El anonimato que nos dan las letras nos permite expresar más allá de lo que llegamos a platicar y en esta ocasión deseo compartirles la experiencia más extraña, pero a su vez mas increíble que he vivido en años.
Un domingo en la noche recibí un mail de una chica que llamaré la señorita V, era muy escueto. Solo decía: entretenido tu relato del tren ligero, si puedes pásame tu wasap y platicamos por ahí.
Fue algo que nunca me había pasado, que alguien de esta página me escribiera directamente para platicar. Entonces le contesté su correo diciéndole que sería un placer poder platicar con ella y compartir historias y seguido de eso puse mi cel.
No pasó ni media hora y ya tenía un mensaje de la señorita V saludando.
Lo más curioso que la plática no fue muy fluida. Mas bien diría que fue demasiado concreta. Le pregunté si ya había tenido experiencias, así como mi relato y dijo que no pero que le gustaría que pasara alguna vez. Entonces me ofrecí a compartir esas vivencias y le dije que sería increíble poder conocerla y cumplir esas fantasías, pero ella se limitó a contestar que casi no usaba el transporte público pero que igual podíamos conocernos en la semana e ir a un lugar más tranquilo, quizá un hotel.
En ese momento sentí mucha curiosidad, para serles muy honesto llegué a pensar que era un trans, un hombre o quien sabe quién que estaba viendo a ver que sacaba. Que equivocado estaba. Me daba mucha curiosidad, pero al mismo tiempo sentía cierta zozobra. Así como están las cosas de la inseguridad hasta pensé que quizá era gente que se dedicaba a la delincuencia. Pero aun así quedamos de vernos al siguiente día en un metro de transbordos al sur de la ciudad.
La cita era a las 3 de la tarde y obviamente hice ajustes en mi horario laboral para poder estar en la cita. Algo que me causó mucha extrañeza es que le pedí una foto para conocerla y le dije que yo le mandaría una mía para así podernos ubicar al llegar. Pero ella se negó, no insistí. No dejaba de tener incertidumbre, pero la curiosidad me mataba. Nunca me había reunido con nadie en estas circunstancias.
Llegué a la estación media hora antes y me quedé en un lugar estratégico para observar el lugar de la reunión por cuestiones de seguridad. Ella había querido que nos viéramos afuera del metro así que le dije en qué lugar y que ya estaba cerca. Ella me pidió la descripción de cómo iba vestido para que me localizara y le dije que llevaba playera gris y gorra roja. Obviamente desde mi punto de observación traía mi chamarra puesta y no usaba la gorra. Quería ver quien podría ser y si es que no sería emboscado por otras personas. Llegué a sentirme en una de esas películas de espías. Ella me escribió que ya había llegado pero que no me veía. Lo más curioso es que no me quiso decir como venía vestida y comencé a sentir que era un engaño (error nuevamente). Vi entre algunas personas a una chica de pantalón de mezclilla muy holgado, de chamarra negra, pelo lacio y lentes. A la distancia parecía de complexión mediana pero no sabía si era ella así que decidí tomar la iniciativa y arriesgarme. Me quité la chamarra, me pude la gorra y me encaminé al punto de reunión. Ya una vez ahí le escribí que no la veía, que ya había llegado, pero no tuve respuesta. Comencé con un poco de taquicardia, pero mantuve la calma. Volví a ver a esta chica de la chamarra negra dar algunas vueltas, pero parecía que andaba perdida y no le tomé importancia. Yo estaba más preocupado observando si había malandros o algo parecido.
Cuál fue mi sorpresa cuando la chica en cuestión se acercó y me saludo…
– Señorita V?
– Si, soy yo. Hola. ¿Caminamos?
– Claro.
Para ese momento mi desconcierto cambió y se convirtió en expectación. Empezamos a caminar hacia el hotel que estaba a una cuadra de distancia y pude observar que era muy chica. Tenía 20 años y se veía muy tímida. Imagínense para mis 42 como me sentía.
Llegamos al hotel y sentí que alguien caminaba detrás nuestro y ella me pidió seguir caminando un poco más. Eso me hizo desconfiar así que la tome del brazo y la detuve un poco como para dejar que la persona que caminaba detrás se siguiera cosa que así pasó.
Respiré profundo y le dije que platicáramos ahí, justo en la esquina antes de entrar al hotel. Pude ver que casi no hacia contacto visual, pero vi que tenía ojos cafés muy expresivos, venían delineados de tal manera que a pesar de los lentes se le percibía una mirada sensual. Me quede atrapado de su mirada. Tenía labios pequeños pero una boca hermosa. Piel blanca, que se antojaba suave y tersa y traía un perfume ligeramente floral. Estaba observándola mientras teníamos una charla un tanto trivial cuando me dijo que entráramos al hotel pero que debía decirme algo.
– debes saber que soy virgen, tienes problema?
– no, para nada (mentira. Quedé desconcertado).
Le pregunté que cuál era el motivo del porque quería entregar su virginidad a un perfecto desconocido y su respuesta me impresionó aún más.
– me la he pasado estudiando y con muchas cosas que no se ha dado la oportunidad de tener sexo con nadie además no quiero involucrar sentimientos ni compromisos. Solo quiero sentir lo que es tener sexo por primera vez sin ningún compromiso.
Como se podrán imaginar quede más que impresionado. Pero pues pasamos al hotel, pague la habitación, subimos y ya una vez dentro y después de que cada uno entró al sanitario me le acerque, ella estaba parada a un costado de la cama y la recargue en la pared, la tome de la cintura y quise darle un beso, pero ella se volteó, a lo cual empecé a besarle el cuello de manera lenta y suave, liberando mi mente de todo pensamiento y entregándome a ese momento. No sabía si era cierta o no su historia, pero decidí creer y lo único que deseaba era que si en verdad era su primera vez al menos fuera una experiencia muy placentera para ella. Me entregaría a ella en su totalidad.
La acariciaba suavemente mientras besaba su cuello, rosando su cintura, bajando despacio hacia sus nalgas. Sintiendo cada parte de ella. Quería llenarme de su sabor, de su olor.
Comencé a levantar su blusa y me dijo que no se quería desnudar completa a lo cual yo no tuve problema. Me preguntó si traía preservativos y obviamente no. Jajaja. Así que tuve que parar y bajar como rayo a la recepción, comprar un par de condones y regresar corriendo. De verdad me sentí tan novato y primerizo. No lo podía creer. Pero bueno, ya estaba ahí así que a darle.
Regrese a la habitación y ella estaba haciendo una llamada, puso su dedo índice en su boca haciéndome la seña de que guardara silencio a lo cual accedí sin problema. Mientras recuperaba el aliento. Una vez que terminó su llamada me acerqué y la tomé de nuevo por la cintura acercándome a sus labios y ahora solo nos dimos un pequeño beso y me senté en la cama. La acerqué a mí y comencé a bajar la blusa de los hombros, quedando expuesto su pecho. Dios mío, tenía unas bubis divinas. De muy buen tamaño, unos pezones rositas deliciosos y se sentían tan suaves y firmes que me dejé llevar por la excitación y deseo de ese momento. Comencé a besarlas, primero de manera suave mientras las tomaba con mis manos y la llenaba de caricias. Comencé a desabrochar su pantalón lentamente y pude ver una pantaleta super tierna, la cual me hizo creer que si era virgen. Bajé el pantalón, le quité los zapatos y la recosté en la cama boca arriba. Mientras me quitaba mis botas y mi pantalón acompañado de mi playera pude contemplarla semidesnuda recostada. Tenía una piel nívea, suave, de una perfección que sentía que tenía a la misma afrodita recostada frente a mí. Jamás había visto un cuerpo tan bonito y tan joven así de bello. Combinación perfecta de porcelana y mármol.
Jamás en la vida había estado con una chica virgen así que sentía que estaba soñando.
Comencé a besarle el empeine mientras iba acariciando lenta y suavemente sus piernas. Fui subiendo poco a poco, trazando un mapa de su piel en mi memoria, ya no detuve esa increíble travesía rumbo a la gloria. Llegué hasta su pantaleta y le di besitos por sobre sus labios. Despedía un olor tan delicioso, tan puro que me dirigí hacia sus ingles y las recorrí suavemente con la lengua. Me acomode de manera de poder quedar cómodo y que ella pudiera reposar sus piernas completamente abiertas. Le hice la pantaleta a un costado y pude ver unos labios rozagantes, ligeramente hinchados por la creciente excitación del momento. Respiré profundo y acerqué mi boca lo más lento posible y al llegar al borde del perineo roce con la punta de mi lengua esa línea divina que forman sus labios. La recorrí de sur a norte llenándome de su néctar y probando todo su sabor. Comencé a realizar ese movimiento un poco más profundo cada vez hasta que mi boca logró separar sus labios y llegué a su clítoris. Podía escucharla respirar profundo y fuerte, de vez en cuando algún gemido tímido y eso me excitaba aún más.
No sé cuánto tiempo estuve así pero no quería parar. Pude haberle hecho sexo oral por horas sin siquiera cansarme, pero decidí seguir la travesía rumbo al norte pasando por su ombligo, escalando ese par de tetas tan deliciosas y haciendo cumbre en la dureza de sus pezones. Descendiendo hacia su cuello y terminando en su boca pude sentir su aliento y cada minuto que pasa, mi deseo por ella crecía y crecía.
Me di la vuelta quedando boca arriba y ella se acercó a mi pene, lo tomó en sus manos y les juro por dios que ver mi miembro en sus manos fue tan excitante, ver cómo lo veía. Mis latidos aumentaron cuando vi que empezó a bajar hasta rosarlo con su lengua, recorriendo por todo lo largo y bajando hasta mis testículos. Lo lamió algunas veces hasta que decidió meterlo a su boca y mamarlo de la manera más deliciosa que me pudo regalar.
Me puse el condón y me coloqué justo en la entrada de la gloria. Realicé algunos movimientos con la cabeza de mi pene acariciando su clítoris y pasándolo por todo lo largo de sus labios acercándolo gentilmente hacia la entrada. Lo puse y lo empujé muy despacito y pude ver sus ojos. Me miro y me dijo que lo hiciera despacito. Ella respiraba profundo y gemía suavecito a cada centímetro que entraba. Hasta que por fin quedé totalmente dentro y así me quedé unos segundos hasta que empecé con un va y ven suave, rítmico, lento. Deje caer mi peso sobre ella, la sujeté de las manos y la bese mientras seguíamos con el movimiento. Lo seguimos haciendo así hasta que ambos terminamos.
Lo curioso es que la plática no fluía, sentía que estaba incomoda y eso me puso algo mal. No sabía qué hacer. Estaba en una situación tan extraña que no sabía de qué más podía platicar así que me acerqué a sus piernas y le empecé a besar de nuevo. Se recostó completamente de inmediato y entendí el mensaje. Bajé de inmediato y comencé a besar esa vagina tan rica, que ahora y justo en ese momento era solo para mí. Solo mía.
Y mientras tenía la punta de mi lengua viajando por todo su clítoris empecé a meter un dedo muy lentamente en su vagina y la sentí estremecerse. Sentía como apretaba mi dedo y como se lubricaba de una forma increíble así que use otro dedo para empezar a acariciar suavemente su anito. Sentía su clítoris completamente durito la humedad de su vagina y la palpitación de su ano. Así que empecé a meter muy despacito el otro dedo en su culito al grado de que estaba siendo estimulada anal, vaginal y oralmente al mismo tiempo. Cuando sentí que se vino en mi boca la puse boca abajo y comencé a Besar desde sus tobillos hacia arriba. Recorriendo palmo a palmo cada parte de su piel hasta llegar a sus nalgas. Pasé mi lengua rosando dulcemente la línea que divide ese otro paraíso y la sentí tan relajada que con ambas manos separé poco a poco sus nalguitas y empecé a besarle ese anito tan rico y delicioso que tenía. Se los juro que hasta dulcecito sabia. Ya mi excitación era demasiada que me puse el otro condón y la penetré de nuevo solo que ahora ella me decía que lo hiciera más fuerte y más fuerte. Después de un rato cambiamos de posición y ella se puso arriba. Podía sentir su sensualidad que se acompañaba de una falta de experiencia que confirmaba que si era virgen.
No podía quedarme solo así, entonces le pedí que se pusiera en 4 y la tome. Tenía una cadera maravillosa y unas nalgas de ensueño. Yo seguía en ese idílico momento. No podía creerlo. Quise cargarla así que me senté en el borde de la cama y la puse sobre mí. Ella sentía miedo porque pensaba que la tiraría, pero le dije que confiara. Que me abrazara y se relajara. Pasé mis brazos por debajo de sus rodillas, la penetré y me puse de pie. Ella solo gritaba "mierda, mierda, mierda" y gemía y gemía.
La puse boca arriba y seguí penetrándola hasta que en medio de besos terminé viniéndome de la forma más placentera que pude imaginar.
Después de todo eso y de descansar un rato cada quien se bañó, nos vestimos y salimos del hotel.
Ella me dijo que se quedaría afuera del metro, esperaría Uber. Somo le dije que seguíamos en contacto, le di in abrazo y me fui.
Después de eso no he vuelto a saber nada de ella. Pero no imaginan con que placer volvería a hacerle eso y más.
Mi mail es [email protected].