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Conchi, la señora del ático (Parte II)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Después de ver a Conchi aquel día y haber dejado las puertas abiertas para poder tontear con ella, pues no lo dudé mucho y quise dar un paso más y ojalá me lleve algún premio y no una ostia.

Es que pensar en esas braguitas que me mostró Conchi en su casa, blanquitas, suaves y delicadas me entró una excitación tremenda. En algún momento me las imaginaba en mis manos, deslizándose hacia abajo, dejando al descubierto su zona más íntima, me las imaginaba bajando de su culo tan curvado y macizo, recorrer sus piernas carnosas y moldeadas hasta llegar a sus rodillas donde ya por su propio peso terminarían en el suelo y yo ligeramente levantarle un pie y luego el otro para por fin tenerlas en mis manos y sentir ese calor, esa textura, oler aquel aroma.

Claro que me imaginaba todo ese espectáculo. Decidí llamarla un día, recuerdo era un sábado al medio día, no había mucho curro y por pasar el rato llame al número de teléfono que marcaba el paquete.

Conchi: hola!!

Yo: hola que tal, Conchi?

C: si de parte

Yo: hola que tal, te habla Juan Daniel

C: Juan Daniel? Disculpa te conozco

J.D. si mira soy el chico que te llevo un paquete hace unas semanas atrás. El de la apuesta lo recuerdas?

C: ah, ya, claro el que apostaba que venía en mi pedido.

J.D. si ya veo que recordaste quien soy. Te encuentro ocupada?

C: no, estoy en casa limpiando un poco

J.D. Pues mira qué pena molestarte, pero es que aquella vez que tome la foto, pues para mi suerte salió tu número de teléfono.

C. Ya y que pasa?

Joder pensé ahora me manda a la mierda por andar de listo.

J.D. pasa que me preguntaba si podría hablar contigo, claro si no tenías algún inconveniente para ello.

C. Hablar? Que serio se esto poniendo esto. Pues pásate cuando quieras en el transcurso de la tarde.

J.D. en serio? Pues nada te caigo sobre las 5 pm, que termino de trabajar. Te parece bien.

C. Pues eso. Ah y no olvides traer mi cajita.

Listo, tenía ya la cita, cajita me dijo. Anda que ha sido bien directa Conchi,

J.D. vale, pero mejor escogemos juntos no te parece.

C. Tonto ja ja ja hasta luego

J.D. hasta luego Conchi.

Y aquella tarde transcurrió más lenta de lo normal, yo estaba todo el día ansioso por llegar a su ático y poder mirarla, observarla mejor ya que la primera vez fue algo rápido y un tanto ajustado de tiempo. Solo pude mirarla muy por encina y no pude retener tantos detalles exactos de ella. Recuerda que la vi en pijama y pantuflas no sé cómo se vería sin esas prendas encina de ella.

Llegue al edificio antes de la hora pactada, llame al telefonillo dos veces y nada, que raro dije, llame una vez más y nada, pensé aún no es la hora seguro estará ocupada o me habrá vacilado y a lo mejor no lo tomo en serio, cuando en eso escucho mi nombre y me giro a mirar quien me llamaba en esa parte de la ciudad. Vaya sorpresa la mía, era la señora Conchi que llegaba del súper mercado, la saludé con dos besos y me ofrecí a ayudarla con las bolsitas que llevaba. Saco unas llaves y abrió la puerta principal del edificio, yo aún un poco ansioso por estar en aquella situación y más aún que haya aceptado de buena manera que yo esté en su piso, me quedé un poco bloqueado al principio y le dije que casi le malogró el telefonillo con tantas veces que había llamado pero que claro yo me había adelantado a la hora que habíamos quedado.

En fin solo atine a decir esa tontería, pues como en aquel edificio no había ascensor subimos por las escaleras, yo quise que ella subiera adelante pero me dijo, “pasa tu que vas con las bolsas y tira pa arriba que son 4 plantas”. Joder, pensé pues nada ya estábamos acá. Llegamos al rellano de su piso y ella se adelantó para abrir la puerta y poder pasar. Deja las cosas en la cocina por favor me dijo y yo amablemente obedecí.

Ya en su piso pude ver mejor a Conchi, llevaba una chaqueta negra y un pantalón blanco la verdad que el pantalón le quedaba súper bien, apretado bien ceñido a sus curvas, observé que se fue a su habitación a cambiarse la chaqueta ya que iba a prender la calefacción me dijo, salió con una polera más cómoda según ella. Bueno el piso no era muy grande y con la calefacción puesta se calentaba rápido el ambiente. Ya en la sala. sentados en el sofá me pregunto de qué quería hablar con ella, que era eso tan importante que tenía que decirle, a que se debía tanto misterio. Yo me quedé un poco frío al escuchar eso y ella se echó a reír. Has picado chaval y se reía a carcajadas, me avergonzó un poco la verdad pero ya estábamos ahí.

Me solté un poco y conversamos sobre la última vez que estuve en su piso, le dije que era la primera vez que hacía esto y que a partir de ahora no me mirase mal, “tranquilo- me dice ella- si he dejado que subas es porque a mi también me ha gustado la forma en que han sucedido las cosas”, si pues le digo, “sabes he pensado mucho en las braguitas que me enseñaste la última vez y pues es uno de los motivos por los que me he atrevido a llamar”.

-Es que te imagino subiendo aquellas bragas por tus piernas y me pongo mal ja ja ja.

-y seguro alguna pajilla te habrás hecho ya -me dice ella.

-No, la verdad por eso te he llamado, quería saber si pues existe alguna manera de que te compre alguna y vea como te la pones.

Y se sintió un silencio total en el salón, bueno yo ya iba por nota a que pase lo que tenía que pasar, total a ella también le gustaba la idea de que yo esté con ella hablando del tema.

-Pues mira chaval, creo que estás yendo muy rápido no te parece y no te cortas ni un pelo la verdad. Que me guste la situación es una cosa, pero de ahí a que haga lo que me dices, no te pases.

-Insisto Conchi, me gustas mucho y pues de no haber sido por la forma en que me mostraste aquellas bragas no estaría hoy acá. Bueno mi idea era, comprar algunas y ver que te las coloques delante de mí, en eso nada más había pensado todo este tiempo, pero que te cuesta Conchi -insistía yo- anda anímate me harías tan feliz.

-Si claro -me dice ella- lo ves tan fácil, pero bueno es que es muy fuerte lo que me pides, a ver, quieres comprar unas bragas y quieres que yo me las ponga en delante de ti, es en serio?

-Si -le digo yo- obviamente después te las quedas y yo solo me llevaré el momento vivido.

-Anda ya chistoso -me dice ella- claro que si aceptaría, las bragas se quedarían aquí, a quien se las vas a llevar pues ja ja ja, pero y que me dices, si, -y juntaba mis dos manos en señal de pedir por favor.

Yo estando sentando en ese sofá ya sentía una excitación, una ansiedad por lo que me podría decir, pensar que aceptara, que dijera que si, yo ya estaba pensando en a donde ir y comprar en ese momento, que en bajar y subir seguro cambiaría de opinión o alguien podría llegar y yo quedar fuera del juego. Eso me hizo calmar un poco los nervios, había que esperar su respuesta.

-Bueno va -me dice ella- pero ojo que no me pongo bragas del mercadillo ah?

-Ah claro que no usaras cualquier cosa -le dije yo- pero que te parece si me vendes unas braguitas tuyas? Así no perdemos tiempo y pues ya estando de acuerdo los dos.

Yo asumiendo que ella diría si, saque de mi billetera 30 euritos, joder que dolor cuando salieron de mi bolsillo. Pero no podía regatear y menos quedar mal en ese momento. Ella me miró y creo ya no podía dar marcha atrás, cogió el dinero y me dijo:

-Espera que traiga una y me la pongo.

Ahí me funcionó la cabeza y pensé. Jooo pero si yo estoy comprando, lo normal es que sea yo quien elija la prenda.

-Eh Conchi, me gustaría escoger las braguitas y yo mismo colocarlas en ese culazo rico que tienes.

Ella un poco sorprendida me mira y solo sonrío, después de todo ya sé había metido el dinero al bolsillo. Antes que haga nada me dirigí a una habitación que tenía la puerta entreabierta y le pregunté con la mirada si esa era la suya y si podría pasar.

Ella me dijo que si con un movimiento de cabeza, ya dentro encendí la luz y pude ver un armario con dos puertas abiertas, dentro había ropa colgada. A un lado de su cama había un mueble con tres cajones largos y en medio de cada uno tenía un tirador. Tire del primero y bingo aparecieron ante mi las braguitas, dobladas una por una, casi seleccionadas por colores y creo yo hasta por tamaños, observé como ella me miraba desde la puerta de su habitación y no toque ninguna, solo observaba los modelos y colores.

Me decidí por unas de color rojo granada, la sujete con mi mano derecha y la saque de entre las tantas que tenía en esa gaveta,

-mira estas me gustan -le dije a Conchi- te gustan?

Le pregunté y ella solo movió su cabeza de lado a lado y sonrió. Yo con las bragas en mis manos le pregunte dónde podría ayudarla a cambiarse ya que ese era el fin del trato.

Conchi solo me miraba y no me decía nada parece que no creía lo que había dejado que suceda y se le había ido de las manos este juego. Yo con las braguitas de color rojo en mis manos tampoco le decía más cosas por no forzar la situación, todo estaba en calma y fueron largos minutos de espera y uno a cada lado de la habitación sin decir mucho, cuando de pronto el sonido del timbre rompe aquel silencio.

Alguien estaba en el rellano de su piso, pues yo si me asusté mucho y pensé quien podría ser, ella muy calmada me dijo que me sentara en el sofá que seguro sería su vecina, que tensión estar en esa situación, ella fue rápidamente a abrir la puerta, yo me siento en el sofá y ella abre la puerta y deja entrar a una persona a su piso y la dirige hacia su cocina, no levante la mirada para ver quién era o si esa persona me había visto, cuando Conchi volvió al salón era evidente la angustia de ambos, solo atine a despedirme y salir de ahí pitando, no quería meterme en problemas y menos a ella.

-Muchas gracias señora.

Dije y salí lo más pronto que pude. Ya en el rellano me di cuenta que llevaba las bragas de Conchi en mis manos y las guardé en uno de mis bolsillos. Me quedé con las braguitas color rojo en mis manos pero las ganas tremendas de ver cómo se las ponía me las tenía que sacar.

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