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Controlando las perversiones de Claudia (01)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

01 de Guía a Acompañante.

Hace poco vi la fotografía de Huancayo, una bella ciudad de los Andes del Perú. Es un lugar que visité con más detalle y por primera vez hace unos 10 años. Ahí conocí a Claudia una "pervertida" estudiante de derecho que contraté como guía durante mi corta estadía, hubo algo de química y me dejó su número sin mayor problema.

Claudia era una chica de piel bastante clara, ojos color caramelo, dientes pequeños y una boquita de labios rosados engrosados. Cuando le daba el sol o reía mucho sus mejillas se sonrojaban. Cuando caminaba por la ciudad despertaba el interés de los servidores del terminal de buses.

Su rostro redondo y su cabello rizado castaño-dorado hacía que luzca como alguna de esas muñecas europeas de porcelana que se ven en las casas de antigüedades.

De regreso en mi ciudad enviaba mensajes cada semana preguntando cómo estaba y buscando volver a vernos. Ya antes de iniciar el verano me avisó que iba a venir más seguido a la capital por unos trámites y acordamos vernos cerca a la casa donde viviría junto a su tía.

Fueron semanas agradables, puesto que tenía un temperamento dulce y poco conflictivo, la llevé a conocer lugares que ni sabía que existían en Lima, la invité a comer y otros detalles como amigo.

Claudis (como me dijo que la llame) era menor que yo por 3 años, y siempre oía fascinada cada una de las experiencias de mi profesión. Su trato era cariñoso y siempre me tomaba del brazo durante los paseos.

Estoy seguro que muchos chicos hubieran querido tener cerca a esta chica de piel blanca y cabello casi rubio, enfocado en mi profesión no era el tipo de chica que despertara gran interés en mí, hasta que empezó a vestir distinto ya que mi ciudad llega a 28 grados en verano, a diferencia de su fría ciudad donde se llega a 20 con sol y solía andar cubierta con suéteres y pantalones de tela gruesa.

Ahora Claudis usaba blusas de tela delgada con escote o camisetas de manga muy corta lo que dejaba ver su piel más clara. Los escotes me dejaban ver su cuello y parte de su pecho que exhibía pequeñísimas pecas. Siendo delgada nunca se hizo notorio tener pechos grandes, sus tetitas eran menudas y lo comprobé cada vez que usaba camiseta de tiras sencillas, el downblouse, dejándome descubrir además las tiras y parte de sus brasieres era discreto, pero excitante.

Hasta ese momento ya se despertaba sobremanera mi curiosidad, las poses que ella asumía al hablar, gestos y esos descuidos con sus prendas, no hacían más que provocarme excitación.

A eso se sumó que empezó a usar pantalones cortos tipo safari, o pantalones delgados, tipo sastre que dejaban marcar su ropa interior. Su culo era también delgado, casi plano, pero sus caderas anchas daban origen a un culo amplio y ancho. Me inquietaba que una chica de facciones sencillas y ese culo "aplanado" luciera tan bien.

Me había confesado que yo le gustaba un poco, pero no quería precipitarse hasta acabar su carrera. Es decir, yo le atraía, pero solo quería salir a comer y pasear estos meses. Al mismo tiempo ya empezaba a atraerme físicamente, pero tampoco iba a forzar e iniciar una relación solo por ello.

Yo apenas a los 25 yo no tenía mayor interés en relacionarme con una chica que lucía dulce y además demandante de atención, aún estaba muy enfocado en mi especialidad.

Así, empujado por la curiosidad decidí ensayar algunas de mis habilidades de control mental, usando a mi favor su temperamento, sus gustos y sus perversiones.

Continúa…

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