¡Qué placer!

La sacó. Se tumbó. Me tumbé a su lado. Fue a besarme.

-No puedo, recuerda que tengo novio.

Cuando estabilicé mi respiración, me vestí, saludé con la mano y salí de su casa.

No sé qué harías con esas bragas sucias que te dejé en la mesa del comedor, pero estas que llevo ahora te las voy a envolver en papel de regalo.

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ConNina
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