Antes de comenzar os comentare que este relato es totalmente verídico y está escrito tal como fue con pelos y señales.
Somos un matrimonio de 45 y 46 años, mi mujer se llama María y yo Julio, llevamos juntos desde los 18 años y el sexo entre nosotros siempre fue fantástico.
María es lo que denominamos como un pibón, aparte de guapa, tiene un cuerpo perfecto, unas tetas duras y grandes, un culo perfecto sin un gramo de celulitis y un coño precioso, como le digo yo, tiene un coño de peli porno, sin un solo pelo, por lo que comérselo es una auténtica locura.
Yo soy alto y de complexión normal y no es por tirarme faroles, pero estoy muy bien dotado.
Como dije antes, teníamos un sexo fantástico y casi a diario, a pesar de llevar más de 25 años juntos.
Un día por motivos laborales, me tuve que desplazar durante unos meses a la otra punta del país, y ahí fue donde cambió todo.
Esa temporada vivía con un compañero de trabajo en un piso que nos había puesto la empresa, y dicho compañero tenía un lote de revistas porno con las cuales mataba el aburrimiento cuando no trabajábamos. Un día se me dio por ojear una de esas revistas, y vi un anuncio que me llamó mucho la atención, se trataba de un matrimonio que buscaba un chico para hacer un trio, desde ese preciso instante mi cabeza no paraba de cavilar sobre lo morboso que tenía que ser compartir a tu mujer con otro hombre, y darle placer hasta el éxtasis. En mi mente no paraba de darle vueltas al asunto y cada vez me ponía más la idea de ver a mi mujer tragándose otra polla que no fuese la mía.
Los días fueron pasando y volví a mi casa, pero ese anuncio de la revista había cambiado algo en mi cabeza, deseaba a toda costa cumplir esa fantasía, ahora el problema radicaba en convencer a mi mujer, la cual nunca había estado con otro hombre que no fuese yo, por lo que la tarea no iba a ser nada fácil.
Esa misma noche mientras estábamos haciéndolo se lo propuse, naturalmente y tal como me lo esperaba me llamó de todo menos bonito y se cogió un mosqueo de la leche, me decía que si estaba loco, que si ya no la quería y no sé qué cuantas cosas más.
Los días pasaron y yo con lo cabezón que soy, siempre que tenía oportunidad le soltaba alguna indirecta sobre el tema, pero ella no cedía, yo ya estaba desesperado, cada día tenía más ganas de hacer un trio, pero ella no entraba al trapo. Así que decidí presionarla un poquito más, alquilé una película porno de tríos y compré un vibrador. Al principio rosmaba un poco, ya que veía por donde venían los tiros, pero poco a poco fue entrando en calor y acabamos en un tremendo 69 con todo el vibrador en su coño chorreante, el cual no paraba de rezumar sus jugos vaginales, mientras ella jadeaba y se retorcía de placer como no había hecho nunca. En ese momento me di cuenta que el trabajo de persuasión de meses comenzaba a dar sus frutos, así que volví a insistir por enésima vez y cual fue mi sorpresa, cuando en vez de un “NO rotundo”, me dijo que se lo pensaría, eso me abrió las puertas del cielo.
Pasaron unos y en otro de nuestros polvos volví a sacar el tema con sutileza, y por fin dijo que si, pero con tres condiciones.
La primera que escogería ella al chico, la segunda que quería una buena polla, una como que por lo menos fuese de grande como la mía, y la tercera que hubiese mucha higiene, es decir, ducharse todos antes de comenzar la fiesta. Naturalmente accedí a todas sus peticiones, y ese mismo día antes de que se enfriase la cosa, puse un anuncio en una página de contactos en internet.
Con lo buena que está mi mujer, como era de esperar, llegó multitud de correos de chicos interesados en el tema, y yo se los reenviaba a ella para que decidiese. Al principio a todos les buscaba algún defecto, o bien eran de muy lejos, o bien eran de muy cerca, o que tenían la polla pequeña, vamos que parecía que iba a ser imposible el tema. Después de varias semanas por fin un chico le llamó la atención, yo no me lo podía creer, ya estaba desesperado con el asunto, así que antes de que se echase atrás me puse en contacto con el chaval para quedar y conocernos, eso sí, en principio sin ningún tipo de compromiso, tomar un café, conocerse y punto. Quedamos en un bar del centro de la ciudad, ni que decir tiene que ella estaba muy nerviosa y yo ni os cuento, era una mezcla entre nerviosismo y excitación, algo que no sabría cómo explicar.
A la hora acordada apareció Iván, que así se llamaba el chico en cuestión, era físicamente como las fotos que nos envió, vamos que no era ningún listo de esos que manda fotos bajadas de internet. El muchacho tenía 37 años, complexión normal y muy buena presencia. Al principio con los nervios nos costaba mantener una conversación fluida, pero poco a poco nos fuimos soltando y al final conseguimos una charla amena, los nervios del principio desaparecieron por completo, y tanto mi mujer como yo nos sentimos muy a gusto con el muchacho, por lo que decidimos quedar para el próximo fin de semana, iríamos de cena y miraríamos de dar el paso definitivo.
Habíamos quedado para el sábado por la noche y os puedo asegurar que los días anteriores apenas dormí de los nervios que tenía, eso sí, estaba excitado día y noche, solo de pensar en Iván follándose a mi mujer me ponía mil.
Por fin llego el ansiado sábado, tengo que deciros que ni ella ni yo pegamos ojo, y en toda la semana ni siquiera hablamos del tema, pero la tensión estaba en el ambiente. Ya se estaba acercando la hora, por lo que nos duchamos y nos vestimos. Cuando ella salió del baño casi me da un infarto, ella estaba preciosa, llevaba una blusa estampada semi transparente, que dejaba entrever un sujetador negro de encaje el cual guardaba sus enormes y preciosos senos, acompañado de una tremenda minifalda roja. Tengo que deciros que me costó mucho trabajo no follármela en ese preciso instante, ya que entre la transparencia y la minifalda tenía la polla que me estallaba, y si a eso le sumamos que estuvimos toda esa semana sin follar para reservarnos para la fiesta, pues os lo podéis imaginar cómo estaba yo.
Bueno, pues llegamos al restaurante donde habíamos quedado con Iván y nos acomodamos, no tardó mucho en llegar, y nada mas hacerlo le estampo dos besos en la mejilla de mi mujer en forma de saludo y nos dispusimos a cenar. Al principio estábamos todos un poco tensos, ya que ninguno de los tres había hecho un trio antes, pero así que tomamos unas cuantas cervezas, los nervios desaparecieron y dieron paso a las risas y a las bromas.
Si yo estaba cachondo, Iván ni os cuento, no le sacaba ojo a las tetas de mi mujer, la cual ya estaba desinhibida debido a las cervezas que se había tomado. En un momento entre risa y risa, propuse ir ya para el motel para rematar la fiesta, y allá nos fuimos, cogimos nuestro coche y marchamos. Mi mujer se sentó a mi lado, e Iván atrás. Durante todo el camino nadie abrió la boca, ni una sola palabra, la tensión era total. Al llegar a la entrada del motel les dije, que, si alguien se quería rajar, ese era el momento, pero nadie dijo nada, así que tiré para adelante y cogimos la habitación. Al entrar en ella estábamos todos como un flan, Iván estaba muy nervioso y mi mujer ni os cuento, yo ya tenía una erección brutal, por lo que pedí ser el primero en ducharme y bajar así la excitación que tenía. Me duché rápido y volví para la habitación completamente desnudo y me metí en la cama para esperarlos.
El siguiente fue Iván, que también después de la ducha pertinente y tomando mi ejemplo vino para la habitación completamente desnudo, exhibiendo el pedazo rabo que tenía, de unas dimensiones similares a la mía, pero curvada hacia un lado. Se metió en la cama conmigo a esperar a mi mujer, la cual estaba como un flan, y además se puso roja como un tomate al ver el rabo de Iván imaginando lo que se le iba a venir encima. Yo estaba acojonado pensando en que ella se podía rajar en el último instante, pero no, cogió y se fue a la ducha sin mediar palabra alguna, saliendo al poco rato envuelta en una gran toalla blanca y se vino a los pies de la cama y exclamo: “Hacerme lo que queráis, soy toda vuestra”, mientras dejaba caer la toalla al suelo, mostrándonos sus enormes y duros senos con sus pezones erectos debido a la excitación, así como su precioso coño depilado.
Al instante se metió en la cama en medio de los dos y me soltó un morreo de película, Iván no desperdicio el momento y empezó a sobarle el culo con dulzura, luego ella se giró y le dio un beso a él, el chaval después fue bajando y empezó a comerle las tetas, esas tetas que lo habían tenido en jaque toda la noche, luego prosiguió chupeteándole los pezones erectos de mi mujer, la cual ya empezaba a jadear. La tumbamos en la cama e Iván siguió bajando poco a poco hasta llegar a su precioso coño depilado y comenzó a comérselo suavemente y con dulzura, aumentando el ritmo a la vez que ella aumentaba sus gemidos, yo ni corto ni perezoso le metí toda mi polla carnuda en su boca, para que me la chupase como ella sabe.
María no paraba de gemir y chupar a la vez, era como una película porno donde ella era la protagonista. Al poco tiempo mi mujer tuvo el primer orgasmo ante la comida de coño que estaba llevando, se corrió toda en la boca de Ivan, el cual no paraba ni un instante en su labor de comerle el rico coño depilado de mi mujer, la cual no paraba de retorcerse de placer, con toda mi polla en su boca.
Al terminar el orgasmo de mi mujer le pedí el cambio a Ivan, el cual se puso enfrente de ella con su polla erecta esperando su recompensa por el trabajo realizado, María no tardo ni un instante en metérsela en la boca y hacerle una brutal mamada, era una autentica pasada verla chupar una polla que no fuese la mía, yo toda la semana tenía miedo que ella se cortase ante la situación, pero no, fue todo lo contrario, ella se soltó como nunca lo había hecho, no paraba de chuparle la polla a Iván de una forma magistral, mientras yo seguía comiéndole ese pedazo coño de actriz porno que tiene, eso sí, sin perder de vista la escena de la mamada que le estaba propinando al muchacho.
María estaba cachondísima, jamás en 25 le vi el coño tan jugoso como ese día, no paraba de rezumar fluidos por todas partes, parecía un pozo sin fondo, cuanto más se lo comía, mas se corría, era una locura. No tardo en volverse a correr ante la comedura de coño que le estaba pegando, mientras el amigo Iván le follaba la boca sin descanso. En esta posición hicimos que María se corriese tres veces a base de intensas comidas de coño, fue entonces cuando decidimos empezar a follarla, el muchacho estaba loco por clavársela, así que le deje los honores a él, el cual la puso a cuatro patas y se la metió de una estocada hasta el fondo, algo normal tal y como le chorreaba el coño a mi mujer, no hacía falta ni empujar, era la primera vez que mi mujer disfrutaba de una polla que no fuese la mía, y vaya si lo disfrutaba, yo me puse delante de ella y mientras el amigo le reventaba el coño a pollazos, María me hacia una mamada de película. Estábamos perfectamente sincronizados, cuando Iván se la clavaba hasta el fondo, María se la tragaba hasta la campanilla, era brutal.
Así estuvimos un buen rato, Iván follandosela duramente, mientras mi mujer me la chupaba sin parar, no tardo ella en tener su cuarto orgasmo, fruto de los pollazos que Iván le estaba metiendo a cuatro patas, yo al ver la imagen de mi mujer a cuatro patas totalmente ensartada por una polla desconocida, mientras sus enormes tetas se balanceaban al ritmo de las embestidas que le estaban dando, no pude evitarlo y me corrí en su boca, fue tremendo, la verdad que no recuerdo una corrida así en toda mi vida, se la llene toda de leche con un par de andanadas, mientras ella llegaba al éxtasis una vez más, estaba como una loca gracias a la follada que estaba llevando. Se trago toda mi corrida y siguió chupándomela con esmero, mientras el muchacho seguía follandosela como un campeón, el cabrón era de corrida retardada, la verdad es que no sé cómo aguantaba sin correrse.
Al momento ya volví a tener el rabo pidiendo guerra, así que le pedí el cambio al chaval, que ya estaba exhausto de tanto cabalgar, así que me tumbé en la cama y puse a María encima, ella empezó a cabalgarme como una amazona sobre mi polla dura, mientras se la comía a Iván con ahínco. Así estuvimos un buen rato hasta que mi mujer se corrió dos veces más, luego yo pedí el cambio y ahora era Iván el que se la follaba al estilo misionero, mientras yo volvía a disfrutar de otra suculenta comida de polla.
Después de un par de orgasmos más de mi mujer, decidimos poner punto y final a la follada dándole un buen baño de leche a sus enormes tetas, tanto Iván como yo nos corrimos al unisonó sobre sus melones, dejando a mi mujer toda lechada como una autentica zorra, una imagen indescriptible, que no tengo palabras para reflejarlo en este relato.
Yo había estado toda la semana fantaseando con este momento, pero tengo que reconocer que la realidad supero con creces a la ficción, me encanto ver a mi mujer disfrutar de una polla que no fuese la mía y reventarle el coño como se lo reventamos de tanto follar en ella. Tengo que comentar que ella por lo normal es de correrse una o dos veces a lo sumo, pero ese día la hicimos correrse ocho veces en cuatro horas, algo nunca visto en 25 años con ella.
Al terminar nos pegamos una ducha y nos fuimos, al llegar a casa volvimos a follar como leones, y durante una buena temporada tuvimos unos polvos increíbles, recordando la tremenda follada que le metimos Iván y yo. Y por supuesto hemos vuelto a quedar con Iván varias veces y con otros chicos después, pero este fue nuestro primer trio y me apetecía compartirlo con vosotros. Perdón por los errores gramaticales que he podido cometer, pero este es mi primer relato.