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Conversaciones conmigo mismo sobre la pija (real)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Todo lo que relato a continuación es absolutamente real.

Para comenzar he de decir que me considero heterosexual, pero…

No siento atracción sentimental ni emocional hacia un hombre, es más no concibo que pueda haber “amor erótico” de un varón a otro, al menos para mí es así. Pero sí siento un enorme deseo por todo lo que sea sexo, y en esto queda comprendido el órgano sexual masculino, pija, verga, pingo, choto, poronga, falo, pene, pito… Sí, me gusta la pija, me encanta, es uno de los mayores objetos de mis fantasías.

Tal vez logre explicarlo:

En mi matrimonio (me casé muy joven), después de unos diez años de casados, comencé a tener fantasías en las que imaginaba a mi esposa en relación sexual con otros hombres. Laura era (conmigo, ahora lo sigue siendo con otros -nos divorciamos hace varios años), una gran amante de mamar verga (en nuestros juegos previos, a veces me la chupaba por cerca de una hora, sin que su boca se cansase, una genia). Ante ello una de mis principales fantasías se centraba en imaginarla chupándosela a otro. Recuerdo que tenía por costumbre, cuando ella jugaba con su boca en mi miembro, tomar un espejo que guardaba en mi mesa de luz, para observarla desde otro punto de vista… imaginaba que la veía chupando otro pito.

Un tiempo creí que esa fantasía era solo el deseo de verla chupando a otro, pero después me fui dando cuenta de que había algo más… Empezó primero por una curiosidad por entender qué era lo que Laura encontraba tan placentero (aunque, a comprenderlo, me ayudó el infinito placer que también yo sentía al mamarle su conchita. Pero un pito era algo diferente a una conchita…); y esa curiosidad se fue transformando, poco a poco, en un intenso deseo por experimentar el placer que veía a ella gozar.

Al principio me lo cuestionaba, me negaba a admitir que pudiese desear a un hombre, la realidad es que no deseo a un hombre, nunca encontré uno por el que me haya sentido atraído, que pueda definirlo como atractivo (algo que es común en la mujer y en el homosexual). Y en esa negación terminaba rechazando la idea de tener sexo con un hombre. Pero había (siempre la hubo), una realidad que yo me esmeraba por reprimir: mi deseo, mi loco deseo por un pito, y la tremenda excitación que esto me provoca.

Sí, no siento el menor deseo de poseer un hombre o ser poseído por él, pero sí deseo disfrutar de un pito y que un pito disfrute de mí, es parte de mi sexualidad, como la concibo.

Tal vez ello explique por qué me considero heterosexual. ¿Por qué me considero heterosexual? Porque solo concibo “sentimientos” y “emociones” eróticas hacia una mujer, ej.: puedo enamorarme de una mujer, puedo amar eróticamente a una mujer, me apasiona el aroma natural de la piel de una mujer, puedo atar mi vida a la vida de una mujer; pero nada de eso puedo sentir o hacer por un varón.

Continúo con mi adicción por el pene… A la actualidad (tengo 54 años), aún no hice realidad mis fantasías por el pito. Tal vez porque no encontré alguien adecuado con quien realizarlas; he de confesar que soy selectivo, no aceptaría una marcada diferencia sociocultural con el dueño de la pija (eso no me sucede, o al menos no tan radicalmente, con una mujer), y demando, ineludiblemente, similitud de deseos y absoluta discreción. Si me encontrase con el candidato ideal, en los términos descriptos, no dudaría.

Si estás en mi sintonía, házmelo saber por aquí y… quién sabe…

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