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Con Sonia en su casa (parte 1)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Como ya les había contado en el anterior relato, después de esa salida con Sonia, empezamos una relación de poco más de 6 meses. Fue una bonita relación, estuvimos muy enamorados. A Antonio no le agradaba mucho la situación, pero no podía decir mucho. Nuestra relación era muy sexual. Teníamos relaciones casi todos los días, muchas veces en hoteles y muchas en su casa o la mía cuando había oportunidad.

Una noche, yo estaba en mi casa tranquilo descansando, había tenido una pequeña discusión con Sonia un día antes, por lo que no nos habíamos hablado todo el día. Cuando de repente suena mi teléfono, era la prima de Sonia, Laura, con la que compartíamos muchas salidas.

-Gonzalo, ¿Qué haces? –me preguntó.

-Nada, acá tranquilo –respondí sin mucho interés.

-Estoy donde Sonia, tomándonos un vino con un amigo, ¿vienes? –me contó– Sonia te está esperando –dijo mientras escuchaba la voz de Sonia quejándose al fondo.

-¿Estás segura de que quiere que vaya? –pregunté pensando que era broma.

-Ya no seas tonto y ven para que se amisten –me dijo en tono autoritario.

-Ok, voy para allá –respondí sin ganas.

Me alisté y fui para su casa. Todo el camino pensé en que pasaría cuando llegue, seguiría molesta o podríamos amistarnos fácilmente. La discusión fue por una tontería, así que pensé que, para no arruinar la noche, daría mi brazo a torcer y arreglaría las cosas. Cuando llegué, subí a su departamento y me abrió Laura, me dio un abrazo y me susurro al oído.

-Ha tomado un poco, yo creo que se van a amistar rápido –dijo.

Entré, me presentaron al amigo, del cual no recuerdo el nombre, ya que fue la única vez que lo vi. Digamos que se llamaba Carlos. Lo salude, me acerque a Sonia y le di un suave beso en los labios. Acepto un poco a regañadientes. Me senté a su lado y comenzamos a conversar todos en grupo.

Hablábamos de cosas sin importancia, pero la conversación estaba amena. Estuvimos tomando unos vinos y en un momento, Carlos y Laura se pararon y fueron a la cocina a traer más vino. Me quede a solas con Sonia.

-Amor, podemos estar bien, no me gusta pelear contigo –le dije mientras acariciaba sus mejillas– discúlpame –dije sin sentirlo, ya que creía no haber hecho nada malo.

-No se. ¿Lo dices en serio? –preguntó dubitativamente.

-Claro que sí, sabes que te quiero muchísimo –y le di un beso en la boca.

-Está bien, yo también te quiero mucho –respondió sonriendo.

Nos fundimos en un beso muy romántico y un poco sensual. Estuvimos besándonos por unos minutos y notamos que Laura y Carlos no regresaban.

-Y estos ¿tanto demoran? –pregunté– creo que no solo fueron por vino –dije burlándome.

-No, ¿Cómo crees? Es solo su amigo –respondió ella.

-Por favor –dije– sabes que tu prima es tremenda.

-¡Oye! ¿Qué te pasa? –dijo riéndose– seguro lo hacen para darnos tiempo de amistarnos.

Al rato volvieron, se notaba que se habían besado, por como regresaron, es más me pareció que hasta manoseo hubo, porque la ropa de Laura estaba ligeramente desarreglada.

Seguimos con nuestra conversación y unas horas después, se acabó el vino. Laura y Carlos dijeron que ya se iban y yo dije que me quedaría a ayudar a limpiar, ya que Sonia me había dicho que sus papas no tardarían en llegar. Una vez que se fueron, Sonia se me acerco y me beso apasionadamente.

-Mis papas viajaron a visitar a unos tíos con mi hermana, no volverán hasta mañana en la tarde –me dijo coquetamente– solo quería que se vayan.

-Me hubieses dicho antes y los botaba a los dos –le dije riéndome.

-Quiero que te quedes a dormir, que me hagas tuya en la cama de mis papas –me dijo con cara de excitada.

-¿Quieres que finjamos ser marido y mujer? –le pregunté mientras la apretaba a mi cuerpo–¿qué despertemos juntos después de hacer el amor toda la noche?

-¡si! –dijo besándome en los labios– ya mañana arreglamos esto.

Nos besamos apasionadamente y la cargue en mis brazos, como se ve en las películas a los recién casados. La lleve al cuarto de sus papas. Nunca había entrado, solo lo habíamos hecho en su cuarto. El cuarto de sus papas era amplio, una cama King, un sillón con una pequeña mesa al costado, un tocador con espejo con una pequeña banca, una mampara de vidrio grande que daba a un pequeño balcón. La llevé hasta la cama y la recosté.

Me subí encima de ella y comencé a besarle el cuello, mientras desabotonaba su blusa lentamente, ella me saco el polo y comencé a besarle los pechos por encima del sostén, me encantaban sus tetas, su piel era suave, sus pezones ya estaban duros y se notaban a través de la tela de su sostén. Le comencé a desabrochar el pantalón y lo bajé, dejándola sola con el calzón. Este ya se veía ligeramente húmedo. Me volví a subir encima de ella y comencé a besarla, casi comiéndome su boca. Ella frotaba fuertemente mi espalda y yo apretaba sus duras y hermosas piernas. Frotaba mi pelvis contra el suyo. Mi erección ya se notaba por encima del pantalón, al igual que se notaba lo húmeda de su vagina a través de su calzón.

Le quité el sostén, besé sus tetas, lamiendo sus pezones. Comencé a bajar lamiendo y pasando la lengua por su abdomen, hasta que llegué a la altura de su calzón. Lamí su vagina por encima del calzón, sorbiendo los jugos que lo empapaban. Lentamente le fui bajando el calzón para dejar al descubierto su conchita depilada y chorreando. Con mi lengua fui separando sus labios y succionándolos. Ella gemía y sus manos empujaban mi cabeza acercándola más a su conchita.

-¡Quiero tu pinga!!! –dijo agitada, mientras me separaba de su vagina. Me pare y ella bajo mi pantalón y mi bóxer. Mi pene salto totalmente endurecido– me la quiero comer todita.

-Es toda tuya –respondí, ella se la metí de un solo golpe, hasta que su frente choco con mi abdomen- ¡oh por dios! Me encanta como la chupas mi amor. Trágatela toda.

Comenzó a chupármela rápidamente, luego se la sacaba y le pasaba la lengua por todo el tronco. Se metía la cabeza en la boca y la succionaba, mientras me masturbaba. Luego me comenzó a masturbar y se metió mis testículos en la boca.

La levanté, la besé con fuerza, parecía que no nos hubiéramos besado en años. Y así, parados, nos comenzamos a besar y frotar. Frotaba mi pene contra su vagina. Mi pene comenzaba a mojarse con lo húmeda que estaba. La cargué y en esa posición se la metí de golpe. En esa posición, con mi pinga completamente dentro de su concha, caímos en la cama. Se la metía con fuerza, ella subía y bajaba sus caderas para estimular más su clítoris con mis embestidas. Era brutal. Sentía como mi pene ingresaba con facilidad y se mojaba completamente, ella gemía y yo estaba disfrutando amasando sus tetas con mis dos manos, mientras lamia sus duros pezones. Ella comenzó a frotar mi espalda y a arañármela, estábamos desesperados.

La cargué y me senté en el borde de la cama, ella encima mío rodeándome la cintura con sus piernas y el cuello con sus brazos. Nos besábamos, jugando con nuestras lenguas. Ella movía sus caderas de adelante a atrás. En esta pose, su clítoris se frotaba con mi pelvis y sus tetas con mi pecho. Comenzó a gemir.

-¡Me voy a venir, mi amor! –gritaba– ¡que rica se siente tu pinga! ¡así, así!!! ¡No pares! –Y comenzó a convulsionar, corriéndose y empapando mis muslos.

Nos paramos, fuimos hacia la mampara, la apoyé en ella, apretando sus tetas contra el vidrio. Me coloqué detrás de ella y se la metí con fuerza. Sentía sus nalgas rebotar en mi cuerpo, ella seguía gimiendo, pidiéndome que no pare. Le abrí las nalgas, dejando al descubierto ese precioso ano, el cual nunca había podido penetrar. Comencé a jugar con la entrada de su ano, le metí un dedo, previamente ensalivado. Ella no se opuso. Ya le había metido antes hasta dos dedos, pero nunca se llegó a atrever a entregármelo.

Cuando ya tuve dos dedos dentro de su ano, comencé a bombearla con mucha fuerza. Ella gemía con fuerza, casi gritaba. Yo ya no me controlaba para nada. Lo único que quería era darle con más fuerza. Le metía y sacaba los dedos del culo rápidamente. Ella se frotaba el clítoris y comenzó a venirse por segunda vez.

-¡me vas a hacer venir otra vez mi amor! ¡sigue! –gritaba mientras su concha se mojaba y sus jugos chorreaban por sus muslos.

-¡yo también me voy a venir mi amor!!! –le dije, embistiéndola cada vez más fuerte.

-Tírame tu leche en la cara por favor –me dijo. Se la saque de la concha, ella se arrodillo frente a mí y comenzó a masturbarme mientras lamia la punta de mi pinga y la succionaba.

-¡ya viene!!! –le dije casi gritando– se la saco y de pronto salieron varios chorros de espeso semen que cayeron por toda su cara, salpicando la mampara y la alfombra del piso.

Nos recostamos en la cama, ella apoyada en mi pecho, abrazándonos. Estuvimos un rato así, tratando de recuperar el aire. Después de unos minutos, levanto la cabeza y nos besamos tiernamente.

-Te amo –le dije, mirándole a los ojos.

-Yo también mi amor –respondió ella.

Nos quedamos echados un buen rato, disfrutando del calor de nuestros cuerpos. Abrazados. Besándonos de rato en rato. Conversando de lo que habíamos hablado con su prima y su amigo. Cuando de repente, mi pene comenzó a endurecerse de nuevo. Ella lo noto, lo agarro con su mano y comenzó a sobarlo suavemente.

-Parece que ya estas listo para otro round –me dijo coquetamente.

-Te dije que te iba a hacer el amor toda la noche –respondí– y pienso hacerlo en toda la casa. Esta noche voy a marcar mi territorio –bromeé, ambos reímos y nos besamos.

Nos paramos y fuimos a la sala. Me sentó en el sillón donde habían estado sentados Carlos y Laura, tan solo unas horas antes. Se arrodillo y me dio una jugosa y gran mamada. Cuando mi pinga ya estuvo lubricada, se paró, se dio la vuelta y con las piernas juntas se sentó encima, metiéndose mi pinga dura en su concha. Veía como su culo rebotaba encima mío, me encantaba verla en esa pose, porque podía apreciar su culo en todo su esplendor. Mientras se movía, comenzó a abrir sus nalgas dejando su ano a mi disposición.

-Méteme los dedos amor –me dijo –hoy quiero que me partas el culo.

Ensalivé un dedo y se lo metí en el ano. Ella dio un respingo, pero siguió moviéndose. Comencé a estimular ese ano que me volvía loco y que por fin podría hace mío. llegue a meter 2 dedos hasta el fondo, ella gemía como loca y se movía cada vez más rápido. Yo ya estaba en la gloria, pero quería metérsela por el culo. Así que la levante y le pedí que se arrodille y se apoye en la mesa de centro. Con el culo bien levantado. Me arrodillé y le empecé a lamer el ano. Metía mi lengua y le escupía dentro.

-¿quieres que te parta el culo? –le pregunté.

-Si mi amor, por favor, lo deseo con locura –me respondió desesperada.

Me froté con saliva la punta de la pinga y se la comencé a empujar despacio. Entro la cabeza con un poco de dificultad. La dejé unos segundos ahí sin moverme, para luego comenzar a empujar suavemente. Cuando entro toda, ella dio un suave grito de dolor. La dejé ahí dentro unos segundos más y comencé a bombear, primero despacio y después fui subiendo la velocidad. Me apoye en su espalda mientras la embestía con fuerza. Metí mi mano por debajo de ella y metí dos dedos en su concha, la cual estaba empapada de sus jugos. Le movía los dedos dentro con fuerza. Comencé a sentir sus jugos salir con fuerza en una increíble corrida. No me pude contener.

-Me voy a venir –le dije.

-Yo también –dijo, mientras se venía– lléname el culo de leche por favor amor.

-¡ahhhh! -grité mientras mi leche salía de mi pinga para llenar ese ano hermoso que por fin pudo ser mío.

Caímos en el suelo, agotados, sudando y agitados, después de tremenda corrida. Nos abrazamos uno frente al otro y nos besamos cariñosamente. Trate de recuperarme rápido, estaba muy caliente, quería hacerlo toda la noche, pero no sabía si me alcanzarían las fuerzas. Ella se acercó a mi oído.

-¿Estas listo? Quiero que me cojas en la mesa del comedor –susurró– quiero manchar de corridas el sitio donde come Alicia.

Alicia era su hermana, no se llevaban muy bien, por temas que nunca supe, pero debe ser por algún chico, ya que Alicia era tremenda zorra. Cuando me dijo esto, volvieron las fuerzas a mí, la idea de que Alicia coma en el lugar donde su hermana y yo cogimos, me dio morbo y las ganas de Sonia por hacerlo, me volvieron a calentar.

Continuará.

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