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Con mi vecino septuagenario
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Gracias por leer mis relatos y por escribirme para expresarme su agrado por ellos. Les comento que no publico para conocer a nadie; tampoco hago video llamadas, no vendo packs, ni nada. Sólo publico algunas de mis experiencias. Besos.

En el condominio en el que vivo hay un señor ya mayor –se llama Sergio y tiene poco más de 70 años- que muy seguido me lo encuentro caminando, platicando con vecinos y eso. Hace un par de meses empezó a saludarme y ya después me hizo la plática. Es muy amable y atento; cuando salgo a caminar me acompaña, me acompaña a la tienda, se ofrece a traerme algo del súper cuando me lo topo, me ha ayudado a cargar mi súper a la casa y esas cosas. En una de esas pláticas le dije en qué trabajaba y salió la oportunidad de hacer negocio con un amigo suyo y ambos sacaríamos una buena comisión.

Pocos días después de hacer el negocio y recibir nuestra comisión, Sergio llegó a mi casa en la noche con un par de botellas de champaña, me dijo que era para celebrar por el negocio y para agradecerme por ayudarle a hacer al productico, por así decirlo; vaya, algo par distraerse, aunque no fue mucho en realidad sí acordamos en hacer más negocios con conocidos suyos.

Estábamos en la primera botella cuando le pregunté si con la comisión le compraría algo lindo a su esposa o algo y me dijo que su esposa había fallecido en la pandemia; la verdad me sentí mal por él, pero también porque me di cuenta de que no le había preguntado nada personal, solo sabía que era jubilado, asumí que vivía con su esposa.

Por supuesto no hablamos mucho de su pérdida como tal, pero sí me dijo que después de casi 50 años juntos sentía mucho su ausencia, que se sentía muy solo, por eso salía tanto a caminar, para distraerse y socializar un poco; “Así puedo conocer algunas personas interesantes y mujeres guapas, como tú, Anita”; me sonrojé un poco y le agradecí el piropo. Los hombres mayores con recatados pero coquetos, eso me gusta mucho. Seguimos platicando y tomando la champaña, y así llegamos a la segunda botella.

Yo: Pues cuando quiera platicar, don Sergio, encantada; viene y nos tomamos un cafecito o una copa y echamos una platicada. Me chismea de lo que pasa en el condominio –reímos-.

Sergio: Ya te dije que no me hables de usted; ya sé que soy viejo, pero no me hagas recordarlo, Ana.

Yo: No, viejo para nada; además se mantiene muy bien; digo, te mantienes muy bien.

Sergio: Gracias, gracias. Y gracias por el ofrecimiento, Ana, pero no quisiera interrumpir si estás con algún enamorado; que me imagino tienes muchos.

Yo: Jajaja ay, claro, que no; ¿por qué lo dice?

Sergio: Pues las razones saltan a la vista, Ana; eres una mujer muy atractiva.

Yo: Ay, muchas gracias.

Sergio: No, gracia a ti por dejarnos admirar tu belleza, tu atractivo.

Yo: ¿Jajaja y cuál es ese atractivo, oiga?

Sergio: Vas a hacer que me apene, Anita.

Yo: Para saber.

Sergio: Digamos que tiene una excelente defensa y una delantera espectacular.

Yo: Jajaja ay, Sergio es de cuidado, eh. Seguro usted también tiene varias galanas.

Sergio: No, Anita; en mis tiempos sí era yo de cuidado, no dejaba muñeco con cabeza, la verdad. Muchas me aguantó mi esposa. De unas supo de otras no, pero sí, era yo tremendo.

Yo: ¿Sí era muy travieso?

Sergio: La verdad, sí,

Yo: A ver cuénteme algo; confiese.

Sergio: Pues dos secretarias que tuve fueron mis amantes, tuve algunas aventuras con algunas vecinas de aquí; mi esposa no supo, por supuesto; y también uno que otro encuentro con una de sus hermanas; tampoco supo mi esposa, claro está.

Yo: ¡Ah, caray! Pues sí era usted tremendo, Sergio –de hecho ya tenía rato que sentía su mirada en mi escote-.

Sergio: Culpable de todos los cargos. ¿Y tú, Ana?

Yo: Jajaja oiga, a una dama no se le preguntan esas cosas.

Sergio: Tienes razón; discúlpame. Es la champaña hablando. Pero bueno, eso era antes, desde que enviudé he sido célibe.

Yo: ¿En serio? Ay, perdón.

Sergio: No te preocupes, Ana. Sí, desde hace cuatro años no toco a una mujer, ni me ha tocado una mujer. Y no creas, me han buscado algunas de mis… aventuras del condominio, pero…

Yo: Pues, cuando esté listo hágalo, Sergio. Además es muy guapo y agradable, qué más se puede pedir.

Sergio: Pues tú no sé, pero yo pediría una mujer como tú, Ana –me incliné para tomar mi copa, dejándole ver mis tetas asomándose por mi blusa abierta- ¿y tú qué tan traviesa eres, Anita? –sonreí-.

Yo: Lo suficiente.

Sergio: O sea que sí eres traviesa; qué bueno, sería un desperdicio si no lo fueras.

Yo: ¿Tanto así?

Sergio: Lo que se ve no se juzga, guapa. ¿O a poco no sientes que te comen con la mirada? –sonreí-.

Yo: A veces.

Sergio: Y te gusta que te admiran, Ana; te gusta que te vean.

Yo: Ah, caray; ¿por qué lo dice?

Sergio: Pues porque muchas veces que llegas del trabajo te veo y te vistes un poco coqueta; como ahorita que andas con la blusa más abierta de lo normal para que te vea y seguro ya sentiste mi mirada en tu escote; ¿y seguro te gusta, o me equivoco? –levanté las cejas y le sonreí coqueta-.

Yo: No, no se equivoca me recargué sobre una mano de tal forma que se me abriera más la blusa, como invitándolo- me gusta provocar, me gusta que me vean, me gustan unas manos masculinas en mi cuerpo –con una mano me abrió suavemente la blusa y apenas rozó el borde de mi brasier-.

Sergio: Estás exquisita, Ana –me excitó muchísimo-.

Yo: ¿Qué rico se siente… le gustan mis tetas?

Sergio: Tienes unas tetas deliciosas, Ana; no sabes cómo me la he imaginado. La verdad no creí llegar a tocarlas –me descubrió un hombro, me bajó el bra de un lado y me acarició muy suavemente el pezón-.

Yo: No sabe cómo me calienta que me agarren las tetas –se acercó y me besó muy apasionadamente, sentí mucho su deseo al besarme y manosearme; me abrió la blusa por completo, me agarraba también las nalgas; en un momento me echó un poco de champaña en la boca y se derramó hasta las tetas, me lamió el cuello y las tetas; eso me puso súper caliente- qué delicia, Sergio; me está calentando mucho.

Sergio: No sabes cómo te deseo, Ana. A ninguna mujer he deseada como a ti –lo monté, seguimos besándonos, me quitó la blusa, metió las manos debajo de mi falda y me agarraba fuerte las nalgas, nos movíamos como si estuviéramos cogiendo- vamos a tu cuarto.

Yo: ¿Quiere ir a mi cama, Sergio? ¿Quiere cogerme en mi cama?

Sergio: Es lo que más deseo, preciosa –me paré, me quité la falda, lo tomé de la mano y lo llevé a mi cuarto; obvio en el camino sentí su mirada en mis nalgas; al llegar enseguida nos besamos de nuevo y empecé a desvestirlo, le quité la camisa y le besé el pecho, le bajé los pantalones y se notaba su erección debajo de los bóxers, no estaba a full, pero ya estaba poniéndosele dura; nos acostamos, me quitó la tanga y se preparó para metérmela de misionero, pero no podía, le faltaba que estuviera más dura y pensé en ayudarlo; a veces pasa-.

Yo: ¿Quiere que se la ponga bien dura? –se la agarré un poco- acuéstese –se acostó, se veía un poco molesto por no tener una buena erección, le di besitos mientras se la jalaba- quiero que me coja, Sergio, quiero sentir su verga adentro de mi, quiero sentir su lechita sobre mi…-empezó a ponérsela más dura, entonces me acomodé entre sus piernas para mamársela.

Sergio: Ay, Anita…hace muchos años que no me la chupaban.

Yo: ¿y quién fue la última, eh?

Sergio: Una vecina; híjole, qué rico lo haces, Ana.

Yo: la tiene muy rica, Sergio… y se le está poniendo bien durita, qué rico.

Sergio: Carajo, un día quiero vaciarme en tu boca, Ana; lo haces de poca.

Yo: cuando quiera… me encanta sentir cómo se vienen en mi boca… -ya la tenía bien dura, entonces lo monté, me acomodé para sentarme en su verga y ponerle mis tetas cerca de la cara; él me agarró las nalgas fuerte llevando mis movimientos- me encanta lo fuerte que me agarra –empecé a gemir un poco- ay, qué rico se siente; se le puso bien dura, Sergio.

Sergio: Así me la pusiste, Ana… hacía mucho que no se me ponía así, chiquita. No solo tienes un cuerpazo, haces maravillas con esa boquita.

Yo: ¿En serio le gustó?

Sergio: ¿No se notó? –le acerqué más las tetas a su cara al recargarme en la cabecera de la cama, entonces me las chupó- pinches chichotas ricas.

Yo: Mmm me encanta que me coman las tetas… me pone súper caliente –la verdad no tardé en tener mi primer orgasmo; ¿después me dijo que lo montara de espaldas, así que me di la vuelta para que me viera las nalgas mientras cabalgaba su verga- así?

Sergio: Así mero, Ana; qué ganas de ver cómo se da sentones en mi pito.

Yo: Y lo tiene riquísimo, mmm.

Sergio: Todo tuyo, princesa.

Yo: ¿Y fue la calentura del momento o ya me traía ganas, Sergio?

Sergio: Hace un buen que quería encamarte; desde la primera vez que te vi caminar en pants por el condominio se me antojaron esas exquisitas nalgas; y ni qué decir cuando te vi en playerita luciendo tus chichotas, Ana.

Yo: Qué rico que se le antoje mi cuerpo.

Sergio: Y a quién no; mira nada más estas nalgotas –me dio una nalgada- y cómo te entra el pito, chiquita: ¡te lo devoras! –me inclinaba un poco para que me viera mejor todo el culo- me la estás poniendo más dura, Anita.

Yo: Ay, sí, la siento más dura, qué rico –quedé de frente al espejo de mi tocador y veía mis caras al ser cogida por mi vecino septuagenario; siempre he tenido debilidad por hombres mayores; estaba súper excitada- dedéeme el culito, Sergio.

Sergio: ¡Ah la madre! ¿Te gusta que te den dedo en el chiquito, Ana?

Yo: Ay, sí, me pone mega caliente… métame el dedo, por favor… -lo hizo y enseguida sentí que me tendría otro orgasmo- ay, así, así, qué rico, no mames… puta madre me voy a venir otra vez, Sergio.

Sergio: Vente, chiquita; embárrame el pito con tus jugos.

Yo: Ay, no mames, no mames… ay, qué rica verga tiene, ¡Sergio! Ay, qué rico –apreté su verga con mi panochita-.

Sergio: Ah la madre, aprietas el pito, ¡Ana! ¡Hija de mi vida! ¡Estás muy cabrona, chamaca!

Después hicimos un par de posiciones más y luego me puso de misionero, aunque tuve que mamársela un poco de nuevo para que se le pusiera bien durita otra vez.

Sergio: Así quería tenerte, Ana. Quiero ver cómo rebotan esas tetas mientras te meto el pito en esa deliciosa puchita que te cargas.

Yo: Métamela, Sergio; me encanta su verga.

Sergio: Ahí te va, chiquita –me la metió y gemí-.

Yo: Mm… ay, sí, papito… la tiene riquísima –poco a poco fue metiéndomela más fuerte-.

Sergio: Qué rico se bambolean tus chichis, Ana.

Yo: Son suyas, Sergio; puta madre, ¡qué rico me coge! –me daba más duro-.

Sergio: Quiero darte por atrás, Ana.

Yo: ¿Por el culo?

Sergio: Sí, quiero darte por el culo; ¿me dejas?

Yo: Hoy no.

Sergio: ¿Por?

Yo: Hoy no.

Sergio: Me la debes.

Yo: Sí se lo voy a dar, pero hoy no.

Sergio: ¿En serio?

Yo: Sí; también quiero que me la meta en el culo, Sergio. Y que me lo llene de leche –en ese momento se vino, me la sacó y me echó sus chisguetazos en mi abdomen y las tetas- sí, échemelos, échemelos… ay, sí, papito, ¡qué rico!

Sergio: Aah la madre… puta, saqué mucha leche…- se la jalaba y seguía saliendo lechita; lo último cayó en mi panochita, después me puse a gatas en mi cama y se la mamé, él se acostó pero se la seguí mamando hasta que se puso flácida de nuevo.

Yo: qué rica…

Sergio: Eres increíble, Ana. Coges increíble.

Yo: Estuvo riquísimo –me acosté sobre él y le acariciaba un poco su verga-.

Sergio: No va a ser la única vez, ¿verdad? –sonreí-.

Yo: Si no quieres, no. Además, tenemos algo pendiente.

Sin duda habrá más visitas de este nuevo vecino que me coge.

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AnaOG1984
AnaOG1984
40 años, tres parejas, tres separaciones y varios amantes en mi haber. Independiente, sexosa.

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Comentarios

6 COMENTARIOS

  1. Realmente excitante tu relato. Me encanta que describas cada paso mediante diálogos, y añadas la descripción con tan buena integración en esas frases.
    Te invito a leer mis relatos. También con una amiga llamada Ana.
    Besos preciosa.

  2. Muchas gracias, Alejandro! Qué bueno que te haya gustado el relato y que te hayas identificado. La verdad siempre me han atraído hombres mayores que yo, Sergio es el hombre más grande con el que he tenido sexo; sin duda seguiremos haciéndolo. Felicidades por mantenerte activo! Gracias por los besos y te mando otros…algunos en tu rica herramienta.

  3. Excelente! un relato muy bueno, bien redactado y que me la puso bien tiesa; me imagino como eres y eso me pone aun mas caliente. Tienes mas relatos Anita? eres magnífica.
    Me he identificado mucho con este relato porque tengo 70 años justamente, “funciono”, y en mi ultima aventura, una amiga mucho mas joven que yo (34 años) me dijo que la tenia bonita y muy dura.
    Yo he escrito mis historias sexuales pero no las he publicado; tal vez lo haga en este medio.
    Permiteme enviarte un beso de amigos, otro en tu boca ardiente, uno especial con chupadita en cada una de tus deliciosas tetas y uno muy especial en tu rica concha.

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