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Con Sonia en el auto
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Hace mucho tiempo, celebramos el cumpleaños de mi mejor amigo en casa de mis padres. Era miércoles de semana santa, por la que toda mi familia se iba a la playa, yo decidí quedarme una noche más, para poder celebrar el cumpleaños de Antonio, mi mejor amigo. La casa de mis padres era grande, tenía dos amplias salas, una pequeña terraza, un jardín y una pequeña piscina. Todos estos ambientes se encontraban en el segundo piso, mientras que los dormitorios estaban en el primero.

Antonio, que vivía en un departamento, me pidió si podía celebrar su cumpleaños en mi casa, ya que no entrarían en su departamento. Accedí, sabiendo que estaríamos solos. Ese miércoles, Antonio y su novia vinieron temprano a mi casa para hacer los preparativos, mientras mi familia se alistaba para salir. Ya que es un gran amigo de muchos años, mis padres aceptaron sin dudarlo.

Después de arreglar todo, Antonio, su novia y yo nos quedamos conversando, tomando unas cervezas mientras esperábamos a los demás invitados. Fueron llegando de a pocos hasta que, alrededor de las 10 pm, ya estaba la casa llena de gente bailando, tomando y conversando.

En un momento, se acerca Antonio con una chica muy guapa y me la presenta.

-Gonzalo, ella es Sonia, mi prima –nos presentó, nos dimos un beso en la mejilla y comenzamos a conversar.

-¿Qué tal? ¿Cómo estás? –pregunté.

-Muy bien –respondió ella –me encanta tu casa– añadió.

-Gracias –le agradecí y comenzamos a conversar de nuestras vidas para conocernos.

Estuvimos largo rato conversando solos, aunque de rato en rato venía alguien a agregarse a la conversación. Había un chico, amigo de Antonio, al que yo no conocía, que venía más seguido que los demás. Siempre trataba de entablar conversación con Sonia, tratando de dejarme de lado. No le di importancia. Ya que yo venía de terminar una relación de 2 años y no estaba tan interesado en entablar otra. Por momentos me iba y los dejaba solos, para atender a los invitados. Pero Sonia volvía a acercarse a mí para conversar.

Así seguimos durante muchas horas, ya había tomado bastante y estaba un poco mareado. Ella me invito a bailar y acepte. Estuvimos bailando buen rato, hasta que ella se acerca a mi oído y mirando al amigo de Antonio.

-Ya no me dejes sola con él, es muy aburrido. –me dijo– mejor la paso contigo.

-Está bien, ya no te suelto entonces –le dije, ya bastante subido de tragos.

-Gracias –me agradeció y me di un beso en la mejilla.

La fiesta transcurrió con normalidad. Ya no me separaba de Sonia. Veía al amigo de Antonio que me mandaba miradas de furia, pero no me importaba. Sonia era muy guapa, cabello largo color café, unos grandes ojos también color café y unos labios muy sensuales. Su cuerpo no parecía ser muy voluptuoso, ya que vestía un jean y una blusa que no dejaba ver mucho la silueta de su cuerpo. Luego me daría cuenta de lo equivocado que estaba.

-Se me acabaron los cigarros, iré a comprar –le dije– ¿me acompañas?

-Claro, vamos –me respondió.

Salimos de mi casa y caminamos, por la hora, tuvimos que caminar mucho para encontrar una tienda. Compre los cigarros y regresamos. Conversamos todo el camino, hasta que estando a una cuadra de mi casa, la tomé de la mano y la detuve. La miré a los ojos y me aventé a besarla. Nos besamos abriendo nuestras bocas, jugueteando con nuestras lenguas. Fue un beso delicioso. Estuvimos varios minutos disfrutando de nuestras bocas, cuando decidimos regresar para no levantar sospechas.

Al llegar, vi que había menos gente. Solo quedaban 3 parejas, Antonio y su novia. Seguimos conversando, esta vez siempre en grupo. Sonia y yo nos lanzábamos miradas cómplices. Creo que Antonio se dio cuenta, porque me llamo a conversar a un lado.

-Oye pendejo, ¿qué tanto miras a Sonia? –me preguntó.

-¿Que? Nada que ver –le mentí–. ¿De qué hablas?

-No te hagas el huevón, que los vi salir y ahora que volvieron, están todos misteriosos.

-Nada, fuimos a comprar no más.

-Y porque Lucho me ha estado jodiendo toda la noche por ti.

-Yo que se –seguí con mi historia.

-No hay problema, por si acaso, no la vayas a cagar no más –me amenazó.

-Tranquilo, no pasa nada, solo que nos llevamos bien nada más.

Volvimos al grupo y Sonia me miro con sorpresa, como preguntándome. Solo atiné a sonreír y negar con la cabeza. En un momento, todos se fueron a bailar a la terraza y Sonia y yo nos quedamos solos en la sala.

-¿De qué te hablaba tanto mi primo? –me preguntó.

-Nada, quería saber si pasaba algo entre nosotros –respondí.

-Y, ¿qué le dijiste?

-Nada, que nos llevábamos bien nada más.

-No le dijiste nada, ¿no?

-No, ¿qué querías que le dijera? ¿Qué besas riquísimo? ¿Qué muero por llevarte a mi cuarto y hacerte el amor? –le dije sonriendo

-Jajaja. No pues, ¿qué te pasa? –me dijo sonrojándose.

La jale de la mano a un lugar donde no podían vernos y la bese con fuerza. Fue un beso muy apasionado. Largo y húmedo. La apoyé contra la pared y metí una mano bajo su blusa. Tenía un top pegado debajo de su blusa, pero no llevaba sostén. Metí la mano debajo del top y acaricié sus tetas. Ahí comencé a ver de mi error inicial. Tenía unas tetas hermosas, redondas y duritas. No eran muy grandes, pero tenían buen tamaño. Como me gustan. Ella no se quejó ante mi incursión. Es más, metió su mano dentro de mi pantalón, tocándome el pene erecto.

Después de un momento, entramos en razón, nos separamos, nos acomodamos la ropa y salimos a la terraza a bailar con el resto de invitados que quedaban.

Seguimos bailando casi una hora más y Antonio me dijo que ya se iban.

-Sonia, ¿te llevamos? ¿O te quieres quedar? –dijo riéndose.

-Bueno, hay cuartos libres, se pueden quedar si desean –hice la invitación para todos, aunque solo quería que se quede Sonia.

-No –dijo Antonio– tengo que llevarlas a sus casas.

Nos despedimos y se fueron. Termine un poco molesto, pensando que, de haber sido otra chica, y no la prima de Antonio, en ese momento estaría tirando de lo lindo. Pero, me tuve que quedar con las ganas. Al menos había conseguido su número. Así que decidí escribirle.

-Me avisas cuando llegues a tu casa, para saber que llegaste bien –escribí.

-Ok, te llamo –respondió rápidamente.

Como a la media hora sonó mi teléfono. Contesté y era ella.

-Acabo de llegar, mi primo y su novia no dejaron de meterse mano todo el viaje.

-¿En serio? Te hubieses quedado entonces y te metía mano yo, jajaja –bromeé.

-¿Mas? Jajaja –rio ella.

-¿Qué tal la pasaste? –pregunté.

-Muy bien, me divertí mucho.

-¿Cuándo te puedo volver a ver? –pregunte, con una calentura tremenda.

-No sé, tu dirás –respondió provocándome.

-Más tarde me voy a la playa, pero el lunes regreso y te busco, ¿qué te parece?

-Excelente, me llamas entonces –y colgó.

Pasamos todo el fin de semana conversando por WhatsApp. Era muy ameno conversar con ella. El fin de semana se hacía eterno, por la desesperación que tenia de volver a verla.

El lunes llegó, llamé y quedamos en ir al cine. Busqué una película que ya tenía varias semanas en cartelera, para que no haya mucha gente.

Llegué un poco más temprano, la esperé y cuando la vi llegar se me aceleró el corazón. Estaba hermosa. Estaba nervioso. Moría de ganas de besarla de nuevo, pero no sabía cómo reaccionaría. Me armé de valor y decidí darle un beso en la boca. Lo acepto sin problemas. Fue solo un pico. La saludé y fuimos a comprar el pop corn y las bebidas. Cuando la vi pasar me di cuenta que este pantalón era ligeramente más pegado, lo que resaltaba su culo. Tenía un culo redondito. Definitivamente me había equivocado pensando que no tenía un buen cuerpo. Tenía un cuerpo delgado, con unas tetas medianas y un culo grande, pero no exagerado.

Entramos a la sala y nos dimos cuenta que éramos los únicos en la sala. Nos sentamos en la última fila. Pase mi brazo por su cuello y la abrace. Ella aceptó y se recostó encima mío. Comenzó la película y vimos entrar un par de parejas más a la sala. Felizmente se sentaron abajo y muy lejos de nosotros. Al ver que nadie podía vernos, la tome de la barbilla, levante su cara y la bese como quería hacerlo desde que la vi llegar. Ella respondió a mi beso. Nos fundimos en un beso apasionado, muy caliente. Comencé a sobarle las piernas por encima del pantalón y ella se acomodó para dejar su culo a mi alcance. Le apreté una nalga, era dura y de buen tamaño. Ella me sobaba el pecho.

Estuvimos así un rato, por momentos nos separábamos, pensando que alguien nos estaba mirando. Sonreíamos y volvíamos a besarnos cuando nos dábamos cuenta que las otras dos parejas estaban distraídas haciendo lo mismo que nosotros.

Al ver que a nadie le importaba lo que hacíamos, decidí meter mi mano por debajo de su polo, no tenía sostén. La ventaja de unas tetas jóvenes y duras. Comencé a sobar sus tetas mientras la besaba, ella bajo su mano y me sobaba el pene por encima del pantalón. Decidí subirle el polo y sacar sus tetas al aire. Me agaché y comencé a besarlas. Desabotoné mi pantalón y lo bajé un poco para que ella pudiera tocarme la pinga sin dificultad. Ella la tomó sin dudarlo y yo metí mi mano dentro de su pantalón para tocarle la conchita, que ya estaba bien húmeda. Seguía chupándole las tetas mientras nos masturbábamos mutuamente, sentí como su respiración se aceleraba y como se venía.

Me separó de sus tetas y se agacho para meterse mi pinga en la boca, me dio una mamada muy rica, hasta que sentí como estaba a punto de venirme. Jalé su cabeza y comencé a masturbarme para dejar salir mi leche y manchar el asiento de adelante.

Me miró a los ojos y nos besamos. Luego de eso nos acomodamos la ropa y se recostó en mi hombre, la abrace y nos pusimos a ver la película, la cual nunca llegamos a entender, ya que nos perdimos gran parte de ella.

Cuando terminó la película, salimos rápidamente, por el miedo de que alguien se diera cuenta del desastre que habíamos dejado. Salimos y nos fuimos en el carro, todavía acelerados por lo que acababa de suceder.

-Nunca había hecho algo así –me dijo, un poco avergonzada.

-Yo tampoco, pero fue genial. Me encantó –le dije mientras manejaba aun sin rumbo.

-¿Qué quieres hacer ahora? –me preguntó.

-Me gustaría terminar lo que iniciamos –respondí con unas ganas increíbles de hacerle el amor.

-¿Adónde vamos entonces?

-Podemos ir a un hotel, o si quieres acá en el carro.

-¿Acá? Pero, ¿y si nos ven?

-Nos vamos a un sitio escondido.

Un amigo una vez me comentó que había ido con una chica a un lugar, cerca de la playa. Un lugar oscuro, por donde no pasaba mucha gente. Le comenté y nos fuimos para allá.

Cuando llegamos, estacioné el carro y lo apagué. Me acerque a ella y la bese apasionadamente. Tiré el asiento para atrás, para tener más espacio y lo recliné. Ella se subió encima mío y comenzó a besarme. Estábamos muy calientes. Le saqué el polo y me quedé observando esas hermosas tetas. Las besé, ella gemía. Comenzó a frotarse con mi pene, aun vestidos. Mi pene se puso duro al instante. Se levantó, se sentó en el asiento del copiloto y se sacó el pantalón. Yo hice lo mismo. Me coloqué el preservativo y ella se volvió a subir encima mío. Agarró mi pene, lo colocó en la entrada de su conchita y se sentó introduciéndolo todo de golpe. Comenzó a cabalgarme a gran velocidad. Se movía muy bien.

-Vamos atrás –me dijo, levantándose.

Al intentar ir al asiento de atrás, pasó por encima de mí, frotando su húmeda conchita por encima de mi polo, cuando estuvo cerca de mi cara, la agarré y no la dejé moverse. En esa posición, comencé a besarle la concha, comenzó a gemir un poco más fuerte. En un movimiento felino, se giró y quedamos en un 69 perfecto. Yo seguía lamiendo su conchita y ella me comenzó a chupar la pinga.

Después de un momento, se levantó, y se fue al asiento trasero. La seguí, levanté el asiento del piloto y me senté en el asiento de atrás. Ella me dio la espalda y una vez más se sentó encima de mí. esta vez me dejaba ver su hermoso culo rebotar en mi abdomen. Parecía tener bastante experiencia, porque se movía muy bien. Seguimos así unos minutos más.

De repente se levantó, y se recostó en el asiento, abrí la puerta, la jalé al borde y desde fuera del auto la clave con fuerza. Me movía rápido y penetraba con fuerza hasta que mis testículos chocaban con sus nalgas.

-¡Sigue así!!! ¡Me voy a venir!!! ¡No pares!!! –gritaba mientras movía sus caderas, haciendo que la penetración sea más profunda– ¡me vengo! –comenzó a gritar haciendo que mi semen comience a recorrer por mi pinga.

-¡Yo también! –dije mientras el preservativo se llenaba con mi corrida.

Me desplomé encima de ella, me rodeó con sus brazos y nos quedamos ahí abrazados, con la mitad de mi cuerpo fuera del auto por unos segundos. Luego nos subimos, nos pasamos a los asientos de adelante, se colocó el polo y cuando queríamos colocarnos los pantalones, vimos una luz acercarse. Nos asustamos pensando que era la policía, encendí el auto y así semidesnudos partimos. Nos comenzamos a reír a carcajadas. En el camino ella se colocó el pantalón y unos minutos después tuve que estacionarme para ponerme los míos.

Después de esto, la llevé a su casa. Reímos durante todo el camino, recordando las locuras que habíamos cometido. Cuando llegué a su casa, nos despedimos con un cariñoso beso.

-Nos vemos mi amor –le dije.

-Chau amor –respondió ella– me llamas cuando llegues.

Nos despedimos, esperé a que ingrese a su casa, se dio una vuelta y me mandó un beso volado. Me fui y llegando a casa la llamé. Conversamos horas por llamada.

Después de esto, nos hicimos novios por más de 6 meses. Fue una relación muy bonita, estábamos muy enamorados.

Fin

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